Majestuoso testimonio de un poder agostado

Majestuoso testimonio de un poder agostado

sábado, 10 de agosto de 2013

El malentendido sobre Hannah Arendt

 

 La película de Margarethe von Trotta sobre la filósofa alemana ha despertado una nueva ola de críticas contra su libro ‘Eichmann en Jerusalén’. El problema es que muy pocos de sus detractores lo han leído.










ENRIQUE FLORES





Cuando en 1961 se celebró en Jerusalén el juicio del líder nazi Adolf Eichmann, la revista The New Yorker escogió como enviada especial a Hannah Arendt, una filósofa judía de origen alemán exiliada en Estados Unidos. Arendt, que se había dado a conocer con su libro Los orígenes del totalitarismo, era una de las personas más adecuadas para escribir un reportaje sobre el juicio al miembro de las SS responsable de la solución final. Los artículos que la filósofa redactó acerca del juicio despertaron admiración en algunos (tanto el poeta estadounidense Robert Lowell como el filósofo alemán Karl Jaspers afirmaron que eran una obra maestra), mientras que en muchos más provocaron animadversión e ira. Cuando Arendt publicó esos reportajes en forma de libro con el título Eichmann en Jerusalén y lo subtituló Sobre la banalidad del mal, el resentimiento no tardó en desatar una caza de brujas, organizada por varias asociaciones judías estadounidenses e israelíes.
Tres fueron los temas de su ensayo que indignaron a los lectores. El primero, el concepto de la “banalidad del mal”. Mientras que el fiscal en Jerusalén, de acuerdo con la opinión pública, retrató a Eichmann como a un monstruo al servicio de un régimen criminal, como a un hombre que odiaba a los judíos de forma patológica y que fríamente organizó su aniquilación, para Arendt Eichmann no era un demonio, sino un hombre normal con un desarrollado sentido del orden que había hecho suya la ideología nazi, que no se entendía sin el antisemitismo, y, orgulloso, la puso en práctica. Arendt insinuó que Eichmann era un hombre como tantos, un disciplinado, aplicado y ambicioso burócrata: no un Satanás, sino una persona “terriblemente y temiblemente normal”; un producto de su tiempo y del régimen que le tocó vivir.
Lo que dio aun más motivos de indignación fue la crítica que Arendt dispensó a los líderes de algunas asociaciones judías. Según las investigaciones de la filósofa, habrían muerto considerablemente menos judíos en la guerra si no fuera por la pusilanimidad de los encargados de dichas asociaciones que, para salvar su propia piel, entregaron a los nazis inventarios de sus congregaciones y colaboraron de esta forma en la deportación masiva. El tercer motivo de reproches fueron las dudas que la filósofa planteó acerca de la legalidad jurídica de Israel a la hora de juzgar a Eichmann.
De modo que lo que esencialmente provocó las críticas fue la insumisión: en vez de defender como buena judía la causa de su pueblo de manera incondicional, Arendt se puso a reflexionar, investigar y debatir. Sus lectores habían esperado de ella un apoyo surgido del sentimiento de la identidad nacional judía y de la adhesión a una causa común, y lo que recibieron fue una respuesta racional de alguien que no da nada por sentado. En palabras de Aristóteles, en vez de limitarse a ser una “historiadora”, Arendt se convirtió en “poeta”.
Sus adversarios llegaron a ser muchos; el filósofo Isaiah Berlin no quería ni oír hablar de ella, y el novelista judío Saul Bellow afirmó que Arendt era “una mujer vanidosa, rígida y dura, cuya comprensión de lo humano resulta limitadísima”, aunque otra conocida escritora, Mary McCarthy, publicó en Partisan Review un largo ensayo en apoyo de Eichmann en Jerusalén. Así, el libro de Arendt generó en los sesenta toda una guerra civil entre la intelectualidad neoyorkina y europea.

En vez de defender incondicionalmente, como buena judía, la causa de su pueblo, debatió, investigó, reflexionó

