Majestuoso testimonio de un poder agostado

Majestuoso testimonio de un poder agostado

viernes, 7 de febrero de 2014

Ucrania abre una nueva guerra fría entre Rusia y Estados Unidos



El conflicto ucranio provoca una escalada de acusaciones entre los dos países.

Los aliados europeos necesitan el apoyo de Washington pese a su malestar.



La subsecretaria de Estado, Victoria Nuland, en la embajada de EE UU en Ucrania este viernes. / MARTIN BUREAU (AFP)




PILAR BONET Kiev/EL PAÍS 

La prolongada crisis política, social y económica de Ucrania pone a prueba los nervios, la competencia diplomática y la capacidad de liderazgo internacional de Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia, los grandes actores internacionales en el continente, para encontrar soluciones al desestabilizador conflicto que ahonda las divisiones no superadas desde la guerra fría.
Los aliados europeos de EE UU se han irritado por el exabrupto de la subsecretaria de Estado para asuntos europeos, Victoria Nuland (“que le den a la UE”) y ha criticado la política de Bruselas frente a Ucrania, en una conversación privada con el embajador norteamericano en Kiev. Nuland se ha disculpado y, le guste o no, la canciller alemana Ángela Merkel no puede dar carpetazo al trabajo conjunto con Washington en un tema tan delicado como Ucrania.
Después de casi tres meses de tener movilizados a sus diplomáticos yendo y viniendo a Kiev incluso durante las Navidades, ni la UE ni EE UU han encontrado la clave para superar el enfrentamiento entre el régimen del presidente Víctor Yanukóvich (elegido en las urnas en 2010) y los manifestantes que piden su cese. Con sus continuos viajes a Kiev los occidentales cumplen una función de “amortiguador” por conversar con Yanukóvich y también con la oposición parlamentaria.
“EE UU y la UE valoran la situación de la misma manera en Ucrania. A saber, que es necesario resolver el conflicto de forma pacífica mediante una mesa redonda, aunque pueden tener diferencias en los métodos sobre cómo ayudar”, señala Irina Geráshenko, diputada del grupo UDAR y miembro del comité de Integración Europea de la Rada Suprema (Parlamento) de Kiev. Geráshenko se niega a opinar sobre el contenido de la conversación en la que Nuland apostó por Arseni Yatseniuk y no por Vitali Klichkó, para encabezar el Gobierno. “Los servicios de seguridad de Ucrania están en una situación tan lamentable que permite a los servicios secretos de otros países actuar en nuestro país”.
Los espías rusos se han convertido en los principales sospechosos de la filtración. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, hizo carrera en el KGB y luego en el Servicio Federal de Seguridad (SFS) y medios políticos rusos le atribuyen la difusión de documentos comprometedores, entre ellos el vídeo que hizo caer al fiscal general de Rusia en los años noventa cuando éste se disponía a organizar una investigación sobre la familia del expresidente Borís Yeltsin. La difusión del diálogo de Nuland con su embajador tendría por objeto provocar un nuevo pique (a añadir a los que ya ha provocado el exanalista de inteligencia Edward Snowden) entre europeos y norteamericanos, en este caso en relación a Ucrania.
A la hora de facilitar ayuda económica a Ucrania EE UU tiene más facilidad y puede ser más ágil que la UE. Tal vez sea un símbolo que en el otoño, cuando Victoria Nuland y la jefa de la política exterior de la UE, Catherine Ashton, se pasearon por el Euromaidán (la plaza símbolo de las protestas), la primera se dedicó a repartir bollos entre los manifestantes, y la segunda, no repartió nada. En su viaje a Kiev esta semana Ashton encontró a Yanukóvich muy indiferente ante las perspectivas, teóricamente abiertas, de avanzar hacia la firma del fallido acuerdo de asociación con la UE, señalan medios diplomáticos en Kiev.
Para tomar el pulso al Euromaidán, tanto estadounidenses como europeos se han apoyado en los líderes de los grupos parlamentarios de la oposición, que no son exactamente los líderes del Euromaidán, porque las protestas tienen su propia dinámica y los manifestantes, sus propias reivindicaciones.
Los emisarios occidentales conocen bien a Klichkó, el líder de UDAR, a Arseni Yatseniuk, el jefe del grupo parlamentario Patria de la encarcelada Yulia Timoshenko, y al nacionalista Oleg Tiagnibok, del partido Libertad. Pero conocen peor el tejido interno del Euromaidán. Medios diplomáticos europeos que en noviembre se esforzaban en “mantener encendida” la llama del Euromaidán para presionar a favor de la integración de Ucrania en Europa, tratan ahora de identificar a los colectivos de manifestantes que, en una situación crítica, pudieran desempeñar un papel moderador y disuasivo de los radicales dispuestos a morir si no se va Yanukóvich. El actual presidente “no dará el poder y, es más, su figura es necesaria para que no se desestabilice el Este de Ucrania”, señalan, en privado, medios diplomáticos europeos muy involucrados en la búsqueda de una solución para el conflicto de Ucrania.
Su mensaje, también en privado, es que EE UU y Rusia deben mantener su implicación en esta búsqueda. Esto exigiría formar una base de confianza entre estos grandes actores que están viviendo trayectorias divergentes. Moscú presenta las protestas en Ucrania como un fenómeno impregnado de ideología fascista y acusa a los países occidentales de aventar las protestas con intenciones antirusas. Los políticos de la oposición ucraniana han dado la espalda a Moscú, por considerar que el Kremlin se inmiscuye en los asuntos de su país y contribuye a desestabilizarlo.
Las relaciones de Occidente con Rusia son más tensas que en 2004, cuando se montó un amplio mecanismo de mediación conjunto en el que participaba Boris Grizlov, por entonces jefe de la Duma Estatal de Rusia. Aquel mecanismo concluyó en diciembre de 2004 con un acuerdo que permitió disolver la crisis, cuyo origen era precisamente la truculenta victoria de Yanukóvich en unos comicios presidenciales. Los rusos no compartían ni de lejos los argumentos de los líderes de la Revolución Naranja ni de los occidentales, pero formalmente fueron parte de la solución.

