Majestuoso testimonio de un poder agostado

Majestuoso testimonio de un poder agostado

viernes, 27 de julio de 2012

Tres grupos terroristas de Irlanda del Norte anuncian un nuevo IRA


 

 

La nueva organización está supuestamente formada por cientos de disidentes armados.

 

EL PAÍS / AGENCIAS Londres 

Tres de los cuatro principales grupos terroristas de Irlanda del Norte han anunciado su fusión para convertirse en un nuevo IRA. Así lo han comunicado los disidentes al diario británico The Guardian mediante un comunicado en el que aseguran que desde ahora funcionan con una "estructura unificada" y bajo un "liderazgo único".
El nuevo IRA estaría integrado por "varios centenares de disidentes armados". Se trataría del colectivo Acción Republicana contra las Drogas (RAAD), que se ha concentrado en la represión violenta del narcotráfico en la localidad de Derry- y otros dos movimientos "republicanos no conformistas": el IRA Auténtico (RIRA) y las Facciones Republicanas Independientes, una amalgama de pequeñas bandas de Belfast y zonas rurales, según The Guardian. El IRA de la Continuidad (CIRA) se ha quedado fuera de la supuesta fusión por razones que, de momento, se desconocen, y se convierte así en el único grupo terrorista que actúa de manera independiente en Irlanda del Norte.

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"En los últimos años la creación de una Irlanda libre e independiente ha sufrido un retroceso debido al fracaso de los líderes del nacionalismo y a las divisiones en el republicanismo", reza el comunicado, en referencia a la división entre el núcleo duro de quienes se oponen al proceso de paz y el Sinn Féin, que ha optado por la vía política. Como respuesta, la nueva organización planea intensificar los ataques dirigidos a fuerzas de seguridad y otros "símbolos" de presencia británica como las oficinas del Ulster Bank o las celebraciones de Derry como ciudad británica de la cultura en 2013, según el diario.
El anuncio del nuevo IRA rompe con el Acuerdo del Viernes Santo para acabar con el terrorismo. El pacto fue firmado el 10 de abril de 1998 por los gobiernos británico e irlandés, aceptado por la mayoría de partidos de Irlanda del Norte y aprobado en referéndum por norirlandeses e irlandeses.

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jueves, 26 de julio de 2012

La persistencia de la mujer mito




Amada y odiada, Evita fue una de las mujeres más importantes de la historia del siglo XX, y no sólo en la Argentina. Su figura logró vincular la política desde el Estado con las demandas de los sectores más descuidados de la sociedad, los pobres, los niños, las mujeres y los ancianos. Intelectuales y políticos la recuerdan en estas páginas.
Por Felipe Pigna *

Lo imborrable de la historia

Desde su muerte se ha escrito mucho sobre Eva Perón. No pocos autores se han dedicado a subestimarla, a estudiarla como un fenómeno folklórico, como ocurre con las tradiciones y los mitos populares. Porque la historia del poder tiene una especie de fascinación por convertir a los protagonistas del lado popular de la historia en “mitos”, desvalorizándolos y arrojando desde ese rótulo sospechas sobre sus verdaderas ideas y acciones. No ocurre lo mismo, para dar un solo ejemplo, con el general de La Nación, Bartolomé Mitre, general mítico que no ganó en su vida una sola batalla. Pero, más allá y por encima de la voluntad de sus enemigos, Evita fue un sujeto político y compartió con Perón el liderazgo carismático del peronismo, demostró una gran capacidad de conducción y construcción política, llegando a manejar dos de las tres ramas del movimiento: la femenina y la sindical. A esta influencia decisiva se sumó su tarea social en la fundación, que la ubicó definitivamente en los sentimientos y en las razones de sus descamisados, llegando con su obra y también con su proselitismo hasta los últimos rincones del país.
Contra ese poder innovador y disruptivo construido por Evita con el imprescindible aval de Perón, fue que se alzaron las voces de sus enemigos más peligrosos, que le dejaban al resto de los opositores las críticas por su pasado de actriz, sus modos, su lujosa vestimenta y su “insolencia”. Advertían el peligro que para sus intereses representaba “esa mujer” que no se detenía ante nada y no confiaban en que Perón pudiera convertirse en su barrera de contención en la medida en que le fuera útil a su proyecto político y no intentara volar más alto que él.
La historia liberal clásica, devenida últimamente en la autodenominada “historia social”, ni siquiera hace el esfuerzo por comprender históricamente al peronismo, sino que lo estudia como un “fenómeno” al que intenta escamotear o disimular en sus libros como parte del proceso de los “populismos latinoamericanos”. Comprender no quiere decir justificar, sino exactamente entender la complejidad de un período que cambió la historia y atravesó la producción política contemporánea. Se parte en esos textos de una ajenidad aparentemente dada por la pertenencia al campo intelectual y a partir de allí se procede a juzgar aquel proceso como una anormalidad institucional y social. En cambio, a las etapas anteriores se las estudia indulgentemente desde la perspectiva de la historia institucional, pasando por alto el fraude, la miseria, la marginación y la represión de esos períodos modélicos que se rescatan acríticamente; así ocurre con la Argentina de 1910, puesta como ejemplo de épocas añoradas durante los debates del bicentenario por los más eminentes representantes actuales de la llamada “historia social”. Esa indulgencia con el modelo liberal agroexportador triunfante en 1910, que excluía, según las estadísticas oficiales, a más de la mitad de la población, que vivía en la miseria, se vuelve aguda crítica frente al peronismo y sus protagonistas en general y a Eva Perón en particular. Se la ve, en el mejor de los casos, como un emergente, como un producto de Perón, fanatizado e incapaz de producir política.
Se hace imprescindible tratar a Evita como a un sujeto político y han aparecido algunas obras, elogiosas o críticas de su trayectoria, en las que ya aparece algo fundamental: el protagonismo político de Evita, su capacidad de conducción y de elaboración política, la mayoría de las veces complementaria de la de Perón, pero a veces voluntariamente y otras involuntariamente, en competencia con el líder.
El odio de sus encarnizados enemigos la sobrevivió. Dinamitaron el lugar donde murió para evitar que se convirtiera en un sitio de culto, prohibieron su foto, su nombre y su voz, pasaron con sus tanques por las casitas de la Ciudad Infantil hasta convertirla en ruinas, abandonaron la construcción del hospital de niños más grande de América porque llevaría su nombre, echaron a los ancianos de los hogares modelo, quemaron hasta las frazadas de la fundación, destrozaron pulmotores porque tenían el escudo con su cara, secuestraron e hicieron desaparecer su cuerpo por 16 años. Pero como sospechaban los autores de tanta barbarie, todo fue inútil.
* Historiador, autor de Evita. Jirones de su vida.
“Por encima de la voluntad de sus enemigos, Evita fue
un sujeto político y compartió con Perón
el liderazgo carismático del peronismo.”
Por Milagro Sala *

