Majestuoso testimonio de un poder agostado

Majestuoso testimonio de un poder agostado

sábado, 29 de abril de 2017

LA REALIDAD VENCE A TRUMP

El planeta ha descubierto que la doctrina Trump no existe: bajo su mandato, el universo se levanta cada día con leyes nuevas y lo único previsible es su imprevisibilidad.


JAN MARTÍNEZ AHRENS/Washington /EL PAÍS





La realidad le está ganando la partida a Donald Trump. En 100 días de mandato, el presidente que llegó para refundar Estados Unidos ha descubierto que quien realmente tiene que cambiar es él. Vertiginoso y exagerado, el multimillonario se ha enfrentado a un sistema mucho más poderoso que la Casa Blanca y, empujado por sus propios errores, ha sufrido derrotas humillantes. Pero no ha caído. Ni mucho menos. Pese a tener la valoración más baja de un presidente en los tiempos modernos (43%), Trump resiste y las encuestas indican que, gracias a un electorado extremadamente fiel, hoy volvería a vencer en las elecciones.
Trump aprende. El empresario que a lo largo de su vida se reconstruyó tantas veces como fue necesario está mudando de piel. No es un giro radical, pero sí un cambio dirigido a asegurarse la supervivencia política y concurrir a un segundo mandato. Él mismo ha reconocido en entrevistas que gobernar no es como creía. “Pensé que sería más fácil. Es diferente a llevar una empresa, aquí se necesita corazón, en los negocios no”, ha confesado. Y a más de una visita y amigo le ha sorprendido preguntándole sobre la idoneidad de sus colaboradores y la mala imagen de su Gobierno.
Creíble o no, la mutación ha tenido efectos. El hombre que abominó del islam, humilló a los mexicanos y dio alas al aislacionismo más feroz ha bajado el tono. Mantiene sus promesas, algunas en carne viva, como las deportaciones y el muro, pero en muchos frentes ha retirado la dinamita. “Ha dejado atrás su posiciones más controvertidas pero no sabemos bien a dónde se dirige”, señala el catedrático de Historia de Princeton Julian E. Zelicer.
“Más que moderarse, está encarando los límites del poder presidencial, muchos de sus objetivos de campaña dependen del Congreso y para ello tiene que negociar, usar el poder de persuasión, no la amenaza”, explica Shanon O’Neil, del Consejo de Relaciones Exteriores.
La nueva narrativa ha incorporado un elemento que Trump desechó en su campaña: la realidad. La OTAN ha dejado de ser obsoleta, para convertirse en un instrumento necesario. China ya no es el enemigo a batir ni un manipulador de moneda sino un socio que puede ayudar a resolver la crisis de Corea del Norte. El régimen sirio, antes intocable, ha sido bombardeado por primera vez en seis años de conflicto. Incluso el acuerdo nuclear con Irán y el Tratado de Libre Comercio, que Trump definió como los “peor jamás negociados”, han sido absorbidos por su Administración.
Las variaciones sobre la partitura electoral son múltiples. En algunos casos se trata sólo de matices, otros entrañan movimientos telúricos. Pero todos tienen como origen la experiencia del fracaso. La pesadilla de Trump. Esa de la que tanto se ha burlado cuando tocaba a otros. “Amo a los perdedores porque me hacen sentir bien conmigo mismo”, escribió en El arte del acuerdo.
Llegar a este punto no ha sido fácil. Su irrupción en la presidencia puso al mundo en guardia. El nuevo presidente, cegado por la victoria, hizo todo lo posible por dar la razón a sus enemigos. Intempestivo y megalómano, desbordó los límites de la Casa Blanca. Sacudió al planeta con casi un millar de tuits y acompasó su ritmo cardíaco a los informativos de la derechista cadena Fox. Pero cuando le tocó lidiar con los hechos, cayó de bruces. El muro con México no encontró presupuesto. Su veto migratorio fue paralizado dos veces por los tribunales. Y la reforma sanitaria, su primera gran prueba parlamentaria, la tuvo que retirar al no lograr el apoyo de la mayoría de su partido.
