Majestuoso testimonio de un poder agostado
sábado, 9 de marzo de 2013
viernes, 8 de marzo de 2013
El cónclave comenzará el martes 12
La ceremonia tendrá lugar en la Capilla Sixtina.
115 cardenales menores de 80 años, procedentes de 51 países, elegirán al nuevo
Papa.
La tarde
del próximo martes, 115 cardenales menores de 80 años, procedentes de 51
países, se encerrarán en la Capilla Sixtina para tratar de elegir al nuevo
pontífice de la Iglesia católica, después de que el anterior, Benedicto XVI,
hiciera efectiva su renuncia el pasado 28 de febrero a las ocho de la tarde.
Después de cinco días de reuniones, el colegio cardenalicio —formado por los
115 electores y los 90 purpurados mayores de 80 años— decidió este viernes
fijar la fecha del
cónclave para el día
12. El rito será cumplido con toda la solemnidad de que es capaz el Vaticano.
En el momento en que un candidato obtenga los dos tercios de los votos, el
cardenal decano le preguntará: “¿Aceptas tu elección canónica para Sumo
Pontífice?”.
Por la
mañana, los 205 cardenales participarán en la basílica de San Pedro en la misa Pro
eligendo Romano Pontifice, a la que podrán asistir todos los fieles
que madruguen y el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede. Por la
tarde, los 115 electores —eran 117, pero el cardenal indonesio Darmaatmadja ha
renunciado por enfermedad y el escocés
O’Brien por un viejo asunto de acoso a otros sacerdotes— se reunirán
en la capilla Paulina para ir en procesión a la Capilla Sixtina. En el trayecto
recitarán letanías y entonarán cánticos para invocar la ayuda del Espíritu
Santo. Una vez bajo el Juicio Final de Miguel Ángel, lo primero que harán
los electores será comprometerse bajo juramento a no revelar jamás lo que allí
suceda. El recinto ha sido blindado electrónicamente para evitar cualquier tipo
de conexión con el exterior.
Las
votaciones serán secretas. Los cardenales recibirán unas tarjetas rectangulares
con la inscripción en latín “eligo in Summun Pontificem”. Deberán escribir solo
un nombre —más de uno convertiría el voto en nulo—, intentando que su
caligrafía no pueda ser reconocida. Son muy curiosas las normas que la
constitución apostólica Universi Dominici Gregis contempla para garantizar una votación
limpia. Entre otras cosas, advierte de que si se produce una votación entre los
dos candidatos más votados, los interesados no pueden participar, y que si se
detecta un caso de compra de votos —el llamado delito de simonía—, los
infractores serán excomulgados, aunque el voto será válido. También está
prohibido llegar a cualquier tipo de pactos para orientar el voto.
Si el
martes ningún candidato obtuviese los 77 apoyos necesarios para ser elegido
papa, sobre el cielo de Roma se elevará una fumata negra, y los cardenales
volverán el miércoles a la Capilla Sixtina e intentarán de nuevo el consenso
mediante dos votaciones por la mañana y dos por la tarde. Si el desacuerdo
persistiera después de tres días de votaciones, los electores tomarán un
descanso un día para dedicarse a la oración y al cambio de pareceres. Tras la
pausa, se iniciará otro turno de siete votaciones. En cualquier caso, ni la experiencia
ni lo sucedido estos días inducen a temer que las votaciones se eternicen. En
primer lugar, porque desde el siglo XIX ningún cónclave ha durado más de cuatro
días. En 1978, solo se tardó dos días en elegir a Juan Pablo II, y en 2005,
solo día y medio para elegir a
Benedicto XVI. Y, en segundo lugar, porque durante las
congregaciones generales que se han celebrado desde el lunes en el Vaticano se
ha adelantado mucho el trabajo. Más de 100 cardenales de los 153 presentes ya
han intervenido y los principales objetivos de los encuentros —conocerse entre
sí y poner en común cuál es la situación de la Iglesia y cuáles sus
necesidades— parece que se han alcanzado. Muchos de los
cardenales, sobre todo los procedentes de Estados Unidos, insistieron en que, antes de elegir al sucesor de
Joseph Ratzinger, necesitaban saber los detalles
del caso Vatileaks, la filtración de
documentos secretos del Papa.
Tal vez
el martes por la tarde, el cardenal Giovanni Battista Re —que sustituirá al
cardenal Angelo Sodano, que tiene 85 años y por tanto no podrá entrar en la
Capilla Sixtina— obtenga respuesta positiva a la pregunta: “¿Aceptas tu
elección canónica para Sumo Pontífice?”. En ese caso, volverá a hacer otra
pregunta: “¿Cómo quieres ser llamado?”. Una fumata blanca se elevará sobre el
cielo de Roma y una nueva etapa para la Iglesia será anunciada al mundo bajo la
vieja fórmula: “Habemus Papam”.
El Papa filósofo
La argumentación de Ratzinger, cuando resulta inteligible, tiene escaso
vuelo. En lo esencial nos dice que, como el relativismo resulta antipático y la
razón insuficiente, la religión es nuestro único asidero.
