Majestuoso testimonio de un poder agostado

Majestuoso testimonio de un poder agostado

viernes, 27 de septiembre de 2013

Irán y EE UU pactan abrir negociaciones “sustantivas” sobre el programa nuclear



Los jefes de la diplomacia iraní y estadounidense se reúnen por primera vez en 35 años.



ANTONIO CAÑO Washington 



El secretario de Estado John Kerry y el ministro de Exteriores iraní Mohammed Javad Zarif. /JASON DECROW (AP)

La primera reunión en 35 años entre los jefes de la diplomacia de Irán y Estados Unidos concluyó con claras expresiones de optimismo y el compromiso de iniciar negociaciones “sustantivas” para el control internacional del programa nuclear iraní el próximo 15 de octubre en Ginebra. La reunión, que se celebró en Nueva York en el marco del grupo de potencias mundiales implicadas durante años en las conversaciones con Irán, vino precedida por declaraciones de Barack Obama y Hasan Rohaní, el presidente iraní, mostrando su voluntad de reconciliación entre las dos naciones.
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, dijo tras el histórico encuentro que daba por bienvenido “el cambio de tono” que había observado entre sus interlocutores iraníes. El ministro iraní de Relaciones Exteriores, Javad Zarif, calificó el diálogo de “constructivo”. Más efusivo, el secretario del Foreign Office británico, William Hague, declaró que la reunión había sido “extremadamente buena”.
Estas primeras declaraciones, no sólo confirman el nuevo clima que se ha creado en las relaciones entre Irán y Estados Unidos, como consecuencia del tono aperturista expresado por el nuevo presidente iraní, sino que abren, por primera vez con ciertas garantías, la posibilidad de poner fin a lo que se presentaba como una de las mayores amenazas para la seguridad internacional.
Poco antes de la reunión de Nueva York, Rohaní manifestó en una entrevista al diario The Washington Post que su Gobierno tiene prisa en obtener resultados en estas conversaciones, y mencionó tres meses como un plazo deseable para su conclusión. “Pueden ser tres meses, seis tal vez, pero en todo caso es un asunto de meses, no de años”, declaró el presidente iraní. Posteriormente, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, comentó que ese tiempo dependerá de la capacidad iraní de ofrecer pruebas verificables de que no está produciendo armas atómicas.
Las negociaciones, en las que participan también los otro cuatro miembros permanentes del Consejo de Seguridad —China, Rusia, Reino Unido y Francia—, Alemania y la Unión Europea, lo que se conoce en el argot diplomático como P-5+1, quedan ahora a la espera de conocerse qué propuestas concretas hará el Gobierno de Teherán en Ginebra.
La sesión de este jueves en Nueva York, además de su valor simbólico, debido a la presencia de Kerry sentado junto a Zarif, estaba destinada principalmente a comprobar que las palabras de buena voluntad expresadas por Rohaní en la ONU pueden transformarse en hechos.
Todas las partes implicadas en esta negociación coinciden en que nunca ha habido una oportunidad como esta para resolver el problema nuclear iraní por la vía del diálogo. Existen varios factores que contribuyen al optimismo: Irán está urgido a poner fin a unas sanciones internacionales que han debilitado mucho su economía, Rohaní es sinceramente un moderado, los clérigos que detentan el poder real en Teherán están públicamente detrás del nuevo presidente y la Casa Blanca está ocupada por alguien que cree más en las soluciones diplomáticas que en las militares.
Con todo eso a favor, son aún muchas las razones por las que se puede predecir que la negociación con Irán encontrará muchos obstáculos. En primer lugar, desde el punto de vista de EE UU, la disposición de Obama a llegar a un acuerdo con Irán no garantiza que el Congreso, donde el extremismo y la falta de sentido común prevalecen a diario, lo respalde. O mucho cambian las cosas o no va a ser fácil que el presidente obtenga el visto bueno de los congresistas para levantar las sanciones económicas a Irán, el precio justo y necesario que habrá que pagar por el control internacional del programa nuclear iraní.
Desde el punto de vista iraní, junto a las múltiples dificultades que pueden concebirse dentro de un régimen autoritario y, probablemente, dividido, está el problema de Israel. Entre todas sus buenas palabras durante su estancia en Nueva York, Rohaní ha recordado también que Israel no es signatario del tratado internacional contra la proliferación de armas atómicas y que, si un país acepta abrir las puertas de sus programas nucleares, todos deberían de hacer lo mismo. Una lógica tan aplastante como difícil de aplicar, puesto que Israel no va a aceptar de ninguna manera ser incluido entre las condiciones que se negocien con Irán.
Estos inconvenientes en el horizonte no borran todavía el optimismo con el que ayer empezaron las negociaciones con Teherán. Rohaní afirma que el líder supremo iraní, ayatolá Alí Jamenei, le ha dado “plenos poderes para llegar hasta el final en las conversaciones sobre el asunto nuclear”, asegura que su país ofrecerá “plena transparencia” a los inspectores de la ONU, e incluso manifiesta su mejor disposición a contribuir para acabar con la guerra en Siria.
Todo indica que el régimen iraní ha llegado a un punto de evolución en el que parece haber entendido que hay muchas menos recompensas en persistir en el radicalismo que en abrirse a un mundo que, en realidad, lo espera con los brazos abiertos y en el que sus posibilidades de ejercer como potencia regional, al estilo de India o Brasil, son considerables. 

El Consejo de Seguridad alcanza un acuerdo para el desarme químico de Siria



La resolución incluirá una mención al uso de la fuerza si el régimen de Damasco no cumple el compromiso, aunque no se hace una autorización automática de ese recurso.