Nos marca el camino

La figura de Evita se acrecienta con el tiempo y se convierte en un símbolo para aquellos a los que nos preocupa la situación social, económica y existencial de los sectores más pobres y necesitados de nuestra sociedad.
En este mundo globalizado donde las corporaciones financieras dirigen la economía de los gobiernos de los países más importantes del planeta y el valor central son los bancos y el dinero, una figura como la de Evita –que privilegia al ser humano y, en particular, a los seres humanos menos favorecidos como son los niños y los ancianos– llega a tener una trascendencia tan extraordinaria que es difícil de imaginar.
Porque hoy los bancos se han convertido en templos donde sus fieles devotos son los operadores de Bolsa que dictan las leyes de un mercado convertido en un dios que domina al mundo.
Nunca antes la humanidad tuvo que soportar un desprecio tan absoluto de valores como la bondad, el amor, la compasión, la solidaridad, el afecto, el respeto hacia los abuelos, la belleza del dar sin recibir... sólo el dinero parece ser lo importante para esos constructores de la sociedad deshumanizada, cruel y egoísta que vivimos.
El sentido de la vida es un misterio que vive en el corazón del ser humano. Y ese corazón puede latir en plenitud sólo cuando se ha conseguido solucionar las necesidades básicas materiales y espirituales para todos. Evita hizo ese esfuerzo y lo pagó con su vida.
Nosotros, desde la Tupac Amaru, tratamos de continuar ese camino con su ejemplo y tenemos muy en claro que debemos hacer un esfuerzo cotidiano con fuerza, con imaginación pero también con alegría de vivir, incluyendo a todos y sin olvidar a nuestros hermanos de los pueblos originarios cuya espiritualidad y ceremonias tenemos muy presente en todas las actividades.
Las alegorías de la Tupac Amaru se complementan con las figuras del Che Guevara y con el gran patriota indígena latinoamericano José Gabriel Condorcanqui, Tupac Amaru II, precursor de todos los alzamientos posteriores que lograron la independencia de la colonización española en el subcontinente andino y en cuya memoria dimos el nombre a nuestra organización barrial.
Sobre Tupac se puede decir también que es el hombre que, en su rebeldía en contra de la explotación y la discriminación de nuestros pueblos, se hizo cargo de la visión indígena, de la cultura de los pueblos originarios, del Abia Yala precolombino en acción, cuya genética nos toca. Porque antes de la llegada de los españoles nosotros gozábamos de un inmenso territorio que no estaba dividido en países ni en fronteras cerradas. Un territorio cuyos habitantes respetaban la tierra, el agua, el aire y el fuego y que, mucho antes del invento de la ecología, protegían sus recursos naturales a los que consideraban sagrados.
En cuanto al Che rescatamos su lucha inclaudicable, su militancia, su visión revolucionaria y en particular una frase: “Hay que ser duros, sin perder la ternura jamás”. Es de todos conocido el espíritu del Che y su empecinamiento en lograr la liberación de Latinoamérica. Al igual que Evita, dejó su vida en el camino. Puede discutirse su metodología de lucha –que no compartimos–, pero no se puede discutir que en su mente, la justicia social, la extinción de la pobreza y de la indigencia del ser humano eran un valor principal.
Para nosotros, entonces, esas tres figuras representan lo mejor y lo más puro de la lucha del futuro y en su síntesis estamos uniendo el sentido y la satisfacción de las necesidades insatisfechas más profundas de los habitantes la tierra latinoamericana.
Hoy, día en el que se conmemora la muerte de Evita, le rendimos homenaje una vez más, como hacemos todos los días replicando su ejemplo.
* Organización Barrial Tupac Amaru.
“Una figura como la
de Evita llega a tener
una trascendencia
tan extraordinaria que
es difícil de imaginar.”
Por Horacio González *