Si hemos
de hacer caso a algunos comentarios de prensa, Benedicto XVI, una vez
abandonado el Vaticano, debería enfilar hacia Oxford o el MIT. Su talento
filosófico no desmerecería al de Russell, Putnam, Kripke o Rawls, por citar a
algunos de los grandes.
Los
comentaristas han destacado, sobre todo, su defensa de la razón y su
descalificación del relativismo. En principio, se podría pensar que una cosa va
con la otra, que su compromiso racionalista está en el origen de su condena del
“todo vale”. La razón oficiaría como un baremo capaz de ponderar la dispar
calidad de las ideas. Si esa fuera la opinión del ahora Papa emérito, los
aficionados a la filosofía estaríamos encantados. Es el guión que inspira a la
competencia científica y, también, a la versión más decente de la democracia,
esa que entiende la pública deliberación como el método más seguro para recalar
en las mejores propuestas. Si no se confía en que unas opiniones son mejores
que otras, no vale la pena discutir. Hay modos más entretenidos de echar la
tarde.
Pero la
senda de la razón no es el único camino para llegar al antirrelativismo. Un
talibán es poco relativista. Tiene un trato privilegiado con la verdad y no
está para tonterías. La razón, en su caso, ni siquiera es un trámite. No se
concede hipocresías. A su parecer, su religión le dicta un agotador programa de
actividades, de la cuna a la tumba, que incluyen las cosas que debe comer y las
ropas que debe vestir. No solo él, también los demás. Desde luego, es difícil
superar ese antirrelativismo. También admirarlo.
Ratzinger,
ciertamente, no es un talibán. Tiene tratos con la razón y, ahí es nada, hasta
discute con Habermas. Pero son tratos un tanto peculiares. Acepta el debate
entre razón y fe, pero, cuando llega el reparto de las verdades morales, a la
menor dificultad de la razón se queda con todo. No lo digo yo, sino él mismo,
en su debate con el filósofo alemán: “A la razón se le debe exigir a su vez que
reconozca sus límites y que aprenda a escuchar a las grandes tradiciones
religiosas de la humanidad”. Ratzinger establece una suerte de equiparación —de
“diálogo”— entre la razón y la religión y, como la cosa no acaba de funcionar,
como es normal, allí aparece él a recoger la cosecha. El vacío de la razón lo
llena la fe. El truco del argumento consiste en apropiarse de los límites de la
razón. En una de sus variantes, ese truco abastece a la superstición: como la
ciencia no lo explica todo, la ciencia —se concluye y se trampea— no explica
nada del todo. Eso que queda fuera, lo inexplicable, confirmaría que hay que
apelar a otras entidades “no naturales”.
Que la
equiparación entre los límites de la razón y los límites del dogma está fuera
de lugar se muestra en el hecho mismo de que todo lo que sabemos acerca de los
límites o excesos de la razón es el resultado del ejercicio de la razón.
Estamos instalados en la razón y mediante ella descubrimos sus errores o
excesos. No hay más. No se sabe muy bien qué significa eso de tasar a la razón,
dónde se instalaría ese punto de vista transcendental. Nada parecido sucede en
el otro lado: el dogma se cuece en su propia salsa.
El asunto
se pone más negro si, además, se aspira al monopolio de la trascendencia, si la
apelación a “las grandes tradiciones religiosas de la humanidad” quiere decir
“a mi religión”. Mi religión sin concesiones. Porque Ratzinger no se contenta con
una idea blanda de religión, con una suerte de vago sentimiento de
espiritualidad compatible con diversos contenidos. Concede muy poco a los otros
competidores por los territorios situados en “los límites de la razón”, como lo
confirma su crítica a lo que se ha dado en llamar “pluralismo religioso”. Según
este, las religiones serían distintas formas de aproximarse a una misma verdad
(inasible, “nouménica”) y, por eso mismo, la salvación estaría abierta a
cualquiera. Su defensa más vertebrada, la de John Hick, sostiene que existe una
realidad infinita, impenetrable para la razón humana, que se experimenta de
distinto modo según cada religión. Las religiones vendrían a ser distintos
modos de responder a esa realidad última. La verdad religiosa “nouménica” se
expresaría en diferentes credos o comportamientos morales que pueden incluso
participar de tesis contrapuestas. El núcleo teológico “verdadero” estaría más
allá de lo que podemos llegar a entender o reconocer. Deshilachada su conexión
con nuestro mundo, no habría manera de reconocer un hilván único o inequívoco
que nos permita acceder a ese núcleo. Dicho de otro modo y para lo que importa:
no cabría una interpretación doctrinal correcta ni, por tanto, nada parecido a
una verdad compartida. Cada cual tiene la suya, tan buena como la de los demás.
Ratzinger
piensa otra cosa, según se desprende de su presentación de la Declaración
Dominus Iesus, de elocuente subtítulo: “Sobre la unicidad de la Iglesia
católica como religión verdadera”. Allí deja bien clara su oposición a “la idea
de que todas las religiones son para sus seguidores vías igualmente válidas de
salvación” y su desacuerdo con que, para la salvación, basta con el “sentido
personal de la religión”.