ANTONIO CAÑO Washington 

Los ministros de Exteriores de las cinco grandes potencias, con Ban. / JASON DECROW (AP)

Los países occidentales del Consejo de Seguridad alcanzaron este jueves un acuerdo con Rusia para la inmediata aprobación de una resolución que daría fuerza legal y permitiría la aplicación del reciente acuerdo ruso-norteamericano para el desmantelamiento del arsenal químico de Siria, según anunciaron diferentes fuentes diplomáticas. La resolución incluye una mención al uso de la fuerza en el caso de que el régimen sirio no cumpla el compromiso, aunque no se hace una autorización automática de ese recurso.
Los embajadores de Estados Unidos, Samantha Power, y del Reino Unido en la ONU, Lyall Grant, confirmaron a través de Twitter el acuerdo. El emisario británico anunció que su país presentaría el texto a discusión por los 15 miembros del Consejo de Seguridad. Una votación podría convocarse para este mismo viernes. Fuentes diplomáticas norteamericanas y chinas habían anticipado antes que el acuerdo con Rusia era inminente. Hoy viernes, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas se reunirá en Ginebra para discutir la integración de Siria en el organismo.
Aunque el texto exacto de la resolución no se conoce de momento, distintas fuentes coincidían en que incluye una alusión al Capítulo 7 de la Carta de las Naciones Unidas, que permite el uso “de todos los medios necesarios, incluidos militares” para obligar a su cumplimiento. Aunque, por exigencia de Rusia, esa opción queda subordinada a una nueva votación del Consejo, con lo que el Gobierno ruso se reservaría la posibilidad de impedir una acción militar contra Siria en el futuro. El embajador británico aseguró que la resolución era “vinculante y aplicada por la fuerza”. Power dijo que era “legalmente vinculante”.
La discusión de esta resolución ha sido durante días motivo de una fuerte pugna en la ONU entre las delegaciones rusa y las de los tres países occidentales con derecho de veto, Estados Unidos, el Reino Unido y Francia. Esas diferencias, relacionadas con el uso de la fuerza, estaban poniendo en riesgo la aplicación del acuerdo alcanzado hace dos semanas en Ginebra por el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov.
Si el texto es, finalmente, aprobado de acuerdo a los términos del borrador presentado anoche, ambas partes salvan relativamente la cara. Las tres potencias occidentales logran la introducción de la amenaza militar, pero Rusia consigue conservar el derecho a la última palabra para que se autorice un ataque. De esta manera, el régimen de Bachar el Asad recibe un fuerte mensaje de la comunidad internacional sobre la necesidad de que destruya su armamento químico, pero conserva la protección de Rusia para evitar una acción militar en el caso de que incumpla.
En todo caso, esta resolución aleja por un buen tiempo el espectro de otra guerra en Oriente Próximo y debería permitir la puesta en marcha inmediata del pacto ruso-americano. Ese pacto da hasta el mes de noviembre para que los inspectores de la ONU investiguen sobre los arsenales del régimen sirio y precisen el material que es necesario destruir. Los inspectores, que están todavía esperando luz verde de Naciones Unidas, tendrán ahora poco más de un mes para cumplir una misión técnicamente muy compleja y también muy peligrosa en medio de un país en guerra.
Los inspectores no solo tienen que contar con el riesgo de que el Ejército sirio trate de esconder su armamento y dificultar su labor por todos los medios, sino que podrían tener que hacer frente también a la ira de los rebeldes, que se sienten traicionados por el acuerdo ruso-americano y consideran que este pacto servirá para mantener en el poder a El Asad.
El Gobierno de Rusia, que consolida cada día su posición ventajosa en esta crisis, se ha ofrecido para facilitar la seguridad de los inspectores durante su trabajo sobre el terreno en Siria, lo que podría significar el despliegue de soldados rusos en ese país. Una medida así, sobre la que aún no ha habido ninguna reacción oficial en Washington, dejaría el destino de Siria aún más claramente en manos de Rusia, al que le preocupa mucho más la continuidad del régimen que el arsenal químico.
El acuerdo en Nueva York sobre la resolución del Consejo de Seguridad fue alcanzada, después de numerosos contactos bilaterales y multilaterales, en un almuerzo al que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, invitó el jueves a los ministros de los cinco miembros permanente del máximo órgano ejecutivo de la organización. La posición de China, que ayer mismo respaldó la necesidad de incluir medidas de fuerza contra Siria, pudo haber sido determinante para ayudar al acuerdo. Al mismo tiempo, Kerry, cuyo prestigio personal estaba en juego en esta negociación, ha trabajado intensamente en la sede la ONU para hacer posible este compromiso. 

jueves, 26 de septiembre de 2013

La prueba decisiva de Francisco



El Papa ya ha mostrado su sensibilidad con las necesidades de las personas. El equilibrio que pide ahora entre los asuntos morales y la frescura del evangelio depende de que se realicen las reformas aplazadas.



EDUARDO ESTRADA

El papa Francisco muestra valentía civil. No solo al presentarse sin temor en las favelas de Río de Janeiro. También al abordar un diálogo abierto con críticos no creyentes. Así, recientemente ha escrito una carta abierta en la que responde a uno de los principales intelectuales italianos, Eugenio Scalfari, fundador y durante muchos años director de La Repubblica, el gran periódico romano de izquierda liberal. Y su respuesta no es un sermón doctrinario papal, sino un amistoso intercambio de argumentos entre interlocutores que se tratan al mismo nivel.
Recientemente, en su periódico, Scalfari planteó al Papa 12 preguntas, la cuarta de las cuales me parece muy relevante para saber a dónde se dirige una Iglesia que se abre a las reformas. Jesús dijo: “Dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios”. Sin embargo, la Iglesia católica ha sucumbido demasiadas veces a la tentación del poder temporal y, frente a la secularidad, ha reprimido su propia dimensión espiritual. La pregunta de Scalfari era esta: “¿Representa por fin el papa Francisco la primacía de una Iglesia pobre y pastoral sobre una Iglesia institucional y secularizada?”.
Atengámonos a los hechos:
—Desde el principio, Francisco ha renunciado a la pompa papal y ha buscado el contacto espontáneo con el pueblo.
—En sus palabras y gestos no se ha presentado como señor espiritual de señores, sino como el “servidor de los servidores de Dios” (Gregorio Magno).
—Frente a los escándalos financieros y la codicia de los eclesiásticos, ha iniciado reformas decididas del banco vaticano y el Estado papal y ha impulsado una política financiera transparente.