La amenaza de golpe de Estado
P. B., KIEV
El presidente de Ucrania, Víctor Yanukóvich, se enfrenta a un intento de golpe de Estado violento y se verá obligado a usar la fuerza, si no quiere que el país se “sumerja en el caos”. Así lo manifiesta Serguéi Gláziev, asesor del presidente ruso Vladímir Putin y responsable de las relaciones con Ucrania y países postsoviéticos. “Las autoridades ucranianas hoy no recurren a la fuerza, sino que solo se defienden cuando ocurren ataques a las sedes del poder”, señaló Gláziev en una entrevista al periodico Kommersant Ukraina. “Para comenzar a usar la fuerza, en una situación cuando las autoridades se enfrentan con un intento de golpe de Estado, no tendrán otra vía de acción (que el uso de la fuerza)”, señaló. “De lo contrario, se sumergerán en el caos”, afirmó.
Las alternativas al uso de la fuerza por parte de Yanukóvich serían, a su juicio, enfrentamientos civiles violentos, “guerra civil” y “la división del país”. Afirma Gláziev que Rusia, junto con EE UU, es garante de la integridad territorial de Ucrania desde 1994, cuando este país se convirtió en miembro del Tratado de No Proliferación como Estado desnuclearizado. En virtud de aquel tratado Rusia y EEUU tienen derecho a inmiscuirse conjuntamente en los asuntos de Ucrania, pero no de forma unilateral como hace EE UU, que trata de controlar la situación en Ucrania, según el funcionario.
Gláziev acusa a Washington de chantajear, presionar e incluso de armar a la oposición ucraniana. El régimen demora el uso de la fuerza por temor a las represalias norteamericanas, en concreto teme por sus cuentas en el extranjero y sus propiedades, explica. Recomienda el político ruso un sistema federal para Ucrania, en lugar del unitario actual, lo que, en su opinión, crearía una estructura más flexible para conservar el Estado. Pone como ejemplo la relación de Dinamarca con Groenlandia, en la que este territorio danés no es miembro de la UE. Señala también que entre las regiones occidentales de Ucrania y las orientales hay menos vínculos culturales y económicos que entre el Sur y Este de Ucrania, por una parte, y Rusia, por la otra. Asimismo insiste en crear un sistema de consultas trilateral Ucrania-Rusia- EU para tratar de la colaboración económica y comercial con Kiev. 

Los empresarios urgen a Estados Unidos y a Brasil a relanzar sus relaciones



Las compañías de ambos países quieren que el 'caso Snowden' no trabe el creciente comercio bilateral entre las dos potencias. EE UU es el mayor inversor extranjero en territorio brasileño.



Manifestación a favor de que Brasil acoja a Snowden, ayer en Río. / M. T. (GETTY)


JOAN FAUS Washington 

Las revelaciones de Edward Snowden sobre el espionaje masivo de la NSA no solo han generado problemas políticos entre Estados Unidos y muchos de sus aliados, sino también graves tensiones económicas.
Boeing, por ejemplo, poco se imaginaba antes de junio que las filtraciones de un exanalista por entonces desconocido de la Agencia Nacional de Seguridad le haría perder al cabo de unos meses un millonario contrato con las Fuerzas Áreas de Brasil. La compañía de aviación norteamericana parecía tenerlo todo de cara para alzarse con el suculento pedido de 36 aviones de combate por 4.500 millones de dólares, pero la publicación en septiembre de que EE UU había espiado a la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, desató una tormenta diplomática y fue un factor determinante para que el Gobierno de Brasil se decantara finalmente en diciembre por comprar los aviones del fabricante sueco Saab.
La decisión, obviamente, no gustó nada a Boeing -ni al tercer aspirante, el francés Dassault- y puede poner en peligro el futuro de parte de su planta en el estado de Missouri, en el norte de Estados Unidos.
Y aunque Boeing sea seguramente el caso más paradigmático, el deterioro de las relaciones entre Washington y Brasilia por la estrecha vigilancia de la NSA -que provocó que Rousseff cancelara una visita de estado en octubre a EE UU- ha afectado al conjunto de los intereses empresariales en ambos países. “En general, las empresas estadounidenses que ya hacían negocios en Brasil no han sufrido problemas, pero lo que sí vemos es que es más difícil que avance nuestra agenda”, explica Fernanda Burle, directora de políticas del Consejo Empresarial EE UU-Brasil, en una entrevista en su despacho en la sede de la Cámara de Comercio de EE UU, enfrente de la Casa Blanca.

