Analizados con cautela, los
estudios de opinión pública pueden contribuir a tener al menos
las tendencias aproximadas del comportamiento electoral de las sociedades. En
efecto, parece posible determinar con cierta precisión cuál será el rango de
votos que obtendrá el oficialismo a nivel nacional observando el nivel de
aprobación que tiene la población de la gestión económica y política.
Así, como se observa en el
gráfico que acompaña, el Indicador de aprobación de la gestión
económica y política del gobierno nacional, realizado sistemáticamente por
Poliarquía Consultores, parece constituir un buen predictor de la cantidad de
ciudadanos que votarán por los candidatos oficialistas. Es decir, podemos
también determinar cuál será el apoyo que tendrán todos los candidatos
opositores juntos.
En el gráfico se señalan los porcentajes logrados
por el oficialismo en las últimas tres elecciones. Como es evidente, se trata
de guarismos muy similares a los que registra la curva que expresa el indicador
de aprobación. En otras palabras, y aunque parece una cuestión de sentido
común, los candidatos del Gobierno parecerían recibir el apoyo de aquellos
ciudadanos que apoyan la política económica y la gestión política que implementa
el oficialismo.
Aplicando entonces los mismos criterios, este
domingo los candidatos kirchneristas a nivel nacional estarían en condiciones
de alcanzar aproximadamente el 36% de los votos, valor que se corresponde con
el indicador del mes de julio.
Obviamente, no estamos en condiciones de
pronosticar aún qué podría ocurrir en octubre, cuando se realicen efectivamente
las elecciones para la renovación de autoridades legislativas. Sin embargo,
vale la pena señalar que las elecciones parecieran tener el efecto de agudizar
las tendencias previamente registradas. De este modo, así como en 2007 y 2011
mejoró bastante significativamente, en 2009 ocurrió exactamente lo contrario,
es decir, la opinión de la gente empeoró luego de realizados los comicios.
Asimismo, en 2011 la aceleración se inició en realidad con la elección primaria
realizada en agosto de ese año; veremos si ocurre lo mismo en esta oportunidad.
Vale decir, considerando el recorrido que viene describiendo el indicador en
los últimos meses, si empeora aún más entre agosto y octubre.
Dicho esto, es importante ser muy prudente con las
interpretaciones derivadas de este tipo de análisis. En primer lugar, como es
sabido, las correlaciones no implican necesariamente causalidades. En segundo
lugar, el número de elecciones consideradas que este índice predijo
certeramente es evidentemente muy escaso: apenas tres. El tiempo permitirá
realizar otros ejercicios similares con otras bases de datos e incluso para
otros países (al fin y al cabo, los criterios a la hora de votar de los
ciudadanos argentinos no son tan diferentes a otras sociedades como a menudo
suponemos).
Finalmente, de este estudio no se deriva que los
candidatos o las campañas del oficialismo sean poco relevantes, y que su suerte
esté de algún modo echada de acuerdo con lo que la sociedad opina respecto
tanto de la gestión económica como de la política. Es cierto que muchas veces
se pone demasiado énfasis en los esfuerzos del marketing político o se supone
que la publicidad negativa o incluso algunos escándalos pueden ser
determinantes para definir el resultado de una elección. Desde esta
perspectiva, lo que este estudio sugiere es que las cuestiones más
estructurales y de largo plazo tienen un peso relativo muy significativo, y tal
vez determinante, a la hora de definir el voto de la ciudadanía al oficialismo
de turno.
Sin lugar a
dudas, la última palabra la tendrá la ciudadanía, que concurrirá en apenas dos
días a expresar sus preferencias para seleccionar a los candidatos que
competirán por primera vez mediante el mecanismo de las primarias abiertas
simultáneas y obligatorias en comicios de mitad de mandato. Este domingo 11 de
agosto serán los ciudadanos los que decidirán el nuevo equilibrio político que
existirá en el país..
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