Majestuoso testimonio de un poder agostado

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viernes, 18 de mayo de 2012

Obama presionará en el G8 a favor de estimular el crecimiento en Europa


El presidente de EE UU se reunirá con Hollande, posible aliado de su política


EL PAÍS/ ANTONIO CAÑO Washington 


Con la ayuda ahora del nuevo presidente de Francia, François Hollande, el presidente de EE UU, Barack Obama, aprovechará este fin de semana la cumbre del G-8 para presionar, especialmente a Alemania, sobre la necesidad de un impulso al crecimiento económico en Europa. La otra cara nueva que se esperaba en la reunión, la del presidente Vladímir Putin, ha decidido ausentarse para dejar claro desde un principio que se avecinan tiempos difíciles en las relaciones con Rusia.
La cumbre del G-8, convocada en la apartada residencia presidencial de Camp David (Maryland) para huir de las protestas, tendrá una extensión el mismo fin de semana en Chicago, a donde se trasladarán los jefes de Estado y de Gobierno para participar en la conferencia anual de la OTAN. Este intenso programa será también el debut internacional del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.
La Administración norteamericana va a recurrir a una diplomacia discreta para defender su punto de vista respecto a la crisis europea. El crecimiento de la economía estadounidense, demasiado lento para las necesidades políticas de Obama a menos de seis meses de las elecciones, está condicionado por la situación económica en el Viejo Continente. “Europa es todavía débil y eso está creando incertidumbre en nuestra industria”, dijo esta semana el presidente en una cadena de televisión.
Vladímir Putin aduce razones internas para no asistir a la cumbre

Obama, que ha implantado políticas de estímulo económico en casa, intenta también potenciarlas afuera. Pero ha de hacerlo de forma cuidadosa, sin dejar la impresión de entrometerse donde no le corresponde y sin provocar la irritación de un aliado fundamental, la canciller alemana, Angela Merkel.
“Con respecto a la situación económica en Europa”, ha declarado hoy la secretaria de Estado, Hillary Clinton, “el presidente Obama y nuestro equipo económico llevan tiempo diciendo que existe un espacio para la austeridad y para cambiar el estilo de gastar demasiado durante un periodo de tiempo demasiado largo, pero también tiene que haber un esfuerzo bien pensado de estimular el crecimiento, de crear puestos de trabajo, especialmente para los jóvenes”.
Clinton ha afirmado que su Gobierno “apoyará lo que Europa decida hacer”, pero ha recordado que también hay que considerar “las razones políticas” que recomiendan “hacer algunos ajustes a la austeridad como único instrumento”. “Hay que conseguir que la gente respalde las medidas, hay que conseguir que la gente esté convencida de que el camino que se sigue es el correcto”, ha declarado.
La Administración norteamericana no quiere inmiscuirse en un duelo potencial entre Hollande y Merkel sobre el modelo económico europeo. Pero tampoco se le oculta a nadie que las ideas ofrecidas hasta ahora por el nuevo presidente francés están más cerca de lo hecho por Obama que por Merkel. Obama y Hollande tendrán la oportunidad de abordar este asunto en una reunión privada hoy en la Casa Blanca, antes de salir hacia Camp David.
Uno de los inconvenientes de esa probable alianza entre Washington y París, además de las propias objeciones de la canciller alemana, es el hecho de que la política de Obama está seriamente cuestionada por sus opositores dentro de EE UU, y no es seguro en estos momentos que vaya a ser refrendada por los electores el próximo mes de noviembre.
La colaboración Obama-Hollande será puesta a prueba una segunda vez este fin de semana. El presidente francés, que ha prometido la retirada de sus tropas de Afganistán a finales de este año, puede estar en la orilla contraria al norteamericano cuando éste solicite el respaldo de la OTAN a su estrategia para el final de la guerra.
Esa estrategia incluye el mantenimiento de una considerable presencia militar en Afganistán a lo largo del próximo año, cuando la misión dejará de ser de combate y se convertirá en apoyo al Ejército afgano. Al mismo tiempo, tal como consta en el plan que el presidente norteamericano firmó hace pocos días con el de Afganistán, Hamid Karzai, las potencias occidentales se comprometen a mantener su ayuda económica a ese país durante al menos una década más tras la retirada definitiva de las tropas en 2014.
No va a ser fácil para el presidente norteamericano convencer a sus colegas, enfrentados a grandes emergencias domésticas, de que reserven dinero para que el Gobierno que se ha sostenido difícilmente en Kabul no caiga en manos de los talibanes en cuanto la OTAN se vaya. En buena parte, la credibilidad de la OTAN está en juego en este episodio.
La cumbre será una oportunidad de demostrar la vitalidad y vigencia de esta organización ante la mirada de un mundo en cambio. Y el hecho de que se celebre en territorio norteamericano es, además, una ocasión para recordar el liderazgo de EE UU. Desde la filosofía norteamericana, la OTAN es una organización en constante expansión que no debe de excluir a nadie que pretenda estar bajo su paraguas. Esta cumbre está presentada como la más amplia de la historia: 60 países están invitados, desde sus 28 miembros hasta Australia. Será una oportunidad de celebración del predominio occidental.
Probablemente, Putin no quería estar tan cerca de un acontecimiento de esa naturaleza cuando adujo sus ocupaciones en la formación de Gobierno para ausentarse de la reunión del G-8. Prefiere regresar al primer plano mundial en un ambiente algo más favorable, la cumbre del G-20, cuya celebración está prevista el mes próximo, en México.