El sistema que él tanto ha denostado le mostró los dientes y, aún más, emprendió el contraataque. El FBI y dos comités parlamentarios tienen abiertas investigaciones para delimitar su implicación en la trama rusa. Y la presión de los medios, a los que él no ha dejado de insultar, ha logrado derribar a su consejero de Seguridad Nacional e inmovilizado parcialmente a su fiscal general. “Ha llenado sus 100 días de órdenes ejecutivas, turbulencias y la retórica más bronca, pero no ha logrado legitimidad”, resume el profesor Zelizer.
Los golpes han sido devastadores y de todos ha sido él mismo el origen. Trump ha tomado nota. A su modo, nepótico y autoritario, ha buscado una cierta normalización. El primer paso lo ha dado en la Casa Blanca. Ahí, el peso de su hija mayor, Ivanka, y de su esposo, Jared Kushner, se ha sumado al de veteranos halcones como el responsable de Defensa, James Mattis, y el consejero de Seguridad Nacional, Herbert R. McMaster. Todo ello en detrimento del sector liderado por el estratega jefe, Steve Bannon, el extremista que sueña con “deconstruir el sistema”.
Ivanka Trump, con sus hijos y su marido Jared Kushner, en el Capitolio.
La maniobra la ha completado Trump con una doble finta. En el exterior ha aparcado los dos asuntos más espinosos: el choque con Irán y la definición de las relaciones con Rusia. A cambio ha exhibido su poderío militar en Siria, Afganistán y Corea del Norte. Y en el interior ha reactivado los mítines en un intento de conservar la conexión con su votante medular: esa clase trabajadora blanca y empobrecida que le dio el triunfo electoral gracias a una ventaja quirúrgica de 77.759 votos en tres estados claves (Michigan, Wisconsin y Pensilvania).
Ante ellos ha proclamado su fe en el patriotismo económico. Bajo el lema compra americano, contrata americano, ha enseñado su perfil de presidente próspero. El mismo que prepara un plan de infraestructuras de un millón de dólares, engrasa la maquinaria bélica, reduce impuestos y lanza la mayor desregulación financiera desde Ronald Reagan. Una faceta que entusiasma a su electorado y que tiene rendidos a Wall Street y el complejo militar. “La economía va bien ahora, ¿pero qué pasará si empieza a caer? ¿Acaso su base electoral no es ahora mismo artificialmente alta por la buena marcha económica?”, señala Kyle Kondik, del Centro de Política de la Universidad de Virginia.
Las defensas de Trump frente a una posible tormenta son escasas. Ha prometido mucho pero ha cosechado pocos éxitos. El mayor ha sido la elección del conservador Neil Gorsuch al Tribunal Supremo. Lo hizo sin excesivo desgaste y con el aplauso del establishment conservador. Será un logro que le sobrevivirá, pero que ha quedado rápidamente sepultado por su tendencia a mantener todos los frentes abiertos. Oscilando según le convenga.
En ese continuo girar, el mundo ha descubierto que, excepto en inmigración, la doctrina Trump no existe. Bajo su mandato, el universo se levanta cada día con leyes nuevas y lo único previsible es su imprevisibilidad. Esta aleatoriedad lastra su imagen. Sólo un 38% le considera un hombre fiable y honesto (la mitad que a Obama). Y la polarización aún es mayor que al inicio del mandato. “Esa fractura y la radicalización de una parte de la derecha son el mayor riesgo. Están empezando a tener actitudes antidemocráticas”, indica Steven R. Levitzky, profesor de Gobernanza en la Universidad de Harvard.
La amenaza flota en el aire. En caso de crisis grave o atentado terrorista nadie sabe cómo reaccionará. El presidente desprecia los derechos humanos y tampoco parece interesado en resolver la incógnita. Tiene la vista puesta en otro sitio. Sabe, y las encuestas así lo muestran, que sus votantes son de una fidelidad extrema y que si se repitiesen las elecciones hoy, volvería a ganar. El problema es que no se conforma con eso. Apenas transcurridos 100 días, ya sueña con la reelección. Y eso, según los expertos, requiere ampliar su base de voto. Mudar la piel. Dejar de chocar con la realidad. Ser otro Trump. 

lunes, 27 de febrero de 2017

La Lava Jato ¿será de verdad el fin del mundo?

La humanidad está en vísperas no del fin del mundo de la política sino de un salto hacia una nueva especie superior a la del homo sapiens.