Boeing perdió un contrato de 36 aviones de combate para Brasil por culpa del 'caso Snowden'

El Consejo está integrado por más de un centenar de empresas estadounidenses de variados sectores -como defensa, energía, agricultura, tecnología, banca o alimentación- que operan en Brasil. Entre ellas, grandes multinacionales como Boeing, Shell, Cargill, Coca-Cola, FedEX, Apple, Metlife, Monsanto, General Electric, Nike, Cisco o Citigroup. El objetivo de la organización es fomentar el comercio y la inversión entre ambas naciones, por lo que mantiene contactos habituales con los dos gobiernos y defiende una serie de posicionamientos. Por ejemplo, aboga por un tratado económico bilateral entre EE UU y Brasil, y otro similar a nivel fiscal, que se agilicen los visados migratorios, que haya una mayor transparencia y armonización legislativa en Brasil, o que el gigante sudamericano flexibilice los requisitos de contenidos locales en industrias como la informática o la energética.
Las revelaciones del espionaje de la NSA han enfriado el notable progreso diplomático alcanzado entre ambas potencias en los últimos años, lo que, por ende, ha dificultado el avance de todas estas reclamaciones del Consejo Empresarial y ha repercutido directamente en los negocios de algunas compañías, al margen de Boeing. Renata Vasconcellos, directora para políticas públicas de la organización, menciona sobre todo los sectores relacionados con inteligencia y tecnología -por la legislación que prepara Brasilia sobre la recolección de datos y los derechos de los internautas- y los de gas y petróleo -por el hecho de que EE UU también escrutara las comunicaciones de Petrobras.
Todo esto ha hecho que las empresas con intereses en Brasil estén instando a las autoridades de ambos países a mejorar sus relaciones y dejar atrás el escándalo Snowden, deseosas de recuperar el brillo del pasado y explotar más, tras años de sostenido crecimiento comercial bilateral, las oportunidades derivadas del auge económico de Brasil y de su creciente clase media. “Todos [los empresarios] tienen a sus equipos de relaciones gubernamentales trabajando duro en ello. Es en su propio beneficio”, sostiene Vasconcellos. “Hay mucho interés en ambas comunidades empresariales”, tercia Burle.
En términos similares se expresan desde la Cámara de Comercio Brasiloamericana, que, a diferencia del Consejo, agrupa a compañías estadounidenses pero también brasileñas, como Petrobras e Itaú. “Las relaciones se han visto afectadas”, reconoce en conversación telefónica la brasileña Patricia Florissi, directiva de la empresa estadounidense EMC e integrante de la junta directiva de la Cámara, que tiene su sede en Nueva York y dispone de alrededor de 200 socios. La organización también promueve el comercio bilateral y busca “facilitar la comunicación” entre las compañías y los gobiernos de Brasil y EE UU.

"Ahora es más difícil que avance nuestra agenda", dice Fernanda Burle, directora de políticas del Consejo Empresarial EE UU-Brasil

Y, cinco meses después de las revelaciones de espionaje masivo, las cosas parece que están empezando tímidamente a moverse, con incipientes signos de deshielo. La semana pasada la administración de Barack Obama explicó en Washington al ministro de Exteriores de Brasil los cambios previstos en el funcionamiento de la NSA, y esta semana se han reunido en Brasilia altos cargos comerciales de ambas naciones y en la capital de EE UU representantes empresariales. Mientras, en paralelo, las dos potencias mantienen diálogos técnicos bilaterales en una veintena de asuntos. A mediados de diciembre, el Gobierno de Rousseff ya hizo un primer gesto conciliador hacia Washington al rechazar categóricamente la petición de asilo que le hizo Snowden, actualmente refugiado en Rusia.
“No tiene sentido que las revelaciones de la NSA fueran tan tremendas para las relaciones”, apunta Vasconcellos, que percibe cierta “fatiga” en esta cuestión. “La gente quiere avanzar. Este es un buen año para volver a encarrilar [la relación]. El sector privado y los dos gobiernos deberían trabajar intensamente para que el próximo año tras las elecciones presidenciales en Brasil [de octubre] podamos empezar frescos”, afirma.
La magnitud de la relación económica hace, de hecho, muy conveniente la reconciliación diplomática. Según los últimos datos del Departamento de Estado, Brasil es el octavo socio comercial de EE UU, que es el primer inversor extranjero en el gigante emergente; mientras que EE UU es el segundo destino de las exportaciones brasileñas. En 2012 el intercambio comercial bilateral registró un valor de 76.000 millones de dólares y se estima que en 2013 podría haber alcanzado los 100.000, manteniendo el crecimiento sostenido de los últimos años. 

miércoles, 5 de febrero de 2014

El PSB intenta construir la tercera vía brasileña con “paciencia revolucionaria”



El gobernador de Pernambuco propone recuperar las “banderas que quedaron en el camino”, de la educación a la agilidad del Estado.

Marina Silva aún no es oficialmente la segunda de la coalición.




CARLA JIMÉNEZ São Paulo 


Eduardo Campos y Marina Silva, este lunes en Brasilia. / BETO BARATA (AFP)