La presión del dólar, problema y termómetro de menor crecimiento

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Francia se planta ante Alemania y dice que no apoyará más ajustes

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miércoles, 16 de mayo de 2012

Lecciones argentinas para Europa


Por:  | 16 de mayo de 2012

Protesta por el 'corralito', en Buenos Aires en enero de 2002. / AP

El columnista Matt Yglesias, quien acaba de estar en Argentina, escribía no hace mucho en Slate sobre lo que nos enseña la recuperación de ese país después de abandonar la ley de convertibilidad que establecía la paridad entre el peso y el dólar. Como dice Yglesias, es una historia de éxito extraordinario que supuestamente contiene algunas lecciones para la eurozona.
"La suspensión de pagos y la devaluación no fueron ni mucho menos una fiesta. Destruyeron el sistema bancario del país y acabaron con los ahorros de muchos argentinos", escribía Yglesias el 1 de mayo. "Pero funcionó. Argentina ha crecido rápidamente en los años posteriores y su tasa de desempleo se ha ido reduciendo progresivamente hasta el 6,7%, una tasa que envidiamos en Estados Unidos".
Solo añadiría otra cosa: la información en la prensa argentina es otro de esos ejemplos sobre cómo la lógica popular puede por lo visto hacer que resulte imposible entender correctamente algunos hechos básicos. Siguen contándonos historias sobre la recuperación de Irlanda cuando, de hecho, no hay recuperación, pero, maldita sea, debería haberla, porque han hecho "lo que tenían que hacer", así que eso es lo que decimos.
Por el contrario, los artículos sobre Argentina casi siempre tienen un tono muy negativo: son irresponsables, están volviendo a nacionalizar algunos sectores y hablan como populistas, así que las cosas deben de estar yendo muy mal. Los datos que presentamos en esta página dan igual.
Para que quede claro, creo que a Brasil le está yendo bastante bien, y ha tenido buenos líderes. ¿Pero por qué razón precisamente Brasil es un BRIC impresionante mientras que siempre se menosprecia a Argentina?
En realidad, sabemos por qué, pero no dice mucho del estado de la información económica.

No sé mucho de historia (antigua)