JUAN ARIAS/ EL PAÍS

Si pensamos en nuestro pequeño corral quizás el terremoto de la Lava Jato nos parezca en Brasil el “fin del mundo” y hasta de la política. Pero si alargamos nuestra mirada a lo que la bioquímica y la neurociencia están preparando para un futuro próximo, empezando por la posibilidad de vencer a la muerte, parece una minucia.Lo intuye la gente de la calle que se interesa cada vez más por las conquistas de la ciencia en nuestro planeta y en el cosmos. Basta ver los temas más visitados en este mismo diario.

La Lava Jato, con sus condenas, podrá en la mayor medida, aunque tampoco sea seguro, acabar con una generación de políticos y partidos involucrados en prácticas de corrupción de los que, dentro de 30 años, nadie se acordará. Ni siquiera sabemos si lo que resultará al final será mejor, igual o peor que lo de hoy. En Italia, la Operación Mani Puliti (Manos Limpias), a principios de los años 90, derribó el sistema político vigente desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pero desembocó en las aguas turbias de la era de Silvio Berlusconi.

Lo que sí es seguro es que la ciencia y la tecnología están trabajando para que la Humanidad de hoy no se conforme con lo conquistado en miles de años sino que pueda dar el salto a una nueva especie superior a la nuestra. Sería algo parecido a cuando el homo erectus se transformó en homo sapiens.

Lo afirma, en su nueva obra, HOMO DEUS, Uma breve história do amanhá (Edt. Companhia das Letras), Yuval Noah Harari, doctor en Historia por la Universidad de Oxford y catedrático de la Universidad Hebraica de Jerusalén, autor del ya clásico, SAPIENS, uma breve história da Humanidade, traducido a las mayores lenguas del mundo. Escribe Noah: “Cambios relativamente pequeños en genes, hormonas y neuronas fueron suficientes para convertir el homo erectus en homo sapiens… La bioingeniería no va, sin embargo, a esperar que la selección natural realice su magia. Bioingenieros van a tomar el viejo cuerpo del sapiens y reescribir intencionalmente su código genético, reconectar sus circuitos cerebrales, alterar su equilibrio bioquímico y hasta provocar el crecimiento de nuevos miembros”. (pag.52) Y añade que de ello resultarán “nuevas entidades divinas, el homo deus que podrá ser tan diferente como nosotros lo somos del homo erectus”. Ello supondría que ”la vida explotará en la vastedad del reino inorgánico y asumirá formas que no podemos vislumbrar”.

El lector siente escalofrío cuando Noah afirma, por ejemplo, que ya será posible en este siglo vencer a la muerte. La ciencia estaría ya avanzada para conseguir que no podamos morir por enfermedad. Al principio no será para todos, claro, pero el salto se prefigura abismal. "La muerte es un problema técnico que puede y debe ser resuelto…Nada de metafísico”. Según Noah venceremos a la muerte y habitaremos nuevos planetas. Y un día, en los códigos de los derechos, existirá el “derecho a la inmortalidad”. La muerte sería un crimen contra el “derecho a la vida” y el dolor un “crimen contra el derecho a la felicidad”.

La ciencia y la tecnología están consiguiendo realizar los milagros que un día se atribuían a los dioses, a los antiguos y a los modernos. Anuncia Noah que procesos ya en estudios avanzados suponen principios como que “los organismos son simples algoritmos” y que “la inteligencia se está desplazando de la conciencia” .Todos ellos están llamados a desembocar en transformaciones hoy difíciles de imaginar.

El autor parece asombrarse él mismo de lo que se está fraguando en los laboratorios de la neociencia y acaba el libro proponiéndonos esta interrogación: “¿Qué va a acontecer a la sociedad, a los políticos y a la vida cotidiana cuando algoritmos no conscientes sean más inteligentes que nosotros?” (pag.399).Cabe entonces preguntarnos qué harán las religiones cuando hayamos vencido a la muerte. Y qué será del más allá. Y cómo se dará eso concretamente ¿Seguirán conviviendo el homo sapiens con el homo deus, como convivieron los primeros sapiens con los neandertales? Difícil imaginarlo.

El interrogante para nosotros aún mortales, frágiles y violentos es si el conocimiento de lo que nos anuncia la ciencia, como el fin del hambre, del dolor y de la violencia, nos va a producir hoy dulces sueños o más bien incredulidad y sombrías pesadillas. Leyendo a Noah nos damos cuenta, sin embargo, que quizás no valga la pena sufrir tanto con cosas que hoy parecen importantes pero que tendrían ya su tiempo contado.

