Majestuoso testimonio de un poder agostado

Majestuoso testimonio de un poder agostado

sábado, 18 de febrero de 2012

El Partido Republicano al borde del abismo


Se desvanece el candidato más viable, Romney, ante el ascenso del más conservador, Santorum.

 

EL PAÍS/ANTONIO CAÑO Washington 

El Partido Republicano vive estos días al borde del precipicio, mientras ve como se desvanece su candidato presidencial más viable, Mitt Romney, ante el acoso de un ultra conservador como Rick Santorum cuya nominación equivaldría a presentarle al país una alternativa extremista con escasas posibilidades de obtener la victoria. Aún peor, un éxito de Santorum en las próximas citas de las primarias podría dar lugar a una división interna con riesgo de extenderse hasta la misma Convención del verano.
Después de casi dos meses de campaña electoral y nueve primarias celebradas, se ha llegado al punto más temido por la dirección republicana: un partido incapaz de encontrar un candidato creíble y una feroz batalla interna entre moderados y conservadores radicales.
Nadie está aún en condiciones de predecir cómo puede concluir ese conflicto, pero ya se vislumbra que ninguno de los competidores por la nominación alcanzará el respaldo suficiente para unir a toda la oposición, y no se descarta la posibilidad de que aún haya que buscar una alternativa diferente capaz de recomponer el consenso. Mientras tanto, Barack Obama asciende hasta el 50% de popularidad en las últimas encuestas, favorecido por una situación económica que empieza a ofrecer señales consistentes de recuperación.
Romney está echando el resto –dinero y energías- en Michigan, consciente de que una derrota allí en las primarias del próximo día 28 podría suponer el final de sus aspiraciones presidenciales. Michigan es la tierra natal de Romney y el Estado donde su padre, George Romney, ejerció como un popular gobernador. Si no es capaz de derrotar ahí a Santorum, que actualmente marcha primero en los sondeos, el partido puede entender que, simplemente, no está en condiciones de ser nominado.
Si el próximo 28, Romney es derrotado en Michigan puede ser el fin de sus aspiraciones

Michigan es, además, un termómetro de otros Estados industriales del medio oeste que son determinantes para la victoria en noviembre, como Ohio, donde Santorum es también el favorito en estos momentos.
Tras su victoria en Florida, todo indicaba que el camino hacia el triunfo final estaba despejado para Romney. Parecía que, por fin, las fuerzas conservadoras lo habían aceptado como la mejor baza para derrotar a Obama debido a su presunta capacidad para el atraer el voto centrista.
Pero no ha sido así. El rechazo que desde el comienzo de esta campaña ha mostrado hacia él el sector conservador del partido, movilizado por el Tea Party, ha persistido. Santorum obtuvo tres sorprendentes victorias en Colorado, Minnesota y Missouri, y ahora los conservadores lo ven como su hombre, igual que antes vieron a Newt Gingrich.
Gingrich tampoco ha desaparecido de la escena. Ganó en Carolina del Sur y es favorito a la victoria en Georgia en el supermartes, el 6 de marzo, lo que le convertiría en el preferido en los Estados del sur. Todavía se siente con posibilidades de disputarle a Santorum el trono del radicalismo. Pero si ambos unen fuerzas en algún momento contra Romney, la posición del exgobernador de Massachusetts puede ser aún más débil.
Romney tiene el mismo problema que ha tenido desde el primer día: la gente no se lo cree. Es correcto, habla bien, es fotogénico, pero parece artificial. Con toda su rudeza, Gingrich o Santorum parecen decir hoy lo mismo que dirían si no fueran candidatos presidenciales. Romney, en cambio, parece decir lo que hay que decir para ser el vencedor.
Gingrich, que fue la primera opción conservadora, está fuertemente lastrado por un controvertido pasado personal y político. Santorum, sin embargo, con sus chalecos de lana y su gesto bondadoso, aparece como una figura limpia de toda sospecha. Es el ángel con el que soñaba el Tea Party.
Pero, al margen de ese valor onírico que le atribuyen los fanáticos, ¿quién es Santorum? Políticamente, un desastre. En 2006 perdió su escaño del Senado por Pensilvania por 18 puntos de diferencia. Cuando entró en esta campaña electoral nunca llegó al 10% de respaldo, y su índice de reconocimiento en el conjunto del país era todavía más bajo.
Su mayor respaldo en la actualidad proviene de los que se llaman “conservadores morales”. En asuntos como aborto, anticonceptivos, matrimonio homosexual y familia está todo a la derecha que es concebible estar. Educa a sus siete hijos en casa para librarlos de las influencias negativas de la escuela. Su esposa continuó el embarazo de un feto que había sido diagnosticado con una enfermedad incurable y que murió a las dos horas de nacer.

Merkel negocia con sus socios y con la oposición el relevo para Wulff


CRISIS POLÍTICA EN ALEMANIA


La canciller quiere llegar a un acuerdo este fin de semana y proponer un candidato de consenso para sustituir al dimitido jefe de Estado.