Ni el Partido de los Trabajadores, ni el Gobierno tucano del Partido Social Demócrata de Brasil (PSDB). El Partido Socialista Brasileño (PSB), liderado por el gobernador de Pernambuco, Eduardo Campos, intenta ocupar el espacio de una tercera vía ante del escenario polarizado que la política asume en Brasil desde 1994. Tras ocho años del PSDB en la presidencia, y 12, del PT, el partido socialista quiere presentarse como una alternativa al maniqueísmo del escenario actual.
La orden, sin embargo, es no atacar de frente a los adversarios, principalmente el Gobierno petista, que tuvo a Campos como ministro de la Ciencia y Tecnología, y a Marina Silva, la potencial vice, como titular del ministerio de Medio Ambiente. “Vimos a Brasil elegir el primer hijo del pueblo presidente de la República (Lula da Silva) con nuestro apoyo. Y nadie que esté aquí se arrepiente de haber prestado su militancia y su historia a ese proyecto”, dijo Campos, a quien le corre la política en las venas desde que nació. Campos es nieto de Miguel Arraes, uno de los mayores exponentes de la izquierda brasileña, que vivió en el exilio 16 años, y que gobernó Pernambuco tres veces.
Para despegarse del Gobierno actual, el candidato del PSB dijo que, aunque el país haya mejorado, hay una sensación de parálisis. “Brasil avanzaba en el sentido de acumular conquistas, sobre todo de los más pobres, pero de repente, la sensación de la frenada, del desencuentro”, dijo Campos. Con palabras milimétricamente estudiadas para un país que busca cambios sin radicalismo, el gobernador pernambucano buscó asumir una versión más moderada de oposición.
Así, aprovecha para construir un discurso alternativo, tanteando el terreno de los electores de los otros partidos. “La desesperación de algunos que quieren quedarse amarrados a la maquinaria pública y que, efectivamente, van a perder… nuestra paciencia revolucionaria va a derrotarlos con argumentos y no con insultos. Con un proyecto y visión de futuro del país”, argumentó.
La “paciencia revolucionaria” parece ser también la prueba para el PSB al anunciar oficialmente el nombre de Marina Silva, fundadora del partido Red, como vice de la coalición. Durante la presentación del programa, Marina se mantuvo en un segundo plano, diciendo incluso que el candidato era el gobernador pernambucano, no asumió la posición de número dos públicamente. “Marina tiene su tiempo, ella es una persona mucho más conocida que Eduardo. Para alguien como ella, no se imponen reglas, pero se va tateando”, dice el diputado Marcio França (PSB-SP), que debe ser candidato del partido para el Gobierno de São Paulo.
Por ahora, Campos está en la posición más cómoda, la de atacar al Gobierno actual, y la de probar las fórmulas para agradar al público. “Campos quiere ser la tercera vía, para los que desean continuidad y también para los que quieren cambio”, opina Rafael Cortez, científico político de la consultoría Tendencias. En el discurso, quiere apropiarse de las “banderas que quedaron en el camino”, tanto del PT como del PSDB, de la educación, del empleo de calidad y de la competitividad. “Si continuásemos a este ritmo, Brasil perderá altura”, completó el candidato.
Aunque con una buena agenda para el país, el gobernador pernambucano aún está lejos de alcanzar la preferencia de la mayoría del electorado brasileño, opina el científico politico Adriano Oliveira, profesor de la Universidad Federal de Pernambuco. Una tarea ardua, incluso aunque el cansancio hacia los partidos mayoritarios sea evidente. “Su discurso no alcanza el 40% de los electores fieles de Lula y Dilma Rousseff”, evalúa Oliveira. “Él se posiciona contra el PT, pero aún discursa para superar Aécio Neves (PSDB) y no a Dilma”, dice.
Para Oliveira, Campos puede sorprender en grandes centros urbanos, como São Paulo, donde llegó a quedar frente a Neves en las encuestas electorales, al preguntarse por la preferencia de los paulistas. Pero, su plataforma aún no contempla un programa social definido, que es fundamental para captar los electores del Nordeste.
Para Cortez, de Tendencias, la pelea será dura con el electorado del PSDB, cuyo principal activo es un sentimiento de antagonismo al PT. “Ellos gobiernan en Estados importantes, y eso moviliza a su electorado (tucano)”, afirma. Hoy el PSDB gobierna ocho Estados brasileños, incluyendo São Paulo y Minas Gerais, los principales colegios electorales del país. 

Latinoamérica y el contagio de las crisis económicas



Hace relativamente poco tiempo se llegó a pensar que los ciclos económicos eran pasado.