Lo que tengo que hacer para aumentar las ventas de libros. No hace mucho, participé en una especie de debate con Ron Paul en Bloomberg TV (pueden verlo en Internet enbloomberg.com/video).
Pensé que podríamos tener una conversación sobre las razones por las que no acaba de producirse la inflación descontrolada que él y sus aliados siguen pronosticando. Pero no, insistía (si le entendí bien) en que la devaluación de la moneda y los controles de precios destruyeron el Imperio Romano. Le repliqué que no soy un defensor de las políticas económicas del emperador Diocleciano.
Sin embargo, es verdad que las alusiones a lo que sucedió en algún momento del pasado lejano son de lo más normal en el lado de la economía de los incondicionales del oro. Y es bastante revelador.
Me refiero a que la historia es esencial para el análisis económico. Realmente hay que saber, por ejemplo, que la ley de convertibilidad de Argentina fracasó, las consecuencias que tuvo el fervor del canciller Brüning hacia el patrón oro en Alemania y muchos otros episodios.
Pero por alguna razón, a la gente como Paul le desagrada hablar de los acontecimientos de hace un siglo, sobre los que disponemos de datos razonablemente buenos; les gusta hablar de lo que aconteció en la noche de los tiempos, cuando realmente no sabemos a ciencia cierta qué pasó. Y creo que no es una casualidad. En parte es el intento del autodidacta de hacer alarde de su conocimiento esotérico; pero también se debe a que realmente no sabemos qué pasó (¿qué recordamos en verdad de la era diocleciana?), de modo que uno puede extrapolar a los imprecisos anales lo que cree que debió de haber pasado y después reivindicar lo que sea que uno quiera creer.
En cierto sentido, tiene gracia, excepto que este tipo de pensamiento domina uno de nuestros dos principales partidos políticos.

Traducción de News Clips.
© 2012 New York Times.

Brasil devalúa y le pone presión al peso

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Carlos Fuentes: Un gran novelista y un auténtico caudillo cultural

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martes, 15 de mayo de 2012

“América Latina está menos unida ahora que hace diez años”


FERNANDO HENRIQUE CARDOSO | EXPRESIDENTE DE BRASIL


El ex mandatario brasileño ha recibido el premio John W. Kluge que otorga la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

 

EL PAÍS/FRANCHO BARÓN Río de Janeiro 

El ex presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso (Río de Janeiro, 1931), acaba de recibir el premio John W. Kluge concedido por la Biblioteca del Congreso de EE UU. El galardón, dotado de un millón de dólares, representa el reconocimiento a la obra de académicos y eruditos cuyas disciplinas de estudio no entran en la órbita de los Nobel, como la psicología, la sociología o la antropología. En el caso de Cardoso, el fallo valora que en 1969 el brasileño sentara las bases del concepto "globalización" en un celebérrimo ensayo cuya autoría compartió con el chileno Enzo Falleto. Nada más conocer la concesión del galardón, Cardoso conversó con EL PAÍS. "Sorprendente", fue la primera palabra que salió de su boca.