Ahora, medio siglo después de la primera polémica, la realizadora alemana Margarethe von Trotta ha ofrecido al público su películaHannah Arendt, que ha despertado una nueva ola de reacciones contra el tratado de la filósofa. Lejos de ser un documental sobre Arendt, esta “película de ideas”, que se estrenó en mayo en Estados Unidos y en junio en España, enfoca el caso Eichmann sirviéndose de escenas de su juicio en Jerusalén, extraídas de los archivos. Otra vez en Estados Unidos y en Europa se ha despertado una polémica, aunque más respetuosa con la filósofa, la cual, a lo largo de las décadas, ha ido cobrando peso.
La mayoría de los participantes en el debate actual sostienen que, en la “banalidad del mal”, Arendt descubrió un concepto importante: muchos malhechores son personas normales. En cambio, según ellos, Arendt no supo aplicar adecuadamente ese concepto. Según lo expresó Christopher Browning en New York Review of Books: “Arendt encontró un concepto importante pero no un ejemplo válido”. Elke Schmitter argumenta en el semanario alemán Der Spiegel que “la actuación en Jerusalén fue un exitoso engaño”, y que Arendt no llegó a entender al verdadero Eichmann, un fanático antisemita. Alfred Kaplan ha escrito enThe New York Times que “Arendt malinterpretó a Eichmann, aunque sí descubrió un gran tema: cómo las personas comunes se convierten en brutales asesinos”. Todos los críticos —y hay muchos más que los citados— invocan los documentos hallados sobre Eichmann tras la publicación de Eichmann en Jerusalén y las investigaciones posteriores, y afirman que Arendt en su época los ignoraba y debido a ello malinterpretó a Eichmann.
El problema es que —y aquí subyace el primer malentendido— Arendt sí conocía, al menos parcialmente, esos materiales, y su tratado los tuvo muy en cuenta. Dichos documentos provienen de la estancia del jerarca nazi en Argentina, antes de que allí le capturaran los servicios secretos israelíes: se trata de sus memorias y apuntes, además de una entrevista. A partir de esos materiales, diversos estudiosos han publicado en los últimos años nuevos ensayos sobre Eichmann y, por lo general, le dan la razón a Arendt en el hecho de que Eichmann no era un maniático que odiaba a los judíos, sino un hombre común. En cambio, esos historiadores le echan en cara a Arendt su idea de que Eichmann meramente obedecía órdenes.

Logró poner de manifiesto que el mal puede ser obra de gente corriente, de las personas que renuncian a pensar

Y aquí está el segundo malentendido: la filósofa nunca sostuvo que Eichmann se limitara a obedecer órdenes. En su libro, Arendt resaltó la rebelión de Eichmann contra las órdenes de Himmler quien, al aproximarse la derrota, recomendó un mejor trato a los judíos, mientras que Eichmann “se esforzó por hacer que la solución final lo fuera realmente”, escribió Arendt. La filósofa dibujó un minucioso retrato de Eichmann como un burgués solitario cuya vida estaba desprovista del sentido de la trascendencia, y cuya tendencia a refugiarse en las ideologías le llevó a preferir la ideología nacionalsocialista y a aplicarla hasta el final. “Lo que quedó en las mentes de personas como Eichmann”, dice Arendt, “no era una ideología racional o coherente, sino simplemente la noción de participar en algo histórico, grandioso, único”. El Eichmann de Arendt es un hombre que, engañándose y convenciéndose a sí mismo, está persuadido de que sus sangrientas acciones manifiestan su virtud.
Muchos ensayistas y comentaristas no han entendido y siguen sin entender las ideas de Arendt porque no han leído su libro, o lo han leído bajo la influencia de los comentarios anteriores. Por eso el malentendido sobre Eichmann en Jerusalén no acaba de disiparse y Hannah Arendt se ha convertido en una autora de la que se habla mucho, pero a quien leen pocos.
Sus ideas siguen molestando hoy como lo hicieron hace cincuenta años. Nada en la historia es blanco y negro, y los análisis de Arendt despiertan la animadversión de los que prefieren explicárselo todo con esquemas simples que no permitan la duda ni obliguen a reflexionar sin fin. Por ello es más preciso que nunca ir a la fuente y leer a Hannah Arendt, porque ella puso de manifiesto que el mal puede ser obra de la gente común, de aquellas personas que renuncian a pensar para abandonarse a la corriente de su tiempo. Y eso es válido también para los tiempos que vivimos.
Monika Zgustova es escritora. Su última novela es La noche de Valia (Destino).