No se
trata de una opinión circunstancial. Dominus Iesus, en realidad, no era más que
la versión destilada y vulgarizada de opiniones que había venido sosteniendo en
textos más elaborados. En sus reflexiones sobre la encíclica Fides et ratio no
dejaba lugar a duda alguna y, no por casualidad, acudía al pasaje bíblico más
apreciado por quienes sostienen que únicamente hay una religión verdadera y
solo en ella cabe la salvación: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida: nadie
accede al Padre sino por Mí”. En estas palabras de Cristo, según el Evangelio
de Juan (14, 6), está expresada la pretensión fundamental de la fe cristiana.
De ella brota el impulso misionero de la fe: solo si la fe cristiana es verdad,
afecta a todos los hombres; si es solo una variante cultural de las
experiencias religiosas del hombre, cifradas en símbolos y nunca descifradas,
tiene que permanecer en su cultura y dejar a las otras en la suya. Pero esto
significa lo siguiente: la cuestión de la verdad es la cuestión esencial de la
fe cristiana". En resumen: hay una verdad (moral) objetiva, que
precisamente por eso puede ser valiosa para mi salvación, una verdad que otorga
sentido a mi vida, y que no se sostiene en la razón sino en una verdad
doctrinal cuyo fundamento último es un texto sagrado.
Ningún
teólogo competente ignora que estos juicios son un campo minado. Con todo, no
faltan los que, con buenas herramientas analíticas, han intentado, mal que
bien, dotarla de sentido en alguna de sus variantes. William Alston, Antony
Flew y Richard Swinburne son algunos de ellos. Ratzinger está en otra cosa.
Su
argumentación, cuando resulta inteligible, tiene escaso vuelo. En lo esencial
nos dice que, como el relativismo resulta antipático y la razón insuficiente, la
religión es nuestro único asidero. Pero no cualquier religión, sino la religión
fetén que, una vez conseguido el monopolio del espíritu, se adueña de los
límites de la razón. El problema de ese cuento es que también funciona al
revés: puesto que la religión se sostiene en el dogma y la razón no es
concluyente, no cabe fiarse de nada y lo mejor es apostar por el relativismo.
En realidad, el único camino fiable, en su provisionalidad, es el tercero, el
que conduce a la razón, instalada en su provisionalidad, pero dispuesta a
rectificar, sin ningún anclaje “externo”, como los tripulantes de un navío que
no pudiendo amarrar en tierra firme se vieran obligados a reparar sus averías
con los materiales del propio barco, por utilizar la magnífica imagen de Otto Neurath.
Esa posibilidad de rectificar no la contempla ni el dogma, por su propia
condición, ni el relativismo, para el que carece de sentido la posibilidad de
comparar y corregir.
Si desde
el punto de vista teórico las tesis resultan endebles, desde el punto de vista
práctico dan un poco de miedo: una moral sostenida en la doctrina y que, por lo
que se dice, cae fuera del alcance de la razón práctica. Confieso que ante este
antirrelativismo, me entran ganas de entregarme al más desatado nihilismo.
Incluso fanáticamente.
Félix
Ovejero es
profesor de la Universidad de Barcelona.
Menem, condenado por contrabando de armas a Ecuador y Croacia
La Sala I de la Cámara Federal de Casación Penal lo
condenó como "coautor de contrabando agravado".
La Sala I de
la Cámara Federal de Casación Penal, integrada por los jueces Raúl Madueño,
Luis María Cabral y Juan Carlos Gemignani, condenó al ex presidente Carlos
Saúl Menem como coautor de contrabando agravado enla causa por el envío ilegal de 6000 toneladas de
armas del Ejército a Ecuador y Croacia durante la década del 90.
En
septiembre de 2011, el Tribunal Oral en lo Penal Económico N° 3 había absuelto a Menem y
a los otros 17 acusados. La causa llegó a Casación , que es el máximo tribunal penal del
país, tras los recursos presentados por el Ministerio Público Fiscal y la
Aduana contra esa absolución.
Los acusados
son Carlos
Menem, Diego Palleros, Emir Yoma, Oscar Camilión, Luis Sarlenga,
Carlos Núñez, Edberto González de la Vega, Manuel Cornejo Torino, Antonio
Vicario, Julio Sabra, Haroldo Fusari, Teresa Irañeta de Canterino, Carlos
Franke, Jorge Cornejo Torino, Enrique de la Torre, Mauricio Muzi, Juan Paulik y
María Teresa Cueto.
QUÉ PASÓ
Los envíos de armas a Croacia comenzaron en 1991,
al amparo de dos decretos secretos firmados por Menem y varios de sus
ministros, y continuaron desde 1993 hasta 1995, cuando Menem firmó un tercer
decreto presidencial secreto.