Los que se casan tras un divorcio deberían ser readmitidos a los sacramentos si lo desean

—Ha subrayado la necesidad de reformar la curia y el colegio eclesiástico mediante la convocatoria de una comisión de ocho cardenales procedentes de diversos continentes.
Sin embargo, aún tiene por delante la prueba decisiva de la reforma papal. Es comprensible, y alentador, que para un obispo latinoamericano los pobres de los suburbios de las grandes metrópolis estén en un primer plano. Pero un papa no puede perder de vista la totalidad de la Iglesia, el hecho de que en otros países grupos distintos de personas, que padecen otras formas de pobreza, también anhelen una mejora. Y estamos hablando aquí sobre todo de seres humanos a los que el Papa puede ayudar de forma incluso más directa que a los habitantes de las favelas, sobre quienes tienen responsabilidad en primer término los órganos del Estado y la sociedad en su conjunto.
Ya en los evangelios sinópticos puede reconocerse una extensión del concepto de pobre. En el evangelio de Lucas, por ejemplo, la bienaventuranza de los pobres se refiere evidentemente a las personas realmente pobres, a quienes lo son en sentido material. Sin embargo, en el evangelio de Mateo la bienaventuranza se extiende a los “pobres de espíritu”, a los pobres en un sentido espiritual, a los que, como mendicantes ante Dios, son conscientes de su pobreza espiritual. Por tanto, se refiere, de acuerdo con el sentido del resto de las bienaventuranzas, no solo a los pobres y a los hambrientos, sino también a los que lloran, a los perdedores, a los marginados, a quienes se quedan atrás, a los expulsados, explotados y desesperados. Es decir, tanto a quienes padecen miseria y están perdidos, a quienes se encuentran en extrema necesidad (Lucas) como a los que sufren angustia interior. Es decir, Jesús llama a sí a todos los afligidos y abrumados, también a quienes han sido abrumados con la culpa.
De este modo se multiplica por mucho el número de los pobres a quienes hay que ayudar. Una ayuda que puede venir precisamente del Papa, que por razón de su ministerio está en mejores condiciones de ayudar que otros. Esa ayuda suya, en tanto que representante de la institución de la Iglesia y de la tradición eclesiástica, supone más que meras palabras de consuelo y aliento: quiere decir hechos de piedad y amor. De forma espontánea se me ocurren tres grandes grupos de personas que, dentro de la Iglesia católica, son pobres.
En primer lugar, los divorciados: en muchos países se cuentan por millones, y entre ellos son numerosos los que, al volver a casarse, quedan excluidos para el resto de su vida de los sacramentos de la Iglesia. La mayor movilidad, flexibilidad y liberalidad de las sociedades actuales, así como la esperanza de vida plantean a los miembros de la pareja exigencias más altas en una unión de por vida. Sin duda, el Papa defenderá con énfasis, incluso en estas circunstancias más difíciles, la indisolubilidad del matrimonio. Pero este mandamiento no se puede entender como una condena apodíctica de aquellos que fracasan y a los que no les cabe esperar perdón. También aquí se trata de un mandamiento teleológico, que demanda fidelidad vitalicia, y como tal la viven muchas parejas, pero no puede ser garantizada sin más. Esa piedad que pide el papa Francisco permitiría que quienes se han vuelto a casar tras un divorcio puedan ser readmitidos a los sacramentos cuando los desean de corazón.
En segundo lugar, las mujeres, que debido a la posición eclesiástica respecto a los anticonceptivos, la fecundación artificial y también el aborto son despreciadas por la Iglesia y en no raras ocasiones padecen miseria de espíritu. También hay millones de ellas en esta situación en todo el mundo. Solo una ínfima minoría de católicas secunda la prohibición papal de los métodos anticonceptivos artificiales, y muchas de ellas recurren en buena conciencia a la fecundación artificial. Obviamente, el aborto no puede banalizarse ni implantarse como método de control de natalidad. Pero las mujeres que se deciden a practicarlo por razones serias, muchas veces con grandes conflictos de conciencia, merecen comprensión y piedad.

Las mujeres que abortan por razones serias merecen comprensión y piedad en la Iglesia

En tercer lugar, los sacerdotes apartados de su ministerio por razón de su matrimonio: su número, en los distintos continentes, asciende a decenas de miles. Y muchos jóvenes aptos renuncian al sacerdocio a causa de la ley del celibato. No cabe duda de que un celibato libremente elegido por los sacerdotes seguirá teniendo su lugar en la Iglesia católica. Pero una soltería prescrita por el derecho canónico contradice la libertad que otorga el Nuevo Testamento, la tradición eclesiástica ecuménica del primer milenio y los derechos humanos modernos. La derogación del celibato obligatorio sería la medida más eficaz contra la catastrófica carencia de sacerdotes perceptible en todas partes y el colapso de la actividad pastoral que conlleva. Si se mantiene el celibato obligatorio, tampoco puede pensarse en la deseable ordenación sacerdotal de las mujeres.
Todas estas reformas son urgentes y deben ser tratadas en primer término en la comisión cardenalicia. El papa Francisco se enfrenta aquí a decisiones difíciles. Hasta ahora ha demostrado ya una gran sensibilidad y empatía por las necesidades de los seres humanos y manifestado de diversas formas un notable coraje civil. Esas cualidades le facultan para adoptar decisiones necesarias y que marcarán el futuro respecto a estos problemas, en parte pendientes desde hace siglos.
En la extensa entrevista publicada el 20 de septiembre en la revista jesuita La Civiltà Cattolica, el papa Francisco reconoce la importancia de cuestiones como la anticoncepción, la homosexualidad y el aborto. Pero se opone a que tales temas ocupen un lugar demasiado central. Con razón exige un “nuevo equilibrio” entre estas cuestiones morales y los impulsos esenciales del propio evangelio. Pero este equilibrio solo podrá alcanzarse en la medida en que se realicen las reformas una y otra vez aplazadas, para evitar que cuestiones morales que en el fondo son de segundo nivel priven de “frescura y atractivo” al anuncio del evangelio. Esa podría ser la gran prueba decisiva del papa Francisco.
Hans Küng, ciudadano suizo, es profesor emérito de Teología Ecuménica en la Universidad de Tubinga. Es presidente de honor de la fundación Weltethos (www.weltethos.org) y autor, entre otros, del libro ¿Tiene salvación la Iglesia?(Trotta, 2013).
Traducción de Jesús Alborés Rey 

Obama asegura que no va a dar marcha atrás en la reforma sanitaria



El presidente de EEUU defiende -una vez más- su ley y critica a los republicanos por usarla para negociar los presupuestos del Gobierno.