La diferencia entre votar y participar



Por Eduardo Fidanza  | Para LA NACION

Las vísperas de elecciones ofrecen muchos matices a la observación. Son miradas posibles, algunas más explícitas y convencionales, otras menos. Entre las primeras se encuentra la imagen autocomplaciente del sistema político cuando sus engranajes vitales funcionan: el pueblo votará pacíficamente, en un clima de libertad y con garantías de que su voluntad será respetada. Esa visión, a la vez ingenua y verosímil, se compadece con el ideal de la democracia representativa, destacando los valores del pluralismo, la participación y la transparencia. Es una profesión de fe en la existencia de una opinión pública independiente, que periódicamente fija sus preferencias, y de un sistema político responsable que respeta su mandato.
Éste es el mito de la democracia, en su vertiente electoral: el pueblo elige, la voluntad popular es lo esencial. Acaso no esté mal recordarlo un día antes de ejercer el voto. Más allá de esa mirada idílica subyacen los interrogantes y las controversias, que atravesaron a la teoría política de los últimos cien años. Tal vez, esa discusión pueda sintetizarse en este dilema: ¿es la democracia un modo de vida orientado al bien común o es apenas un instrumento de selección entre competidores por el poder? Si nos atenemos a las estilizaciones de la democracia ateniense y a los ideales del republicanismo, nos inclinaremos por la primera posibilidad; si, en cambio, optamos por la versión realista de la política la respuesta será otra, mucho más módica y desapasionada: la democracia no es más que una regla de selección de líderes, opaca e imperfecta.
La abrumadora evidencia empírica del último siglo inclina la balanza hacia una visión realista de la democracia. Hace ya 70 años, Joseph Schumpeter hizo un diagnóstico demoledor de los ideales de la filosofía política del siglo XVIII. En su libro Capitalismo, socialismo y democracia , atacó los supuestos clásicos de un gobierno para el pueblo y por el pueblo, sosteniendo que la voluntad popular es un producto del proceso político, no su impulsor. Quizás exagerando el papel de los medios de comunicación y de la propaganda, afirmó que se trata de una voluntad fabricada, antes que el producto de un proceso de deliberación autónomo y racional.
Si bien el radicalismo de Schumpeter fue ampliamente matizado en años posteriores, su influencia es perdurable. Autores como él presionaron para abrir la teoría idealista a nuevos actores, considerados decisivos. Los caudillos, tan afines al populismo, se convirtieron así en personajes insoslayables del análisis político. Pero Schumpeter fue más allá, al fijar una asociación, hoy considerada clásica, entre el proceso político y el económico. Un aspecto central de la democracia, sostuvo, consiste en la competencia entre caudillos, equiparable a la competencia económica por los mercados. En otras palabras: votar y comprar se parecen más de lo que estábamos dispuestos a admitir.
El realismo político, más allá de sus simplificaciones, lleva la razón. Como tantas elecciones democráticas a lo largo del mundo, las novedosas PASO argentinas son un buen ejemplo de sus hallazgos. Mañana se irá a votar con escaso interés para confirmar o seleccionar precandidatos a puestos legislativos. Una amplia y surtida competencia entre potenciales líderes será dirimida por un electorado en el que seis de cada diez votantes confiesan que las elecciones les interesan "poco" o "nada". Entre las mujeres, los jóvenes y los ciudadanos sólo con educación primaria el desinterés es aún mayor.
En este contexto, un rasgo diferencial merece atención: existe mayor interés político en el electorado que apoya al Gobierno. Así, 5 de cada 10 votantes al oficialismo están consustanciados con las elecciones, mientras que sólo 3 de cada 10 opositores se encuentran en la misma situación. Tal vez la disminuida protesta de anteayer exprese esta realidad.
La ciencia política contemporánea enseña que votar no es lo mismo que participar. Se asiste a comicios regularmente, se participa cuando las papas queman. Recién mañana a la mañana miles de argentinos decidirán su voto. Muchos otros lo habrán determinado en esta última semana. El resto, la fracción minoritaria interesada en la política, ya sabe lo que hará y se encuentra en condiciones de fundamentarlo.
El votante está apático, pero asistiremos a un competitivo festival electoral. La asimetría entre electores y elegidos es un rasgo de la democracia moderna. Mañana, cosa que saben pocos votantes, se celebrarán más de 40 internas en todo el país, habrá casi 270 listas para diputados, y en las ocho provincias donde se eligen senadores disputarán 60 agrupaciones con 80 listas. Sólo en la Capital el ciudadano encontrará 24 boletas de precandidatos a la Cámara baja.
En pocas horas concluirá el fragor democrático. Al atardecer, cuando la gente vuelva a sus quehaceres, los políticos, según el veredicto popular, tendrán su hora de gloria u ocaso.
© LA NACION.


Julio Cobos: "Voy a trabajar para generar una alternativa no peronista en 2015"



El ex vicepresidente compite en Mendoza por una banca a diputado nacional por la UCR y evita hablar de su candidatura a la Casa Rosada.


Por Paz Rodriguez Niell  | LA NACION





 Foto: LA NACION / Marcelo Aguilar


MENDOZA.- Instalado en una salita del comité radical de Godoy Cruz, Julio Cobos, de jogging, separa las cartas en dos pilas. La gente a la que ya llamó y la que le queda pendiente. En una mano tiene su teléfono; en la otra, una nota escrita en birome violeta, que le dieron en su última caravana y que relee mientras habla con su autora. "Dale. Hasta el lunes no vamos a poder ir, pero esperanos, eh. Besitos". Se propuso llamar, uno por uno, a todo aquel que le haya escrito pedidos.