El emplazamiento

Es nuestro misterio embalsamado. Cuando algo toma la forma absoluta del ritual, la manera ya consumada del mármol, parecería que el pensamiento es conminado a una obligatoria eternidad. Pero aunque ninguna cultura se pensó eterna, todas han deseado inventar sus materiales para la perduración. En un recordable libro de Octavio Paz se dice que sobre el teocali de las viejas culturas se levantaron iglesias de otros credos y ello seguiría siendo así, precisamente porque los lugares de emplazamiento no cambian. Siempre es el mismo sitio, la misma piedra, el mismo cimiento que, aun creyéndose fundador, se sobrepone al cimiento anterior. La cultura social argentina quizá tiene en Evita, y en la aparente facilidad para pronunciar su nombre, el signo de que lo perdurable no es otra cosa que la búsqueda de una explicación para la angustia de no saber que estaba antes o lo que se emplazará después. Evita es un punto de encuentro de muchísimas sensibilidades, cada una con su materia, la arcilla, el bronce, el fonógrafo con su voz última, sus escritos espectrales que arrastran tantas otras autorías invisibles –lo que al padre Benítez, su confesor, no le convencía; un confesor busca la voz originaria temblorosa, genuina–, y algunas imágenes del cine argentino que se superponen en una extraña fusión –la máxima posible– con la historia nacional. Se la estudió a Evita de muchas maneras, con las cualidades propias de un mito, cuáles son las de la fijeza de una agonía y la posibilidad de correrlo aquí y allá hacia múltiples paisajes. En las villas de los pobres, los salones abastecidos, el palco dictaminador, en la entraña de la enfermedad calcinante, en el voto en su extenuado camastro con un joven Viñas actuando de fiscal electoral, en la escena de renuncia extrema, en un cementerio italiano con el nombre de una señora De Magistris, el primer piso de la residencia de Madrid, donde vivía un Perón que bajo ese ataúd tejía y destejía los nudos arácnidos de la política nacional, y también asomada como ausencia desesperante en un gran cuento de Walsh, como una limítrofe forma del habitar en otro cuento de Perlongher, como un motivo de la novelística de grandes públicos, como en la Santa Evita de Tomás Eloy Martínez y antes, en las especulaciones de los existencialistas argentinos sobre la potencia de la bastardía. Se le atribuyeron santidades, látigos, furias y dulzuras. Yace en el lugar o en el momento liminar en que la política debe elegir su tabla elemental de sentimientos. Hernán Benítez, ya citado, pensaba en una Evita confesional que no prestara su palabra a escritores sustitutos, folletines encantados y efigies que cubrieran la ciudad. No fue así, y quizás este viejo e interesante cura se equivocaba, porque en la situación de Evita el nombre se convertía en una efigie que circulaba en préstamos sustitutos, en réplicas incesantes y efectos de representación que escapaban del cristianismo social de Estado que él hubiera preferido. Había en cambio algo más interesante, que asimismo pertenecía al orden de un evangelismo de los marginales, un llanto colectivo que desafiaba los acostumbrados pudores –Martínez Estrada, un gran opositor, lloró ante las imágenes de su sepelio–, una piedad que no inhibía la lengua de la confrontación política, que Evita –con este nombre o el que prefiramos para mencionarla– expuso de esa forma tan recordable, que le permitió llegar a la escisión más escurridiza del ser político –poder decir leales, poder decir traidores–, y también presidir ahora el lento tránsito, crepuscular, de la Avenida 9 de Julio.
* Sociólogo, director de la Biblioteca Nacional.
“Yace en el lugar
o en el momento
liminar en que la
política debe elegir
su tabla elemental
de sentimientos.”
Por Mario Goloboff *