YOLANDA MONGE Washington 



El presidente de EEUU, Barack Obama, en la Universidad Prince George de Largo, en Maryland. / MICHAEL REYNOLDS (EFE)

En un tono de campaña electoral que parece no abandonarle cuando se trata de defender su reforma sanitaria -siempre bajo ataque-, el presidente Barack Obama ha declarado esta mañana en un centro universitario de Largo (Maryland, a pocos kilómetros de Washington) que la ley que garantiza acceso médico a prácticamente todos los ciudadanos esta “aquí para quedarse”, a pesar de los intentos de los republicanos en el Congreso de acabar con ella.
A cinco días de que se ponga en práctica –el 1 de octubre- una parte importante de la ley, la que abre la puerta a registrarse y elegir un seguro médico para poder estar cubierto cuando la norma entre en vigor el próximo 1 de enero-, el presidente de Estados Unidos está –de nuevo- enfrascado en defender una legislación que fue aprobada en su día por ambas Cámaras del Congreso, firmada por él mismo y respaldada por el Tribunal Constitucional el año pasado. Por ello, durante su discurso en Maryland, Obama pudo escuchar los abucheos que el publicó dedicó a los conservadores cuando el mandatario recordó que “los republicanos del Congreso han votado más de 40 veces para derogar la ley”. Los aplausos llegaron a continuación, cuando Obama dijo que, sin embargo, habían fracasado en cada intento. "La ley está aquí para quedarse", garantizó el presidente.

El debate sobre una ley que ha sido desde su gestación la bestia negra de la derecha estadounidense retornó la semana pasada a la arena política y amenazó con paralizar el país

El debate sobre una ley que ha sido desde su gestación la bestia negra de la derecha estadounidense retornó la semana pasada a la arena política y amenazó con paralizar el país si se seguía delante con una medida que condicionó la extensión de los presupuestos a que se vaciara de fondos el sistema sanitario nacido de la reforma. Los congresistas tienen hasta el próximo martes de tope para alcanzar un acuerdo que extienda el presupuesto o, de lo contrario, el Gobierno se quedará sin dinero para pagar a los empleados públicos.
Obama recurrió a la ironía cuando quiso recordar a los asistentes al acto que un congresista republicano llegó a definir la reforma sanitaria demócrata como “la ley más peligrosa jamás aprobada” en el Capitolio. El presidente dijo entonces que, sin duda, ese político –que no citó por nombre- consideraba que la apodada como Obamacare por sus detractores era mucho más perniciosa que la Ley sobre los Esclavos Fugitivos, por ejemplo.
“En la nación más rica del mundo, nadie debería de arruinarse porque se pone enfermo”, dijo el mandatario, generando quizá el mayor aplauso que se produjo en el evento. Entonces, Obama hizo referencia de nuevo a los republicanos al asegurar que “una vez que esté funcionando bien, os garantizo que ya no le llamarán Obamacare”.

En la nación más rica del mundo, nadie debería de arruinarse porque se pone enfermo”, dijo Barack Obama, generando quizá el mayor aplauso que se produjo en el evento

El presidente se empleó a fondo en vender las bondades de una ley que puede ser su mayor y quizá único legado a la vez que salpicaba su discurso con críticas al Partido Republicano. “Piensenlo bien”, dijo. “Dejar sin fondos y paralizar el Gobierno porque no te gusta una ley que ha sido aprobada y declarada constitucional”, insistió Obama, que declaró que sin duda no extender el presupuesto dañaría garvemente la economía. “Sea cual sea el efecto que Obamacare tenga en la economía, es sin duda mucho menor del que tendrá tan solo unos pocos días de cierre del Gobierno”. Si los republicanos quieren desmontar Obamacare, informó el presidente, que lo hagan a través “de los canales y procedimientos adecuados”. “Para eso están las elecciones”, declaró Obama. “Ningún Congreso antes que este en la historia de Estados Unidos ha sido tan irresponsable para amenazar con una suspensión de pagos", ha declarado.
La batalla sobre la reforma sanitaria tiene ahora otra fecha en mente, mediados de octubre, ya que con casi seguridad el Senado –en manos demócratas- desvinculará la extensión del presupuesto a clausurar el sistema sanitario ideado por Obama. Pero para entonces, el Congreso habrá tenido que negociar el techo de la deuda. A este respecto, el presidente repitió lo que ya ha dicho en ocasiones pasadas, que no piensa negociar sobre incrementar esa deuda ya que Estados Unidos “no deja sin pagar sus cuentas”. 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Obama, la tecnología y la Pax americana



La persecución de Snowden muestra la doblez del presidente de EE UU, hombre de nobles discursos que multiplica el uso de drones o dice luchar contra el cambio climático mientras busca petróleo en Alaska.