Cobos, ex gobernador y ex vicepresidente, competirá mañana por una banca de diputado , pero se juega mucho más. Si gana, entrará en la carrera de los presidenciables. Pero él no quiere hablar del tema. Sólo dice que va a trabajar en una "alternativa al peronismo" para 2015.

Falta poco para las elecciones y se siente ganador, pero sabe que cuanto menos se exponga, mejor. No sólo pelea contra el kirchnerismo, también, contra una parte de la UCR que va por fuera de la estructura partidaria y lo enfrentó con dureza en esta campaña.
- Sus carteles dicen: "Es distinto a los demás, por eso es igual a vos", ¿quiénes son los demás?
-La dirigencia política, a lo mejor, ¿no? Uno es distinto. A ver, yo no soy ni igual a Fayad ni igual a Iglesias (dos radicales que van por fuera de la UCR). No hay dos personas iguales.
- No, claro.
- A ver, yo no estoy desde el 83 ocupando cargos políticos. Me fui, dejé. Candidato he sido dos veces. Eso te hace un poco distinto.
- Usted fue acusado de haber sido un doble traidor, que primero traicionó a los radicales y después al kirchnerismo, ¿qué es para usted la traición en política?
- La traición es robar, enriquecerse, poner los intereses personales por encima de los generales. Así que yo estoy muy tranquilo. Yo fui leal a mis convicciones. Yo no fui ahí para ser un súbdito sino para complementar un proyecto. Si eligieron mal, problema de ellos. Y lo del radicalismo, se dividió, apoyó a otro peronista. Después levantó la sanción. Yo seguí con mis convicciones.
-¿Qué pone en juego en esta elección?
- El cargo de diputado, nada más. Y tratar de que gane el radicalismo y se inicie un proceso de transición, al menos en la provincia.
- Si hace una buena elección, ¿esto lo catapulta para una candidatura presidencial en 2015?
- No.
- ¿Se ve candidato en 2015?
- No, por ahora no (silencio, sonríe). Uno ha aprendido a medir los tiempos, ser prudente. Yo voy a trabajar para generar una alternativa no peronista para 2015. Para 2015 veo tres escenarios: el kirchnerismo, el peronismo tradicional más de centro y el resto, una fuerza social demócrata, donde esté el radicalismo, el socialismo, el GEN, todas fuerzas afines.
-¿Imagina una primaria con Binner?
-El radicalismo podrá llevar sus candidatos y si no, ver. Si es Binner el que mejor esté posicionado, apoyarlo, pero el efecto de la primaria puede potenciar. Hay que tener claro que es la primaria, trabajar todos juntos prácticamente con el mismo discurso.
- Hoy, gente con un perfil como el suyo, el de Scioli, el del primer Massa, menos ideologizados, que en términos generales apelan a la concordia, criticados por la liviandad de sus discursos, caen bien en la gente, ¿por qué?
-Es que la gente quiere respeto. ¿Por qué hay que gritar, ser irrespetuoso, descalificador, agraviante, no admitir el pensamiento del otro? Yo siempre he sido igual. La sociedad espera eso, como lo espera de un padre de familia. Así que no es que uno tenga discursos livianos. Uno tiene convicciones y formas de transmitir sus ideas sin necesidad de gritar, insultar, descalificar.
-¿Usted inició los trámites y va a cobrar una jubilación de privilegio de $60.000 por mes?
- No es una jubilación de privilegio. Es la asignación que le corresponde al presidente y vicepresidente de la Nación y lo que yo he dicho es que la voy a donar en estos dos años y después cobraré como diputado o la otra, lo que corresponda.
-¿Lo que va a donar es el retroactivo de estos dos años?
- Sí. Después tengo que vivir de algo, ahora estoy viviendo de mi profesión. Seguramente, la asignación no me la van a dar, así que cobraré sueldo de jubilado..


Obama anuncia reformas para que el espionaje tenga apoyo popular

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A pesar de la veda, en las redes sociales los políticos siguen activos

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viernes, 9 de agosto de 2013

Obama cancela su reunión con Putin en medio de la tensión por el ‘caso Snowden’

 

 

La decisión refleja el malestar de la Administración estadounidense por la decisión de Rusia de ofrecer asilo temporal a Edward Snowden, excontratista de la Agencia Nacional de Seguridad.