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Pregunta. ¿Cómo ha recibido la noticia del premio?
Respuesta. Con satisfacción, porque el premio se me ha dado por mi obra intelectual, pero simultáneamente es un premio que también valora las consecuencias que esa obra puede haber tenido en la sociedad. En mi caso, soy académico pero también fui Presidente de la República, y siempre suele haber una cierta confusión sobre mi trabajo. Se me ha dado el premio por la contribución académica y por la coherencia de haber mantenido vivos los valores de mi obra. Además, es raro que este premio se haya concedido a un académico latinoamericano.
P. ¿Es el mayor de los reconocimientos que ha recibido?
R. Internacionalmente y con relación a mi obra académica, sí. He sido investido Doctor Honoris Causa en varios países, como España, Inglaterra, Francia o Alemania, pero esto es distinto.
P. ¿Siente que a sus 80 años aun tiene cosas que aportar al debate social y político?
R. Creo que con mi experiencia y mi entrenamiento académico aun puedo continuar activo. Pertenezco al grupo Global Elders fundado por [Nelson] Mandela, que intenta solventar situaciones de conflicto, por ejemplo como las de Sudan o Israel y Palestina. También sigo activo en otros sectores, como las discusiones sobre la gobernanza global o la búsqueda de políticas antidroga que no sean represivas como la actual.
P. El jurado del premio estima que el ensayo firmado en 1969 por usted junto al chileno Enzo Falleto fue visionario y que se adelantó al concepto "globalización". ¿En aquella época ya pensaba usted en las estructuras propias de lo que hoy conocemos como mundo globalizado?
R. No era totalmente consciente. Fíjese, cuando escribimos aquel ensayo aun ni se usaba el concepto "multinacional". Falleto y yo, sin darnos mucha cuenta, estábamos describiendo el comienzo de la globalización, y nos referíamos a ella hablando de interdependencia. La discusión entonces giraba en torno a si países interdependientes podrían progresar. La mayoría de los académicos pensaba que no. Nosotros pensábamos lo contrario, siempre y cuando las relaciones asimétricas no generasen un estancamiento. Establecimos que había varios caminos hacia la integración dependiendo de las condiciones de cada país, no solo económicas, sino también sociales o políticas. Y subrayamos que el economicismo vigente no tenía en cuenta esos factores político y social para definir las pautas de integración del mundo global.
P. ¿Brasil va todo lo bien que se cree?
R. Brasil ha logrado tener una determinada autonomía de decisiones en el proceso global. Ahora podemos progresar razonablemente, más aun con la presencia de China. La demanda de materias primas es una enorme ventaja para Brasil. La continuidad de este proceso depende de las decisiones que tomemos los brasileños, depende de nuestra visión estratégica para avanzar en temas clave como infraestructuras, educación o matriz energética. El tema que más me preocupa es que tras una buena gestión de la economía y de la productividad del país, ahora toca crear valores para alcanzar una sociedad mejor y mas decente, con mas igualdad, menos corrupción y mas acceso a lo público. No solo podemos pensar en economía. Este es nuestro gran desafío.
P. Habla usted de corrupción, una de las grandes cuentas pendientes en Brasil. ¿La presidenta Dilma Rousseff está haciendo algo para acabar con esta lacra?
R. Los medios de comunicación son los que tienen un papel mas activo. Pero también es indudable que la Presidenta no trata de esconder el problema y cuando salta algún caso de corrupción no defiende a los acusados. Quiere que se vayan, lo cual es importante.
P. Llevamos varios años oyendo hablar del milagro brasileño y para buena parte del mundo el protagonista de ese milagro es el ex Presidente Lula da Silva. Otras voces, sin embargo, le señalan a usted como el precursor de la política económica e incluso del programa Bolsa Familia que tantos laureles le han granjeado al presidente Lula.
R. Esas voces son las que conocen la historia, los fundamentos de la situación actual. Se han hecho muchas cosas durante el Gobierno de Lula, pero en mi Gobierno logramos estabilizar la economía, acabamos con la inflación y modernizar el aparato estatal. Privatizamos, pero sin exagerar. Creamos agencias reguladoras y preparamos el país para el mundo contemporáneo. Impulsamos el aumento continuado de los salarios mínimos. El presidente Lula profundizó en todo esto, aunque años antes se opusiera a todo lo que hicimos. Se puede decir que yo empecé y el continuó.
P. ¿Que tal lo está haciendo la sucesora de Lula?
R. Personalmente le tengo consideración. Creo que es una persona integra, aunque le ha tocado un momento mas difícil que el del Presidente Lula, como también fue mi caso. Tendrá que tomar medidas rápidas y de fondo. Lula gobernó en condiciones favorables, y no es el caso de ella. Como brasileño espero que las cosas le vayan bien.
P. Usted fue victima de una dictadura militar que lo mantuvo en el exilio. ¿Cree que la Comisión de la Verdad recién instaurada en Brasil debe tener un alcance limitado, como parece ser el caso, o piensa que se debería ir más lejos y juzgar a los responsables, como se ha hecho en Argentina?
R. Es una cuestión delicada porque en verdad aquí hubo una especie de derrumbe de los militares. Aquí la transición fue más parecida a la española, más lenta, sin la sensación de que hubo ganadores y perdedores. Se hizo una ley de amnistía. Creo que la decisión de la presidenta Rousseff de crear una comisión que no sea revanchista es adecuada.
P. ¿Cree usted que en Brasil se está primando el desarrollo económico frente a la protección del medioambiente?
R. Soy muy ambientalista. No se debe reemplazar la cuestión ambiental por un desarrollo sin trabas. Si estuviera en lugar de la presidenta Rousseff, vetaría algunas partes del Código Forestal aprobado en el Congreso. El Senado había alcanzado un buen equilibrio entre la preservación ambiental y una explotación agrícola razonable. No tiene ningún sentido hacer concesiones en zonas de selva amazónica y creo que hay que ser irreductibles en este asunto.
P. ¿Cree usted que aún es posible un bloque latinoamericano sólido?
R. Si se compara con la época en la que yo goberné, la realidad es que hay menos unión, nos hemos dispersado más. En el Mercosur no se ha avanzado, sino que existen nuevas barreras arancelarias.

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domingo, 13 de mayo de 2012

Grecia toma la vía de salida del euro


 

La fragmentación del Parlamento impide la gobernabilidad del país, abocado a nuevos comicios.

