Dentro de una semana se realizarán por primera vez
a nivel nacional las Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias para una
elección de medio término. Además de definir las candidaturas de unos pocos
partidos que presentan más de una lista interna, y de dejar afuera de octubre a
las fuerzas que no superen el corte mínimo de votos, las PASO serán una gran
encuesta nacional. Permitirán conocer las fortalezas y debilidades del
oficialismo y de la oposición, y servirán para redefinir estrategias con vista
a la "verdadera" elección de octubre.
Para muchos dirigentes opositores, estas elecciones
servirán como trampolín para entrar en la discusión por 2015. Las probables
victorias de Mauricio Macri en la ciudad, de Hermes Binner en Santa Fe, de
Julio Cobos en Mendoza o José de la Sota en Córdoba confirmarán sus status de
presidenciables. En todos estos distritos el gobierno nacional no hará una
buena elección.
Pero si las PASO confirman las tendencias que
muestran las encuestas nacionales, el kirchnerismo tendrá, una vez concluido el
ciclo electoral, dos argumentos para presentarle a la sociedad una victoria.
Por un lado, podrán decir que ninguna otra fuerza política se acerca al caudal
de votos nacionales del Frente para la Victoria; a pesar que sufrirá derrotas
en distritos claves, el kirchnerismo será, en promedio, la fuerza con más votos
y logrará la primera minoría en el nivel nacional.
A su vez, la Presidenta y sus voceros podrán, muy
probablemente, declamar que el Gobierno renovó más bancas de diputados que las
que perdió. Existe una posibilidad muy concreta que esto suceda. Se renuevan
este año 127 diputados que fueron elegidos en 2009. De ellos sólo 45 están
alineados con el gobierno nacional.
Por ejemplo, en los distritos de Córdoba, Santa Fe,
Mendoza, Entre Rios y la ciudad de Buenos Aires, provincias que concentran el
30% de la población argentina, el Gobierno sólo renueva siete diputados. Más
allá de que el oficialismo realice malas elecciones en estas provincias,
obtendrá más de siete bancas (sólo en la ciudad de Buenos Aires podría llegar a
ganar cuatro). En el nivel nacional no es ilógico pensar que el Gobierno
obtenga entre 5 y 10 diputados más que los que renueva.
Pero, por más que se lo intente disfrazar, el
Gobierno no podrá ocultar el análisis y la lectura política que se hagan del
resultado electoral. Y de allí surgirán principalmente debilidades.
En primer lugar, quedará en evidencia el profundo
desgaste y alejamiento con la sociedad que sufrió la Presidenta en estos
últimos dos años: hace solo 20 meses Cristina Kirchner obtuvo el 54% de los
votos, hoy pareciera que el gobierno se contenta con llegar al 35%.
También será evidente que la reforma de la
Constitución y la posibilidad de una nueva re-elección constituyen una utopía
de unos pocos románticos. Estará claro, además, que el peronismo (y otros factores
de poder) ha empezado a realinear su apoyo al proyecto K: al desafío electoral
que presenta Sergio Massa y Francisco de Narváez en la provincia de Buenos
Aires, hay que sumarles otros como el del peronismo cordobés o santacruceño.
Por último, otro hecho importante ha quedado
evidenciado recientemente: la Presidenta carece de figuras conocidas y bien
conceptuadas por parte de la población que puedan ser mostradas como
potenciales sucesores del kirchnerismo. La elección de Martín Insaurralde como
primer candidato del distrito más importante del país es el mejor ejemplo de
esto. Cristina Kirchner, por carácter, carisma y estilo de conducción es la
figura única e indiscutida del proyecto kirchnerista. Pareciera no haber
espacio a su lado para que crezca alguien con capacidad de dar continuidad a su
obra.
En 2009, Cristina Kirchner enfrentaba una situación
más adversa que la actual. Muchos pensaban que no tenía margen de recuperación
y que el proyecto K se dirigía hacia un final. Pero sustentada en el fuertísimo
crecimiento económico de 2010/11 y en el shock carismático que resultó del
fallecimiento de Néstor Kirchner, la Presidenta logró una histórica reelección
en 2011.
Hoy, aunque
algunos sostienen que la historia puede repetirse, la situación es notoriamente
diferente. Sin posibilidad de reformar la Constitución, con el peronismo en
proceso de realineamiento, sin figuras propias destacadas que sirvan de
contención y con un panorama económico para los próximos años, cuanto menos,
complicado, las posibilidades de la Presidenta de controlar el destino del país
como la ha hecho en estos últimos 10 años comienzan a disiparse. En 2014 se
hablará mucho de 2015..
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