EVA SAIZ Washington 




Obama y Putin, en la cumbre del G-8 de junio. / VÍDEO: ATLAS / FOTO: REUTERS

Estados Unidos ha decidido cancelar la cumbre bilateral con Rusia prevista para principios del próximo mes de septiembre en Moscú. Esta medida no sólo es la primera reacción firme de la Casa Blanca al desplante diplomático que supuso la concesión de asilo a Edward Snowden, sino que muestra la convicción de la Administración de la inutilidad de un encuentro del que no podía salir ningún acuerdo en concreto, dadas las discrepancias que separan a ambas potencias en la mayoría de los asuntos claves de la política internacional y su propia agenda bilateral. El presidente Barack Obama sí acudirá a la reunión del G-20 que se celebrará en San Petersburgo ese mismo mes.
“Hemos llegado a la conclusión de que no ha habido un progreso suficiente en nuestra agenda bilateral que justifique la necesidad de mantener un encuentro bilateral entre EE UU y Rusia”, ha señalado el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney en un comunicado. Aunque la presidencia insiste en dejar claro que esta es la principal causa que ha motivado la suspensión la cumbre, no desvincula la medida del caso del informático autor de las filtraciones de sus programas de espionaje masivo del Gobierno estadounidense. “La decepcionante decisión de Rusia de otorgar asilo temporal a Edward Snowden también ha ha sido un factor que hemos tomado en consideración a la hora de revisar el estado actual de nuestra relación bilateral”, advierte Carney.
La Casa Blanca siempre ha contemplado con recelo el propósito de esa cumbre bilateral dadas las claras perspectivas de no llegar a avances concretos, no solo en asuntos de calado internacional, como Siria o Irán, sino en intereses propios, como la reducción de armas, el escudo antimisiles o el respeto a los derechos humanos. Tras la concesión de asilo a Snowden, pese a los esfuerzos diplomáticos en los que se involucró hasta el propio Obama, la celebración de la reunión únicamente hubiera favorecido al presidente ruso, Vladimir Putin, que contempla este tipo de cumbres como un respaldo a su prestigio mundial. “El asunto del filtrador ha servido de perfecta excusa al Gobierno estadounidense para cancelar una reunión ante la que siempre se ha sentido incómodo”, señala Cory Welt, director del Instituto de Estudios Europeos, Rusos y Euroasiáticos de la Universidad George Washington
Esta decisión no contribuirá a destensar las frías relaciones entre EE UU y Rusia, cuyas profundas discrepancias quedaron en evidencia en la última reunión el pasado mes de junio entre sus presidentes en Irlanda del Norte, en el marco de la cumbre del G-8. “Putin no pareció muy contento”, bromeó Obama el martes por la noche durante una entrevista en el programa de Jay Leno. Fue la primera ocasión en la que el presidente abordaba el asunto de la concesión del asilo a Snowden en público. “Me decepcionó”, confesó al presentador. “Aunque no tengamos tratado de extradición, siempre hemos procurado respetar que, si hay algún delincuente o una persona buscada por la justicia en nuestros respectivos países, debemos trabajar juntos. En esta ocasión, ellos no lo han hecho”, señaló Obama. "Esto es un ejemplo del trasfondo de nuestra relación bilateral".


 VÍDEO: REUTERS-LIVE! / FOTO: AFP

Durante el programa, el mandatario no ocultó la falta de sintonía con su homólogo ruso. “En ocasiones, ellos parecen retornar a la Guerra Fría y adoptar una mentalidad de Guerra Fría, y yo no paro de decirle al presidente Putin que eso es el pasado”, reconoció Obama. La confrontación entre el Kremlin y la Casa Blanca se ha hecho más profunda desde 2011, cuando los ciudadanos rusos tomaron las calles de Moscú para protestar contra el Gobierno ruso. Entonces, Putin acusó a Washington de apoyar a los manifestantes, unas declaraciones que reiteró el pasado mes de junio. El descontento de EE UU hacia la situación de los derechos civiles en Rusia ha sido contestado por este país prohibiendo las adopciones a los ciudadanos estadounidenses. En el programa de Leno, Obama también criticó la falta de tolerancia del Ejecutivo de Putin hacia los homosexuales. “No tengo paciencia con ese tipo de países”, dijo.
Pese a la decisión de suspender la cumbre bilateral, la Casa Blanca no ignora la importancia de mantener abiertas las vías de diálogo con Rusia, un país cuya colaboración va a ser esencial para garantizar la seguridad de la salida de las tropas de Afganistán. En este sentido, Carney ha confirmado la reunión en Washington entre los secretarios de Estado y de Defensa, John Kerry y Chuck Hagel, y sus homólogos rusos, Sergey Lavrov y Sergei Shoigu "para discutir cómo podemos avanzar en el amplio abanico de asuntos que conforma nuestra relación bilateral".  En el encuentro se tratará de acercar posturas en la crisis siria, el programa nuclear de Irán o Corea del Norte, así como en el tratado New START (sobre reducción del arsenal nuclear) o el escudo antimisiles en Europa. "Nuestra cooperación en estos asuntos sigue siendo una prioridad para EE UU", señala el portavoz.

