Majestuoso testimonio de un poder agostado

Majestuoso testimonio de un poder agostado

sábado, 27 de diciembre de 2014

En Latinoamérica unos cambian, otros se hunden

Panorama Internacional


Finalizó el boom de los commodities mineros, energéticos y de alimentos. 
En la región algunos no vieron la oportunidad, se acaba el dinero y comienza a discutirse qué hacer.


Un puñado de obviedades dibuja el presente de la región desde el año que termina al próximo. La más potente es la constatación de que se acabó el dinero y comienzan a llegar las facturas. Para los regímenes de autoproclamada fe progresista el escenario es el peor de los imaginados. Los detiene en su mayor desamparo. Sin fondos que lluevan generosamente no se pueden afincar relatos libertarios. Al no existir ya ese viento que sostuvo la idea de que había siempre y para todos sin necesidad de generar inversiones de largo plazo, la región se vuelve sobre si misma en un nuevo paradigma de obligado realismo. El súbito acuerdo cubano norteamericano es un ejemplo del calado del cambio que se avecina.
Lo que varió es un mundo que tiene otra dinámica de la cual el derrumbe del precio del petróleo es uno de los síntomas. Según los datos ajustados del BBVA Research, la región cerrará 2014 con un crecimiento magro de 0,9%. La expectativa el año próximo es más esperanzadora, pero marcha atada al periodo que termina, atravesado por una fortísima desaceleración de la demanda interna y ese entorno internacional con las locomotoras globales como China en marcha moderada.  
El factor que entre 2003 y 2011 ancló un crecimiento promedio de 5% fue el boom de los commodities mineros, energéticos y alimenticios. Ahora que eso se terminó, muchas economías regionales se descubren sin haber aprovechado la oportunidad única de esos años. La ausencia de una diversificación, inversión en infraestructuras, incremento del ahorro interno o prolijidad en las cuentas públicas, que durante la plata dulce eran incomodidades en las páginas interiores de los diarios, se trastocan hoy en la forma de una sentencia inapelable.
El Mercosur es una de las víctimas de esa desidia. El bloque concluye 2014 con una contracción de 0,5% y un eventual crecimiento vegetativo de 0,4% en 2015. La razón del traspié es que el Mercosur se explica en más del 90% por sus mayores socios, Brasil, Venezuela y Argentina. El gigante sudamericano que este primero de enero inaugura el segundo mandato de Dilma Rousseff casi no registra crecimiento en 2014, sólo 0,2% según datos proyectados de la CEPAL. Los otros dos, directamente se tumbarán. Nuestro país encogerá su economía en al menos 2%. Y Venezuela se reducirá hasta 5%. Pero si el cielo se cayó para todos la situación no es necesariamente lineal. Si se desagrega la información se observa que frente al desplome del Mercosur la más flamante Alianza del Pacífico que une a México, Colombia, Perú y Chile terminará el año con un alza de 2,8% y una expectativa de casi 4% para 2015. Los números revelarían en cualquier caso que es mucho lo que se ha hecho mal en una parte de la región y mejor en otra.
Como la historia no puede modificarse al menos hacia atrás, los vacíos que muestra la realidad comienzan a llenarse con otro lenguaje y demandas diferentes de un pragmatismo que no admite contrabalances. Ángel Gurría, el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, un foro que reúne 70% de la economía mundial, planteó este mes en la cumbre iberoamericana de Veracruz el recetario previsible: “A los países de América Latina les urge echar a andar una nueva ola de reformas estructurales que les permitan aumentar su productividad, mejorar su competitividad y construir economías más incluyentes”. Fuera de esos vértices, la necesidad de hacer algo también la enarbolaron líderes socialdemócratas como la chilena Michelle Bachelet que sentenció en ese encuentro (del cual se ausentaron los tres grandes del Mercosur): “vivimos un proceso de crecimiento más bajo del que teníamos y mucho más bajo del que quisiéramos. Esto implica cambiar”.
El problema es cuando de lo que se trata es de salir de un pantano. Venezuela por su propia impericia exhibe una situación de descomposición alarmante, con un rojo de sus cuentas públicas -mayores gastos contra menores ingresos- de 19,5% del producto, inflación de 70% y desabastecimiento crucial de productos básicos. Ese desastre es uno de los fundamentos del giro dialoguista de Cuba hacia EE.UU., porque la isla es dependiente de la economía venezolana. En el gesto de La Habana hay un diagnóstico que la nomenclatura de Caracas aun no ve y por lo tanto no procesa.
Es por esa ceguera que la presión de la crisis en Venezuela es proporcional al cierre policial de su economía y el extrañamiento de su gobierno. Así, su característica de régimen se acentúa porque no puede evolucionar a un sistema de poderes balanceado y se pierde en una peligrosa deriva autoritaria. En las últimas horas el apremiado gobierno de Nicolás Maduro ignoró su propia Constitución chavista para designar a dedo funcionarios leales en puestos clave que podían caer en manos de la oposición. Esa deformación preserva los privilegios en el aparato, y profundiza la corrupción. Sólo un ejemplo alcanza. El país gasta US$15 mil millones anuales en subsidios a las naftas que se venden a precios de centavos. Maduro no cambia eso y acaba protegiendo por indolencia un contrabando de miles de millones de dólares de esos combustibles protegidos que se negocian en negro a precios de mercado en la vecina Colombia.    
Argentina sigue a Venezuela apenas atrás en los daños autoinfligidos, con un panorama bastante similar en la proporción entre crisis y controles. De modo que mientras estos países amplifican su aislamiento real –no el que disimula la retórica--, los electorados de la región le dan cuerpo al recetario de Gurría o a la sensatez de Bachelet. En Brasil, la agónica victoria electoral de Rousseff se tradujo en un nuevo mandato pero cuya continuidad está impregnada de la demanda pragmática opositora. La ortodoxia del próximo gabinete de Rousseff haría sonreír a Ángela Merkel, desde el titular de Hacienda, Joaquim Levy, hasta la nueva ministra de Agricultura, Katia Abreu. No se equivoca el ex presidente centroderechista Fernando Henrique Cardoso cuando vaticina que “será difícil que el pueblo no pague el ajuste que se avecina”.
Pero esos cambios se notan también en países donde la economía funciona como Uruguay, que en las últimas elecciones premió con la continuidad al Frente Amplio pero en manos del dirigente más conservador del oficialismo, el médico Tabaré Vázquez. E incluso en otros modelos bolivarianos como el boliviano y el ecuatoriano, que profundizan en un camino desarrollista lejos tanto de sus colegas en crisis como de la barricada que reservan sólo para los discursos y su apetito de perpetuación. 