 

EL PAÍS/ MARÍA ANTONIA SÁNCHEZ-VALLEJO Madrid 

Al día siguiente de las elecciones que hicieron saltar por los aires el escenario político tradicional, periodistas griegos buscaban en el testimonio de colegas extranjeros una explicación a la entrada de 21 neonazis en el Parlamento. Pese a los sondeos, que auguraban a Aurora Dorada en torno al 5% de los votos —llegó al 7%—, nadie pareció querer reparar durante la campaña en un fenómeno en teoría anecdótico, residual. Pero el día después todo eran preguntas: a quién viste, qué te dijeron (¿de verdad?), qué futuro les das…
Les habría bastado con intercambiar dos frases con alguno de los excluidos que pululan por el centro de Atenas. O con preguntar a la puerta de un colegio electoral para constatar que las siglas que vehiculaban la rabia eran las de la ultraderecha. Habría sido suficiente el mensaje de Stelios, parado de larga duración tras el cierre de los astilleros en que trabajaba y tradicional votante de izquierdas. “Me dan igual todas esas monsergas de que Grecia ya vivió una ocupación nazi y por eso no puede votar a otros nazis, ¿nos da eso de comer? Alguien tiene que pararle los pies a Europa y a los extranjeros, esos sí que nos han invadido. Nos quitan el trabajo, roban en nuestras casas y nos matan”, decía la víspera de la votación, con su estampa de capitán de barco —cejas de algodón, ojos azul marino— varado en los escombros de una vida (y de un país que amenaza ruina).
“Hace solo 10 años éramos ricos, vivíamos muy bien. Teníamos industria, astilleros, agricultura; ahora no producimos nada, y todo se lo lleva el Estado. ¿No querrá que vote a los de siempre, a esos ladrones?”, escupía mirando en derredor, entre un tropel de paquistaníes y afanosos chinos. Stelios aguardaba ante un centro municipal de Atenas su única comida del día: un bocadillo y una fruta. Por las rejas del recinto pugnaba por colarse una babel indómita, en medio de un decorado urbano para la piqueta.
“El éxito de los neonazis se debe a una vieja corriente de opinión nacionalista, antieuropea, intolerante y xenófoba. Esta sensibilidad fue constatada en varios estudios en la década de 2000-2009. Las incesantes oleadas de inmigrantes, junto con la percepción de que los rescates han sido impuestos a Grecia desde el exterior, están detrás de su auge electoral”, explica Dimitri Sotirópulos, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Atenas e investigador del centro Eliamep.
Pero no solo Aurora Dorada se ha beneficiado del descontento de la crisis, sino sobre todo Syriza (Coalición de Izquierda Radical): segunda fuerza más votada, con 52 diputados, el cuádruple que en 2009. Frente a ella, los partidos tradicionales (socialistas, conservadores y comunistas) aún se palpan la camisa, comprobando los efectos del vapuleo (los dos primeros han perdido 40 puntos con respecto a 2009). La fragmentación del Parlamento —siete grupos, ninguna mayoría— impide la gobernabilidad.
Un tercio de los griegos vive bajo el umbral de pobreza; el 53% de los jóvenes está en paro; los hogares ingresan la mitad que en 2010