Un año de enfrentamientos diplomáticos

» 5 de julio de 2012. Moscú aprueba la ley que obliga a las ONG rusas que reciben fondos del extranjero y llevan a cabo actividades políticas a identificarse como "agentes extranjeros", que en Rusia equivale a "espía".
» 6 de diciembre. El Senado estadounidense aprueba una orden que obliga a la Administración de Obama a publicar los nombres de los ciudadanos rusos involucrados en la muerte en 2009 en prisión del abogado Serguéi Magnitsky, un activista contra la corrupción en Rusia.
» 21 de diciembre. La Duma, el Parlamento ruso, aprueba la ley que prohíbe "entregar a niños ciudadanos de la Federación Rusa en adopción a ciudadanos de los Estados Unidos de América".
» 1 de agosto de 2013. Rusia concede asilo durante un año al exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EE UU Edward Snowden, que filtró el espionaje masivo que las agencias estadounidense y británica llevan a cabo en Internet con la colaboración de grandes empresas tecnológicas.


Se empieza a abrir el telón del nuevo escenario

 

POR JULIO BLANCK/CLARÍN


A menos que estemos frente a una fabulosa conspiración de encuestadores de todo tipo y color, juramentados a mentir para perjudicar al Gobierno, Sergio Massa llega a las elecciones primarias del domingo con una luz de ventaja sobre el candidato de Cristina. Ninguna medición pone adelante a Martín Insaurralde.
En ese dato básico y decisivo coinciden los sondeos conocidos, o al menos coinciden las versiones públicas de esos sondeos. Que no es lo mismo, pero que en este caso es casi igual.
Esa coincidencia no deja de ser una rareza en una sociedad política dividida en partes aparentemente irreconciliables, que se acostumbró demasiado a no coincidir en nada. O a ocultar eventuales, posibles coincidencias con el otro, bajo el temor reverencial a ser considerado tibio, timorato, desleal o traidor.
Según las distintas consultoras, la diferencia a favor de Massa es mínima, en el gaseoso terreno de la paridad técnica; o resulta amplia, imposible de remontar. Entre esos extremos acotados oscilan los datos. Desde ya, están las que marcan un término medio, prudente, de dos a cinco o seis puntos de ventaja, que luego hará más sencilla la explicación, en cualquier sentido, cuando se conozca el resultado verdadero.
Las consultoras que tienen mayores compromisos contractuales con el oficialismo son las más cautas con los datos que difunden, cuando los difunden. No es de extrañar: a nadie le gusta incomodar en público a su cliente. Pero hay que reconocerles la audacia de decir que aunque sea por poco y aclarando que todavía no está nada definido, el que les paga no está ganando. Quizá sea una señal de cambio de época.
El hecho es que parece haber un 65% del electorado bonaerense decidido a votar contra la lista de Cristina, que encabeza el moderado Martín Insaurralde y lleva detrás, prolijamente camuflados, a cuanto gurka oficialista necesite renovar su banca. Y la incertidumbre sobre si alguien finalmente le podrá ganar al cristinismo puede provocar una corrida hacia lo que se llama con cierta perversidad “voto útil” –como si todos los demás no lo fueran– concentrando en Massa algunas voluntades que hasta ahora se distribuyen entre otras opciones opositoras.
Según encuestadores y dirigentes políticos del peronismo, este corrimiento se va a producir inexorablemente en octubre, cuando la gente vaya a votar sabiendo con precisión qué posibilidades de triunfo tiene cada candidato, porque las primarias del domingo van a dibujar ese escenario con trazo indeleble.
La cuestión es si los tiempos se adelantan. Cualquiera sea el momento en que eso ocurra, si es que ocurre, será para mayor daño del capital político del Gobierno y la Presidenta.
La perspectiva hoy es esa: derrota de Cristina y sus candidatos en los grandes distritos del país, muy comprometida la posibilidad de recostarse en la provincia de Buenos Aires para compensar esas pérdidas, y con un interrogante abierto sobre la futura cohesión del conglomerado gobernante.
¿El peronismo que permanece oficialista, con sus gobernadores, intendentes y sindicalistas, todos habituados a la sensualidad del poder, estará dispuesto a permanecer, monolítico, a la cola de un ciclo declinante?
La Provincia es doblemente estratégica entonces: por lo que representa en sí misma, el 38% del padrón nacional; y por su capacidad para equilibrar o desequilibrar sin remedio la balanza política.
Pero se ha dicho: no es sólo lo que pasa en la Provincia.
En Capital, el PRO se ilusiona hoy con llegar al 40% de los votos, basado en la fuerte imagen de la gestión de Mauricio Macri (60% de aceptación según sus propias mediciones) y la candidatura siempre amigable de Gabriela Michetti.
