Majestuoso testimonio de un poder agostado

Majestuoso testimonio de un poder agostado

sábado, 6 de junio de 2015

La violencia en el medio

CONVOCATORIA NACIONAL CONTRA EL FEMICIDIO

Por Laura Oszust/ Le Monde diplomatique

Rep ("Rep para todos", Capital intelectual)




En Argentina es asesinada una mujer cada 30 horas víctima de violencia de género. La convocatoria #niunamenos abre las puertas a la reflexión sobre la sociedad y la cultura. En este contexto ¿qué rol cumplen los medios de comunicación ante este tema?

La violencia de género se convirtió en uno de los temas más mediáticos por estos días. La convocatoria #niunamenos, realizada por el colectivo de mujeres periodistas, intelectuales y artistas tuvo mucha repercusión y logró que el tema no sólo esté en agenda pública sino que se establezcan demandas como: la declaración de Emergencia Nacional en Violencia de Género; una inversión seria para el abordaje de la violencia de género; la aplicación de la Ley de Protección Integral a las Mujeres 26.485 sancionada en el año 2009 (1), entre otras. De esta manera, lo que se presentaba sólo como una marcha en contra de la violencia de género, luego entró en la arena política.

Aparte de la visibilidad en las redes sociales hubo un aumento en los espacios dedicados a la temática en la prensa. Pudimos mirar y escuchar a las víctimas en los distintos programas donde eran invitadas para hablar. Conocimos sus historias. Denunciaron su calvario. De allí que podamos afirmar que los medios pudieron ser utilizados como un servicio, en este caso de denuncia, pero ¿qué rol asumen ante esta problemática?
Vergüenza y prejuicio
Como se mencionó anteriormente, se pudo observar un incremento de los testimonios y análisis respecto del femicidio en televisión, gráfica y radio. Es el caso del programa de Fabián Doman (Canal 13), en el cual invitaron a la cantante Laura Miller para contar los episodios de violencia que vivió (y sigue viviendo) con su ex pareja. En el transcurso de su relato una panelista le preguntó: “Circuló una foto tuya con un supuesto nuevo novio, ¿puede ser que esto lo haya enojado más?”. La denunciante se ofendió ante la pregunta, ya que se estaba justificando la violencia. Miller le contestó que la fotografía era vieja y que, además, tenía derecho a rehacer su vida y que eso no justificaba que la golpeen y hostiguen. Pero en primer lugar, apoyó sus argumentos en la antigüedad de la foto, lo cual, de no ser así, en definitiva era una manera de otorgar razones al agresor, tal como lo hizo la panelista.
Esta misma responsabilización de la víctima pudo verse claramente en el caso de Melina Romero, una joven de 17 años que fue asesinada y encontrada en una bolsa de basura el 23 de septiembre en José León Suárez, a la vera del río Reconquista. Metáfora perfecta para el pensamiento del femicida: la mujer es desechable.
Melina fue descripta por los medios como una “fanática de los boliches que abandonó la secundaria”, "se levantaba todos los días al mediodía", "iba a bailar tanto al turno matiné como a la noche, con amigos más grandes", "en su casa nadie le controló jamás sus horarios y más de una vez se peleó con su mamá y desapareció unos días" (2). Es clara la alusión al poco control que tenían los padres sobre la joven, que tenía amigos más grandes y que no estudiaba; lo cual da como resultado que “era obvio que le podía pasar". El estereotipo de ser mujer, joven y de clase baja, habilita a que te condenen a la muerte o que seas, como afirma Ileana Arduino, "la mala víctima" (3). De esta manera, mientras la responsabilidad sea de la mujer, no se habla del culpable.
Otro ejemplo del tratamiento de la violencia de género es el de Showmatch. Desde hace unos años se critica a este programa por cómo cosifica a la mujer, pero igual llama la atención el tratamiento que se le dio a la convocatoria #niunamenos. En el estudio estaba la bailarina Gisela Bernal hablando con Marcelo Tinelli sobre su ex marido, del cual había sufrido violencia física y amenazas de muerte. Bernal termina de contar su historia y Nacha Guevara (quien dijera en los años 90 "Me gusta ser mujer") realiza la difusión de la marcha, a la que se adhiere Tinelli, resaltando cuántas mujeres mueren por día y lo importante de la denuncia. Bernal termina de bailar y pasan a la siguiente pareja, Gladys Florimonte, quien ingresa vestida del personaje "Zulma de Tinelli". Baja por la escalera, todos ríen y Tinelli dice a cámara: "Está más fea que antes". A tan sólo veinte minutos de hablar de la violencia de género, ¿reírse de la supuesta fealdad de una mujer, humillándola frente al público, no lo es?
Todos conocemos los estereotipos o imágenes que tenemos sobre la mujer: no sólo debe estar hermosa y radiante, trabajar, obtener un título, sino que también tiene el deber de ser madre y de tener un marido. Por más que sea legal el matrimonio igualitario, la mujer ES con un hombre.
Si uno piensa que este paradigma machista y patriarcal quedó obsoleto, preguntémonos por qué los creativos siguen produciendo publicidades en las cuales la mujer limpia la cocina, lava la ropa, se encarga del baño (gracias a un producto que inventó un hombre musculoso pero que no se anima a meter la mano en el inodoro), si le duele la cabeza está histérica porque le vino (4) y no puede enfermarse porque debe divertir a sus hijos (5). Los roles están definidos y las maneras de ser también, construidos con prejuicios y escalas de valor, y si no se entra dentro de estos cánones se te excluye, la mujer queda en los márgenes del sistema.
Al no cumplir con estas expectativas, las mujeres son responsables de todo lo malo que les pueda llegar a pasar, son culpables. Estas reglas tienen siglos de historia y consolidación. Las distintas instituciones socializadoras por las que transitamos nuestra vida (familia, escuela, trabajo) reafirman esos valores, que corresponden a un sistema cultural machista. Del mismo modo, los medios de comunicación llevan la reproducción de los estereotipos al extremo, naturalizando ciertos mitos que parecieran antiguos: "la mujer débil físicamente", "la mujer ama de casa", "la mujer sensible/histérica", "la mujer bella". 
Hecha la ley...
La reproducción que realizan los medios es tenida en cuenta por la ley de Protección Integral a la Mujer (26.485/09), en la cual se caracterizan distintos tipos de violencia a la mujer, entre ellas la simbólica: “La que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad” (6); y además la ley establece modalidades de violencia, entre las que encontramos la violencia mediática: “Aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mujeres, como así también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres” (7).