MIGUEL FORCAT LUQUE/EL PAÍS  

México, finales de los años 80. El país azteca, hasta entonces muy proteccionista con su economía, decidió abrirla, lo que atrajo inversiones extranjeras. El problema fue que a estas inversiones no siguieron, como se esperaba, crecimientos económicos. Buscando ese desarrollo que no llegaba los mexicanos decidieron devaluar su moneda. Pero, si algunos economistas aseguraban que la devaluación que México necesitaba era del 30%, la realmente efectuada fue apenas del 15%. Consecuencia: Los inversionistas extranjeros, temerosos de una nueva devaluación, retiraron su dinero del país del Tequila. Para retener esos capitales, el estado Mexicano subió los tipos de interés creando una serie de bonos por los que tenía que pagar grandes cantidades de dinero. México se vio ante un problema serio: No tenía dinero para pagar. México, simplemente, no tenía dinero.
Hace algún tiempo conocí a un ciudadano de fuera de América. Cuando le comenté que vivía en Nicaragua, él me contestó: “¡Qué casualidad: Mi primo vive en Perú!”. Esta anécdota plasma una idea bastante generalizada (y falsa) consistente en considerar a América Latina como un territorio único. Es así como operan las inversiones extranjeras.
El problema serio que acabo de relatar sobre México tuvo consecuencias en otros países latinoamericanos. Prestamistas extranjeros que hasta entonces prestaban dinero a empresarios argentinos dejaron de hacerlo temerosos de algún tipo de contagio. La consecuencia fue que el país del tango se vio escaso de capitales: Argentina no tenía dinero.
La economía estadounidense estaba entonces muy expuesta a la economía de su vecino del sur. Previniendo mayores males, los norteamericanos decidieron ayudar a México: Estados Unidos inyectó a la economía mexicana la nada desdeñable suma de 50.000 millones de dólares. El Banco Mundial, por su parte, hizo lo propio con la economía argentina, e inyectó en las arcas del país de Borges cerca de 15.000 millones de dólares.
La situación de crisis en la que se encontraban estos dos países latinoamericanos se debía a una multitud de factores coyunturales. La falta de dinero era solo uno de los problemas de esos países: Es falso pensar, como muchos hicieron, que la escasez monetaria era el problema mayoritario de Argentina y México. Pero entonces ocurrió algo sorprendente: Tras las inyecciones monetarias en México y Argentina, las economías de los dos países despegaron: La mejoría de sus datos económicos era clara y palpable. Parecía que tanto Argentina como México habían superado sus crisis.
Este nuevo crecimiento económico se debió a una multitud de factores, uno de ellos, sin duda, fueron las inyecciones monetarias. Pero es un error creer que esa introducción de dinero fue la única razón (o incluso la razón predominante) por la cual la crisis fue superada por esos países. Y sin embargo, muchas grandes firmas de la macroeconomía internacional apoyaron esa hipótesis.
La enciclopedia se creó cuando el ser humano creyó que algún día iba a ser capaz de saberlo (absolutamente) todo… El conjunto de equivocaciones, aciertos y golpes de suerte acontecidos en estos dos países latinoamericanos contribuyó al asentamiento de la muy repartida creencia de que el ser humano había encontrado por fin la capacidad para solucionar todos los problemas de orden económico-financiero que pudieran surgir y que, por tanto, las crisis económicas se habían acabado definitivamente.
Estas teorías simplistas e ingenuas quizás contribuyeron a que algunas economías, sobre todo occidentales, se hicieran insaciables propiciando el despilfarro hasta unos límites nunca vistos. Esto, a su vez, provocó la crisis económica que ha azotado a algunos países desarrollados y que sigue siendo un flagelo para economías emergentes como la de Argentina, que pasa hoy por una nueva crisis.
Miguel Forcat Luque es economista y ejerce como agregado para Asuntos de Cooperación de la Unión Europea. Las opiniones de este artículo no reflejan el punto de vista de la institución. 