¿Y la locura del Carnaval de Brasil? Ah, de ellos el antropólogo Roberto Da Matta, el que más y mejor ha analizado dicho fenómeno, escribió que “en Brasil se puede prohibir todo, pero nadie ha osado nunca prohibir el Carnaval". Más aún, llegó a la atrevida afirmación de que “Brasil no existiría sin ellos" (Revista Época, 10, 2,2013).

Hay entonces que imaginar que hasta el futuro Homo deus será condescendiente con esa locura brasileña. ¿Y la Lava Jato y su “fin del mundo”? Por favor!


sábado, 28 de enero de 2017

Cerati & Shakira: La Ciudad de la Furia


Charly García: Hablando a tu corazón


Joan Manuel Serrat: Caminante no hay camino


La cultura en español grita contra el muro de Trump

Una docena de intelectuales de ambos lados del Atlántico, con la lengua como patria común, alzan la voz ante la decisión de EE UU de erigir un muro en la frontera con México.




Vista del muro que separa Sunland Park, en EE UU, de Ciudad Juárez en México. REUTERS)



Madrid / Cartagena de Indias / México DF: EL PAÍS

La hostilidad hacia México de Donald Trump, que esta semana ha cumplido sus peores amenazas, parece confirmar los más negros augurios: el nuevo presidente de Estados Unidos no solo está decidido a construir un muro en la frontera con el vecino del Sur, sino también a cobrárselo a México. Más allá de las consecuencias políticas, sociales y diplomáticas, las noticias impregnan la conversación cultural a ambos lados del Atlántico y afectan a millones de personas que, también en Estados Unidos escriben, hablan o leen en el idioma de Cervantes. EL PAÍS ha buscado la reacción a este insólito clima de enfrentamiento entre una docena de intelectuales y profesionales de la cultura de las dos orillas, cuyas opiniones fueron recogidas en Madrid, México y en Cartagena de Indias, donde estos días se celebra el Festival Hay, cita de escritores y editores en la ciudad colombiana.

Emilio Lledó (Sevilla, 1927) académico y filósofo. “Yo estaba en Berlín cuando cayó el muro. Qué alegría, qué plenitud la de la gente cuando eso se produjo. Fluyeron los seres humanos. Y ahora se produce esa patología otra vez, protagonizada por un individuo al que han votado millones. Ya mostró su rechazo a una lengua que tiene una importancia cultural propia, como todas las lenguas, a la que asiste, además, una producción literaria impresionante. Es un ataque inconcebible, una bestialidad furiosa. Kant decía que frente a la ferocidad y a la maldad hay la belleza de las grandes palabras, y que eso compensa la vida. Pero este hombre no necesita ni la doble moral de las palabras; es brutal y ya está”.

Guillermo del Toro (Guadalajara, México, 1964), cineasta. “Sería un esclavismo absoluto acceder de alguna forma, bilateralmente, a la existencia de un muro que nos ofende a todos. Para mí es muy importante que se continúe la acción ciudadana. No creo que la gente que está en el Gobierno vaya a ofrecer nunca una solución voluntariamente, porque no existe una vocación de gobernar, porque no existe una vocación de defender los intereses del pueblo. Le queda a la gente la necesidad de seguir manifestándose, protestando, diciendo y preguntando cosas incómodas, porque lo que está probado, una y otra vez, es que las cosas no van a cambiar del otro lado, por ningún motivo”.

Elena Poniatowska (París, 1932), escritora mexicana, premio Cervantes 2013.]“Tenemos agua, tenemos luz, tenemos inteligencia ante un vecino avasallador. Cárdenas nacionalizó nuestro petróleo y a través de los mexicanos más pobres recuperamos mediante tácticas migratorias tierras vendidas a los Estados Unidos: California, Texas, Nuevo México, Arizona, Utah, Colorado y Nevada. En Los Ángeles se habla más español que inglés. La segunda comunidad hispana del mundo se encuentra en Estados Unidos. El American dream de licuadoras y televisiones ejerció un poder que el corrupto y mal gobierno mexicano no supo paliar. México, con una cultura muy anterior a la de Estados Unidos se dejó nuevamente seducir por cuentas de colores. Ahora es Trump, hombre de negocios que envilece todo lo que toca en la peor forma del big business del Tío Sam. La comunidad latinoamericana es inmensa y su territorio mayor que el de los Estados Unidos, ¿no sería hora de que se uniera contra Trump?”.