Los dos primeros autorizaban las ventas de armas a
Panamá, país que carecía de Ejército tras la invasión estadounidense, y el
tercero aprobaba ventas a Venezuela. Ni Panamá ni Venezuela pidieron ni
recibieron el armamento, que en su casi totalidad fue adquirido por Croacia,
que estaba en guerra con Serbia tras la disolución de la ex Yugoslavia. Sobre
esa zona pesaba un embargo de las Naciones Unidas para las ventas de armas.
Una pequeña parte se envió clandestinamente a
Ecuador en 1995 durante su guerra con Perú. También existía un embargo para las
ventas de armas a ambos países, con el agravante de que la Argentina era uno de
los garantes del Tratado de Paz entre las dos naciones.
En total, hubo siete embarques marítimos a Croacia
y tres aéreos a Ecuador. En el primer barco que zarpó a Croacia en 1991 se
cargó armamento producido por Fabricaciones Militares, pero en los demás las
armas salieron de unidades del Ejército. Aunque el material era usado, se
cobraron reembolsos por las "exportaciones", que en el caso de
Ecuador consistieron en piezas inutilizables.
El 13 de septiembre de 2011, después de tres años
de juicio oral y un total de 16 años de investigación judicial, el ex
presidente Menem; su ex cuñado y ex asesor Emir Yoma, el ex ministro de Defensa
Oscar Camilión y el resto de los acusados respiraron con alivio. Ese día, el
Tribunal Oral en lo Penal Económico N° 3 los absolvió "de culpa y cargo
por el delito de contrabando calificado".
El último caudillo
La cuestión es saber si tendrá algún coste la dependencia de Venezuela
ante el embrujo de Chávez.
Durante
los 13 años, 10 meses y seis días que se pavoneó por las pantallas de
televisión de todo el mundo, entre su primera toma de posesión como presidente
de Venezuela y su desaparición del escenario público el pasado mes de
diciembre, nunca se supo exactamente qué pensar de Hugo Chávez, que murió el
martes a los 58 años. Bailó, rió, parloteó, amenazó, cantó, bravuconeó,
alardeó, y ahora el comandante, que en realidad era teniente coronel, ha dejado
un gran hueco. En sus años en el poder, nunca faltaba tema de conversación en
una cena o una fiesta venezolana: siempre estaba Chávez, y solo Chávez, como
objeto de lamentaciones, elogios, burlas o ruegos. Él era el único problema y
la única solución a todos los problemas. En su ambición infinita y desatada —la
ambición del gordo que se ensancha en el ascensor para ocupar más espacio—, él
lo era Todo.
Fueron
infinitas las contradicciones de Chávez, a quien nunca le gustaron los
derramamientos de sangre, ni la suya ni la de otros: abortó un breve y torpe
golpe de Estado que armó en 1992 contra un presidente elegido democráticamente
y, en el mismo momento de reconocer la derrota, comenzó su propia campaña
electoral. “Por ahora... no logramos controlar el poder”, declaró ante los
micrófonos de los periodistas durante su detención (¿y quién fue el bobo que
permitió que hiciera una afirmación tan desafiante un preso al que estaban a
punto de someter a un consejo de guerra?). La actitud descarada e impenitente
de Chávez cautivó a los venezolanos. Tras salir de la cárcel, ganó las
elecciones presidenciales de 1998 con toda comodidad.
Todos
estos años después, sigue siendo difícil saber si su mandato fue una
dictablanda o no. A pesar de sus diatribas antiimperialistas, el petróleo
venezolano no dejó de llegar ni un solo día a los puertos de Estados Unidos. A
pesar de sus sermones socialistas, su país siguió firmemente arraigado en el
capitalismo.
El
misterio de Chávez: se encontró con un país asolado por la corrupción y el mal
gobierno y, sobre todo, la caída de los precios internacionales del crudo, que
es casi lo único que exporta Venezuela al mundo. Durante sus años en el poder,
el petróleo —que representa el 30% del PIB, y es un sector en el que el país se
encuentra entre los 10 primeros productores mundiales— pasó de nueve dólares el
barril a casi 150; en la actualidad, se mantiene en torno a 100 dólares el
barril. Pese a lo que representa semejante ingreso para un país pequeño
(Venezuela tiene una población estable de más o menos 30 millones de
habitantes), el chavismo se caracterizó por una serie de desastres —los más
notables, en vivienda, infraestructuras, agricultura, electricidad,
distribución de alimentos y seguridad pública—, y la producción de petróleo se
redujo, gracias a unos niveles notables de mala gestión. Y, sin embargo, Chávez
ganó fácilmente sus cuartas elecciones el pasado octubre, cuando ya le habían
operado de cáncer tres veces y era difícil no darse cuenta de que se estaba
muriendo, por más que se negara a ofrecer ninguna información sobre el avance de
la enfermedad que iba a acabar con su vida.
Se
preocupaba por la gente. Desafió el racismo venezolano y se saltó las barreras
de clase. Él, que provenía de un entorno paupérrimo, llevó importantes mejoras
en sanidad, educación y asistencia pública a los barrios en los que viven los
pobres. Era desafiante. Era machista. Según el expresidente Jimmy Carter y
otros observadores imparciales, redujo de forma espectacular la pobreza.