EVA VÁZQUEZ

La ciencia ilumina nuestro entendimiento, identificando regularidades (“leyes”) en los fenómenos naturales, pero la tecnología cambia nuestras vidas. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha comprendido perfectamente esto, mejor, acaso, que cualquier otro dirigente del mundo. Ya dio muestras de semejante entendimiento durante la campaña que le llevó a la presidencia, cuando utilizó las tecnologías de la información para recaudar fondos al igual que para ponerse en contacto con los electores. Instalado en la Presidencia, ha continuado dando muestras del papel que la tecnología avanzada desempeña en sus políticas.
El caso de Edward Snowden, el antiguo empleado de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense que ha revelado documentos secretos que muestran la vigilancia masiva en la que su país lleva empeñado desde hace tiempo, ha mostrado con claridad esa dimensión de la política del Gobierno federal. De lo que se trata en este caso es de cómo Estados Unidos utiliza su inmensa capacidad de manipular datos masivos obtenidos en todo el mundo a través de redes sociales, correos electrónicos, llamadas telefónicas y demás artilugios producto de las tecnologías de la información, para identificar riesgos de seguridad potenciales. “En todo el mundo” y “riesgos de seguridad potenciales” son expresiones sobre las que es preciso reflexionar. No se ha limitado, en efecto, Estados Unidos a analizar datos de sus ciudadanos, sino también los de otras naciones —amigas o no— incluyendo, claro está, de sus Gobiernos.
En cuanto al propósito, y obviando la inevitable parcialidad de “riesgos”, el adjetivo “potenciales” es peligroso. La idea de controlar vidas por inclinaciones personales violenta el fundamento de la justicia: no es pensar en cosas malas lo que es ilegal, sino hacerlas. Es cierto que prevenir riesgos es necesario, pero no a la hora de interferir o condicionar masivamente atributos tan preciosos como la libertad y la privacidad. Son los Estados totalitarios los que ponen por encima de la libertad, la seguridad, sus ideas de seguridad y riesgos. Una grandeza de los sistemas democráticos es asumir riesgos para mantener principios como la presunción de inocencia o la salvaguarda de los derechos ajenos. (No todo el mundo comparte esta opinión. En estas mismas páginas —EL PAÍS, 14 de julio de 2013—, un demócrata impecable como Mario Vargas Llosa mostraba su extrañeza ante algunos de los argumentos contrarios al comportamiento del Gobierno de Obama).
La capacidad de control que se deriva de las tecnologías de la información actuales es abrumadora. Como se explica en un magnífico libro recién publicado, Big data (Turner), de Viktor Mayer-Schönberger y Kenneth Cukier, “las plataformas de redes sociales no nos ofrecen meramente una forma de localizar y mantener contacto con amigos y colegas: también toman elementos intangibles de nuestra vida diaria y los transforman en datos que pueden usarse para hacer cosas nuevas”; para, por ejemplo, identificar nuestros gustos o querencias ideológicas, incluso nuestros estados de ánimo. Y también están las páginas web que consultamos, las llamadas telefónicas que realizamos, las aplicaciones de nuestros teléfonos inteligentes, o las grabadoras de datos que, de forma creciente, llevan los vehículos en los que viajamos para registrar sus movimientos. Si se dispone de los datos suficientes —y los Gobiernos los tienen o pueden tenerlos— es imposible el anonimato, tanto en lo que se refiere a los individuos como a las interconexiones entre personas.

El uso de los aviones no tripulados ha aumentado en un 200 por ciento durante su mandato

Es por revelar el uso que la Agencia Nacional de Seguridad estaba haciendo de datos masivos por lo que el presidente Obama ha encabezado públicamente la persecución de Edward Snowden, una persecución que llegó a extremos poco menos que increíbles, como sucedió cuando, como consecuencia de las presiones de Estados Unidos, una serie de países europeos negaron el permiso a sobrevolar sus espacios aéreos al presidente de Bolivia, Evo Morales. Estados Unidos no ha logrado capturar a Snowden, pero la lección ha sido clara: el que la hace, la paga. Snowden es ya un proscrito para una buena parte del mundo y su libertad de movimientos mínima.
Este caso ha tenido la triste virtud de mostrar la doble cara del presidente Obama, un excelente orador que ha pronunciado nobles y conmovedores discursos que parecían hacer de él uno de esos faros de la defensa de la libertad y el entendimiento internacional que tanto necesitamos. Viene a cuento en este punto recordar que el primer día de su mandato ordenó a los dirigentes de los organismos federales que divulgaran toda la información que fuera posible, dando lugar al establecimiento de una página web, data.gov, cuyos contenidos crecieron rápidamente de 47 bases de datos en 2009 a cerca de 450.000 al cumplir su tercer aniversario en julio de 2012.
La doblez del presidente Obama, el uso que hace, o permite hacer, de las enormes posibilidades que abre la tecnología actual, se muestra también con los drones, que se ajustan perfectamente a la política que ha buscado implementar: centrarse en objetivos limitados. La utilización de drones en misiones ha aumentado durante su mandato en un 200%. Cuando la tecnología de los drones se extienda por el mundo —y se extenderá—, ¿con qué argumentos podremos acusar a otros países si los utilizan para sus propias causas?
Cuando un comando estadounidense dio muerte —ejecutó, más bien— a Osama bin Laden, el bien que podía suponer eliminar a un terrorista como este, no compensaba necesariamente las violaciones que se produjeron en aquel acto en suelo extranjero. Me resulta particularmente desagradable la celebrada fotografía en la que se ve al presidente Obama junto a miembros de su gabinete y mandos militares, presenciando en directo —otro recurso tecnológico— la operación. Difundir esa fotografía contribuyó a hacer un espectáculo de aquella muerte. Conviene recordar en este punto la frase de Sébastian Castellio tras la ejecución de Servet por los calvinistas en 1553: “Matar a un hombre no es defender una doctrina, es matar a un hombre”. Hay y habrá muchos Bin Laden.

El premio Nobel de la Paz ha ido dejando paso al, simplemente, presidente de EE UU