El populismo ha recorrido todo el arco político durante la campaña y en las componendas poselectorales. Los resultados se explican “como un voto de rabia, aparentemente”, asegura Sotirópulos, “pero también como un voto interesado, al prometer Syriza, con una retórica populista, que abolirá las medidas que han golpeado a las clases media y media baja. Los votantes querían apoyar a un partido que, aunque sin explicar exactamente cómo, indirectamente prometía recuperar los estándares de vida de la década anterior”. Con su oposición al memorándum (plan de saneamiento económico suscrito con la troika), y su rechazo a integrar un Gobierno de coalición, Syriza ha dejado en punto muerto a Grecia, pero su postura refleja un generalizado estado de opinión (pese al 70% de respaldo a la eurozona): basta ya de sacrificios y de recortes.
Los resultados de las urnas “son una clara señal de castigo y advertencia al conjunto de Europa de que la política de austeridad que se está aplicando para solucionar la crisis no da ningún resultado; al revés, hunde aún más a Grecia en la recesión”, señala Panos Skurletis, portavoz de Syriza. “A muchos les sorprende que los griegos hayan respaldado nuestra propuesta de renegociar el memorándum; pero ¿acaso no defiende François Hollande aliviar los rigores de la austeridad con medidas de crecimiento? ¡Y es el nuevo presidente francés!”, subraya.
El país se despeña hacia el vacío, privado de Gobierno y endeudado hasta las cejas, pero la deriva no es de ahora. ¿En qué momento se jodió Grecia, que diría el Zavalita de Vargas Llosa? ¿Cuándo empezó la carrera de autodestrucción, el ejercicio de nihilismo? Tras la llegada de los primeros inmigrantes a finales de los años noventa, Grecia abrazó en 2001 la moneda única: una divisa para la que no estaba preparada, pero que la anclaba definitivamente al núcleo de Europa, del que siempre se ha sentido tan lejos, tan rodeada de bárbaros. Los fuegos fatuos de los Juegos Olímpicos de 2004, con su inversión en infraestructuras —y sus sobres bajo mano a políticos y funcionarios—, fueron el principio del fin del bienestar.
En 2007, un pavoroso incendio en el Peloponeso demuestra la incapacidad de respuesta del Estado. En 2008, el asesinato de un joven por un policía en Atenas prende otra mecha: antisistemas, ácratas o provocadores sin más convierten las calles en un campo de batalla (en el que no resulta difícil rastrear la presencia de hooligans sin filiación ideológica, como los de Aurora Dorada). En 2009, varios casos de corrupción precipitan la caída del Gobierno conservador y el triunfo socialista en las urnas (160 escaños, frente a los 41 del domingo).
Todo lo demás ya se conoce, la vorágine: el maquillaje de las cuentas; el primer rescate financiero, en mayo de 2010; el segundo, en otoño, más la quita de la mitad de la deuda, y en paralelo los tormentos de la población, que han alimentado la bola de nieve del cabreo. Un tercio de los griegos vive bajo el umbral de pobreza; una de cada tres tiendas ha cerrado; el 53% de los jóvenes está en paro; los hogares ingresan la mitad que en 2010. Así que ante las urnas cabían pocas opciones: o culpar a los gobernantes, o a Europa. O a ambos.
“La imagen de Europa se ha ensuciado a ojos de muchos griegos por el modo en que se manejó el primer rescate, cuando quedó claro que Alemania retrasó la decisión mientras dejaba sufrir a los griegos y permitía a la prensa germana presentarnos como despilfarradores y vagos. Si la UE hubiera estado preparada para una crisis de este calibre, o hubiese proporcionado a Grecia algún tipo de ayuda hasta la creación de un mecanismo específico, la cuestión no habría sido tan personal, en el sentido de que los alemanes y otros muchos europeos creen que son los propios griegos quienes les quitan el dinero de los bolsillos”, explica Nikos Konstandaras, director adjunto del diarioKathimerini.
A la corrupción y el clientelismo de la casta política —y a las imposiciones de Bruselas y Berlín—, la calle ha respondido con protestas, y las ciudades, con signos evidentes de gentrificación y lumpenproletariado (controles sanitarios en el centro más degradado de Atenas han destapado una bomba de relojería: al menos una treintena de prostitutas portadoras del VIH que ofrecían sexo sin protección). Todo ello engorda el marasmo, la urgente necesidad de reinventarse o la alternativa de dejarse caer en el vacío (es decir, la salida del euro, un tabú roto en pedazos el viernes por Alemania). Como ya escriben algunos en las redes sociales: Grexit (de “Greece exit”).
Una semana después de las elecciones legislativas —y en vísperas de una nueva convocatoria a las urnas—, los medios de comunicación griegos siguen sin informar directamente de los neonazis de Aurora Dorada, aunque la federación de periodistas se ha plantado para advertirles que no tolerará intimidaciones.
Siguen haciendo como si no existieran: solo informan de sus bravuconadas, de los casos más groseros. Como el del diputado Kaiadas (nombre artístico), bajista de un grupo de letal rock, tercero en las listas neonazis por Atenas. Kaiadas era el punto del monte Taigeto desde el que los espartanos arrojaban a los bebés deformes o débiles. ¿Acabará Grecia así, precipitándose por el Taigeto de Europa?

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