viernes, 26 de diciembre de 2014

Rusia apunta a Estados Unidos y la OTAN en su nueva doctrina militar



Kiev intercambia a 150 soldados por 222 milicianos separatistas en Ucrania.






Un prisionero de guerra ucranio se abraza a su madre durante el acto de liberación de prisioneros en Lugansk, Ucrania, este viernes. / YURIY STRELTSOV (EFE)


El presidente ruso, Vladímir Putin, firmó ayer la nueva doctrina militar, que considera el avance de la OTAN y el despliegue en Europa del sistema antimisiles de Estados Unidos como uno de los principales peligros para la seguridad nacional.
A pesar de los nuevos desafíos que suponen los cambios geoestratégicos en el entorno de Rusia debido tanto al reforzamiento de la Alianza Atlántica como a la pérdida de exaliados (Ucrania, por ejemplo), y contrariamente a lo pedían algunos halcones, el documento no incluye la posibilidad de un ataque nuclear preventivo y solo contempla el uso de armas atómicas como respuesta.

MÁS INFORMACIÓN


Moscú sigue considerando el escudo nuclear estadounidense en Europa como una grave amenaza, de ahí que el documento recoja la necesidad de responder a los “intentos de ciertas potencias de lograr la superioridad militar por medio del despliegue de elementos estratégicos” adoptando las medidas que permitan neutralizar la defensa antimisiles que desarrolla Washington. Con este fin, los rusos han desarrollado nuevos misiles capaces, según Moscú, de penetrar el escudo nuclear norteamericano; en 2015 el Ejército tendrá 50 de estos nuevos cohetes intercontinentales.
Rusia no solo lamenta el acercamiento de la OTAN a sus fronteras y el aumento del potencial militar de la Alianza, sino que califica de “violación del derecho internacional” el que ésta asuma “funciones globales”. La nueva doctrina enumera otros peligros como las pretensiones sobre parte del territorio de Rusia y de sus aliados o los conflictos en países limítrofes. El texto señala la necesidad de mantener en estado de alerta máxima a las Fuerzas Armadas como medida disuasoria, lo que define como “contención no nuclear”.
Al Kremlin le preocupa mucho la injerencia en sus asuntos internos. Al respecto, considera que una de las principales amenazas la constituyen las actividades para influir a través de la esfera informativa sobre la población, ante todo en los jóvenes, con el fin de “minar las tradiciones históricas, espirituales y patrióticas”.
Por primera vez se nombra la defensa de los intereses nacionales rusos en el Ártico como una de las principales tareas de las Fuerzas Armadas, y se constata la necesidad de ampliar las relaciones con los otros países BRICS (Brasil, India, China y Sudáfrica, además de Rusia), así como con Abjazia y Osetia del Sur, repúblicas cuya independencia el Kremlin reconoció después de la guerra con Georgia en 2008. El documento no hace referencia directa ni al conflicto en el este de Ucrania ni a la anexión de Crimea. Kiev suspendió ayer todos los servicios de tren y autobús a la península “por amenazas a la seguridad de los pasajeros”.