Una apuesta por el bien común

Superar las diferencias


Por Santiago Kovadloff | LA NACION



Cuando llegó a su término la segunda reunión del Foro de Convergencia Empresarial, el 28 de enero pasado, todos sus integrantes se hicieron oír en un aplauso unánime. Celebraron con él la aprobación del documento que, bajo el título "La hora de la convergencia", había sido redactado, discutido y vuelto a redactar para dar nacimiento a una iniciativa inédita: la formulación de una propuesta de políticas públicas concebida y refrendada por 28 organizaciones empresariales del país y abierta a la consideración de todos los sectores de la vida nacional. Hoy vuelven a reunirse en la Sociedad Rural, esta vez con el sector sindical liderado por Hugo Moyano.
El fluido intercambio de ideas, la búsqueda de coincidencias, la firme disposición al diálogo por parte de los voceros de esas 28 organizaciones reflejaron una necesidad común: la de poner fin a la empecinada segmentación que hasta entonces había predominado en el sector productivo, tanto en lo que hace a la defensa de sus intereses específicos como a la de las condiciones jurídicas, institucionales, culturales y sociales requeridas en el orden general para asegurar el desarrollo de toda la Nación.
La dificultad para lograr esa interdependencia no es por cierto un rasgo exclusivo de los empresarios argentinos. La falta de un Estado no sujeto a los vaivenes del poder de turno, la ausencia de federalismo, la tendencia a la confrontación incesante, la presunción de que la verdad sólo nos asiste a nosotros y a quienes se subordinan a nosotros son signos de una patología política que demuestra que el país carga, desde hace décadas, con las consecuencias de una desconcertante ineptitud para dejar atrás sus males sociales.
Se diría que los empresarios han entendido, finalmente, que su credibilidad ante los ojos de la sociedad exige la superación de sus beligerancias internas y de sus patéticas divisiones; expresiones, unas y otras, de una perseverante miopía para discernir las necesidades básicas de la Nación. Se trata de ejemplificar, de una buena vez y con la propia conducta, aquello que se requiere del conjunto social. Sólo así podrá probarse que el país es algo más y algo mejor que un conglomerado de intereses contrapuestos.
Se lee en el documento firmado por los empresarios: "El problema de la Argentina es fundamentalmente político. Pero no por ello es un problema cuya solución sea exclusiva responsabilidad de los políticos. Muy por el contrario, todos los actores de la sociedad deben ser parte de la solución". Estamos pues ante un desafío que demanda amplia participación cívica, coordinación multisectorial, transversalidad política. Una conciencia republicana cuyo despliegue operativo no debe demorarse pues está en juego el porvenir de nuestra capacidad de convivencia.
Pocos días atrás, en esta misma página, el ensayista Alejandro Katz se preguntaba si los argentinos estamos aún a tiempo de vivir juntos. Los empresarios reunidos en la Sociedad Rural conocen ese mismo desvelo y comparten esa misma necesidad de superarlo. Lejos de todo afán profético y sin rehuir la autocrítica han sido capaces de aportar a la formulación de un diagnóstico preciso sobre los males del país y las herramientas requeridas para impedir que la crisis circunstancial se convierta en crónica.
El cumplimiento estricto de la Constitución Nacional sigue siendo la deuda primera.
Nada alecciona más que un infortunio común cuando se trata de buscar y formular propuestas para ser consensuadas. A la difusión de ese infortunio han contribuido todos los que no han hecho otra cosa que mirarse el ombligo. Los empresarios saben que durante mucho tiempo han estado entre ellos. Que la hora de la convergencia ha de ser prioritaria si lo que importa es el afianzamiento del espíritu cívico, de una ciudadanía urgida por la necesidad de dejar de estar expuesta a la reiteración de desaciertos que sólo se explican cuando el poder, sea el que fuere, se aferra a su alianza con la mezquindad sectorial, la corrupción y su consecuente insensibilidad política.
Lo indispensable es más que evidente. Su reconocimiento no admite dilaciones. Las políticas públicas que permitan llevarlo a cabo no son tantas como para que no pueda haber acuerdo entre quienes deban impulsarlas. Las dirigencias políticas que aspiran a competir por la presidencia en 2015 deben manifestarlo abiertamente mediante un consenso programático que tenga por testigo a toda la sociedad y se concrete antes de las próximas elecciones. Así, la Argentina ingresará en un ciclo de imprescindible distensión y pacificación. Los contenidos de su porvenir ya no serán difusos y menos aún catastróficos. El eje de la expectativa social, tal como se lee en el documento de los empresarios, se desplazará del apremio en saber quién va a hacer lo que cabe hacer a uno más decisivo: saber qué cosas es preciso hacer. Y ello, con independencia de quién resulte vencedor en las elecciones y fijándole a quien gane una agenda ejecutiva acordada entre todas las dirigencias partidarias, las fuerzas del trabajo y la producción.
No en vano el término convergencia encabeza el documento firmado por la casi totalidad de las cámaras reunidas. Fue uno de los que circularon con mayor profusión a lo largo de ambos encuentros. De igual modo, la fragmentación, mal endémico de los argentinos, fue el concepto sobre el que recayó la crítica unánime de quienes, inicialmente reunidos en torno a una mesa, aspiraban a hacerlo, sustancialmente, en torno a valores y medidas capaces de contrarrestar su efecto corrosivo. Esa expectativa de cohesión interna que impulsó los dos encuentros de los empresarios -el del 7 y el del 28 de enero- motivó en ellos, asimismo, la esperanza de que otros sectores -el sindical, el político, el confesional- se vean inspirados por la misma necesidad de confluir en el reconocimiento de lo que demanda la democracia argentina. La dura experiencia del desencuentro y la recíproca desconfianza dictaron los términos de esa expectativa. "Ya es hora de que los distintos actores productivos -señala el texto del Foro de manera claramente autocrítica- aprendan a verse como partes de un todo y a dejar de proceder como si cada parte fuera un todo."
¿Qué lógica promueve estas palabras sino la dictada por una larga historia de desencuentros explotada por los demagogos y los enemigos de la convivencia pluralista? Se ha dicho muchas veces que las leyes que ordenan una comunidad y posibilitan su desarrollo sólo se imponen cuando resulta evidente la escasa rentabilidad del egoísmo y el apego a intereses ajenos al bien común. Es así como, también entre nosotros, ha llegado el momento de atender las demandas del encuentro. Hoy, las fuerzas significativas de la Nación acusan claramente la imposibilidad de proseguir su marcha de espaldas a este propósito integrador. La conciencia de ese límite ineludible también incidió en la respuesta afirmativa que obtuvo la invitación cursada a quienes terminaron por constituir el Foro empresarial. El interés sectorial y el general demandan, en beneficio mutuo, ese movimiento de convergencia. "Un país en el que sus fuerzas productivas, sociales y políticas operen en un marco de creciente fragmentación -recuerda el documento- no puede progresar como nación y está llamado a desgastarse en la confrontación creciente de sus partes."
Difícilmente se hubiera llegado a esta convergencia empresarial sin el trasfondo económico, social y político de la Argentina actual. Pocas veces se acumularon tantos y tamaños desaciertos en una gestión de gobierno como para comprometer incluso los pocos logros alcanzados en estos últimos diez años. Vulnerado el valor de nuestra moneda; ensanchado el espectro de la pobreza; cercenada la libertad de comercio; arraigados el autoritarismo y la intolerancia al disidente; mermado el poder adquisitivo de los desposeídos; desvirtuada la credibilidad externa; errática, prepotente e inverosímil nuestra política exterior; minada la paz interior; quebrantada la educación nacional y condicionada hasta el límite del escándalo la autonomía de la Justicia, ¿qué cabe sino convocar a un esfuerzo general para reabrir el rumbo hacia la esperanza, rehabilitando el valor de la sensatez y el conocimiento?
La esperanza no es hija de la confianza ingenua en el futuro, sino de la convicción de que hay en el presente recursos para inscribir ese futuro en un escenario de realizaciones triplemente confiables: por su apego a la ley, por su comprensión de lo que requiere un desarrollo cabal a mediano y largo plazo, y por su decisión de poner fin a las desigualdades sociales que estancan al país en la frustración y el incumplimiento de los derechos humanos. Tal la conclusión de este Foro. Contra la esterilidad del desencuentro que condena a repetir el pasado, sólo la fecundidad de la convergencia abre a la posibilidad de la innovación solidaria.
© LA NACION. 

lunes, 3 de febrero de 2014

La emergencia de los emergentes



Hace solo unos años los emergentes eran un pilar de la economía mundial; ahora son una amenaza.