El kirchnerismo quedará el domingo como la segunda fuerza, a mucha distancia. Pero con la esperanza de retener la banca de Daniel Filmus en el Senado. Esto podrá ocurrir, en octubre, si se confirma que una porción de los votantes más moderados de la coalición UNEN, donde Elisa Carrió y Pino Solanas aparecen con ventaja, podrían migrar a otras opciones sin hacer caso de la unión que proponen los dirigentes.
En Córdoba, el último ajuste de encuestas encargado por el gobierno de José Manuel De la Sota coloca a su candidato, Juan Schiaretti, como ganador con alrededor de 10 puntos de ventaja sobre el radical Oscar Aguad. El cristinismo, representado por Carolina Scotto, podría arañar hasta un 15% de los votos. Pelearía por un lejano tercer lugar con el ex referí Héctor Baldassi, del PRO.
En Santa Fe el predominio de Hermes Binner es notable, al frente del añejo acuerdo entre socialistas y radicales. Lo mejor que puede esperar el Gobierno allí es que el ex gobernador Jorge Obeid, un buen candidato peronista, consiga desplazar del segundo puesto a Miguel Del Sel, el Midachi macrista que hará su segunda experiencia electoral después del espectacular debut en 2011.
Una consultora de larga y fecunda relación con el peronismo, que mide en todos los grandes distritos del país, anticipa a esta hora otras amarguras para la Casa Rosada.
El ex vicepresidente radical Julio Cobos parece marchar hacia un triunfo neto en Mendoza, la quinta provincia en volumen de electores.
El ex gobernador peronista Mario Das Neves, que hace tiempo abandonó el barco oficialista, podría imponerse con claridad en Chubut, sobre el candidato kirchnerista que auspicia su sucesor Martín Buzzi.
En la emblemática votación de Santa Cruz, el radical Eduardo Costa está dando buen combate y puede superar al candidato del gobernador peronista anti K Daniel Peralta. La lista cristinista, monopolizada por La Cámpora, corre riesgo de terminar en tercer lugar.
En Neuquén, donde el Movimiento Popular Neuquino mantiene su tradicional dominio, el avance de la fuerza provincial liderada por el intendente capitalino, el radical Horacio “Pechi” Quiroga, desafía al kirchnerismo y puede hacerle perder bancas en el Senado.
¿Alegrías para el oficialismo? Aún con dificultades, asoman como muy posibles las victorias de los gobernadores Sergio Urribarri (Entre Ríos), José Alperovich (Tucumán) y Jorge Capitanich (Chaco).
En Salta, la lista del gobernador Juan Manuel Urtubey lleva una ventaja estrecha sobre el ex gobernador Juan Carlos Romero. No se sabe si esto es bueno o malo para la Casa Rosada. Urtubey está en el Frente de la Victoria pero tiene planes propios para el futuro y se dice que Romero encontró en el Gobierno alguna mano amiga para la campaña.
En fin, que de confirmarse en las urnas este panorama, el domingo y más en octubre, quedaría archivado de modo definitivo el proyecto de eternización de Cristina con otra reelección.
Eso abriría inevitablemente una crisis en el Gobierno, que no tiene prevista –por la propia naturaleza de su liderazgo– ninguna figura para la sucesión. Con Cristina se cumple la vieja definición de Perón: “Mi único heredero es el pueblo”. O sea, nadie de carne y hueso, con nombre y apellido.
El tránsito hacia 2015 es demasiado largo y puede resultar azaroso; con una economía complicada que ya trae anuncios preocupantes para el año próximo, y un gobierno que puede ver disminuida su sustentación política y no tiene liderazgo de reemplazo.
Para trazar el futuro hay un tema determinante: ¿cómo reaccionará Cristina si las malas noticias electorales se concretan? Es una pregunta que aún no encuentra respuesta certera.
Mientras se esperan las votaciones, ya le están aconsejando a Daniel Scioli que de una vez por todas tome distancia y evite ser socio de la desgracia. En términos de lenguaje peronista: que acompañe hasta la puerta del cementerio, pero que se que quede afuera.
Scioli, que se jugó en la campaña más de lo imaginado, puede decir que gracias a su compromiso y esfuerzo personal –y también al de Cristina– al cierre de la campaña Insaurralde alcanza una posición fuertemente competitiva frente a Massa. Si eso se mantiene en las urnas Scioli habrá hecho negocio a dos puntas: Cristina fuera de la carrera de 2015 y Massa sin recortarse como una referencia indiscutida.
Pero algunos de sus consejeros le susurran que tiene que darse por hecho, que ya demostró lo que debía demostrar, que lo que viene es todo a pérdida y que si Massa llega a sacarle una ventaja muy apreciable, ahora o en octubre, establecerá una distancia que puede ser difícil de descontar.
Se lo dicen con conocimiento de causa, porque saben que el peronismo, de alma siempre tan sensible, tampoco dudará esta vez en acudir presuroso para socorrer al que gane. 