Intercambio de prisioneros ucranios
Mientras, las conversaciones en Minsk entre las autoridades de Ucrania y los separatistas prorrusos de Donetsk y Lugansk, que debían haber continuado ayer, fueron canceladas. Sin embargo, sí se realizó el canje de prisioneros entre las partes en conflicto. La fórmula acordada era la de “todos por todos”; como resultado, los rebeldes entregaron 145 soldados y los ucranios 222 combatientes.
El motivo oficial de la cancelación de las negociaciones de paz se desconoce, pero sí se sabe que las conversaciones del pasado miércoles, que duraron más de cinco horas, fueron sumamente difíciles y prácticamente no hubo progreso.
Vladislav Deinego, representante de Lugansk, aseguró que tanto su autoproclamada República Popular como la de Donetsk entregaron a la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) los textos de sus declaraciones unilaterales sobre las últimas negociaciones celebradas en Minsk, así como el proyecto de protocolo, que en caso de ser rubricado por Kiev los líderes prorrusos firmarían. Sin embargo, las autoridades ucranias, según Deinego, no reaccionaron a ninguno de los textos, lo que habría determinado la cancelación de la reunión de ayer en la capital bielorrusa.
Deinego agradeció especialmente a la representante de la OSCE en Ucrania y en las conversaciones de Minsk su posición conciliadora. “La República Popular de Lugansk expresa su profundo reconocimiento a Heidi Tagliavini por su posición ecuánime y sus reiterados intentos de lograr un compromiso” durante las negociaciones del miércoles, subrayó el negociador separatista.
Los prorrusos y las autoridades de Kiev se acusaron ayer de romper el alto el fuego y Andréi Lisenko, portavoz de los militares ucranios que combaten en el este del país, dijo que un soldado había resultado muerto y otro herido.
Los principales puntos que deben tratar las partes en conflicto en su próxima reunión son la retirada del armamento pesado de la línea de contacto —el repliegue debe crear una franja de seguridad de 30 kilómetros, 15 por cada lado—, el levantamiento del bloqueo económico a los territorios rebeldes, el estatus especial para estos, una amnistía para los rebeldes y la ayuda humanitaria. 

La tentación de eternizarse en el poder



En América Latina, líderes a izquierda y derecha tratan de prolongar su dominio en canchas electorales técnicamente limpias pero que favorecen mucho a los candidatos presidentes.



Un fantasma recorre Hispanoamérica: la tentación de los presidentes de no dejar el poder. Su ideología no les distingue. Izquierdistas como Hugo Chávez o Rafael Correa al igual que el derechista Alberto Fujimori cambiaron las constituciones de sus países con la intención de eternizarse en el poder. A diferencia de los caudillos del pasado que se imponían con las fuerza de las tropas o hacían fraudes descarados, ahora ganan elecciones que son técnicamente limpias pero que se dan en canchas electorales que descaradamente favorecen a los candidatos presidentes. No todos los presidentes de la región padecen esta fiebre, hay quienes como el presidente Mujica que rechazaron la idea de la reelección indefinida. Otros como Álvaro Uribe fueron frenados por las instituciones de la democracia constitucional.
Uno de los retos democráticos es seguir los preceptos para abandonar el poder. Por más que les duela a los presidentes de turno el poder en una democracia no pertenece a nadie. Las revoluciones democráticas del siglo 18 y 19 decapitaron la cabeza del Rey. El poder dejó de estar encarnado en la figura del representante de Dios en la tierra y pasó a las manos de seres comunes de carne y hueso que sólo lo pueden ocupar temporalmente. La figura del presidente no fue la misma de la persona que temporalmente ocupa el despacho de la presidencia. Los políticos hicieron cálculos para protegerse cuando inevitablemente caigan del poder, pasen a la oposición y necesiten garantías para seguir haciendo política.
A diferencia de los políticos que se ven como los encargados temporales del poder, están quienes tienen la misión de redimir a su patria y a su pueblo. El sentido de misión fue elocuentemente articulado por Hugo Chávez cuando transmitió por televisión a toda Venezuela una misa familiar durante la Semana Santa del 2012. Chávez pidió vida al Creador: “Dame vida porque todavía me quedan cosas para hacer por este pueblo y esta patria. No me lleves todavía. Dame tu cruz, dame tus espinas, dame tu sangre, que yo estoy dispuesto a llevarlas, pero con vida, Cristo mi Señor. Amén.”