La textura del texto

¿Qué hace a la grandeza de un texto en la vasta historia literaria occidental? ¿Qué a la de las grandes obras del siglo XX? ¿A Ulises, En busca del tiempo perdido, La conciencia de Zeno, La montaña mágica, El castillo, El hombre sin atributos, los relatos de William Faulkner, los de Jorge Luis Borges, el cuento “El Aleph” o “El sur” (“que es acaso mi mejor cuento...”)? ¿Puede que sólo el motivo, lo que acostumbra llamarse “el tema”? Difícilmente, ya que si los hechos o la figura, por ejemplo, son demasiado importantes su tratamiento suele devenir imposible: no conozco ningún texto de creación que esté a la altura de César Augusto Sandino o del Che Guevara; sobre Buenaventura Durruti dijo alguna vez Ilya Ehrenburg que era un ser tan inmenso que jamás podría dar lugar a una buena novela, cosa que, hasta hoy, se ha cumplido. ¿Qué ha hecho, entonces, a la grandeza de “Esa mujer”, este gran texto de Rodolfo Walsh?
Si no puede ser sólo el motivo, lo que parece evidente en general lo es también en particular, ya que la personalidad o la memoria de Evita han provocado numerosos textos de creación, y es cierto que allí están, pugnantes, presentes, siempre vivos, los de Tomás Eloy Martínez, los de David Viñas, José Pablo Feinmann, Eduardo Mignogna, Copi, Néstor Perlongher, Osvaldo y Leónidas Lamborghini... aunque nunca tan redondos, tan perfectos en su hechura como “Esa mujer”. Parece dudoso igualmente que se trate de su actualidad o temporalidad o contemporaneidad o efecto. Tampoco del peso de la firma, porque, como se ve, la acompañan otras no menos prestigiosas. El secreto debe estar, pues, en otro lado, en ese otro lugar de la literatura que nunca se explora dentro de la maraña de lo anecdótico, sobre todo cuando hay fuertes referentes de tipo político, social, ambiental, doméstico. En ese otro espacio que es la textura del texto, y que, aquí, va desde el evasivo título hasta el evasivo final; en esa materia plástica, ambigua de la escritura, residiría tal vez el secreto de su perfección...
Lo que llamo “evasivo título” puede, en efecto, explorarse: el pronombre-adjetivo demostrativo (en clara función adjetiva) se justifica gramaticalmente cuando se refiere a objeto o persona que está más cerca de quien escucha que de quien habla. ¿Cómo es esto? ¿La persona de quien el autor habla estaba más cerca del coronel que del periodista? ¿A quién le habla, entonces, ese título: al coronel, a un lector anónimo y desconocido, a un lector interior? Y por qué el distante “esa” y no “esta” o “aquella”, mucho más evocativo, tal vez más poético? ¿Por el matiz algo peyorativo del “esa”? “Ella no significa nada para mí...”, se dice al principio del cuento. ¿Qué guiño nos hace el narrador? El título, por otra parte, está anticipando lo que será casi genético en el relato, algo muy cercano a la figura retórica de la elusión: no se nombra al personaje que es central en esta historia; por miedo, superstición u odio nadie se anima “a tenerla en boca”, su nombre no aparece jamás en el texto: ni Eva, ni Perón, ni Duarte, ni Evita: completamente eludido, ausente.
Cuento, así, antológico, no por la importancia del motivo tácito –el hurto y ocultamiento del cadáver de Eva Perón–, sino por la maestría del narrar. Reúne los componentes del policial, del de intriga y suspense, del emotivo y social, del político. Reúne los caracteres del género testimonial, de denuncia, y el del reportaje supuestamente objetivo. Reúne también las cualidades de Rodolfo Walsh: parece una concentración de todas sus vertientes literarias y productivas, que vienen de lejos y van más allá del solamente consagrarlo como periodista comprometido –que, claro, lo fue–, militante crítico y lúcido –que también lo fue–, pertinaz e indoblegable –que quién negaría que lo fue–.
Pero, en el relato, se condensa el trabajo de un escritor, como lo subrayaba en su comentario el propio Walsh: “El cuento titulado ‘Esa mujer’ se refiere, desde luego, a un episodio histórico que todos en la Argentina recuerdan. La conversación que reproduce es, en lo esencial, verdadera /.../ Comencé a escribir ‘Esa mujer’ en 1961, la terminé en 1964, pero no tardé tres años, sino dos días: un día de 1961, un día de 1964. No he descubierto las leyes que hacen que ciertos temas se resistan durante lustros enteros a muchos cambios de enfoque y de técnica, mientras que otros se escriben casi solos”.
Un periodista investiga el itinerario de aquel cuerpo, especialmente en el tiempo que va desde el golpe del ’55 hasta su destino en un cementerio religioso italiano. Y lo hace entrevistando a quien de toda evidencia (en la enunciación del relato) fue uno de sus últimos captores o encomendados del mismo: “Día por medio llueve en un jardín donde todo se pudre, las rosas, el pino, el cinturón franciscano /.../ ¡La enterré parada, como Facundo, porque era un macho!”. El diálogo es así de tenso, huidizo, sobreentendido, y el entrevistado se muestra narcisista, delirante, cambiante, culposo pero no del todo, ya que se dice portador y salvador de un símbolo, de un mensaje histórico. Real o fingido, el diálogo no puede ser más literario y hasta cinematográfico: hay luces plateadas que se reflejan en ese décimo piso, hay titubeos de la escena, alcohol de por medio, ironías y desconciertos del entrevistador; la historia misma, con toda su contundencia, parece deshacerse entre los dedos. Y hay más de una emblemática y ambigua revelación, para los personajes y para el lector.
A mediados de los ’60, uno de los mayores críticos literarios que dio América latina, el uruguayo Angel Rama, saludaba la existencia entre nosotros de un potente y original escritor, Rodolfo Walsh. En el célebre semanario Marcha, en nota cuyo título podría signar hasta hoy la vida y la obra del autor (“Walsh en el tiempo del desprecio”), destacaba los orígenes literarios de su conciencia crítica. Porque se trató siempre de una inteligencia finísima y de un lector perspicaz, y se ven en sus textos trazas de tales lecturas. Tempranamente pensó sobre ellas: “Dos mil quinientos años de literatura policial” (La Nación, 14/2/1954), “¡Vuelve Sherlock Holmes!”, “El genio del anónimo” y “Un estremecimiento, por favor” (Leoplán: 20/5/1953, 3/2/1954 y 18/5/1955). En el primero aparecen mencionados Las Mil y Una Noches, la Gesta Romanorum, el Roman de Renard, los Canterbury Tales, el Decameron, el Popol Vuh, el Zadig...
Así, entre las numerosas enseñanzas que nos dejó Rodolfo Walsh quizá se pueda rescatar ésta, acaso mínima aunque nada desechable: para llegar a la defensa y apoyo de las más nobles causas humanas hay muchos caminos; el de la frecuentación de la gran literatura sería uno de ellos, y no el peor.
* Escritor, docente universitario.
“La personalidad o la memoria de Evita han provocado numerosos textos de creación (...) aunque nunca tan perfectos en su hechura como ‘Esa mujer’.”
Por Francisco Cafiero *