Por lo que se pudo ver en el recorrido de las situaciones mediáticas analizadas todas ellas contribuyen a la generación de estos contenidos, su muestra cotidiana se refleja en que todos escuchamos y hasta dijimos alguna vez que la chica que aparece desnuda en la tele o la revista era una “trola”, una cosa que no piensa y, aunque lo haga, le será vedada toda oportunidad de expresarse seriamente.
Al mismo tiempo, los medios que también prejuzgan y maltratan a la mujer se suman a una convocatoria que intenta proteger a las mujeres. Así de paradójico e hipócrita es el mensaje de los medios de comunicación, pero ellos tienen la obligación de estar presentes, de defender una causa a la que nadie se opondría públicamente.
Los medios siguen naturalizando sus mensajes, noticias, chistes, personajes, y se necesita de la autocrítica para poder transformarlos. Estas contradicciones son las que intentan esclarecer el fenómeno del tratamiento del femicidio, ya que la comunicación no puede ir separada de la cultura construida por su sociedad. Y una sociedad con un sistema de valores machista no puede producir un sistema de medios que no lo sea y, que al tratar este tema, no sea hipócrita.
Sólo una profunda toma de conciencia y autocrítica de la sociedad y de sus medios de comunicación podrían modificar radicalmente esta situación.

1. http://www.infoleg.gov.ar/infolegInternet/anexos/150000-154999/152155/norma.htm

2. "Una fanática de los boliches que abandonó la secundaria", Diario Clarín, 13 de septiembre de 2014.

3. “La mala víctima", Ileana Arduino, Revista Anfibia, septiembre de 2014.

4. Publicidad Ibuevanol Forte "Será porque te vino", donde una chica se queja de distintos hechos del día y un coro de hombres le grita: "Será porque te vino".

5. Publicidad Vick Vitapyrena, donde la mujer engripada le dice a la hija: " Pilar, disculpa, necesito un día de descanso", la nena la mira desilusionada y una voz en off afirma: "Las mamás no tienen días libres".

6. http://www.jus.gob.ar/areas-tematicas/violencia-de-genero/tipos-y-modalidades-de-violencia.aspx

7. Ibídem


© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

domingo, 31 de mayo de 2015

América Latina busca salir de la gran desaceleración


Acabado el ‘boom’ de las materias primas, las recetas para volver a crecer con fuerza pasan por dinamizar las economías domésticas de la región.