Tampoco deberíamos olvidar que si ha defendido la necesidad de esforzarse para combatir el cambio climático, también ha autorizado planes para perforar Alaska en busca de depósitos de gas y de petróleo.
Barack Obama ha gozado, como pocos políticos antes que él, de un gran crédito. No llevaba aún un año de mandato y recibió el Premio Nobel de Paz. Poco había hecho todavía, porque poco podía haber hecho en tan poco tiempo, pero mucho se esperaba de él. Iniciado ya su segundo mandato, algunos hemos abandonado, con dolor, esas esperanzas. Es cierto que ha tenido que luchar contra el Partido Republicano, y que por ello seguramente las cárceles de Guantánamo aún no están vacías, pero hay más historias: mientras ha hecho todo lo posible por impedir que Corea del Norte e Irán produzcan bombas nucleares, al igual que sus predecesores jamás ha salido de su boca una palabra denunciando que Israel posea un arsenal atómico.
Ahora, y con no malas razones, defiende atacar selectivamente Siria, pero cuando era senador denunció en un discurso (2 de octubre de 2002) la invasión de Irak; una “guerra tonta” (dumb war) la denominó. Es más fácil, evidentemente, justificar actos como el de Siria que perseguir a Snowden, pero, como se señalaba en la portada del número de Timedel 9 de septiembre, “Barack Obama presentó su candidatura a la presidencia para sacar a Estados Unidos de guerras, no para meterlo en ellas”. El Obama universal, el premio Nobel de la Paz, el convincente y conmovedor orador, ha ido dejando paso al, simplemente, presidente de Estados Unidos —ciertamente un presidente mejor que muchos de los que le precedieron—, al defensor de una pax americana que no necesariamente se ajusta a los intereses o deseos de otros países, ni tampoco a la defensa de valores universales, algo particularmente necesario en tiempos en los que, al cambiar el mundo, la tecnología amenaza esos mismos valores, cuyo alumbramiento y mantenimiento tantos esfuerzos han exigido.
José Manuel Sánchez Ron es miembro de la Real Academia Española y catedrático de Historia de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid.

El Senado se dispone a rechazar la retirada de fondos de la reforma sanitaria



El senador republicano Ted Cruz habló durante más de 21 horas para retrasar la votación.



CRISTINA F. PEREDA Washington 


El senador Ted Cruz al término de su discurso de 21 horas en el Capitolio. / MARK WILSON (AFP)

El Senado de Estados Unidos se prepara este miércoles para votar la ley que elimina los fondos federales del sistema de salud aprobado por la reforma de 2010, a cambio de extender los presupuestos actuales. Se espera que el proyecto legislativo, aprobado por la Cámara de Representantes el pasado viernes, fracase en la Cámara Alta, de mayoría demócrata.
La votación en el Senado tendrá lugar después de una noche histórica en la que Ted Cruz, senador de Texas, ha hablado durante más de 21 horas en contra de la reforma sanitaria del presidente Obama. Cruz, perteneciente al Tea Party, es uno de los impulsores de la propuesta para condicionar la prórroga de los presupuestos al recorte de la financiación de sistema de salud. Su discurso maratoniano de este martes, en el que ha contado con la colaboración de otros republicanos, es una muestra de la influencia del ala más conservadora del partido en el curso legislativo.
Se trata de la primera vez que los republicanos logran vincular la reforma sanitaria con el presupuesto y su previsible fracaso sólo aumenta las probabilidades de que EE UU se vea obligado a cerrar algunos programas federales la semana que viene. El Departamento del Tesoro anunció este martes que las arcas del estado se quedarán sin fondos antes del día 17 de octubre.
La mayoría demócrata del Senado permitirá que su líder, Harry Reid, saque adelante una enmienda para eliminar la propuesta que retira los fondos federales del sistema de salud, pero mantenga el artículo de la legislación que prorroga los presupuestos. De ser así, la ley tiene que ser votada una vez más por la Cámara de Representantes antes de llegar al presidente Obama.
La protección del sistema de salud por el Senado supondría una derrota de la estrategia de los republicanos, que han votado propuestas similares en 41 ocasiones. Sin embargo, según adelanta POLITICO, el líder de la Cámara de Representantes, John Boehner, podría enmendar una vez más el texto que devuelva el Senado, por lo que los legisladores volverían al mismo punto de partida.
Se espera que el debate de la propuesta actual se extienda hasta el fin de semana, retrasando las posibilidades de negociar cualquier acuerdo para extender la financiación -evitando el cierre de programas federales- y ampliar el techo de la deuda pública como quiere la Casa Blanca. El presupuesto actual tiene vigencia hasta el 30 de septiembre.
Según ha advertido el secretario del Tesoro, Jack Lew, en una carta enviada al portavoz de la Cámara de Representantes, John Boehner, EE UU contaría en sus arcas con 30.000 millones de dólares a mediados de octubre y puede tener que devolver una deuda de 60.000 millones de dólares en un día cualquiera, lo que dejaría al país en situación de impago. La situación actual es similar a la del verano de 2011, cuando la agencia Standard & Poor’s rebajó la calificación de la deuda estadounidense ante la falta de un acuerdo en Washington.
Obama advirtió la semana pasada que las consecuencias de un retraso en la extensión de los presupuestos para la economía de EE UU y la consolidación de las medidas para salir de la recesión. El presidente también ha comunicado a los republicanos que no negociará con ellos ningún pacto que no contemple la ampliación del límite de la deuda. 

China levanta en parte la censura en Internet

China levanta en parte la censura en Internet

El derecho a elegir


Por Mario Vargas Llosa |  Para LA NACION




MADRID- El mejor artículo que he leído sobre el tema del independentismo catalán, que, aunque parezca mentira, está hoy en el centro de la actualidad española, lo ha escrito Javier Cercas, que es tan buen novelista como comentarista político. Apareció en El País Semanal el 15 de septiembre y en él se desmonta, con impecable claridad, la argucia de los partidarios de la independencia de Cataluña para atraer a su bando a quienes, sin ser independentistas, parezcan serlo, pues defienden un principio aparentemente democrático: el derecho a decidir.