La razón de la militancia

Sólo muere aquello que se olvida. Hoy se cumplen sesenta años sin Evita y las huellas que dejó siguen siendo inspiración para las luchas por las ideas, la causa por la justicia social, la lealtad, la fe y hasta por la literatura, el arte y la música.
Valorar lo ocurrido es un ejercicio que implica apreciar en perspectiva la actualidad y pensar en proyección el mañana. En tal sentido, escribir sobre Evita es un desafío apasionante. Su legado es historia, presente y futuro. Su irrupción en la vida política argentina marcó una bisagra cuyas transformaciones continúan profundizándose. Evita fue una mujer distinta, un talento único y genuino, cuyo paradigma tiene alcance universal. Fue vanguardista y revolucionaria, incorporó la pasión y el sacrificio como valores políticos, y además interpretó mejor que nadie aquella verdad peronista: “En esta tierra lo mejor que tenemos es el pueblo”. En apenas siete años sacó a millones de argentinos de la pobreza brindándoles dignidad e igualdad de condiciones; llevó alegría a cientos de miles de niños y ancianos, engrandeció a las mujeres y dio amparo con especial afán a todos los trabajadores en una Patria liberada.
Su legado sigue vigente y se proyecta en los albores del siglo XXI. Vuelve y es millones, porque es posible pensar que está presente mediante la Asignación Universal por Hijo, la creación de cinco millones de puestos de empleo, en los 105 nietos recuperados, en la entrega de netbooks a estudiantes y docentes de colegios secundarios que achica la brecha digital, en el 6,47 por ciento del PBI invertido en la educación, y en el progresivo incremento de los haberes jubilatorios, en la ley de medios, en las paritarias colectivas y en las leyes de igualdad de género, las que penalizan la trata de personas y la que posibilita el matrimonio igualitario.
Evita es una guía permanente para todos aquellos que sentimos y abrazamos con militancia la causa nacional y popular. E incluso para las nuevas generaciones que asumimos con vocación nuestra participación en el peronismo, y la aceptamos como forma de vida; Evita despierta ese indescifrable sentimiento de militar con alegría, tal como alguna vez dijo: “Si este pueblo me pidiese la vida se la daría cantando, porque la felicidad de un solo descamisado vale más que toda mi vida”.
Desde muy chico, no sé si por anécdotas que en mi familia se contaban, su figura me genera una emoción que me cuesta expresar en palabras. No en vano es que el peronismo no se explica, se siente. Por eso su legado se intensifica en el tiempo y seguirá siendo el faro que ilumina el camino de mi compromiso político.
* Militante y referente de Peronismo 2020.
“Una figura como
la de Evita llega
a tener una trascendencia
tan extraordinaria
que es difícil
de imaginar.”
Por Sergio Wischñevsky *

Un fenómeno político

Algunos se sorprenderán, para otros será una obviedad, pero el caso es que la historiografía académica aún no ha abordado en profundidad el estudio de Eva Duarte de Perón. Esa tarea está pendiente sesenta años después de su muerte y, si bien eso nos habla con bastante precisión de nuestro mundo académico, no deja de ser evidente que también nos habla de Evita. No de la mujer poderosa, apasionada, enamorada, sino del fenómeno político que encarna. La dirigente política que estuvo a la altura, cuerpo a cuerpo del principal político argentino del siglo XX. Y lo hizo cuando aún no tenía ella misma derecho al voto. Pareciera que sigue siendo difícil hablar de ella con el desapasionamiento propio de quien intenta entender un suceso, sigue siendo incómodo hablar y pensarla sin tomar partido. Como si la discusión aún no hubiera terminado.
Como dice la historiadora Carolina Barry: “...hay una de entre las asignaturas que todavía quedan pendientes, que es un debate profundo sobre Eva Perón. Los problemas que suscitan los estudios acerca del peronismo se multiplican cuando nombramos la palabra mágica “Evita..., hay un personaje cuyo papel ha sido por demás menospreciado por la historiografía académica, que es el que jugó Eva Perón dentro del peronismo”.
El riesgo con Evita es hablar de ella y no decir nada. Las batallas nuestras de cada día ya no la incluyen. Al menos no lo hacen en forma abierta. Se tiende sobre ella el manto de piedad y aceptación que da la comodidad de convertirla en un mito, en un bronce que ya no lastima. Y sobre el que pareciera que no hay nada nuevo que decir. Cuesta arrancarla del marco de amores y odios que rodearon su figura durante tanto tiempo. Escenas de amor popular que emocionan y asombrarse del odio que podía despertar en intelectuales de fuste como Ezequiel Martínez Estrada, que en 1956 decía perdiendo la línea: “Era ella una sublimación de lo torpe, ruin, abyecto, infame, vengativo, ofidio, y el pueblo vio que encarnaba los atributos de los dioses infernales”.
Tanto como Santa Evita o como atributo de los dioses infernales parece evidente que lo difícil era verla como una dirigente política humana muy humana.
La potencia de sus rasgos personales ha hecho sucumbir a muchos de sus biógrafos. Aunque con contadas excepciones, su presencia ha quedado opacada por el énfasis puesto en describir características propias de su personalidad, su origen, su profesión de actriz, sus supuestas conductas amorales, sus posibles resentimientos sociales, más que en los logros concretos que ella habría conseguido.
Juan Domingo Perón afirmó en una oportunidad que él había inventado a Evita. El tema nos excede, pero si uno se fija en su “segunda creación” Isabel Martínez... se puede dudar con todo derecho de la afirmación. Más bien se podría explorar la hipótesis que va por la línea de pensar que Eva Duarte ha sido una gran autora del peronismo. Esa pareja unida en la pasión por la política se potenció en la unión de dos liderazgos.
Todo líder, todo poder carismático tiene un componente de creación popular. Este es el aspecto que por lo general se deja de lado. Se centra la mirada en la figura y allí se buscan los rasgos personales que explican el fenómeno. Pero el terreno fértil y la deuda están en indagar en qué medida Evita es una creación del pueblo argentino.
“Ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria”, “Mi único heredero es el pueblo”, “Volveré y seré millones” son frases que tienen inscripta una marca de origen. No hablan de institucionalidad, no presentan un programa político, no hay descripción de obras hechas. Hay un saber tácito, un entendimiento cuya clave se devela como un sortilegio con solo decir la palabra Evita. Como sabiendo que del universo múltiple de sentidos que Perón hábilmente superpuso en el movimiento, ella representa un recorte más preciso. Invocar su nombre remite sin ambigüedad a la energía femenina, a los derechos civiles y a la justicia social.
Su vida fugaz, novelesca, nacida en las profundidades de la pampa popular, poseída por un sueño que la lleva primero a las tapas de revistas, luego a la radio y en su imparable periplo el destino la ubica en la cúspide del poder. ¿Quién puede resistir la fascinante atracción de esta historia? De inmediato se pone a luchar por el derecho al voto femenino. Engarza y representa como nadie los derechos sociales. Se convierte en “abanderada de los humildes” porque consigue logros concretos, porque se mezcla con ellos, porque es realmente parte de ellos abrigada en sus tapados de piel que no oculta sino que luce orgullosa. No ocupa cargos y encuentra su lugar para ser más ejecutiva que nadie. Y para un final a todo dramatismo se enferma cuando era la indiscutible candidata a la vicepresidencia y muere joven, bella, sin corromperse, sin que el mito se desgaste frente a la mirada triste de un pueblo que la despide envuelto en un dolor indescriptible. Por último vendrá la historia increíble del trajinar de su cuerpo embalsamado. Si fuera literatura sería exagerado. Pero es historia argentina.
* Historiador, UBA.
“El terreno fértil
y la deuda están
en indagar en
qué medida Evita
es una creación del
pueblo argentino.”