DAVID MARCIAL PÉREZ El País/México 


Ampliación del canal de Panamá

Durante la década pasada, Latinoamérica ganó un buen número de partidas en el gran juego de vasos comunicantes de la economía global. La región creció con fuerza a lomos del boom de las materias primas. La lluvia de capitales extranjeros sirvió para taponar las viejas grietas en las cuentas públicas. Florecían nuevos puestos de trabajo y el ensanchamiento de una incipiente clase media encarnaba la promesa del fin de la pobreza para más de 150 millones de personas. Pero los vasos han ido cambiado de posición. En 2015 el crecimiento volverá a menguar por quinto año consecutivo hasta quedar por debajo del 1%, según los pronósticos del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). El argot económico, tan dado a colocar etiquetas con cada cambio de ciclo, ya tiene un nombre para estos tiempos: la Gran Desaceleración.
Ha desaparecido del tablero el maná de las materias primas a precios altos. La gran culpable es China, una de las fichas más potentes del juego. Ha bajado el ritmo de bombeo para su industria y su próxima misión es engordar su mercado interno. La locomotora asiática ya no será la palanca para las exportaciones épicas de años pasados. Mientras, Japón y Europa aún están encontrando el pulso en sus muñecas y parece que la onda expansiva de la revitalización de la economía estadounidense, cada vez más autosuficiente, alcanzará solo a los vecinos más cercanos.

Tres de las primeras potencias de la región –Brasil, Argentina y Venezuela– cerrarán el año en negativo.