Allí se explica que, en una democracia, la libertad no supone que un ciudadano pueda ejercerla sin tener en cuenta las leyes que la enmarcan y decidir, por ejemplo, que tiene derecho a transgredir todos los semáforos rojos. La libertad no puede significar libertinaje ni caos. La ley que en España garantiza y enmarca el ejercicio de la libertad es una Constitución aprobada por la inmensa mayoría de los españoles (y, entre ellos, un enorme porcentaje de catalanes) que establece, de manera inequívoca, que una parte de la nación no puede decidir segregarse de ésta con prescindencia o en contra del resto de los españoles. Es decir, el derecho a decidir si Cataluña se separa de España sólo puede ejercerlo quien es depositaria de la soberanía nacional: la totalidad de la ciudadanía española.
Ahora bien, Cercas dice, con mucha razón, que si hubiera una mayoría clara de catalanes que quiere la independencia, sería más sensato (y menos peligroso) concedérsela que negársela, porque a la larga es "imposible obligar a alguien a estar donde no quiere estar". ¿Cómo saber si existe esa mayoría sin violar el texto constitucional? Muy sencillo: a través de las elecciones. Que los partidos políticos en Cataluña declaren su postura sobre la independencia en la próxima consulta electoral. Según aquél, si Convergencia y Unión lo hiciera, perdería esas elecciones, y por eso ha mantenido sobre ese punto, en todas las consultas electorales, una escurridiza ambigüedad. Al igual que él, yo también creo que, a la hora de decidir, el famoso seny catalán prevalecería y sólo una minoría votaría por la secesión.
¿Por cuánto tiempo más? Cara al futuro, tal vez Javier Cercas sea más optimista que yo. Viví casi cinco años en Barcelona, a principios de los años 60 -acaso, los años más felices de mi vida- y en todo ese tiempo creo que no conocí a un solo nacionalista catalán. Los había, desde luego, pero eran una minoría burguesa y conservadora sobre la que mis amigos catalanes -todos ellos progres y antifranquistas- gastaban bromas feroces. De entonces a hoy, esa minoría ha crecido sin tregua y, al paso que van las cosas, me temo que siga creciendo hasta convertirse -los dioses no lo quieran- en una mayoría. "Al paso que van las cosas" quiere decir, claro está, sin que la mayoría de españoles y de catalanes que son conscientes de la catástrofe que la secesión sería para España, y sobre todo para la propia Cataluña, se movilicen intelectual y políticamente para hacer frente a las inexactitudes, fantasías, mitos, mentiras y demagogias que sostienen las tesis independentistas.
El nacionalismo no es una doctrina política, sino una ideología y está más cerca del acto de fe en que se fundan las religiones que de la racionalidad que es la esencia de los debates de la cultura democrática. Eso explica que el president Artur Mas pueda comparar su campaña soberanista con la lucha por los derechos civiles de Martin Luther King en los Estados Unidos sin que sus partidarios se le rían en la cara. O que la televisión catalana exhiba en sus pantallas a unos niños adoctrinados proclamando, en estado de trance, que a la larga "España será derrotada", sin que una opinión pública se indigne ante semejante manipulación.
El nacionalismo es una construcción artificial que, sobre todo en tiempos difíciles, como los que vive España, puede prender rápidamente, incluso en las sociedades más cultas -y, tal vez, Cataluña sea la comunidad más culta de España- por obra de demagogos o fanáticos en cuyas manos "el país opresor" es el chivo expiatorio de todo aquello que anda mal, de la falta de trabajo, de los altos impuestos, de la corrupción, de la discriminación, etcétera, etcétera. Y la panacea para salir de ese infierno es, claro está, la independencia.
¿Por qué semejante maraña de tonterías, lugares comunes, flagrantes mentiras puede llegar a constituir una verdad política y a persuadir a millones de personas? Porque casi nadie se ha tomado el trabajo de refutarla y mostrar su endeblez y falsedad. Porque los gobiernos españoles, de derecha o de izquierda, han mantenido ante el nacionalismo un extraño complejo de inferioridad. Los de derechas, para no ser acusados de franquistas y fascistas, y los de izquierda porque, en una de las retractaciones ideológicas más lastimosas de la vida moderna, han legitimado el nacionalismo como una fuerza progresista y democrática, con el que no han tenido el menor reparo en aliarse para compartir el poder aun a costa de concesiones irreparables.
Así hemos llegado a la sorprendente situación actual, en la que el nacionalismo catalán crece y es dueño de la agenda política, en tanto que sus adversarios brillan por su ausencia, aunque representen una mayoría inequívoca del electorado nacional y seguramente catalán. Lo peor, desde luego, es que quienes se atreven a salir a enfrentarse a cara descubierta a los nacionalistas sean grupúsculos fascistas, como los que asaltaron la librería Blanquerna de Madrid hace unos días, o viejos paquidermos del antiguo régimen que hablan de "España y sus esencias", a la manera falangista. Con enemigos así, claro, quién no es nacionalista.
Al nacionalismo no hay que combatirlo desde el fascismo porque el fascismo nació, creció, sojuzgó naciones, provocó guerras mundiales y matanzas vertiginosas en nombre del nacionalismo, es decir, de un dogma retardatario que quiere regresar al individuo soberano de la cultura democrática a la época antediluviana de la tribu, cuando el individuo no existía y era sólo parte del conjunto, un mero epifenómeno de la colectividad. Pertenecer a una nación no es ni puede ser un valor ni un privilegio, porque creer que sí lo es deriva siempre en xenofobia y racismo, como ocurre siempre a la corta o a la larga con todos los movimientos nacionalistas. Y, por eso, el nacionalismo está reñido con la libertad del individuo, la más importante conquista de la historia, que dio al ciudadano la prerrogativa de elegir su propio destino -su cultura, su religión, su vocación, su lengua, su domicilio, su identidad sexual- y de coexistir con los demás, siendo distinto a los otros, sin ser discriminado ni penalizado por ello.
Hay muchas cosas que sin dudas andan mal en España y que deberán ser corregidas, pero hay muchas cosas que asimismo andan bien, y una de ellas -la más importante- es que ahora España es un país libre, donde la libertad beneficia por igual a todos sus ciudadanos y a todas sus regiones. Y no hay mentira más desaforada que decir que las culturas regionales son objeto de discriminación económica, fiscal, cultural o política. Seguramente el régimen de autonomías puede ser perfeccionado; el marco legal en vigor abre todas las puertas para que esas enmiendas se lleven a cabo y sean objeto de debate público. Pero nunca en su historia las culturas regionales de España -su gran riqueza y diversidad- han gozado de tanta consideración y respeto, ni han disfrutado de una libertad tan grande para continuar floreciendo como en nuestros días. Precisamente, una de las mejores credenciales de España para salir adelante y prosperar en el mundo globalizado es la variedad de culturas que hace de ella un pequeño mundo múltiple y versátil dentro del gran teatro del mundo actual.
El nacionalismo, los nacionalismos, si continúan creciendo en su seno como lo han hecho en los últimos años, destruirán una vez más en su historia el porvenir de España, y la regresarán al subdesarrollo y al oscurantismo. Por eso, hay que combatirlos sin complejos y en nombre de la libertad.
© LA NACION. 