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Afirman que España podría pedir esta semana el “rescate total”

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miércoles, 25 de julio de 2012

John Atta-Mills, el presidente de Ghana calla para siempre





Por:  | 25 de julio de 2012


John Atta-Mills era presidente de Ghana por un voto nomás, se diría (50.23%–49.77% de diferencia con respecto a su rival, Nana Akufo-Addo), cuestión que fue investigada y probada, y que para él debió representar una verdadera cura de humildad. Consiguió el poder con mucho esfuerzo, se ve, en 2008, después de presentarse por tercera vez (fue vicepresidente entre 1997 y 2001) y sufrir derrota continuada y motivada por ese sistema absolutamente bipartidista que tiene Ghana. Quizá por eso, él era amable, diplomático, conciliador y siempre pacificador, poco dado al discurso despectivo del contrario al que estamos acostumbrados en estos fueros. Gustaba del juego límpio. Era gran aficionado al hockey.
Ayer murió repentinamente, al poco de celebrar su cumpleaños (21 de julio de 1944). Pero hacía mucho ya que estaba enfermo de cáncer de garganta y su voz se iba modificando con el tiempo. En los últimos meses apenas hablaba. Ahora ha callado para siempre. Alguna vez hasta se le dio por muerto. Y él se reía mucho con tal cosa. Su estado de salud fue siempre asunto nacional, pero nunca nadie confirmó su enfermedad; él mismo insistía en que se encontraba estupendo. En las fotografías, según su estado y la epoca, lucía mejor o peor aspecto (veánlo debajo). Iba y venía a EE UU para ser tratado. Su última visita médica había sido reciente.
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Cuando visitamos Ghana hace dos meses para un reportaje en El País Semanal titulado Ghana; estado de buena esperanza precisamente por la situación en que se encuentra el país, Atta-Mills, abogado y profesor de derecho durante más de 20 años (por eso popularmente le llaman profesor) no se encontraba allí. Solicitamos entrevista con él y algunas de sus ministras, pero no pudo ser (sí hablamos, sin embargo, con la hija del padre de la revolución Nkrumah, Samia, que es líder y única parlamentaria del tercer partido en liza, CPP, más a la izquierda de Atta-Mills, con perspectiva ahora de crecer).  
Atta-Mills se perdió esos días un acto de importancia organizado por la Alianza GAVI: la introducción de dos vacunas (neumonía y rotavirus) que iba a representar grandes avances de salud en un país muy afectado por ambos males, en el que sí estuvo presente su esposa Ernestina Mills, la ex consejera matrimonial con la que se casó (deja también hijo, Sam Kofi Atta-Mills), que dio discurso solidario y vacunó allí mismo a varios niños como símbolo y ejemplo a seguir. En el acto, muy protocolario pero distendido se bromeó con la capacidad del presidente para "saber guardar silencio y no estar". Estaban acostumbrados.
Esos días Atta-Mills era invitado por Obama a las reuniones del G8 (junto a Benín, Etiopía y Tanzania), así que la ausencia parecía justificada. Su integridad ha sido destacada por muchos en el momento de su desaparición. Hasta Obama ha hecho mención, además, claro de a las buenas relaciones que tenían. No en vano, Ghana fue el primer país que el mandatario estadounidense visitó en 2009 en su debú en África Occidental. Lo cierto es que Ghana es modelo de democracia en la zona, independientemente de sus cambiantes condiciones económicas (crecimiento en alza, petróleo recién descubierto...) y lo mucho que tiene de lastre y le queda por hacer, puesto que un 30% del país vive bajo el umbral de la pobreza (su posición en el Índice de Desarrollo Humano está en la zona adelantada, pero del pelotón de cola). Fue el primer Estado en independizarse del Gobierno británico (1957). Y tal cosa tiene allí su peso y su poso de orgullo nacional. Cuenta mucho en su haber. Ahora que se cumplen diez años de la Unión Africana, y bajo presidencia de una mujer, el vacío de Atta-Mills se dejará notar.