 

EL PAÍS/ JUAN GÓMEZ Berlín

La deshonrosa caída del presidente Christian Wulff, investigado por presunto cohecho y tráfico de influencias, ha determinado la agenda del fin de semana en la Cancillería. La democristiana Angela Merkel (CDU) tiene poco tiempo para evitar que su Gobierno se tambalee mientras negocia con sus socios europeos una salida a la crisis griega. Mañana lunes culminarán en la reunión del Eurogrupo en Bruselas varias semanas de tensiones extremas, tanto fuera como dentro de Alemania. Las arduas negociaciones con Grecia han subido de tono durante los últimos días, mientras aumentaban las dudas respecto a un compromiso satisfactorio que mantenga a los griegos en el euro. Fronteras adentro, los conservadores y los sectores euroescépticos de la opinión y la política alemanas han emprendido una dura ofensiva para forzar una solución radical que prescinda de Grecia o hasta del euro. Merkel no se ha movido oficialmente del compromiso de preservar la Eurozona con 17 miembros. Con las espadas en alto, lo último que puede convenirle es un culebrón electoral o un enfrentamiento interno con sus socios liberales de coalición para encontrar un sucesor a Wulff.
A la canciller le toca aplicar su acreditada destreza de mediadora en terreno minado. Le va a hacer falta. Primero, debido a su raquítica mayoría en la Asamblea Federal, un órgano conformado por los diputados del Bundestag y representantes de los länder (Estados federados). Para que no se repita la agónica votación con la que impuso a Wulff en 2010, Merkel necesitará el consenso con los dos principales partidos de la oposición. La Ley Fundamental alemana da un plazo de 30 días para reemplazar al presidente. Merkel no puede arriesgarse a la pérdida de autoridad que acarrearía una derrota en la Asamblea. Lo reconoció implícitamente media hora después de la renuncia de Wulff. Tras despedirse con “respeto y profundo pesar”, Merkel mostró su disposición al consenso con el Partido Socialdemócrata (SPD) y Los Verdes.
Pero no le bastará con eso. Aún más importante es un acuerdo en su propia coalición de centro-derecha. Sus socios liberales (FDP), hundidos en las encuestas, han optado últimamente por mantener la paz en el Gobierno, pero si el candidato presidencial no es de su gusto podrían desatar una seria crisis de Gobierno. Su situación desesperada los convierte en un partido poco predecible. Podrían buscar apoyos conservadores apostando por un enfrentamiento con SPD y Verdes que marcaría su difuminado territorio político. O, quizá, enfrentarse a Merkel para pactar un candidato con los partidos de la oposición. Una posibilidad en este sentido sería Joachim Gauck, que fracasó ante Wulff en 2010 tras ponerle en serios aprietos. Gauck era el candidato de SPD y Verdes, que ahora han vuelto a ponerlo sobre la mesa como presidenciable.
Hoy sábado, Merkel se reunió con los jefes de FDP y el partido hermano de la CDU en Baviera, la CSU. La busca de candidatos apropiados empezó ya el viernes, apenas una hora después de la salida de Wulff. Hoy han corrido los primeros rumores y salieron los primeros desmentidos. La búsqueda seguía abierta anoche. Quieren que termine antes de que empiece la semana griega.
La presidencia es un cargo de representación formal del Estado sin atribuciones ejecutivas. Exige tiento y un mínimo de ejemplaridad. El democristiano Wulff renunció al cargo el viernes, sólo unas horas después de que la Fiscalía de Hannover solicitara al Parlamento federal (Bundestag) que suspendiera su inmunidad para permitir una investigación por presunto cohecho y tráfico de influencias en 2007 cuando era primer ministro del land de Baja Sajonia.
Fue el último y más grave de una larga serie de escándalos menores que empezó en diciembre. El diario sensacionalista Bild, que hasta entonces había dado una cobertura positiva a la carrera política y a la vida privada del presidente, reveló que Wulff se había beneficiado años atrás de un préstamo ventajoso. Él intentó evitar la publicación amenazando de “guerra” al diario más leído del país. Fue tan torpe que dejó su bronca en el buzón de voz del director, que filtró la grabación a otros medios. Wulff trató de enjuagarlo con una disculpa pública y confió en que podría capear el temporal. La Fiscalía desbarató su plan al pedir la anulación de su inmunidad el jueves.

Dos buques de guerra iraníes llegan al Mediterráneo


Un destructor y un buque de suministro de la Armada de Irán cruzan el Canal de Suez, con autorización de las autoridades militares egipcias.

 