MOISÉS NAÍM/EL PAÍS 

Los países emergentes son como los adolescentes: propensos a los accidentes. Se caen, resbalan, los empujan, corren riesgos innecesarios… Por supuesto que, tal como nos demostraron hace poco EE UU y Europa, a veces las naciones maduras también se comportan de manera inmadura. Sus accidentes son menos frecuentes, pero cuando los tienen son enormes. El mundo aún está pagando con desempleo y pobreza las irresponsables audacias financieras de bancos, Gobiernos y consumidores de los países más ricos. Y ahora nos viene una crisis en los emergentes, esos países de menores ingresos cuyas economías y el bienestar de su gente venían expandiéndose a un ritmo sin precedentes.
Hay dos preguntas de cuyas respuestas depende el pronóstico de la economía mundial. Primera: ¿contagiarán las economías emergentes a las de los países desarrollados? Segunda: ¿diferenciarán los inversores a los países emergentes “buenos” de los “malos”? En otras palabras, ¿sacarán su dinero y dejarán de invertir por un tiempo en todos los países emergentes sin hacer distinciones o serán selectivos? Pero ¿qué significa “malo” o “bueno” en este caso? Un gobierno “malo” es aquel que sufre de necrofilia ideológica: un apasionado amor por ideas muertas; por enfoques que han sido probados y que han fracasado repetidamente, pero por los cuales los poderosos sienten una irresistible atracción. Un gobierno “bueno”, en cambio, aprende de los errores y tiende a adoptar políticas que dan resultados y son sostenibles en el tiempo.
El caso de Argentina y Chile es muy ilustrativo: la economía argentina es un desastre y el Gobierno de Cristina Fernández pasará a la historia como uno de los más catastróficos que ha tenido un país adicto a elegir gobernantes catastróficos. En contraste, Chile es un país cuyos Gobiernos han venido haciendo las cosas bien, y de manera sostenida, independientemente de la ideología de quien está en el poder. Así, la economía chilena va bien y es un ejemplo para el mundo, mientras que la Argentina va muy mal y también es un ejemplo para el mundo… de lo que no hay que hacer. Es muy racional entonces sacar el dinero de Argentina. Y eso están haciendo tanto argentinos como extranjeros. Las reservas internacionales han llegado a su nivel más bajo en siete años, a pesar de los controles y otras medidas punitivas que el Gobierno improvisa en repuesta a una crisis que lo desborda.

Según las agencias especializadas, Argentina y Venezuela, junto con Ucrania, tienen la peor gestión económica y el mayor riesgo financiero del mundo

¿Cómo está capeando Chile esta crisis? Mucho mejor. Al igual que ocurre en todos los demás países emergentes, su moneda se ha devaluado en los últimos meses, pero de una manera mucho más ordenada y sin mayor trauma. Lo mismo está pasando con otras economías sólidas: Corea del Sur, México y Filipinas están sufriendo menos por esta crisis que Argentina, Ucrania o Venezuela, los tres países que, según las agencias especializadas, tienen la peor gestión económica y el mayor riesgo financiero del mundo. Esto significa que, por ahora, los inversores internacionales no ponen a todos los países emergentes en una misma canasta y diferencian en sus decisiones entre los que administran mal sus economías de aquellos que lo hacen mejor.
Pero, ¿qué les pasó? Cuando EE UU y Europa estaban en recesión, los emergentes eran un pilar de la economía mundial y ahora son una amenaza. “Estos países, sobre todo los latinoamericanos, son mucho mejores manejando las crisis económicas que manejando la prosperidad”, me dijo Luis Alberto Moreno, el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo. “Venimos de una época de abundancia que, al atenuarse, revela las precariedades de los países emergentes que no han profundizado las reformas económicas que necesitan. Estas reformas los harían menos vulnerables a los impactos que periódicamente les vienen de afuera”, afirma Moreno.
Esta vez las economías emergentes están sufriendo una triple paliza: la caída de los precios de las materias primas que tanto exportan, el aumento de las tasas de interés internacionales y la resaca de años de abundancia vividos como si esta no fuera a acabar nunca. La primera se origina en China, la segunda en EE UU y la tercera es hecha en casa; un autogol que cada dispendioso Gobierno emergente le marcó a su país. La abundancia permitió vivir por encima de las posibilidades y, como dice Moreno, no hacer las reformas necesarias.
Volviendo a la primera pregunta: ¿contagiarán los emergentes a los países más ricos? Es aún temprano para saberlo. Pero si bien la crisis de los emergentes ya ha impactado en los más ricos (las Bolsas de EE UU, Europa y Japón tuvieron el peor enero desde 2010), el consenso de los expertos es que, por ahora, no hay signos de que el contagio vaya a ser grave. Ojalá.
Sígame en Twitter @moisesnaim 

El FMLN se queda al borde de la victoria en El Salvador



La izquierda ex guerrillera logra un 49% de los votos. El derechista Arena, un 38.8. Ambos partidos volverán a competir por la presidencia en marzo en una segunda vuelta electoral.