Insultaba a Estados Unidos sin cesar y luego salía corriendo como un escolar
travieso, entre risas. Vivía encantado consigo mismo. Pero otros gobernantes
con virtudes y logros parecidos no han conseguido ser Chávez, y se han retirado
de su cargo entre la indiferencia del público, o han acabado expulsados por
muchedumbres que les hubieran querido hacer pedazos. Y hoy se puede decir sin
temor a equivocarse que Chávez, ya fallecido y a punto de tener un funeral
digno de un santo, influirá en la política y las relaciones sociales de su país
desde esa otra parte de la ribera durante años, tal vez decenios, como el líder
latinoamericano al que más se parecía, el argentino Juan Domingo Perón. O,
mejor dicho, como Perón y su mujer, Evita, porque su complicada personalidad y
su forma de morir hacen que se parezca a ambos.
No fue el
primer presidente que tuvo fracasos, ni el primero que siguió siendo popular a
pesar de esos fracasos. Pero lo que inquietó a tantos observadores fue esa
popularidad tan peronista: la pasión con la que gritaban su nombre en inmensas
concentraciones públicas, el odio que agitaba en sus seguidores cuando
denunciaba a los imperialistas, los tiburones, los que querían asesinar a
Venezuela, los traidores, los inmundos cobardes que se atrevían a discrepar de
él. Y ahora vemos el llanto desesperado de millones de venezolanos, que temen
haber perdido no a un presidente, un político ni un gran líder, sino a un
padre, un salvador, un protector del huérfano que vive asustado dentro de todos
nosotros.
Es
posible que, al intentar evaluar el asombroso mandato de Hugo Chávez, lo que
debamos preguntarnos es esto: si el pueblo al que ha dejado solo cayó en una
especie de fe y dependencia infantil bajo su embrujo, y qué coste puede tener
esa regresión. Tal vez es una situación que crean aquellos gobernantes a los
que llamamos caudillos —jefazos de mano fuerte que gobiernan a fuerza de personalidad—.
Quizá Hugo Chávez Frías fue el mayor de todos ellos. “No hay chavismo sin
Chávez”, proclamaba una y otra vez. ¿Quién va a enjugar ahora las lágrimas de
Venezuela?
Alma
Guillermoprieto es
periodista y escritora mexicana.
© 1963-2013 NYREV, Inc. Distribuido por The New York
Times Syndicate.
Enigmas de las mujeres que hicieron Historia
El
texto siguiente es un resumen de uno de los capítulos del libro Enigmas de la Historia Argentina (Editorial
Sudamericana)
Dos
siglos atrás, las mujeres vivían recluidas en lo doméstico. Su papel estaba
limitado a ser madres y esposas esforzadas, y no eran aceptadas en terrenos
como la política, el periodismo o la literatura. Sólo algunas se animaban a
desafiar los cánones de su tiempo o buscaban artilugios para estar presentes en
lo público. La condición femenina en el siglo XIX implicaba, desde la base, una
inferioridad jurídica: "En ese siglo la mujer sufre un atraso, una
insubordinación notable -explica Dora Barrancos, directora del Instituto
Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Fiolosofía y Letras
de la UBA-.
El
XIX es un siglo hostil para la mujer. En momentos históricos anteriores las
mujeres fueron mejor tratadas por las leyes, pero desde el Código francés de
1804 volvieron varios casilleros atrás. Hoy nos puede parecer imposible de
aceptar que la mujer era consideraba entonces un ser ingobernable, impredecible
e inferior biológicamente. El Código Civil de Dalmacio Vélez Sarsfield es, en
este sentido, la normativa que cristaliza la desigualdad y la imagen de la
mujer como una persona incapaz. El artículo 55 declaraba la incapacidad
relativa de la mujer casada y el 57, inciso 4, la ponía bajo la representación
del marido. Las mujeres casadas no podían suscribir contratos sin el aval del
esposo, y tampoco podían administrar o disponer de sus bienes propios.
Una
mujer era equivalente en lo legal a un niño o un discapacitado. Es más, se les
negaban ciertos derechos (votar, firmar un contrato, heredar) porque se las
consideraba irracionales, que podían ser presas fácilmente de las pasiones. En
cambio, el hombre era considerado un ser racional. El esquema tradicional de
aquel momento histórico se traduce así en una división de tareas: la mujer se
desempeña en el ámbito privado, y el hombre en el ámbito público, lo que
incluía la opinión, el gobierno, el trabajo, todas actividades vedadas a la
mujer.
Por
supuesto, hubo notables excepciones a este papel secundario de la mujer, de
Mariquita Sánchez, influyente desde sus salones, a Encarnación Ezcurra, mujer
de Rosas y una de sus espadas políticas. "Uno ve las cartas de Guadalupe
Cuenca, la esposa de Mariano Moreno, y se da cuenta de cómo se mete en política
para acompañarlo. Lo mismo Carmen Puch de Guemes, quien le dice a su marido que
ha mandado dos bomberos que en realidad son dos espías. Ni hablar de
Encarnación, la mujer de Rosas, a mi entender la que alcanzó el mayor poder
hasta el advenimiento de Eva Perón", según la historiadora Lucía Gálvez.