Avance de Irán y los EE.UU. para negociar la crisis nuclear

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Cristina defendió el acuerdo con Irán y pidió respuestas

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martes, 24 de septiembre de 2013

Por dignidad, democracia y emancipación.



Alumbra un cambio histórico en la Universidad, amanece la democracia luego de una larga y oscura noche de autoritarismo, florece en primavera la fuerza y pureza de la juventud. Universidad Democrática, un sueño largamente anhelado contagia con su aroma a toda la sociedad.

La Asamblea de la ONU espera el deshielo entre Irán y Estados Unidos

 

 

Los discursos de Obama y Rohaní serán acompañados por una reunión de Kerry y Zarif.

 

Las potencias negocian una resolución sobre Siria. Rousseff denunciará el control sobre Internet.

 




ANTONIO CAÑO Nueva York 



Obama este lunes en un acto en Nueva York. / J. LEE (BLOOMBERG)

El inicio de la Asamblea General de Naciones Unidas se presenta este martes como el marco de un esperado deshielo en las relaciones de dos de los mayores contrincantes mundiales, Irán y Estados Unidos, una posibilidad que eclipsa otros esperados momentos de esta cita, como la difícil negociación de una resolución sobre Siria o las denuncias de la presidenta de Brasil sobre el espionaje de los servicios secretos norteamericanos.
Barack Obama y el presidente iraní, Hassan Rohaní, están en Nueva York y hablarán este martes ante la Asamblea, el primero en la sesión matutina y el segundo en la vespertina. Oficialmente, no hay ninguna conversación prevista entre ambos, pero la Casa Blanca no ha descartado por completo un saludo y un breve intercambio de palabras si los dos se cruzan en los pasillos de la ONU. Si se produce, sería el primero encuentro entre líderes de ambos países desde la revolución islámica de 1979. De ocurrir, sería el mejor símbolo de la apertura de una nueva época.
Pero incluso si ese encuentro no tiene lugar, tanto los discursos de Obama como de Rohaní, que llegan al podio precedidos de gestos que muestran su voluntad de entendimiento, pueden servir para impulsar un diálogo que ha sido imposible durante décadas de hostilidad y recriminaciones mutuas. Como ejemplo del nuevo clima, la Casa Blanca ha confirmado la participación, esta semana en la ONU, del secretario de Estado, John Kerry, en una reunión con el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Javad Zarif, a la que asistirán también los otros ministros del grupo negociador con Irán.

Este sería el primer encuentro entre los líderes de Irán y Estados Unidos desde 1979

En las días anteriores a esta Asamblea, Obama y Rohaní intercambiaron cartas en las que expresaron su deseo de resolver mediante la negociación las enormes diferencias que separan a sus dos países, especialmente sobre el programa nuclear de Irán y las duras sanciones económicas que EE UU y la comunidad internacional aplican como castigo a Teherán.
Washington es prudentemente optimista sobre las posibilidades de una reconciliación. Las sucesivas muestras de apertura y moderación dadas por Rohaní, que pretende, aparentemente, romper con la línea dura mantenida por su antecesor, Mahmud Ahmadinejad, han despertado esperanzas en la Administración norteamericana. La política oficial del Gobierno es la de que no bastan las palabras, sino que se requieren hechos para comprobar el cambio de actitud del régimen iraní. Pero portavoces estadounidenses han expresado que Obama está dispuesto a explorar la vía de un acercamiento diplomático.
Horas antes de llegar a Nueva York, Rohaní manifestó que, en su discurso ante la Asamblea General, expondrá una imagen de su país distinta a la que se ha conocido hasta ahora. “Desafortunadamente”, declaró, “en los últimos años la imagen de Irán, una nación civilizada, ha sido presentada de otra manera. Yo aprovecharé esta oportunidad para presentar el verdadero rostro de Irán como un país culto y amante de la paz”.
En años anteriores, el paso de Ahmadinejad por Nueva York ha estado dominado por sus declaraciones negando el Holocausto o promoviendo la desaparición del estado de Israel. Para el Gobierno israelí, que siente a Irán como su principal amenaza, el riesgo no desaparece de repente por la sustitución de Ahmadinejad por Rohaní, y ha pedido a EE UU mucha cautela a la hora de bajar la guardia frente a Teherán.

Israel pide a Estados Unidos que no baje la guardia ante Irán

Washington pretende escuchar qué novedades ofrece Irán en las conversaciones sobre su programa nuclear antes de avanzar en la reconciliación o la suavización de las sanciones económicas. El lunes por la noche estaba prevista en Nueva York una reunión entre el principal negociador iraní en esa materia, el ministro Zarif, y la responsable de política exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, con el objeto de poner en marcha una nueva ronda de negociaciones.
La actividad diplomática será intensa estos días en Naciones Unidas. Además del asunto iraní, Kerry tratará de sacar adelante una resolución del Consejo de Seguridad en la que se plasme el acuerdo alcanzado hace diez días con Rusia para la eliminación del arsenal químico de Siria. Esa resolución ha sido imposible hasta ahora por la negativa del Gobierno ruso a incluir cualquier medida de castigo automático al régimen sirio en el caso de incumplir el acuerdo, medidas que respaldan también Francia y el Reino Unido. Sin una resolución del Consejo, el acuerdo firmado entre Kerry y el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, que evitó una intervención militar de EE UU en Siria, corre serio peligro.
La primera invitada al podio de la Asamblea será, como es tradición, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que acaba de suspender una solemne visita de estado a Washington como protesta por el espionaje al que, al parecer, se ha visto sometida de parte de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) norteamericana. Rousseff tiene previsto abordar ese tema, así como el de la necesidad de reducir la dependencia que el mundo tiene actualmente de las grandes empresas de Internet, todas ellas estadounidenses.