Crédito: AFP


PABLO DE LLANO / JUAN JOSÉ DALTON San Salvador 

El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, la ex guerrilla izquierdista convertida en partido político, que actualmente gobierna en El Salvador, se ha quedado este domingo al borde de la victoria en las nuevas elecciones presidenciales.
Según los datos que ofrecía sobre las once de la noche (hora local) el Tribunal Supremo Electoral, con cerca del 80% del voto escrutado el FMLN ha conseguido el apoyo del 49% de los electores. Esta cifra no es mayoría suficiente y por lo tanto, a falta de que el escrutinio total confirme la tendencia anunciada por el tribunal, habrá una segunda vuelta el 9 de marzo.
El derechista Arena ha logrado un 39% del voto. Ha sido la segunda fuerza más votada, por lo que irá con el FMLN a la segunda vuelta. El tercero ha sido Unidad (11,4%), un nuevo partido de centroderecha fundado por Elías Antonio Saca, que fue presidente con Arena entre 2004 y 2009 y luego se salió del partido para hacer política por su cuenta.
La participación ha estado en torno al 52% del censo electoral. Esto supone un bajón con respecto a las presidenciales de hace cinco años, en las que participó el 60%.
El FMLN, que ganó las presidenciales por primera vez en su historia en 2009 después de tres comicios consecutivos con victoria de Arena tras los Acuerdos de Paz que cerraron en 1992 la guerra civil, aspira en este proceso electoral a renovar su mandato.
Esta noche sus simpatizantes y militantes se reunieron en el Redondel Masferrer, una glorieta de tráfico de San Salvador, la capital, para festejar que su partido ha sido el más votado, aunque se haya quedado corto para vencer.
Carlos Peraza, un simpatizante de 44 años, vestido con una playera roja, el color del FMLN, decía que pese a no haber ganado en primera vuelta su convicción era que la segunda solo será un paso más hacia lo inevitable: “Victoria, victoria siempre, victoria rotunda”.
Por uno de sus costados, al Redondel Masferrer se llega subiendo una cuesta larga y empinada. Por allí aparecieron a paso ligero y ajetreado media docena de muchachos portando un ataúd de cartón con una foto de Norman Quijano, el candidato de Arena, pegada a la tapa.
Sonaban muchas vuvuzelas, aquellas cornetas de ruido loco que se hicieron tan famosas en el mundial de fútbol de Sudáfrica en 2010. Las vuvuzelas, en el Redondel Masferrer, eran del color rojo. Eran rojas también casi todas las camisetas de los cientos de personas que estaban allí, la mayoría jóvenes.
Esta ha sido la quinta vez que El Salvador ha votado para elegir presidente desde que terminó la guerra entre la guerrilla del FMLN y la dupla formada por el Ejército y el poder político-empresarial derechista tradicional.
Actualmente, las principales preocupaciones en este pequeño país centroamericano son la epidemia de asesinatos ligada a la guerra entre pandillas y el tormento que sufren muchos por las extorsiones de las bandas. El otro reto es la pobreza, la inequidad social. En El Salvador un 34,5% de sus seis millones de habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza, y según Naciones Unidas un 60% de las viviendas tienen carencias básicas.
Durante esta jornada electoral no se han registrado sobresaltos en los centros de votación, pese a que en los últimos días había circulado el rumor de que las pandillas podrían ejercer la violencia en algunos lugares para favorecer al Frente.
Este sábado, el candidato de Arena, el odontólogo Norman Quijano, de 67 años, decía en un acto que las bandas “están del lado” del partido gobernante y hacía ver que la seguridad no estaba garantizada: “Tenemos que confiar en Dios y en nuestra autoridad policial”.
Diversos observadores internacionales, entre ellos miembros de la Organización de Estados Americanos, han supervisado el funcionamiento de las elecciones. Durante el día han informado de que los comicios han sido “tranquilos y seguros”.
La gran baza electoral del Frente para intentar renovar su mandato son las políticas sociales que ha puesto en marcha durante los últimos cinco años, sobre todo una: darle útiles escolares y uniformes a los niños para alentar a las familias pobres a que no los saquen de la escuela. El encargado de impulsar este programa ha sido el candidato del FMLN en estas elecciones, Salvador Sánchez Cerén, de 69 años, ex comandante guerrillero y vicepresidente en el gobierno actual.
Arena ha centrado su campaña en proponer una lucha severa contra las pandillas. Su candidato, Norman Quijano, ha dicho que si gana él podría decretar el estado de excepción para “militarizar” la seguridad pública, lo que según sus explicaciones se traduciría en potenciar el papel del Ejército en el combate contra las bandas y en usar instalaciones militares para trasladar ahí a reos “poco peligrosos” con el objetivo de desahogar las saturadas cárceles del país.
Además, Quijano ha dicho que esas eventuales instalaciones, a las que llama “granjas militares”, valdrían también para internar y disciplinar a aquellos jóvenes entre 18 y 30 años que no estudian ni trabajan y que son susceptibles de entrar en pandillas.
La violencia de las bandas ha marcado el mandato del FMLN. En los primeros tres años (2009-2011) los índices de homicidios fueron de los más altos del mundo: en torno a 70 asesinatos por cada 100.000 habitantes. Pero en marzo de 2012 los líderes de las pandillas pactaron desde la cárcel una tregua a cambio de beneficios penitenciarios, petición que el gobierno facilitó con la intención de que bajasen los homicidios. Desde entonces los índices de asesinatos han descendido notablemente, hasta los 39 por 100.000 de media en 2013.
Arena ha afirmado que si llega al Gobierno no apoyaría la tregua. El FMLN no cambiaría los términos actuales del pacto con las pandillas. En ninguno de los dos casos, si la tregua se corta o si permanece, se sabe a ciencia cierta cómo evolucionará el problema de la violencia, cuyas raíces se hunden en problemas de marginación socioeconómica que El Salvador no está cerca de solucionar. 

Arranca una negociación clave por los sueldos de los docentes

Arranca una negociación clave por los sueldos de los docentes

Sólo en enero, cayeron en la pobreza 509.000 personas

Sólo en enero, cayeron en la pobreza 509.000 personas