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La repercusión de la muerte de Atta-Mills fue grande. El corresponsal de BBC en África occidental, Thomas Fessy,comentaba que es la primera vez que un presidente muere en el ejercicio de su cargo y que su desaparición no va a suponer una crisis política en el país en absoluto, pero sí pondrá a prueba la solidez de las instituciones, sin duda. Sobre todo, siendo goloso el país como es. Ya la cercanía de las elecciones (el 7 de diciembre) en sí misma era motivo de intranquilidad para algunos ciudadanos durante nuestra visita. "Esperamos que nada sucede, que no se torne en violencia", nos decían hasta los más jóvenes, los estudiantes de la Universidad de Ghana. El intento de convertirlas en asunto límpio y bajo estandar internacional hizo que el Gobierno pusiera en marcha un control del censo biométrico. En muchos lugares se tomaban huellas digitales y se controlaban a rajatabla los registros para evitar los fraudes. Los periódicos informaban de la picaresca al respecto. El país entero está repleto de carteles anunciando la obligatoriedad de tal censo para ejercer el derecho al voto, igual que abundaban ya las reclamaciones políticas en vallas por las carreteras (vean arriba).
La gran pregunta ahora en Ghana es quién se va a presentar para la Presidencia en las elecciones en diciembre por el partido gobernante (Congreso Democrático Nacional, NDC) frente al Nuevo Partido Patriótico (NPP), dado que Mills había sido nominado para tal cosa de nuevo por su grupo, eso sí, con la oposición y competencia de la esposa del ex presidente Rawlings, Nana Konadu, que le hacía la vida imposible.
Ayer tarde, el vicepresidente John Dramani Mahama, curiosamente el cuarto Juan en el cargo, asumía la presidencia interina y su perfil era colocado velozmente en la página oficial del Gobierno, en una afán por mostrar normalidad política. Mientras, todos los medios se hacían eco con tristeza de la desaparición de Atta-Mills; algunos, como ABC News mencionaban el peligro de golpe de Estado tras la muerte del líder al mando, tal cual ha sucedido en países cercanos. Otros se detenían en su condición de líder panafricanista y pragmático (JeuneAfrique), en su papel estabilizador (el NYT), o en el crecimiento bajo su mando, y hubo hasta quien sacó punta a lo misterioso de su muerte, una vez más, en muchos mensajes en las redes sociales.
El presidente Atta-Mills se describía a sí mismo como socialdemócrata y seguidor del líder independentista Kwame Nkrumah en asuntos de bienestar social, por ejemplo. Como aquel, de tirón y de base sólida como político de Estado. La llamada Agenda A Better Ghana era su objetivo: su primer discurso sobre el estado de la nación es muy significativo. Una vez en el poder inició un programa de austeridad y presidió el país prometiendo que - a diferencia de algunos países africanos - su Gobierno gastaría los ingresos de petróleo recién descubierto responsablemente. Pero hasta el momento no está demostrado que esto sea así. Muchos son los que temen, ahora mucho más, que no sea así. 
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Baltasar Garzón liderará la defensa de Assange

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lunes, 23 de julio de 2012

Los expertos advierten que el rescate total de España es cada vez más probable


 

 

Influyentes economistas creen que la intervención integral de la economía española está más cerca.

Con la prima de riesgo por encima de los 600 puntos básicos, la apuesta de los mercados es clara.

Bruselas pide tiempo para desarrollar el rescate de la banca y los nuevos recortes.

 

CLAUDI PÉREZ Bruselas 

 “La credibilidad financiera de España es cercana a cero. La credibilidad fiscal es cero. La credibilidad política es cero. Los inversores han sentenciado a España. El Gobierno ha perdido el tiempo en estos últimos meses; ha dilapidado el crédito que le concedía su mayoría absoluta; ha perdido parte de la confianza de las instituciones europeas y toda la de los mercados con una sucesión de errores, muchos de ellos por una pésima estrategia de comunicación, que ahora trata de subsanar sin éxito. ¿Demasiado tarde? No se pueden decir este tipo de cosas en público, pero sin un cambio de actitud están ustedes abocados a un rescate completo”.
Varios entrecomillados de ese estilo, sin posibilidad de atribuir por lo delicado de la situación, salen de media docena de encuentros en Bruselas con fuentes europeas —diplomáticos, funcionarios de distinto rango y de diversas instituciones— en la última semana, la del rescate de la banca, la de la intervención parcial que no calmó a los mercados, que deja a España a unas pocas jugadas del jaque mate que en muchos sentidos sería un rescate completo.
España está en una situación límite; Europa entera lo está por el tamaño de la economía española y su venenosa capacidad de arrastre. Ni el recortazo de 65.000 millones ni la decisión del Eurogrupo de respaldar el rescate bancario han evitado el batacazo en Bolsa, el enésimo máximo de la prima de riesgo, la constatación de que nadie se fía de España, inmersa en una recesión que se prolongará hasta 2014. Para pagar las deudas hay que crecer: eso es lo que más preocupa a los famosos mercados. Eso y que cada novedad es más preocupante que la anterior, con varias autonomías a punto de pedir el rescate a un Estado que a su vez ha sido rescatado. El abuso del anonimato que piden todos y cada uno de los altos funcionarios consultados, es hasta cierto punto comprensible: los socios europeos acaban de tirar un salvavidas de hasta 100.000 millones a la banca. Pero la realidad va tan deprisa que medio Bruselas se pregunta ya si hace falta algo más.

Altos funcionarios europeos advierten que la credibilidad de España está bajo mínimos

“El mercado barrunta un segundo rescate, incluso una suspensión de pagos, y ya está pensando cómo hacer dinero con eso. Los inversores se han ido para no volver; al menos durante un tiempo. ¿Vamos a una intervención completa? De seguir por ese camino, posiblemente sí. Pero España, si arrastra a Italia, es un problema mayúsculo: nadie con dos dedos de frente puede dejar de pensar en las graves consecuencias que eso traería”, indica una alta fuente europea, que se agarra a la posibilidad de una varita mágica de última hora —la del BCE— que no acaba de aparecer.
Las autoridades comunitarias piden tiempo para que se vea cómo funciona el rescate de la banca, cómo avanzan las reformas, cómo se aplica el Gobierno con la tijera. Pero el tiempo escasea. Ante el bloqueo institucional, este diario pregunta a media docena de expertos de primer nivel. Economistas con capacidad de influencia en cenáculos políticos. La conclusión es la misma: la posibilidad de un rescate total de España es cada vez mayor.
“Veo pocas posibilidades de que España se libre”, asegura Ken Rogoff, profesor de Harvard y ex economista jefe del FMI. “España va a seguir con graves problemas de crecimiento y de paro hasta que se produzca un desendeudamiento masivo. Eso puede conseguirse con dolorosas reformas estructurales, especialmente en el mercado de trabajo. También con una inflación sostenida en países como Alemania, algo que puede descartarse dado el grado de obsesión del BCE. Y con reestructuraciones y quitas importantes en la deuda, el mejor enfoque pero políticamente el más difícil. Lo más probable, es que eso se haga con más de una década de crecimiento anémico y alto desempleo, combinado en mayor o menor medida con las recetas anteriores”, dice Rogoff, que vaticina una suerte de depresión social (si no lo es ya que el paro roce el 25%).