El
capítulo completo del libro
Mariquita
Sánchez de Thompson fue la anfitriona que condujo la velada en el salón más
famoso del Río de la Plata. Fue ella una escritora a la manera antigua, porque
desarrolló una escritura para su circulo cerrado (familia, tertulias, salones,
amigos), aunque esos ámbitos de sociabilidad terminaban excediendo lo
doméstico, al participar de ellos filósofos, escritores, hombres de la
política, científicos. En el aún incipiente campo literario muchas mujeres
fueron creativas para poder participar: escribían sin firmar, usaban el
anonimato, o colocaban seudónimos. La sobrina de Rosas, Eduarda Mansilla de
García, publica bajo un nombre que remite a su identidad verdadera: el de su
hijo. Una forma de emancipación femenina, fundamental en el sigo XIX, es la
literatura y el periodismo.
Hoy nos puede parecer imposible de aceptar que
la mujer era consideraba entonces un ser ingobernable, impredecible e inferior
biológicamente
A pesar de todo, hay mujeres que se animan a
profesionalizarse. Juana Manuela Gorriti nace a comienzos de siglo y muere en
1892; fue una escritora en primer lugar, hija de una familia patricia
importante en el norte argentino. Se exilia junto con su familia cuando es muy
joven, y se casa con quien va a ser presidente boliviano (Manuel Belzu, de
quien luego se separa, para irse a vivir a Perú). Su padre había actuado contra
los ingleses en 1806, contra los españoles desde 1810, fue colaborador de
Guemes y varias veces gobernador de Salta. Gorriti fue una escritora muy
prolífica y bastante popular entre el público latinoamericano del siglo XIX.
En
el periodismo también se expresaron las luchas de las mujeres por sus derechos.
La Aljaba, cuyo primer número salió el 16 de noviembre de 1830, fue la primera
publicación escrita por una mujer para las mujeres. Su responsable fue Petrona
Rosende de Sierra, una mujer nacida en Montevideo y defensora del derecho
femenino a estudiar.
Mariquita Sánchez de Thompson.
Foto 1 de 10
Juana Manso también fue un personaje relevante
en el periodismo y, al lado de Sarmiento, en el movimiento a favor de la
educación popular. Manso defiende la educación laica y mixta, lo que le trae
muchas complicaciones porque en la época primaba la moral cristiana a la hora
de educar. Asume el enorme desafío, por invitación de su amigo Sarmiento, de
dirigir una escuela mixta y, en 1865, la dirección de los Anales de la
Educación Común. Es además fundadora de uno de los primeros semanarios para
mujeres en la Argentina: El Álbum de Señoritas, en 1854, el cual pasa a la
historia por ser la primera publicación que se registra bajo el nombre de su
redactora y, como propone ella, propietaria. Juana firma y compone todo el
semanario, y escribe sobre filosofía, educación, leyes, teatro, moda y
actualidad. Toda una innovación para la época.
La
gran batalla por la emancipación femenina se da entre 1910 y 1920, cuando
mujeres activistas ponen el tema en la agenda pública y legislativa. El senador
socialista Enrique del Valle Iberlucea propone la completa emancipación civil
femenina en 1918, incluyendo el divorcio. Aunque muchas prácticas sociales y
culturales se mantuvieron, la condición de minoridad empieza a acabarse recién
entrado el siglo XX (con la ley de 1926), cuando se reconocen justamente los
derechos civiles de las mujeres y se retira la tutela del marido para el
ejercicio de profesiones, trabajos, y actividades económicas. Desde mucho antes
hubo mujeres que lucharon contra esta lógica discriminatoria de concebir las
relaciones sociales, siendo un caso interesante el del movimiento a favor del
sufragio femenino.
No
debe olvidarse el trabajo del Centro Feminista fundado en 1905 por Elvira
Rawson de Dellepiane, la Comisión pro sufragio femenino de 1907, la Unión
feminista nacional impulsada por Alicia Moreau de Justo o el Partido Feminista
Nacional fundado en 1919 por Julieta Lanteri, el cual organizó un simulacro de
votación femenina el 7 de marzo de 1920 (pusieron mesas, urnas y sufragaron más
de 4000 mujeres, con el objetivo de crear conciencia en la opinión pública).
La
mayoría admitía el voto sólo de las mujeres alfabetas, o de las que tuvieran
título universitario, pero el proyecto que fue más lejos resulto ser el del
senador socialista Mario Bravo, que promovía la igualdad plena entre hombre y
mujer, considerando inconstitucional que no se las dejara votar a las mujeres.
Para
los conservadores de las primeras décadas del siglo XX el voto femenino
representaba una injerencia en los derechos privados masculinos y una forma de
alterar el orden familiar. Y se temía que el sufragio femenino pusiera en
riesgo la supuesta armonía del hogar.