Un destructor y un buque de suministro iraníes han atracado en el puerto sirio de Tartús tras atravesar el canal de Suez, según ha informado la cadena Press TV. El viaje, el segundo de esta naturaleza desde la revolución de 1979, se produce en un momento especialmente delicado tanto por la situación en Siria como por las tensiones entre Irán y la comunidad internacional a causa de su programa nuclear. El ministro británico de Exteriores, William Hague, teme que ese empeño iraní pueda sumir a Oriente Próximo en “una nueva guerra fría”.
La llegada del destructor Mártir Qandi y el buque de suministro Jarg al mar Mediterráneo había sido anunciada poco antes por el jefe de la Marina iraní. Aunque no dio detalles sobre su misión, el almirante Habibolá Sayarí señaló que los barcos intentaban “mostrar el poderío de la República Islámica de Irán”, según la agencia oficial Irna. A principios de mes, la prensa iraní dio cuenta con gran fanfarria de su atraque en el puerto saudí de Yeda, a orillas del mar Rojo.
De acuerdo con la web de PressTV, la flotilla ha viajado a Tartús “para facilitar entrenamiento marítimo a las fuerzas navales de Siria bajo un acuerdo firmado entre Teherán y Damasco hace un año”.
Justo por estas fechas en 2011, el Jarg acompañó a la fragata Alvand en una primera y polémica travesía hasta el puerto sirio de Latakia, que Israel calificó de “provocación”. Tras intentar sin éxito que Egipto impidiera su paso por Suez, el Gobierno de Tel Aviv puso en alerta a su Marina y EE UU pidió a Irán que se atuviera a las leyes internacionales. Poco después, los dos navíos iraníes regresaron a su país sin incidentes.
El clima internacional es mucho más tenso ahora. Teherán ha amenazado con cerrar el estrecho de Ormuz, por donde sale un quinto del petróleo que se comercializa en el mundo, ante la creciente dureza de las sanciones occidentales a su programa atómico.
Mientras, Israel está perdiendo la paciencia con esa fórmula de presión y, a la vez que habla cada vez menos veladamente de atacar las instalaciones nucleares, se ha enzarzado en una guerra sucia con Irán, cuyo penúltimo capítulo parecen ser los atentados anti-israelíes de la semana pasada en India, Georgia y Tailandia.
En ese panorama, se entiende la cautela con la que se ha recibido la noticia de que los responsables iraníes habían respondido positivamente a la invitación de la Alta Representante de Política Exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, para reanudar las conversaciones nucleares con las seis grandes potencias. “Es un gesto importante”, reconoció la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, tras reunirse con Ashton el viernes. Ambas matizaron, sin embargo, su optimismo porque las experiencias anteriores han sido frustrantes.
Teherán ha dicho con frecuencia que está dispuesto a negociar para resolver el embrollo nuclear, pero no solo se niega a suspender el enriquecimiento de uranio, sino que continúa anunciando supuestos avances en su programa, los últimos esta semana. EE UU y sus aliados, con Israel a la cabeza, sospechan que ese empecinamiento iraní por producir su propio combustible nuclear esconde el deseo de dotarse de la capacidad de fabricar un arma atómica, algo que los gobernantes iraníes niegan con vehemencia.
“Claramente siguen trabajando en su programa de armas nucleares. Si logran esa capacidad, pienso que otros países de Oriente Próximo querrán desarrollar armas nucleares”, afirma el ministro británico de Exteriores en una entrevista publicada en The Daily Telegraph. En su opinión, eso desataría “la más seria ronda de proliferación desde que se inventaron las armas atómicas, con todos los elementos desestabilizadores y la amenaza de una nueva guerra fría en Oriente Próximo”.
“Sería un desastre”, añade Hague que, no obstante, se desmarca de quienes defiende un ataque a las instalaciones iraníes. “Somos muy claros con todos los implicados en que no estamos proponiendo una acción militar. Apoyamos una estrategia doble de sanciones y presión, por un lado, y negociaciones, por otro”, precisa.
En un nuevo intento por aclarar las ambigüedades del programa iraní, el Organismo Internacional de la Energía Atómica ha anunciado el envío de su segunda misión a Teherán en menos de un mes. El equipo, bajo la dirección del director adjunto del organismo y jefe de los inspectores, el belga Herman Nackaerts, saldrá de Viena hoy domingo por la noche y permanecerá en Irán hasta el día 21, según informa la agencia France Press.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Obama recuerda a China sus responsabilidades como potencia mundial


El presidente alude ante Xi Jinping a la obligación de respetar las reglas comerciales y los derechos humanos


ANTONIO CAÑO Washington

En su encuentro con el hombre destinado a dirigir los destinos de China en la próxima década, que probablemente será la de la confirmación de su ascenso al primer plano mundial, Barack Obama recordó al vicepresidente Xi Jinping que su país está obligado a jugar “con las mismas reglas” que el resto, tanto en lo que se refiere a la competencia económica como al cumplimiento de los derechos humanos y otras responsabilidades internacionales.
Xi llegó este martes a la Casa Blanca entre una enorme expectación por conocer al hombre con el que habrá que entenderse en el futuro en la tarea de construir un mundo más pacífico y más justo. Se valora muy positivamente este gesto suyo de presentarse en Washington antes de ser elevado a la cúspide del Gobierno en los próximos meses. Pero, al margen de la esperanza que ese relevo despierta, Obama recordó a Xi la enorme tarea que tiene por delante para convertir el poder que China acumula en una influencia positiva en beneficio del conjunto de la Humanidad.
El presidente norteamericano elogió “el asenso pacífico” de China, pero advirtió de que “ese extraordinario desarrollo de las dos últimas décadas, esa expansión del poder y la prosperidad, trae consigo un aumento de las responsabilidades” con la comunidad internacional.
“Queremos trabajar con China”, dijo Obama, “para estar seguros de que todos funcionan de acuerdo a las mismas reglas cuando actuamos en el sistema económico mundial, y eso incluye asegurarnos de que existe un comercio equilibrado, no solo entre EE UU y China, sino entre China y el resto del mundo”.
“Sobre el asunto fundamental de los derechos humanos”, añadió el presidente, “seguiremos destacando que creemos en la importancia de reconocer las aspiraciones y los derechos de todos los pueblos”.
Obama recordó al vicepresidente Xi Jque su país está obligado a jugar “con las mismas reglas” que el resto