Rafael Correa comparte la misión de Chávez de llevar a su patria a la segunda y verdadera independencia. Prometió y cumplió dar fin al neoliberalismo y su gobierno distribuyó la renta petrolera. Eso si no afectó las fortunas de los grupos más poderosos y junto a su gobierno emergieron como en Venezuela nuevas fortunas. Prometió una revolución ciudadana que se redujo a convocar a elecciones plebiscitarias sin los mecanismos participativos que impulsó Hugo Chávez. Al igual que el ex mandatario venezolano Correa no es un político más electo por un período o a lo mucho por dos. Más bien es el padre de la patria. Los padres tienen la obligación de velar toda su vida por el bienestar de sus hijos. Su misión no puede ser limitada por “leguleyadas” como los límites a la reelección presidencial.

Los patriarcas redentores infantilizan a los ciudadanos como niños cuando se asumen como las figuras imprescindibles que los deben guiar. Como buenos padres basan todas sus acciones en el amor: aman a su patria, a sus pobres, a América Latina. Si los ciudadanos aceptan su cariño son premiados, de lo contrario pueden ser castigados. Periodistas, caricaturistas, presentadores de televisión han sido castigados. Las ongs, sobre todo las que resisten el extractivismo y trabajan con los indígenas son tachadas de armas del imperialismo. Cientos de activistas han sido acusados de terrorismo por el gobierno de Correa y las víctimas principales de su represión selectiva ha sido la izquierda organizada en los partidos Pachakutik y MPD.

Sus liderazgos no están sometidos a la disciplina partidista ni a la legalidad que está en manos de personas cercanas al ejecutivo. En ausencia de mecanismos legales internos y con todas las instituciones de rendición de cuentas horizontal en manos de figuras leales a los presidentes los líderes de los movimientos sociales, periodistas y activistas recurrieron a organismos internacionales para resistir los ataques a los movimientos sociales y a la libertad de expresión. Estas organizaciones internacionales, al igual que las organizaciones de la sociedad civil transnacional cuestionaron a estos gobiernos por sus ataques a la libertad de expresión y a los derechos civiles. Las críticas externas fueron usadas para presentarse como víctimas de conspiraciones imperialistas.

Correa probablemente será reelecto por cuarta vez en el 2017. Sin mecanismos institucionales que regulen sus ansias de poder ocupará la presidencia mientras tenga salud y no ocurra un escándalo de corrupción como el que dio fin con el gobierno de Alberto Fujimori. Cuando los presidentes buscan eternizarse en el poder dan fin con la idea de la democracia como un espacio vacío que los políticos sólo pueden ocupar temporalmente. Son intentos de cocer la cabeza del rey en el cuerpo decapitado de la democracia. El mesías es el patriarca que guiará a sus hijos a la redención aún a costa de dar fin con las instituciones y normativas que permiten el pluralismo democrático y la construcción de ciudadanía autónomas.
Carlos de la Torre es Director de Estudios Internacionales de la Universidad de Kentucky 

domingo, 21 de diciembre de 2014

Un giro imprevisto




Biología y tecnología explican el cambio en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. 
El envejecimiento de los Castro, la muerte de Chávez y los cambios del mapa energético, con la caída del precio del petróleo, han propiciado el acercamiento entre dos viejos enemigos





MOISÉS NAÍM/ EL PAÍS 


 Las banderas de EE UU y Cuba cuelgan en un balcón de La Habana esta semana. / RAMÓN ESPINOSA (AP)

Esta semana se ha producido la más profunda transformación en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba en décadas. Lo anunciaron simultáneamente los presidentes Barack Obama y Raúl Castro. Pero, ¿por qué ahora? ¿Por qué este cambio histórico —en una política que lleva vigente más de medio siglo— no se produjo hace tres años, o hace cinco, o por qué no ha esperado otros cinco años más?
La respuesta corta es que el cambio ha sido impulsado por una convergencia sorprendente entre la biología y la tecnología. La primera ha determinado el envejecimiento tanto de los hermanos Castro y de otros líderes de la revolución, como de sus opositores exiliados en Florida, y ha alterado los equilibrios políticos dentro del régimen cubano y la propia política electoral estadounidense. La biología también intervino con el cáncer que causó la muerte del presidente venezolano Hugo Chávez. Su desaparición contribuyó a aumentar el caos institucional que ha hecho de este país petrolero un benefactor menos seguro para Cuba.