"Es poco probable que España se libre del rescate total", vaticina Kenneth Rogoff

El Nobel Joe Stiglitz hablaba hace unos días de algo parecido. Pero explicaba que la forma de hacer menos dolorosa esa píldora es levantar el pie en las metas de déficit. “Alemania sigue endureciendo la disciplina fiscal en lugar de hacer algo por promover el crecimiento. Ya se ha visto en tres casos [Grecia, Portugal e Irlanda] que eso es contraproducente. En el caso español, que el Gobierno rescate a los bancos y los bancos rescaten al Gobierno es además algo que ni está funcionando ni puede funcionar”, reiteró a Reuters. Wolfgang Münchau, que dirige el think tank bruselense Eurointelligence, asegura que las medidas de austeridad en plena depresión “son una auténtica locura, prolongarán y profundizarán la recesión, incluso elevarán el déficit por su efecto contractivo. Es asombroso que los Gobiernos sigan repitiendo errores cometidos hace décadas”. Con esos mimbres, no hay mucho margen: “España ya no es plenamente soberana, porque el Gobierno ya no puede financiarse. Sí, espero una intervención completa”, añade rotundo Martin Wolf, comentarista económico de cabecera del Financial Times.
Desde California y tras un efímero paso por España e Italia en las últimas semanas, el historiador económico Barry Eichengreen es extremadamente duro tanto con el Gobierno como con las instituciones europeas. “El nuevo paquete fiscal, al igual que sus predecesores, no va a funcionar. Y la inyección de dinero de los fondos de rescate europeos en los bancos no será suficiente. Crecen a diario las posibilidades de que España tenga que pedir una intervención de la troika en toda regla. Eso es atribuible en parte a errores propios, pero sobre todo al fracaso sin paliativos de la estrategia europea anticrisis", critica. James K. Galbraith, hijo del mítico John K. Galbraith, apunta que el liderazgo europeo “tiene como prioridad preservar el sistema bancario y el euro, como si eso fuera un fin en sí mismo, en lugar de activar el crecimiento para dar alguna posibilidad a los millones de parados españoles”. “Para cambiar esa realidad, el Gobierno de España debería ser atrevido y perspicaz. ¿Tienen ustedes un Gobierno así?”, inquiere.

De Grawe: "En agosto podríamos ver lo que hasta ahora nos parecía impensable"

Paul De Grauwe, investigador de la London School of Economics, vaticina una intervención completa en otoño, ante los vencimientos de 27.000 millones que el Tesoro —que tiene colchón para aguantar hasta entonces— debe refinanciar. “Si los mercados vuelven a tener un acceso de pánico las cosas se pueden precipitar y en agosto podríamos ver lo que hasta hace poco parecía impensable”, afirma. “Las crisis se toman mucho tiempo a veces en aparecer, pero de vez en cuando se precipitan en una sola noche: Europa está haciendo todo lo que está en su mano para adelantar el reloj. Con la imposición de duras condiciones repite los errores de Grecia y compañía. Con el dogmatismo de Berlín y su cabezonería en que esta es una crisis de chicos buenos (el Norte) y chicos malos (el Sur), ha sembrado una peligrosa semilla: Alemania, Francia, incluso Bélgica se financian más barato ahora que al inicio de la crisis. Incluso a tipos negativos. El mismo mercado que cometió errores de bulto en el pasado inflige un castigo desproporcionado a España e Italia mientras el BCE sigue de brazos cruzados”.
“Esto es una guerra”, decía hace unos días el primer ministro italiano, Mario Monti. También De Grauwe cierra su discurso con una referencia bélica: “Antes de las guerras mundiales nadie pensaba que en último término los países pudieran tomar ciertas decisiones que se revelaron gravísimas. Ahora la cascada de errores, puede llevar a otro tipo de conflicto. España es una economía enorme. Italia lo es aún más, y corre serio peligro. Aún hay posibilidades de detener una fractura del euro de consecuencias imprevisibles: quizá una depresión. Pero ni en Bruselas ni en Berlín parece haber una sensación de urgencia como la que hay en Washington. Y lo más peligroso es que Europa se está metiendo en una trampa: obliga a los países rescatados a someterse a remedios durísimos; a cambio los ciudadanos ni siquiera vislumbran una ligera mejoría. Ese prolongado sufrimiento solo puede provocar desencanto, desafección”, acaba.
Los responsables europeos saben que tienen ante sí un tablero de ajedrez con dos escenarios probables. Una de las salidas del callejón es hacer algo más por Grecia —la crisis va a volver por ese flanco más pronto que tarde— y establecer el paraguas adecuado para proteger a España e Italia: más solidaridad, lo que equivale a más Europa (unión política, unión bancaria), porque nadie, y, menos aún Alemania, va a dar ayudas sin extremar el control. La otra dirección, más aventurada, es permitir la salida de Grecia y replantearse qué países deben formar parte del euro. Cualquier cosa es posible a estas alturas. Pero solo cuando la marea llegue a Francia y Alemania, a través de una recesión o una crisis bancaria, podrá verse qué ruta prefiere Europa, empeñada en usar la crisis como método de gobierno.