 Xi no contestó a ninguna de estas alusiones. Se limitó a recordar la política oficial de que el Gobierno de Pekín quiere establecer con EE UU “una alianza de cooperación basada en el respeto y los intereses mutuos”.
Tampoco se esperaba mucho más. Esta no es una visita destinada a firmar acuerdos. Este viaje está concebido para establecer contacto personal y para que el próximo mandatario conozca con detalle la agenda política de Washington.
Con ese propósito, además de conversar con Obama y con el vicepresidente, Joe Biden, Xi visitó  el Pentágono, el Departamento de Estado y el Capitolio. En los próximos días viajará a California y a Iowa, donde ya estuvo hace años como joven estudiante. “Espero acercarme a un amplio abanico de la sociedad norteamericana”, manifestó el vicepresidente chino.
Ese acercamiento puede ser muy útil en el futuro para evitar malentendidos y obstáculos que, a veces, son debidos a la enorme distancia cultural entre estas dos grandes naciones. Pero, de momento, Xi ha podido observar que las relaciones inmediatas entre China y EE UU están amenazadas por una serie de discrepancias que impiden una colaboración más estrecha.
Esas discrepancias se ven potenciadas en un periodo electoral. EE UU también elige presidente este año, pero aquí se elige de una manera distinta a la de China. Aquí vota la gente después de escuchar a varios candidatos exponer todo tipo de argumentos, algunos de ellos demagógicos o falsos. Recientemente se ha creado una cierta polémica por la emisión de un vídeo de la campaña de un candidato republicano en Michigan en el que una joven asiática recordaba con gratitud que los chinos son cada día más ricos gracias a que los norteamericanos son cada día más pobres.
Ese axioma de que el crecimiento de China es a costa de EE UU es uno de los ejes de esta campaña electoral. Y esa es una de las razones por las que Obama se vio obligado hoy a recordar que China tiene que situar su moneda en la cotización que merece y que tiene que renunciar a la práctica de la piratería industrial para obtener el reconocimiento que reclama.
EE UU va a seguir presionando en esa materia, pero tiene que hacerlo con la delicadeza suficiente como para no añadir incertidumbre a una economía china que está dando los primeros síntomas de desaceleración.
El otro terreno de posible confrontación es el de la política. Además de los derechos humanos, la Administración norteamericana critica el trato que las autoridades chinas dan a sus diversas minorías. Un grupo de unas 200 personas permaneció este martes en la puerta de la Casa Blanca durante la visita de Xi para protestar por la represión contra el pueblo del Tibet.
El reciente veto de China a la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Siria es la última prueba de los intereses discrepantes en varias regiones del mundo. Aunque la nota dominante de los contactos de hoy fue, como declaró Biden, “la obligación de trabajar juntos”, eso no va a ser fácil en un momento en que Obama acaba de anunciar como estrategia prioritaria de EE UU la de consolidar su presencia, económica, política y militar, en Asia.
Por mucho que Xi sea considerado aquí más pronorteamericano que el actual presidente, Hu Jintao, el próximo líder tendrá que actuar en el seno de un partido y un país en los que el despegue económico ha alentado también un incremento del nacionalismo y del orgullo patriótico.

Littell en Siria/ Con los desertores


REPORTAJE: HOMS, CUADERNOS DE GUERRA


En Baba Amro, el bastión rebelde de Homs, los militares del Ejército Libre de Siria relatan por qué desertaron para enfrentarse a El Asad y afirman que la revolución corre el riesgo de convertirse en una 'yihad' religiosa si no reciben ayuda internacional.

Esta es la segunda entrega del reportaje del novelista Jonathan Littell en Siria.

 


"Baba Amro es un Estado dentro del Estado". B., el soldado que habla, es un hombre guapo, de rostro fino y expresivo y ojos brillantes, iluminados tanto por su fe como por el ayuno que respeta desde que se unió al Ejército Libre de Siria (ELS), en diciembre. No es un desertor, como la mayoría de sus camaradas, sino un civil de Alepo que, escandalizado por los crímenes del régimen, decidió empuñar las armas. Su frase, desde luego, es anterior al 4 de febrero, el día en el que el Ejército sirio (Jaysh-e-Assadi, lo llaman sus adversarios, el Ejército de los Asad) emprendió un bombardeo intensivo de la zona, que causó varios centenares de muertos. Hasta entonces, se consideraba que Baba Amro era un "barrio liberado".
Es uno de esos barrios populares a un extremo de la ciudad en los que los burgueses, en época normal, no ponen los pies, un barrio de edificios de hormigón de cuatro o cinco plantas, a veces cubiertos con placas de piedra pulida pero, en la mayoría de los casos, sin acabar, apretados unos contra otros en calles estrechas en las que casi no hay sitio para que pasen dos coches, y habitados por trabajadores y mujeres con velo a las que apenas se ve. En las esquinas, vendedores ambulantes ofrecen cuencos de foul, que devoran con los dedos; los chicos llevan bufandas y gorros negros, blancos y verdes, tejidos por sus madres, o azules y naranjas; es decir, los colores de la revolución o los del Al Karama, el equipo de fútbol de Homs. Delante de la mezquita Gilani se amontonan los ataúdes vacíos, listos para ser usados; detrás, ya se han cavado dos tumbas en el terreno, por si acaso los disparos de los francotiradores impiden acceder al cementerio. Hace un frío de mil demonios, húmedo y penetrante, el cielo está gris, sumergido en una niebla sobre la que se recortan las fachadas de los edificios y los minaretes y a través de la que resuenan los disparos, las repentinas deflagraciones de los obuses y las llamadas a la oración.