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Victoria Camps (Barcelona, 1947), catedrática de Ética.  “Trump está cumpliendo todas las amenazas. Y de la forma más brutal. Su actitud necesita una fuerte reacción internacional. Se han producido respuestas en Estados Unidos. Muchos alcaldes se han negado a las posibles deportaciones de mexicanos. Esa desobediencia se justifica, es importante. Pero han de ser apoyados desde fuera. Europa tiene que actuar. Estados Unidos se está cargando sus propios principios como integrador de gente diversa. Es una comunidad muy patriótica, pero también muy diversa. Es un país de inmigración, como México, que acogió nuestro exilio. Negar al vecino, ofenderle, es una burla del débil, del que se considera inferior, y merece una reacción muy firme.

José Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926), escritor, premio Cervantes 2012. “El ciudadano español que no se considere de algún modo mexicano, colombiano, chileno, es que carece de algún fecundo componente educativo. Ahora mismo, con ocasión de esos execrables agravios perpetrados por Trump contra México, mi condición de español ha incrementado fervorosamente mi modo de ser mexicano. Es decir, comparto sin reservas las acciones contra ese soez agresor”.

Un falso muro en Ciudad de México en protesta contra Donald Trump el día de su investidura. 
 (AFP)

Alberto Barrera Tyszka (Caracas, 1960), escritor. “El gran peligro con personajes como Trump es no tomárselos en serio, pensar que son inverosímiles, que nunca pueden llegar más lejos. Trump comenzó siendo un chiste y terminó en la Casa Blanca, alzando el puño y anunciando que con él empieza una nueva patria. Su trato con México no solo es absurdo sino repugnante. Pero lamentablemente tiene coherencia con sus votantes. Pensar que solo se trata de un asunto con el país vecino es ingenuo. Para Trump, México solo es la Latinoamérica más visible, la que resulta más fácil estigmatizar. Después venimos todos los demás. Todos hablamos la misma lengua que fue expulsada de la Casa Blanca. Todos somos mexicanos. El silencio —sea por apatía, por temor o por oportunismo— es una complicidad con la intolerancia y con la segregación. Otra manera de no tomarse a Trump en serio. De pensar que no irá más lejos”.

José Luis Pardo (Madrid, 1954), filósofo. “No se trata en absoluto del peligro que puedan representar para EE UU los inmigrantes que entran por su frontera sur. No se trata en absoluto de mantener la legalidad en esa frontera. No se trata ni siquiera de construir o no construir un muro. Se trata sencillamente de humillar a quien se encuentra en la posición más débil, y de convertir esa humillación en espectáculo para satisfacción de los instintos más bajos de la audiencia. Es la actitud del matón en el patio del colegio. Si el muro es el símbolo de la división, es también el emblema privilegiado del populismo: el mal está fuera, son los otros. Lo peor es que en este caso el mal está dentro, muy dentro, y se extiende hacia fuera sin respetar valla alguna —un populismo llama a otro, despertando los sentimientos anti-gringos al otro lado de la frontera—. Se trata de alimentar el malestar en lugar de aliviarlo”.

José María Guelbenzu (Madrid, 1944), escritor. “Cuando los estadounidenses eligieron como presidente a Ronald Reagan fue como contratar a un actor del Oeste. Ahora la historia se repite como farsa, ahora es un bufón el contratado. A México le debemos mucho los españoles: que esa lengua que compartimos haya creado tanto, que haya acogido a tantos de los nuestros. Y ahora se ve envuelto ese país extraordinario en una historia que no es literaria ni siquiera política, no se puede hacer ficción con eso: es un tebeo de héroes falsos. Un sarcasmo”.

Margo Glantz (Ciudad de México, 1930), escritora. “Trump es una catástrofe. Es una especie de Ángel Exterminador que solo en una semana está aniquilándolo todo. Está provocando muchos problemas dentro y fuera de EE UU. Cosas inconcebibles en una democracia como la tortura ahora se aceptan con normalidad. En los noventa celebramos la caída del muro y ahora lo tenemos a la vuelta de la esquina. El problema más grave de México son sus gobernantes y la violencia. Si a esto le sumamos Trump, a México se espera un periodo muy difícil. Ojalá sirviera para conseguir ser un país un poquito más independiente. Ojalá el Gobierno tomara medidas excepcionales para ayudar a los trabajadores que sean deportados para que se queden a trabajar aquí. Pero va a ser muy difícil que seamos más independientes porque somos un país débil y tenemos un vecino siniestro.