MÁS INFORMACIÓN


El otro elemento, la tecnología —especialmente las innovaciones en la extracción de petróleo y gas de esquisto— ha permitido que Estados Unidos revolucione el mapa energético mundial, forzando a la baja el precio del petróleo y minando la capacidad de Venezuela de mantener a flote a un país en bancarrota. Cuba necesitaba una alternativa económica y, sorprendentemente, ha terminado encontrándola en su archienemigo, Estados Unidos. Esto dice mucho del pronóstico que sobre Venezuela tienen los bien informados cubanos, cuando deciden abandonar a su generoso e incondicional país títere para abrirse a las inversiones, el comercio y el turismo estadounidenses.
ADVERTISEMENT
Estados Unidos promulgó en 1961 el embargo económico contra Cuba en respuesta a las expropiaciones de empresas y ciudadanos norteamericanos. La pretensión de derribar el régimen de Castro se hizo explícita en la Ley Helms-Burton, que endureció el embargo al someter a la dictadura a sanciones internacionales. No funcionó. La Ley Helms-Burton no solo no alcanzó sus objetivos sino que, además, redujo las opciones en política exterior de la Casa Blanca. Tanto el Gobierno de Bill Clinton como el de Bush vieron obstaculizada su capacidad para modificar una ley elaborada más en función de estrechos cálculos de la política interna norteamericana que desde una visión más amplia de los intereses nacionales de Estados Unidos en el continente. En un artículo publicado en Foreign Policy (When countries go crazy, 2009) expliqué por qué el embargo contra Cuba no solo era ineficaz, sino que iba en contra del interés nacional de Estados Unidos.
Tanto los republicanos como los demócratas perseguían con ahínco el apoyo del gran contingente de exiliados cubanos con derecho a voto en el decisivo Estado de Florida. Conseguir los apoyos necesarios en el Congreso para cambiar o relajar algunas de las condiciones más duras de la Ley Helms-Burton se convirtió en misión imposible.
A los presidentes les quedaba la opción de actuar unilateralmente mediante decretos, pero los cálculos electorales les disuadían de hacerlo. Todo esto ha cambiado recientemente debido a dos circunstancias políticas: la parálisis persistente en el Congreso y las últimas elecciones de mitad de mandato, que otorgaron la mayoría a los republicanos tanto en el Congreso como en el Senado.

Las consecuencias afectarán a Venezuela, a la paz en Colombia, a la política de EE UU, a los derechos humanos...

Obama se enfrentaba a dos años más de inacción total, un panorama que le pareció inaceptable. En su último discurso sobre el estado de la Unión en enero pasado prometió que, si continuaba el estancamiento en el Congreso, actuaría cuando lo considerase necesario “para tomar medidas sin el Legislativo”. Desde entonces ha sido fiel a esas intenciones de avanzar a solas, emprendiendo reformas políticas muy transformadoras, y enormemente controvertidas. Algunas del año que termina incluyen la respuesta a la llegada desde México y Centroamérica de menores que cruzan solos la frontera; la reforma de las políticas de concesión de préstamos a estudiantes; medidas para contener el cambio climático y la contaminación y un plan para proteger a casi cinco millones de inmigrantes de la deportación y permitir a muchos de ellos trabajar legalmente en Estados Unidos.
El cambio de la política hacia Cuba era un punto más en la lista de cuestiones por resolver antes del final de su segundo mandato. El miércoles pasado, Obama tachó esa casilla.
La biología tiene su impacto en la política exterior
La avanzada edad de los hermanos Castro (Fidel tiene ahora 88 años y Raúl, 83) y el surgimiento del debate sobre la cada vez más cercana sucesión han contribuido a modificar los cálculos del régimen. El envejecimiento del exilio cubano en Estados Unidos (cuya media es de 40 años, comparados con los 27 años del conjunto de la población hispana) también ha creado condiciones más favorables para un acercamiento entre Estados Unidos y Cuba.
En Florida este cambio demográfico ha dado lugar a un nuevo paisaje político. La generación de exiliados cubanos que se oponía ferozmente a cualquier liberalización de la política respecto a Cuba se ha visto reemplazada por un nuevo grupo de población de votantes cubanoamericanos más jóvenes y más dispuestos a explorar nuevas opciones en la relación entre su antiguo país y su país actual. El cambio de actitud es evidente, especialmente entre cubanoamericanos de segunda y tercera generación que llegaron después de 1980 buscando una oportunidad económica más que un lugar en el que refugiarse de las persecuciones políticas, como había sido el caso de gran parte de la anterior oleada de inmigrantes.