VIAJE AL CORAZÓN DEL CONFLICTO SIRIO

 

·               CAPÍTULO 1: La zona intermedia

El ELS controla el perímetro del barrio. Es un auténtico frente, una línea que atraviesa pisos patas arriba, con todos los impactos de balas explosivas y obuses, repletos de barro y escombros, bellos sofás volcados, televisores quemados, camas despedazadas. Al oeste, de cara a los huertos y el estadio, se encuentra Haqura, donde vivimos Mani y yo desde hace casi una semana con una unidad del ELS. Aparte de dos o tres cabezotas, los civiles han huido. Las callejas que desembocan en la tierra de nadie están protegidas por sacos de arena, unos obstáculos ridículos frente a los carros de combate. Se han abierto orificios en los muros de los apartamentos y los jardines para que los combatientes puedan desplazarse de un lugar a otro a cubierto. El puesto de mando de Hassan, el comandante de la unidad, da a una calle bastante ancha, y muchas veces los hombres toman el té en la acera, agrupados en torno a un brasero a pesar del peligro de los obuses y los morteros: "Inshalá", se ríen.
Delante de la mezquita Gilani se amontonan los ataúdes vacíos, listos para ser usados

Una mañana, nos despiertan disparos más sostenidos que de costumbre. Unos soldados irrumpen en la vivienda, sacuden a los que duermen, sacan las metralletas, los cinturones de cartuchos y las granadas de la habitación que sirve de almacén de armas. Les seguimos corriendo hasta el puesto de mando y luego a una calle flanqueada por edificios, en la que nos subimos a un piso. En una habitación destrozada, un combatiente dispara ráfagas de metralleta a través del agujero hecho por un obús; otro, en el salón, dispara su rusi, el nombre local del Kaláshnikov; el olor de la cordita llena el apartamento. Nos explican que un francotirador ha empezado a disparar desde el gran edificio en construcción que está enfrente contra los civiles, y ha herido ya a cuatro personas. El ELS está respondiendo para tratar de eliminarlo. La situación se prolongará unas cuatro horas, durante las que iremos de un piso a otro para observar. Las posiciones del Ejército regular no están lejos, a unos 200 o 400 metros, y, si uno se arriesga a echar un vistazo, se ven con claridad los sacos de arena. Cuando estamos sobre el tejado, oímos las balas cuando pasan silbando o golpean contra los muros; de vez en cuando, sacude el aire la explosión de una granada lanzada desde un cohete. El ELS no pretende tomar las posiciones enemigas, solo obligar a los francotiradores a dejar de disparar contra los civiles.
Muchas veces los hombres toman
el té en la acera, agrupados en torno
a un brasero a pesar del peligro
de los obuses y los morteros

Baba Amro no se aseguró a la primera. En noviembre, la última vez que pasó Mani por aquí, aún había un control de las fuerzas de seguridad en un cruce central, y sus francotiradores disparaban en todas las calles de alrededor, con lo que, de hecho, tenían cortado el barrio en franjas. "Conseguimos rodearlos", nos explica un ayudante de Hassan, "y cortamos el suministro de víveres. Después, cuando llegaron los observadores de la Liga Árabe [a principios de enero], recurrimos a ellos para negociar su retirada sin derremamiento de sangre. Todavía existe otra barrera al final de la avenida, pero es mucho más vulnerable y ya no disparan contra la gente, por miedo a nuestra reacción". Para los combatientes del Ejército Libre, lo esencial de su misión es proteger a la población civil. "En principio, el Ejército regular debería ser neutral", recalca una tarde el teniente Abdel Razzak Atlas, uno de los jefes de la katiba Al Faruk, que presume de ser uno de los primeros sirios que desertaron, en junio de 2011. "Está aquí para proteger al pueblo y la nación. Pero hace todo lo contrario". B., el voluntario de Alepo, que por las noches recita a sus camaradas magníficos poemas en árabe clásico, es más lírico que su jefe: "Nosotros luchamos por nuestra religión, por nuestras mujeres, por nuestra tierra y además para salvar el pellejo. Ellos solo luchan para salvar el pellejo".
Nosotros luchamos por nuestra religión, por nuestras mujeres, por nuestra tierra y además para salvar el pellejo. Ellos solo luchan para salvar el pellejo"

Abdel Razzak Atlas, tetiente del Ejército rebelde

Casi todos los miembros del ELS tuvieron que participar en operaciones de represión antes de desertar. Son muy pocos los que confiesan que mataron a alguien. "¿Yo? Yo disparaba al aire", dicen casi todos. Pero su repugnancia por lo que se vieron obligados a hacer y su sentimiento de culpa son palpables. Se nota en la forma que tienen de insistir, cuando nos los presentan, en exhibir su tarjeta militar. El testimonio de un antiguo soldado al que conocemos unos días después en el centro de la ciudad es representativo de todos: "Nos llevaban a las calles para luchar contra bandas armadas. Yo nunca vi ninguna banda armada. Los oficiales nos decían: 'Las municiones no valen nada, disparad a todo lo que podáis".
Casi todos participaron 
en operaciones de represión antes de desertar. Son muy pocos los que confiesan que mataron a alguien