El 9 de setiembre de
1947 el Congreso nacional aprueba la ley de voto femenino, impulsada
especialmente por Eva Perón. Tarde respecto de países como Brasil o Uruguay, el
sufragio llega a las mujeres como resultado de una larga lucha que había
empezado mucho antes, en el agitado siglo XIX..
Advierten que la inflación ya es un problema endémico de la Argentina
Según el Instituto de Finanzas Internacionales,
este año los precios crecerán 27,7%; considera que, junto con Venezuela, el
país es un "lastre" para el crecimiento de la región.
La Argentina, junto con Venezuela, se está
transformando en un "lastre" para el crecimiento de la región. Según
el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), una
asociación global formada por más de 470 entidades financieras y que hace
tiempo se muestra crítica con el país, la Argentina será este año el país de la
región que menos crecerá (2,5%), después de Venezuela (1%).
En un
informe difundido ayer, el IIF dice que después de haber reducido su ritmo de crecimiento en 2012
(2,6%), la economía de América latina recuperará vigor este año, con un
crecimiento estimado de 3,5 por ciento. Sin embargo, advierte, hay excepciones,
con algunos países que están mostrando crecientes desequilibrios
macroeconómicos, reflejo, en gran medida, de "heridas autoinfligidas"
por malas políticas.
"Éstos son los casos de la Argentina y de
Venezuela, donde políticas populistas y antimercado aumentaron su
vulnerabilidad a las fluctuaciones de los precios de las commodities (la
soja y el petróleo, respectivamente)", dice el informe, según el cual
ninguna de las dos naciones tiene ya margen para aplicar políticas
contracíclicas sin profundizar los desequilibrios macroeconómicos, por lo que
se están transformando en un "lastre para el crecimiento regional".
El IIF, que
presentó el informe en su reunión anual de CEO en Santiago, Chile, advierte
además que en la Argentina la inflación ya es
"un problema serio", debido a la subordinación de la política
monetaria a las necesidades fiscales (dominancia fiscal, según la jerga
económica). Y advierte que este año la presión sobre los precios minoristas
seguirá incluso en ascenso.
"Con políticas que apuntan a mantener el
crecimiento a cualquier costo, la inflación es ya endémica en la
Argentina", asevera la asociación, que usualmente participa de todos los
foros económicos internacionales. El IIF estima que la inflación será en 2013
del orden del 27,7%, después de marcar un 25% en los doce meses a enero de este
año (contra el 11% que reconocieron las estadísticas oficiales).
Con la excepción de Venezuela, país para el cual
estima una inflación del 30%, en la región la variación de los índices de
precios minoristas se ubicaría este año entre 2,5 y 7,9 por ciento.
El IIF atribuye el problema al hecho de que el
Banco Central (BCRA) debe emitir cada vez más pesos para financiar al fisco.
Después de que se modificó la Carta Orgánica, en marzo de 2012, el
financiamiento de la autoridad monetaria al Tesoro ascendió el año pasado a
3,9% del producto bruto interno (PBI), contra el 0,7% de 2007.
Para la asociación, el déficit del gobierno central
será este año del 2,6% del PBI, contra el 2,6% estimado para el año pasado.
"El deterioro de las condiciones económicas en la Argentina se está
agravando por su creciente aislamiento internacional, debido a la negativa del
Gobierno para mejorar las estadísticas oficiales y resolver los problemas
externos (los holdouts y la deuda con el Club de París, entre otros)",
señala. Según el IIF, si la Cámara de Apelaciones de Estados Unidos llegara a
fallar en forma muy negativa para la Argentina en el juicio por la deuda,
podría deteriorarse aún más la perspectiva de crecimiento económico.
UN "BUITRE" CON LA MIRA EN LOS ESPAÑOLES
El fondo Elliot, que demandó al
país, compró créditos al Santander
El banco español Santander le vendió al fondo
Elliot Management, uno de los que mantiene una ardua disputa legal con la
Argentina por el pago de deuda aún en default, una cartera de 87.000 créditos
al consumo morosos, con un descuento que ronda el 96 por ciento. Se trata de
préstamos concedidos oportunamente por su división Santander Consumer Finance y
valuados nominalmente en 300 millones de euros. Pero Elliot, un "fondo
buitre" fundado por el multimillonario estadounidense Paul Singer en 1977,
apenas tuvo que desembolsar unos 12 millones de euros, según fuentes de mercado
citadas por el periódico financiero español Cinco Días. El precio de remate
pactado por esta cartera, en la que predominan los préstamos para compra de
automóviles, devela la premura que enfrenta la banca española, en general, para
sanear sus activos o hacerse de liquidez.
EL CONTRASTE REGIONAL
Perspectivas para América latina,
según el IIF
·
Perspectiva regional
El IIF espera que el crecimiento de la región recupere su vigor y
alcance un 3,5% promedio este año
·
La Argentina, rezagada
El PBI del país, no obstante, avanzaría apenas 2,5%, sólo por encima de
Venezuela (1%)
·
27,7%
La inflación en 2013
La inflación en 2013
Es lo que subirán los precios al consumidor este año en la Argentina,
según el IIF. En la región, la inflación se ubicará entre 2,5 y 7,9 por ciento
jueves, 7 de marzo de 2013
EE UU captura al yerno de Bin Laden y portavoz de Al Qaeda en Jordania
Fue arrestado
inicialmente en Turquía, y deportado posteriormente a Jordania.