Tendencias que se agudizan a la hora de votar

Por Sergio Berensztein |  Para LA NACION

Analizados con cautela, los estudios de opinión pública pueden contribuir a tener al menos las tendencias aproximadas del comportamiento electoral de las sociedades. En efecto, parece posible determinar con cierta precisión cuál será el rango de votos que obtendrá el oficialismo a nivel nacional observando el nivel de aprobación que tiene la población de la gestión económica y política.

Así, como se observa en el gráfico que acompaña, el Indicador de aprobación de la gestión económica y política del gobierno nacional, realizado sistemáticamente por Poliarquía Consultores, parece constituir un buen predictor de la cantidad de ciudadanos que votarán por los candidatos oficialistas. Es decir, podemos también determinar cuál será el apoyo que tendrán todos los candidatos opositores juntos.

En el gráfico se señalan los porcentajes logrados por el oficialismo en las últimas tres elecciones. Como es evidente, se trata de guarismos muy similares a los que registra la curva que expresa el indicador de aprobación. En otras palabras, y aunque parece una cuestión de sentido común, los candidatos del Gobierno parecerían recibir el apoyo de aquellos ciudadanos que apoyan la política económica y la gestión política que implementa el oficialismo.
Aplicando entonces los mismos criterios, este domingo los candidatos kirchneristas a nivel nacional estarían en condiciones de alcanzar aproximadamente el 36% de los votos, valor que se corresponde con el indicador del mes de julio.
Obviamente, no estamos en condiciones de pronosticar aún qué podría ocurrir en octubre, cuando se realicen efectivamente las elecciones para la renovación de autoridades legislativas. Sin embargo, vale la pena señalar que las elecciones parecieran tener el efecto de agudizar las tendencias previamente registradas. De este modo, así como en 2007 y 2011 mejoró bastante significativamente, en 2009 ocurrió exactamente lo contrario, es decir, la opinión de la gente empeoró luego de realizados los comicios. Asimismo, en 2011 la aceleración se inició en realidad con la elección primaria realizada en agosto de ese año; veremos si ocurre lo mismo en esta oportunidad. Vale decir, considerando el recorrido que viene describiendo el indicador en los últimos meses, si empeora aún más entre agosto y octubre.
Dicho esto, es importante ser muy prudente con las interpretaciones derivadas de este tipo de análisis. En primer lugar, como es sabido, las correlaciones no implican necesariamente causalidades. En segundo lugar, el número de elecciones consideradas que este índice predijo certeramente es evidentemente muy escaso: apenas tres. El tiempo permitirá realizar otros ejercicios similares con otras bases de datos e incluso para otros países (al fin y al cabo, los criterios a la hora de votar de los ciudadanos argentinos no son tan diferentes a otras sociedades como a menudo suponemos).
Finalmente, de este estudio no se deriva que los candidatos o las campañas del oficialismo sean poco relevantes, y que su suerte esté de algún modo echada de acuerdo con lo que la sociedad opina respecto tanto de la gestión económica como de la política. Es cierto que muchas veces se pone demasiado énfasis en los esfuerzos del marketing político o se supone que la publicidad negativa o incluso algunos escándalos pueden ser determinantes para definir el resultado de una elección. Desde esta perspectiva, lo que este estudio sugiere es que las cuestiones más estructurales y de largo plazo tienen un peso relativo muy significativo, y tal vez determinante, a la hora de definir el voto de la ciudadanía al oficialismo de turno.
Sin lugar a dudas, la última palabra la tendrá la ciudadanía, que concurrirá en apenas dos días a expresar sus preferencias para seleccionar a los candidatos que competirán por primera vez mediante el mecanismo de las primarias abiertas simultáneas y obligatorias en comicios de mitad de mandato. Este domingo 11 de agosto serán los ciudadanos los que decidirán el nuevo equilibrio político que existirá en el país..