Los desertores describen un Ejército regular en plena decadencia. En varias ocasiones, los oficiales del ELS con los que me encuentro reciben informaciones precisas y detalladas de otros oficiales que aún permanecen en activo, igual que reciben también, a cambio de dinero o por el bien de la causa, armas y municiones. El teniente Atlas me explica que, en mayo, intentó organizar con otros oficiales un motín en el que iban a participar dos brigadas y un batallón. "Estaba todo listo. Pero los demás no quisieron llegar hasta el final, por miedo a que la aviación nos aplastara". De ahí la exigencia de una zona de exclusión aérea, que se repite en cada manifestación, una demanda que sorprende a Occidente porque, a diferencia de Gadafi, Bachar el Asad no ha desplegado aún sus aviones contra la población civil. "Si conseguimos que se establezca una zona de exclusión aérea", insiste Atlas, "la mitad del Ejército se amotinará. El régimen estará acabado".
"Es un Ejército de ladrones", gruñe Abu Amar, suboficial. "Todos los que pueden pagar no van, solo se enganchan los pobres. Es un Ejército incompetente, que no funciona. No sirve más que para enriquecer a la comunidad alauí". Esta secta disidente de los chiíes, que muchos musulmanes consideran herética, es la del clan El Asad y la mayoría de los dirigentes de las fuerzas de seguridad. En el ELS hay pocos alauíes, pero alguno hay. Me encuentro con uno, Fadel, en una barrera de control de Baba Amro: "Cuando vi que el Ejército mataba a civiles", explica delante de sus camaradas, "me dije: ‘Yo no estoy con ellos, estoy con el pueblo’. No puedo decir: ‘Como soy alauí, debo estar con los alauíes’. No. Si ellos hacen cosas malas, yo intento hacer cosas buenas". No obstante, la inmensa mayoría de los combatientes del Ejército Libre son suníes, y eso se ve en sus símbolos, los nombres de las katibas, como Khalid ibn Walid (el principal general del profeta) oKawafil el Shuhada (las caravanas de los mártires). Muchos lo critican enérgicamente. "¿Por qué escogen nombres así?", exclama M., un activista refugiado en Beirut que también es suní. "¡Es nuestra revolución, no la revolución del profeta! Tenemos nuestros propios mártires, podrían emplear sus nombres".
Muchos critican la 'sunización' de la revuelta: "¡Es nuestra revolución, no la revolución del profeta! Tenemos nuestros propios mártires"

Al final de esta sunización de la revolución está la tentación de layihad. Ese es, sin duda, el mayor peligro que acecha al Ejército Libre, porque le haría el juego a Bachar el Asad. Pero ese argumento no desanima a los oficiales del ELS, al menos en Homs. Abdel Razzak Atlas nos lo dice de forma explícita: "Si esto sigue así, acabaremos convirtiéndonos en algo como Al Qaeda. Si el mundo nos abandona para apoyar a el Asad, nos veremos obligados a proclamar la yihad, para hacer venir a luchadores de todo el mundo musulmán e internacionalizar el conflicto". Atlas insiste en que no es su opinión personal, sino que el comité militar de Homs ha debatido el tema y todos están de acuerdo. Otros oficiales me lo confirman. Hay que destacar que esta idea no es fruto de una radicalización religiosa, sino de un cálculo estratégico, aunque sea muy ingenuo. Para Atlas, una proclamación deyihad podría desembocar en un caos como el iraquí, quizás incluso en una guerra regional, y ese riesgo forzaría la mano de Occidente y le obligaría, por fin, a intervenir. Este joven oficial sirio conoce mal el mundo exterior, sus lógicas y sus limitaciones. Pero expresa el llamamiento de las masas rebeladas contra el régimen: "¡El pueblo quiere una intervención de la OTAN!". Hace un mes no era así; la desesperación lo ha cambiado todo.
Jonathan Littell es escritor franco-estadounidense, autor de la novela Las benévolas.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

El Papa teme un cisma progresista en la Iglesia

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martes, 14 de febrero de 2012

¿Son realmente nuestras las Malvinas?