El yerno de Osama Bin Laden, y portavoz del grupo terrorista Al Qaeda,
fue detenido en Turquía, pasó a estar bajo custodia de Estados Unidos en
Jordania y se halla ya en Nueva York, donde se enfrenta a un juicio por
terrorismo. El FBI, la policía judicial norteamericana, y la Agencia Central de
Inteligencia tomaron parte en la detención de Suleimán Abu Ghaith en Jordania y
en su posterior extradición, según fuentes del Gobierno norteamericano. Abu
Ghaith había nacido en Kuwait, un país que le retiró la nacionalidad después de
los ataques contra EE UU de 2001.
Fue el portavoz oficial de Al Qaeda desde los meses posteriores a los
ataques contra EE UU de 2001. Un célebre vídeo le mostraba junto a Bin
Laden y su lugarteniente, Ayman Al Zawahiri, el 9 de octubre de 2001, en los
primeros días de la invasión norteamericana de Afganistán, llamando a un
incremento de los ataques terroristas. “Los intereses de EE UU están extendidos
por todo el mundo”, dijo entonces. “Ejecutar actos de terrorismo contra los
opresores es uno de los fundamentos de nuestra religión y la sharia [ley
islámica], añadió.
En 2002 Abu Ghaith llegó a advertir a EE UU en un comunicado de que Al Qaeda quería
matar “a cuatro millones de norteamericanos -y un millón de ellos, niños- y
forzar al exilio al doble de esa cantidad, y herir y dejar tullidos a cientos
de miles”. A lo largo de los años, ha emitido muchos comunicados en solitario,
en vídeo y por escrito, con apologías del terrorismo y de los ataques del 11-S,
y advirtiendo de futuros atentados contra Norteamérica.
Los intereses de EE UU están
extendidos por todo el mundo... Ejecutar actos de terrorismo contra los
opresores es uno de los fundamentos de nuestra religión y la sharia"
El Gobierno norteamericano le ha acusado también de haber reclutado
a yihadistas cuando residía en Kuwait, antes de 2001, para enviarles a los
campos de entrenamiento de Al Qaeda en Afganistán. Su nombre, sin embargo, no
figura en ninguna de laslistas oficiales de terroristas del
Departamento de Estado. El Departamento del Tesoro sí le incluyó en una lista de 2005 en la que enumera a los
supuestos terroristas a los que congela fondos y aplica sanciones económicas.
Abu Ghaith fue detenido en febrero en un hotel de Ankara después de
entrar ilegalmente en Turquía a través de Irán. El Gobierno lo extraditó a
Jordania. Allí, las autoridades locales colaboraron con el FBI y la CIA, para
entregarle a EE UU. Según fuentes oficiales norteamericanas, será juzgado en
suelo estadounidense, algo hasta ahora nunca visto en un líder de Al Qaeda. Si
el juicio se produce en el Corte de Distrito de Manhattan, tendrá lugar a
escasas manzanas de la llamada Zona Cero.
Los mensajes propagandísticos
en los que Abu Ghaith y su suegro, Osama Bin Laden, alababan los ataques
terroristas del 11 de
septiembre de 2001 ya son razón suficiente para hacerle
merecedor del castigo más duro”
El Gobierno norteamericano intentó juzgar a los que considera ideólogos
de los ataques de 2001 en ese mismo juzgado de Manhattan. Ante la presión de
activistas y políticos conservadores, acabó desistiendo de ello en 2011. Se les
juzgará, finalmente, en consejo de guerra en la base naval de Guantánamo.
El legislador republicano Pete King, presidente del Comité de Seguridad
Interior de la Cámara de Representantes, reveló este jueves la captura de Abu
Ghaith en un comunicado. “Confío en que fuera sometido a un interrogatorio
fuerte, y en que se enfrente a una justicia pronta y segura”, dijo el
congresista. “Los mensajes propagandísticos en los que Abu Ghaith y su suegro,
Osama Bin Laden, alababan los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001
ya son razón suficiente para hacerle merecedor del castigo más duro”.
Fuentes oficiales norteamericanas explicaron este jueves que el FBI, que
tradicionalmente se ha encargado de velar por la seguridad de EE UU dentro de
su territorio nacional, lideró la operación de arresto de Abu Ghaith en
Jordania, dentro del llamado Grupo de Interrogación de Detenidos de Alto Valor,
creado por Barack Obama en 2009 después de desmantelar el sistema de prisiones
e interrogatorios secretos de la CIA al llegar al poder.
Abu Ghaith estaba casado con una de las hijas de Bin Laden, a quien EE
UU mató en Pakistán hace dos años. Nacido en 1965, se unió a las guerrillas
musulmanas en Bosnia-Herzegovina en 1994.
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