El vaso latinoamericano está ahora medio vacío. Las previsiones en el horizonte cercano apenas superan el 2%, una coyuntura que también ha sido bautizada con otra etiqueta: la Nueva Normalidad. Recuperar la senda del crecimiento vigoroso es un camino incierto y lleno de obstáculos. Las fórmulas aplicadas en el pasado dan síntomas de agotamiento. Ya no basta con ser el granero y el pozo petrolífero del mundo. Los analistas coinciden en que será necesario un paso adelante. Complementar sus motores exportadores con nuevos nichos de crecimiento basados en un dinamismo mayor de sus economías domésticas.
Una tarea complicada si por el camino no se logra incluir dentro del sistema a los 130 millones de trabajadores –casi la mitad fuerza laboral de la región– que están en la sombra de la informalidad y reducir la enorme brecha de pobreza y desigualdad. Para cerrar el nuevo círculo de malabares no habrá que perder tampoco de vista el equilibrio de las cuentas públicas y elevar la productividad en el mercado de trabajo. Mejorar y extender el sistema educativo y apostar por la innovación y la tecnología para competir con más habilidad en este mundo de vasos comunicantes.
La nueva brecha Norte/Sur
En el nuevo paisaje, esa nueva normalidad, aparece marcada una línea divisora que atraviesa los 22 millones de kilómetros cuadrados –el 10% del PIB mundial repartido en una treintena de países– de la región. La brecha separa a las economías exportadoras de materias primas de las demás. Las commodities llevan deslizándose por una pendiente desde mediados del año pasado. El petróleo se ha desplomado casi 50%. Los metales han caído otro 20% y los cereales, un 17%. Esta división coincide además con una distribución geopolítica de Norte/Sur. “Se ve una dualidad entre productores, conectados a China, que en su mayoría están en Sudamérica y crecen a tasas más bajas; y no productores, con más peso de las importaciones y conectados con EE UU”, apunta Samuel Pienknagura, economista investigador del Banco Mundial.
Tres de las primeras potencias de la región –Brasil, Argentina y Venezuela– cerrarán el año en negativo. Brasil atraviesa la peor recesión en más de dos décadas, con aumentos de su deuda pública y el crédito atascado. Venezuela caerá un 7% ahogado por su alta dependencia del petróleo, severos problemas de abastecimiento y la inflación más alta del mundo. Y Argentina, el tercer exportador de soja del mundo, vive enfangado en una disputa con sus antiguos acreedores.
En la parte alta de la balanza se coloca México, que pese a su condición de potencia petrolera, supera la media de crecimiento de la región espoleado por el tirón de la demanda de EE UU. Esta misma inercia favorecerá a los países de América Central y Caribe, que aprovecharán también la rebaja en la factura de sus importaciones de crudo (entre tres y cuatro puntos del PIB solo este año, según el FMI), además de recibir a los turistas estadounidenses con los bolsillos cargados de dólares fuertes dispuestos a dejarlos en las playas del Caribe.
Amortiguadores
La recuperación estadounidense y la anunciada subida de tipos por parte de la Reserva Federal –prevista para junio– se traducen también en serios contratiempos. Los seis años de dieta blanda en la política monetaria de EE UU sirvieron de incentivo para el viaje de importantes flujos de capital rumbo a los puertos latinoamericanos con jugosas rentabilidades. Pero el dinero ha empezado a tomar el camino de vuelta y la proverbial susceptibilidad de los inversores se ha traducido en una fuerte volatilidad en gran parte de los mercados de deuda, divisas y renta variable.
Especialmente en las plazas más globalizadas como Brasil y México. “La mejor protección es actuar con mucha anticipación. Los bancos centrales de la región tienen que empezar a subir tipos ellos también para no perder competitividad en sus mercados de bonos y, con ello, reducir la sangría de divisas. Por supuesto, el ajuste tiene que ser mayor en aquellos países que más las bajaron, como México o Chile”, aconseja Alfredo Coutiño, Economista-Jefe de Moody’s Analytics para América Latina.
La fortaleza del dólar ha provocado además que en el baile cambiario la mayoría de las monedas hayan caído unos cuantos escalones –una depreciación en torno a un 20% de media– en lo que va del año. Este abaratamiento puede servir como revulsivo para las exportaciones, pero tiene su reverso tenebroso en la presión al alza de la inflación, uno de los viejos fantasmas del continente.
Cuidar la salud de las cuentas públicas
Pese a las turbulencias que se avecinan, en términos generales, la región presenta unos cimientos robustos. “Con respecto a 1990, las economías latinoamericanas están más protegidas frente a los choques externos. Han aprovechado los años de bonanza para recomponer sus pasivos, pagar desdolarizar su deuda externa, financiar su déficit con flujos de inversión extranjera y acumular reservas”, explica el analista del FMI Hamid Faruqee. Las sacudidas de la crisis financiera de 2008 agitaron las columnas, pero los termómetros más fiables, como la deuda pública y el déficit, se mantienen en niveles contenidos. Solo se acerca al rojo la balanza por cuenta corriente –el equilibrio entre entradas y salidas– de algunos exportadores de materias primas como Colombia (-5%) y Brasil (-3,9%)–.
La región ensanchó la manguera del gasto como medicina ante la última crisis. Pero esa bala parece difícil que pueda volver a utilizarse. “América Latina va a tener que afrontar el inicio del final de la era del dinero barato y abundante”, resume el analista de Moody’s. El peso el gasto público en la región es reducido, en gran medida por los agujeros en los sistemas de recaudación fiscal de la mayoría de los países. La media en Latinoamérica es del 30%, por el 41% de la OCDE.
Inversión en infraestructura y educación
“Hay que invocar más que a la austeridad, a la selectividad. Se trata de que el Estado haga un gasto productivo en capital humano y establecer un entorno para la actividad privada más efectiva, con más incentivos para la innovación. Cada país debe encontrar sus nichos, sus motores domésticos para crecer”, dice Samuel Pienknagura, investigador del Banco Mundial. El apartado de las infraestructuras es una de las vetas. La inversión en este campo ha sido una de las grandes olvidadas –apenas un 3%– durante la época de bonaza.
Industrias pujantes, como la automotriz en México o la textil en Colombia, también marcan el camino. “La clave para salir de la mediocridad está en acelerar reformas que produzcan cambios estructurales profundos para que se conviertan en polos de atracción para la inversión. Entre las reformas de mayor impacto económico están: energética, financiera, fiscal, educativa, y laboral”, apunta Moody’s.
La Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas (CEPAL) lleva tiempo alertando de que es la región del mundo con un mayor desajuste entre la oferta y la demanda de competencias en el mercado laboral, lo que desencadena a su vez una elevada informalidad. Apostar por mejorar los sistemas educativos significa, por tanto, avanzar hacia un crecimiento más inclusivo, capaz de reducir los niveles de pobreza y desigualdad.
Pese al aumento significativo en los últimos años tanto en inversión como en acceso, el gasto público por un estudiante de secundaria representa el 18% del PIB per cápita, mientras que la media de la OCDE es del 26%. América Latina es la segunda región más desigual del planeta solo superada por África Subsahariana. La batalla contra la pobreza ha registrado estos años un estancamiento tras una tímida mejora en última décadas de los 90 y los 2000 según el CEPAL. El porcentaje de personas con ingresos inferiores al umbral de la pobreza supera el 28% desde hace tres años.