Dos miradas sobre un conflicto que sigue perturbando a los argentinos

Por Luis Alberto Romero  | Para LA NACION


El Gobierno acaba de convocar a la unidad nacional por las Malvinas. Afortunadamente, en tren de paz. Pero es imposible no recordar la convocatoria, treinta años atrás, a una "unión sagrada" similar, que no apela al debate y los acuerdos sino al liderazgo autoritario y a la comunidad de sentimientos. Otra vez, los argentinos se ven en la disyuntiva de aceptarla o ser acusados de falta de patriotismo.
En este revival hay algo profundamente preocupante. El 15 de junio de 1982 -en rigor, la fecha más adecuada para conmemorar estos desdichados sucesos- hubo un amplio consenso para repudiar a los militares. La derrota abrió las puertas a la recuperación democrática, y nadie quiso indagar mucho sobre los términos del consenso. Creo que todos decidimos postergar la cuestión, pero como ocurre en estos casos, hay un momento en que hay que saldar las cuentas. En 1982 hubo quienes reprocharon a los militares el haber ido a la guerra. Pero la mayoría solo les reprochó el haberla perdido. La mayoría aclamante reunida el 2 de abril probablemente habría estado muy satisfecha con un triunfo, cuyas consecuencias no es necesario explicitar. Creo que el ánimo mayoritario no ha cambiado.
La convicción de que la Argentina tiene derechos incuestionables sobre esa tierra irredenta está sólidamente arraigada en el sentido común y en los sentimientos. No es fácil animarse a cuestionarlos públicamente. Malvinas es una de las claves del nacionalismo, una tradición política y cultural que a lo largo del siglo XX fue amalgamando diversas corrientes. Hubo un nacionalismo racial: hasta hace poco en los libros de geografía se decía que la población argentina era predominantemente blanca. También hubo un nacionalismo religioso: la Iglesia sostuvo que la Argentina era una "nación católica", y colocó al resto en un limbo de metecos. Hay un nacionalismo cultural, eterno buscador de un "ser nacional" que exprese nuestra "identidad". Y hay un nacionalismo político: el yrigoyenismo en su momento, y el peronismo luego, se presentaron como la expresión de la nación.
Todas esas versiones, que buscan la unanimidad nacional, están llenas de contradicciones y aporías: en el país hay demasiados morenos, judíos, borgeanos o no peronistas, que desmienten la unanimidad. Lo que las conjuga en un territorio que es el sostén último de la argentinidad. Se supone que las bases de una nación deben estar más allá de las contingencias de la historia. Por eso, nuestro territorio fue siempre argentino, quizá desde la Creación, y todo quien lo habitó fue argentino. Incluso los aborígenes, que desde hace diez mil años ya se ubicaban a un lado u otro de las fronteras.
Base de nuestra nacionalidad, el territorio es intangible, y la amenaza sobre su porción más pequeña conmueve toda la certeza. Allí reside el callejón sin salida de Malvinas. Pocos argentinos las conocen. Pocos podrían decir que les afecta en su vida personal. Pero la "hermanita perdida" está enclavada en el centro mismo del complejo nacionalista. La argentinidad de las Malvinas, menos alegada en el siglo XIX, ha sido afirmada en el siglo XX en todos los ámbitos, comenzando por la escuela. Las islas irredentas están incluidas en todas las versiones del nacionalismo. Cualquier acción destinada a establecer el dominio argentino será celebrada o al menos aprobada. Muchos critican algunas consecuencias de esa idea, particularmente el militarismo. Pero no basta. Es necesario revisar las premisas, si no queremos repetir las conductas, como parece que estamos a punto de hacerlo.
Es cierto que la Argentina tiene sobre Malvinas derechos legítimos para esgrimirlos en una mesa de negociaciones con Gran Bretaña. Pero no son derechos absolutos e incuestionables. Se basan en premisas no compartidas por todos. Del otro lado argumentan a partir de otras premisas. Si creemos en el valor de la discusión, debemos escucharlas. El argumento territorial que esgrimimos se basa en razones geográficas e históricas. Las primeras se expresan en un mapa de la Argentina; lo hemos dibujado tantas veces en la escuela que terminamos por creer que era la realidad. Muy pronto nos llevaremos una sorpresa, cuando descubramos que son muchos los aspirantes a la soberanía sobre nuestro Sector Antártico. En cuanto a Malvinas, debemos enterarnos de que nuestras ideas sobre la Plataforma Submarina y el Mar Epicontinental, que tan convenientemente se extienden hasta incluirlas, no son compartidas por muchos.
En cuanto a la historia, los derechos sobre Malvinas se afirman en su pertenencia al imperio español. Pero hasta el siglo XIX los territorios no tenían nacionalidad; pertenecían a los reyes y las dinastías y en cada tratado de paz se intercambiaban como figuritas. Antes de 1810, Malvinas cambió varias veces de manos, como Colonia del Sacramento -finalmente uruguaya- o las Misiones, que en buena parte quedaron en Brasil. Sobre esta base colonial se puede construir un buen argumento, pero no un derecho absoluto e inalienable.
Luego de 1810, lo que sería el Estado argentino prestó una distraída atención a esas islas, que los ingleses ocuparon por la fuerza en 1833. De esa ocupación quedó una población, un pueblo, que la habita de manera continua desde entonces: los isleños o falklanders , incluidos en la comunidad británica. En ese sentido, Malvinas no constituye un caso colonial clásico, del estilo de India, Indochina o Argelia, donde la reivindicación colonial vino de la mano de la autodeterminación de los pueblos. En Malvinas nunca hubo una población argentina, vencida y sometida. Quienes viven en ella, los falklanders , no quieren ser liberados por la Argentina.
Me resulta difícil pensar en una solución para Malvinas que no se base en la voluntad de sus habitantes, que viven allí desde hace casi dos siglos. Es imposible no tenerlos en cuenta, como lo hace el gobierno argentino. Supongamos que hubiéramos ganado la guerra, ¿que habríamos hecho con los isleños? Quizá los habríamos deportado. O encerrado en un campo de concentración. Quizá habríamos pensado en alguna solución definitiva. Plantear esas ideas extremas -creemos que lejanas de cualquier intención- permite mostrar con claridad los términos del problema.
Podemos obligar a Gran Bretaña a negociar. Y hasta convencerlos. Pero no habrá solución argentina a la cuestión de Malvinas hasta que sus habitantes quieran ser argentinos e ingresen voluntariamente como ciudadanos a su nuevo Estado. Y debemos admitir la posibilidad de que no quieran hacerlo. Porque el Estado que existe en nuestra Constitución remite a un contrato, libremente aceptado, y no a una imposición de la geografía o de la historia.
En tiempos prehistóricos -se cuenta- los hombres elegían su pareja, le daban un garrotazo y la llevaban a su casa. En etapas posteriores los matrimonios se concertaban entre familias o Estados. Hoy lo normal es una aceptación mutua, y eventualmente el cortejo por una de las partes. Hasta ahora intentamos el matrimonio concertado, y probamos con el garrotazo. No hemos logrado nada, salvo alimentar un nacionalismo paranoico de infaustas consecuencias en nuestra propia convivencia. Queda la alternativa de cortejar a los falklanders . Demostrarles las ventajas de integrar el territorio argentino. Estimularlos a que lo conozcan. Facilitarles nuestros hospitales y universidades. Seguramente a Gran Bretaña le será cada vez más difícil competir en esos terrenos. Durante varias décadas, la diplomacia argentina avanzó por esos caminos. Había aviones, médicos y maestros argentinos al servicio de los isleños. Probablemente hubo avances, en un cortejo necesariamente largo. Pero en 1982 recurrimos al garrotazo. Destruimos lo hecho en muchos años. Creamos odio y temor, perfectamente justificados. Perdimos las Malvinas. Y, además, perdimos a muchos argentinos.
Hoy debemos resignarnos a esperar que las heridas de los falklanders se cierren. Pero también necesitamos un trabajo de introspección, para expurgar nuestro imaginario del nacionalismo enfermizo y construir un patriotismo compatible con la democracia institucional. Si no lo hacemos, siempre estaremos listos para el llamado a una "unión sagrada".
© La Nacion
El autor es historiador. Es miembro del Club Político Argentino .

