El antikirchnerismo sigue bien dividido en un
puzzle de siglas que a su vez se parten entre sí.
ALEJANDRO
REBOSSIO Buenos
Aires
Puede que
casi todos los líderes de los principales partidos políticos de la oposición de
Argentina hayan marchado juntos el
pasado jueves en todo el país sudamericano, pero eso no significa
una unidad como la del antichavismo de Henrique Capriles en Venezuela. El
antikirchnerismo sigue bien dividido en un puzzle de siglas que a su vez se
parten entre sí.
En la masiva protesta del jueves,
organizada por las redes sociales y en las que los políticos se mezclaron entre
el resto de la gente, muchos manifestantes pedían a gritos o con carteles que
la fragmentada oposición se juntase con tal de arrebatarle al kirchnerismo el
control del Congreso en las próximas elecciones de agosto y octubre próximos y
la jefatura de Estado en los comicios de 2015. Sin embargo, los jefes
opositores se encargaron de contestarles de que eso sería imposible por las
diferencias ideológicas entre sí.
En la
actualidad, el peronismo kirchnerista y sus aliados suman 135 diputados, sobre
un total de 257, y 38 senadores, sobre 72. La Unión Cívica Radical (UCR),
tradicional rival del Partido Justicialista (PJ, peronista), tiene 42 diputados
y 17 senadores. El Peronismo Federal, o antikirchnerista, suma 27 diputados y
nueve senadores. El Frente Amplio Progresista (FAP), coalición de partidos que
lidera el socialista Hermes Binner, cuenta con 17 diputados y cuatro senadores.
La conservadora Propuesta Republicana (PRO), del alcalde de Buenos Aires,
Mauricio Macri, dispone de diez diputados y la Coalición Cívica (CC), de la
exradical Elisa Carrió, suma siete.
En las
legislativas de 2009, cuando el kirchnerismo sufrió
su única derrota electoral en
diez años de hegemonía, se habían unido el Peronismo Federal con el PRO en una
coalición de centroderecha y la UCR, el Partido Socialista (aún no existía el
FAP) y la CC en una alianza de centroizquierda. Pero esos bloques explotaron
rápidamente por peleas internas, en 2011 cada uno fue por separado y Cristina
Fernández de Kirchner acabó logrando la reelección con el 54% de los votos y
una amplia diferencia sobre el segundo, Binner, con el 17%.
En la
actualidad, el peronismo antikirchnerista está dividido por liderazgos
personalistas, aunque uno de sus referentes, el empresario Francisco de
Narváez, que venció en 2009 al expresidente Néstor Kirchner en las elecciones a
diputados, dijo en plena manifestación del jueves que estaba dispuesto a unirse
con sus compañeros de grupo y con Macri, como hace cuatro años. "Sin
ningún tipo de prevalencia ni de cuestiones personales, hay que sentarse a una
mesa redonda y decir: 'Señores, ¿qué vamos a hacer? Vamos a defender la
Constitución, la libertad de la justicia y (enfrentar) los problemas de Argentina,
como bajar la inflación y recuperar la seguridad’", planteó De Narváez en
alusión a la reforma judicial que impulsa Fernández para que, entre otros
proyectos, sea el pueblo el que vote a candidatos partidarios como integrantes
del órgano que selecciona y remueve los jueces. Esta reforma fue la que
aglutinó a la oposición argentina con la protesta de cientos de miles de
argentinos el jueves, pero lejos está de llegar a un acuerdo electoral tan
amplio.
Macri
busca seducir a determinados dirigentes peronistas y radicales, pero descarta
un pacto con la UCR: “Ojalá se junten el socialismo y el radicalismo, que
tienen más o menos visiones parecidas en muchos aspectos. Ellos tienen visiones
de cómo organizar la sociedad, la economía y el Estado más parecidas al
kirchnerismo que a las nuestras". Tanto la UCR como el FAP han descartado
cualquier pacto con el alcalde conservador, exempresario y expresidente del
Boca Juniors.
Mientras
algunos alcaldes radicales tejen alianzas con el PRO, la UCR como tal negocia un
acuerdo con parte del FAP y de la CC. El FAP, a su vez, está partido entre los
que abogan por reconstruir esa alianza de 2009, los quieren añadir también al
izquierdista Proyecto Sur, del cineasta Pino Solanas, y los que rechazan
cualquier pacto con lo que llaman la “vieja política”, simbolizada por la UCR y
su último fracasado gobierno, el de Fernando de la Rúa (1999-2001). A su vez,
la CC también se debate entre recuperar la coalición de hace cuatro años o
sellar un frente anticorrupción, pese a las diferencias ideológicas, con
Proyecto Sur. Tanto el FAP como la CC corren riesgo de ruptura.
"Va
a haber un esfuerzo para que la oposición no vaya fragmentada", dijo el
senador radical Gerardo Morales tras la manifestación. Binner opinó que “hay
que buscar la concertación mayor”.
No se
descarta que se reediten las coaliciones de centroderecha y centroizquierda de
2009 y que las múltiples diferencias internas se diriman en las elecciones
primarias de agosto, en las que todos los ciudadanos tienen la obligación de
votar. Cada elector puede participar de las primarias de un partido. En octubre
se celebrarán los comicios generales y entonces se verá si el kirchnerismo
amplía su dominio de las dos cámaras del Congreso hasta alcanzar los dos
tercios de los escaños, la cantidad necesaria para reformar la Constitución. Si
Fernández quisiese presentarse en 2015 para otra reelección, precisaría
modificar la Carta Magna para abolir la actual prohibición de tres mandatos
consecutivos. Ella ha dicho en marzo pasado que no desea una reforma
constitucional, pero algunos de sus seguidores la impulsan.
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