Alberto Fuguet (Santiago de Chile, 1964), escritor. “Podría estar una hora hablando en contra. Pero lo tomo como una oportunidad: el muro de Berlín al final se cayó. Hay que empujar el muro de Trump. Ya está habiendo movilizaciones, marchas... Me parece que ese muro llega demasiado tarde: lo tenían que haber levantado Eisenhower o Kennedy... Pero es como la homofobia. Tratar de eliminar el mundo gay es ya imposible. Y de manera similar pasará con las relaciones entre los dos países y sobre todo entre los ciudadanos de ambos lados de la frontera, que han llegado muy lejos y se han establecido una gran cantidad de vasos sanguíneos, de vínculos entre los dos países... Esos lazos económicos, sanguíneos, culturales romperán cualquier muro”.

Giuseppe Caputo (Barranquilla, Colombia, 1982), escritor. “Estuve en El Paso hace justo un mes que el muro es una reja. Y desde los EE UU echaba mensajes de bienvenida a los mexicanos. Me parece un gesto simbólico de lo porosas que son las fronteras. La visualización de ese muro nos está escandalizando, claro, como es lógico. Yo me posiciono en la línea de lo que dijo Meryl Streep en la ceremonia de los Globos de Oro, sobre la necesidad de implicación verdadera de la gente. Pero debemos ser coherentes siempre”.

Cristina Fuentes, directora internacional del Hay Festival. "A nosotros como festival nos interesa construir puentes no muros, para que fluya la libertad de expresión. En todos nuestros festivales y en especial en nuestro festival en Querétaro, en México, vamos a celebrar la gran creatividad de México y su conexión con el resto del mundo. Nuestro propósito es crear fotos de debate, de intercambio, foros que generen pensamiento crítico y pensamiento plural, bastiones de liberalismo ideológico frente al barbarismo, y celebración de la mejor literatura y pensamiento y su libre flujo".
Con información de Juan Cruz, Ferran Bono, Jacobo García, David M. Pérez y Javier Lafuente.


SERRAT: “NO ES SINO LA PRUEBA DEL MIEDO DE QUIEN LO LEVANTA"

El músico Joan Manuel Serrat (Barcelona, 1943) fue el último exiliado español en México, tierra de acogida para ciudadanos de todo tipo, políticos, artistas, profesores, que se fueron de España durante la Guerra Civil o en los años que siguieron. El cantante catalán estaba en México cuando el agonizante régimen de Franco decidió perseguirle por su actitud política con respecto a la dictadura. “Conté en una canción que prefiero los caminos a las fronteras. Y ahora no estoy viendo otra cosa que muros, fronteras, en Israel, en Ceuta, en Grecia, en Turquía”, explica el intérprete de Mediterráneo, ese himno a las patrias comunes. “En este momento el Gran Depredador ha decidido prolongar esa desgracia. Los muros son el resultado de muchas fronteras anteriores, de muchos prejuicios, de muchos miedos, de mucho egoísmo. Todo esto no ayuda a que nosotros como especie avancemos por un camino armónico. A veces me pregunto si saben los que los levantan que los muros dan a los dos lados. ¿A quién encierra la tapia, al que está a un lado o al que está al otro, al servidor o al servido? No es lo mismo que te impidan el camino cuando vas de paseo que cuando vas a ganarte el sustento. Y lo que muestra el muro, en definitiva, es incapacidad, impotencia, revela el miedo del que lo levanta. Yo confío en que, con la misma ligereza que ha mostrado el Gran Depredador para anunciarlo, con igual rapidez dé marcha atrás a esta ocurrencia vergonzosa. Fui a México en años muy difíciles para mí. Yo no tenía dónde meter la vida; allí me abrieron la casa y los brazos, y todavía me siguen tratando como a uno más, como hicieron con miles y miles de refugiados que encontraron allí cobijo. México es experto tanto en la acogida como en la emigración”.