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lunes, 13 de febrero de 2012

Henrique Capriles gana las primarias de la oposición venezolana


Cerca de tres millones de electores acudieron a votar en las primarias.

Con más del 60% de los votos, será el candidato único de la oposición.

Se enfrentará a Hugo Chávez en las presidenciales del 7 de octubre próximo.

 

EL PAÍS/MAYE PRIMERA Caracas

Ya es oficial. Henrique Capriles Randonski será el candidato único de la oposición que se enfrentará a Hugo Chávez en las presidenciales del 7 de octubre próximo. En estas elecciones se decidirá si Chávez, que ha gobernado Venezuela durante los últimos 13 años, continúa en el poder por un tercer mandato consecutivo de seis años. Capriles, dos veces alcalde y actual gobernador del Estado capitalino de Miranda, ha sido favorecido por más del 60% de los votos de quienes participaron este domingo en las elecciones primarias convocadas por la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) para elegir al rival del presidente-comandante.
Con el 95% de las actas contabilizadas, de los cerca de tres millones de electores que acudieron a votar en las primarias de este domingo, más de 1.800.000 lo hicieron a favor de Capriles Radonski. Aunque no han vencido a Hugo Chávez, con este resultado la oposición venezolana celebra ya haber vencido al miedo. La participación en este proceso, que ronda el 16% de un padrón electoral de 18 millones de electores, ha superado ampliamente las expectativas de la Mesa de la Unidad Democrática, que no esperaba sumar más de dos millones de escrutinios. Aún falta sumar los votos de los venezolanos que viven en el exterior y que, según informaciones oficiales, han superado en número todas las votaciones nacionales anteriores.

MÁS INFORMACIÓN

 

·               PERFIL: Henrique Capriles

“Felicitamos a quienes participaron y a quienes no participaron de esta elección”, ha dicho Teresa Albanes, presidenta de la comisión electoral de la MUD al anunciar los resultados oficiales. “Las ventajas que revivan de este proceso van a beneficiar sin exclusión a todos los venezolanos”, concluyó. Los resultados para la elección de las candidaturas opositoras a 17 gobernaciones y a más de 200 alcaldías de todo el país, que también se elegían este domingo, serán anunciadas en este lunes, en un segundo boletín oficial.
Aun en los barrios más pobres de Caracas, que tradicionalmente han apoyado la revolución que lidera Hugo Chávez, los venezolanos salieron a votar para elegir a un candidato de oposición. “Yo he votado por Chávez siempre, hasta por su reelección indefinida voté”, cuenta Daniel: 26 años, motaxista de profesión, inscrito en el centro electoral del barrio La Silsa de la capital. “Pero yo lo que estaba era ciego. A mí nada más me han robado cuatro motos a punta de pistola. Esto así no puede seguir”. Alrededor de un 80% de los venezolanos, sin distingo de militancia política, coinciden con Daniel en que la inseguridad callejera es uno principales problemas que enfrenta Venezuela y que la administración de Hugo Chávez no ha sabido resolver. Daniel es uno de los que ha dado su voto a Capriles.
La participación ronda el 16% de un padrón electoral de 18 millones de electores, lo que duplica las expectativas de la oposición

El segundo favorito de las primarias, el gobernador del Estado petrolero de Zulia, Pablo Pérez, obtuvo poco más de 850.000 votos y ha reconocido de inmediato el triunfo de Capriles. “Henrique Capriles, mi alto pana [mi gran amigo], cuenta conmigo desde el Zulia, que vas a ser el nuevo presidente de Venezuela”, ha dicho al minuto siguiente del anuncio oficial de resultados. Los cinco aspirantes que concurrieron a esta elección acordaron previamente apoyar sin reservas al ganador, y cuatro de ellos prometieron ejecutar el mismo plan de Gobierno, que ha sido redactado en los últimos tres años por un grupo de más de 400 especialistas en políticas públicas.
La diputada independiente María Corina Machado ha sido la primera precandidata en reconocer el triunfo del gobernador de Miranda, aun antes de que la MUD y el Consejo Nacional Electoral hicieran el anuncio oficial. “Nos vamos al comando de Capriles”, ha alcanzado a decir Machado a través de la señal del canal de noticias Globovisión, segundos antes de ser sacada del aire. Tanto la veintena de partidos que integran la MUD como los medios de comunicación venezolanos habían acordado también previamente no anunciar resultados preliminares antes de que se hiciera público el primer boletín oficial de la jornada.
Nunca antes se había realizado en Venezuela un elección primaria de esta magnitud. Es la primera vez que los electores del país son invitados a participar en la elección de un candidato que representará a más de una veintena de partidos de ideologías disímiles, que van desde el centro-derecha hasta la izquierda radical. Y esto ha sido posible luego de que la oposición concluyó que solo unidos es posible derrotar políticamente a Hugo Chávez.