Raúl Castro (derecha), junto a varios comandantes cubanos, durante el acto del último aniversario del asalto al cuartel Moncada, en julio de 2007. / ALEJANDRO ERNESTO (EFE)

Los más jóvenes, que llegaron a EE UU hace menos tiempo, saben que la arruinada economía cubana necesita desesperadamente un reajuste. Pocos creen que Cuba vaya a abrirse pronto al libremercado, ni mucho menos a convertirse en una democracia. Pero el presidente Raúl Castro ha sido muy explícito en sus críticas al sistema económico actual, expresando su preferencia por el “modelo chino”, en el que una economía más abierta coexiste con un sistema político cerrado.
El régimen de Castro lleva mucho tiempo posponiendo unas reformas que fortalecerían la economía de la isla, pero que significarían admitir el fracaso de la revolución. Adoptar las mismas políticas que lleva tanto tiempo denunciando sigue siendo un paso demasiado grande para muchos miembros de la dirigencia cubana, especialmente para Fidel.
Retrasar la hora de la verdad ha sido posible gracias al enorme subsidio que Venezuela lleva otorgando a Cuba hace más de una década. Ese salvavidas está ahora en peligro. De nuevo, ha intervenido la biología. La muerte del presidente Hugo Chávez a causa de un cáncer contribuyó a la inestabilidad política de Venezuela. El sucesor que designó, Nicolás Maduro, se ha mostrado ineficaz a la hora de afrontar los muchos problemas que aquejan a su país, y se encuentra maniatado por la lucha de poder entre las diferentes facciones chavistas. El colapso económico y el caos institucional de Venezuela han empujado al régimen cubano a buscar alternativas, en previsión de que Caracas no pueda seguir brindándoles el apoyo del que depende su precaria economía.
Los bajos precios del petróleo afectan a la política exterior
Esta no sería la primera vez que La Habana logra cambiar con éxito de benefactor. A principios de la década de 1990, el desmoronamiento de la Unión Soviética desencadenó una brutal crisis económica en Cuba. El nuevo régimen ruso decidió acabar con el subsidio de entre 5.000 y 6.000 millones de dólares al año (entre 4.000 y 4.900 millones de euros) que había mantenido a flote la economía de la isla hasta entonces. Muchos factores contribuyeron a la desaparición de la Unión Soviética, pero el fuerte declive de los precios del petróleo entre 1985 y 1991, que supuso una pérdida de aproximadamente 20.000 millones de dólares al año, representó un golpe severo a su economía que fortaleció la posición de los reformistas dentro del Gobierno soviético.
Cuando Rusia dejó de sostener a la economía cubana, la isla entró en una etapa de austeridad económica extrema conocida como el periodo especial. Después de un prolongado sufrimiento de la población, a principios de este siglo el régimen se las apañó hábilmente para sustituir a su antiguo benefactor por el recién elegido Gobierno de Hugo Chávez. Cuba recibe unos 100.000 barriles diarios de petróleo venezolano desde hace casi una década. Si se toma como referencia un precio medio del crudo de 100 dólares, eso suma más de 36.000 millones de dólares, que los cubanos han pagado en especie: con entrenadores deportivos, médicos, servicios de seguridad, instrucción militar y productos agrícolas que cubrirían solo una mínima parte de lo que Venezuela podría haber ganado si hubiera vendido ese petróleo en el mercado.
La historia se repite. El impacto de la caída del precio del crudo en las relaciones internacionales es otra vez determinante y vuelve a afectar a Cuba. De nuevo, el petróleo limita la capacidad del benefactor de Cuba para mantener el nivel de apoyo que ha estado proporcionándole la mayor parte de este siglo. De la misma manera que Cuba sustituyó a la Unión Soviética por Venezuela, ahora espera sustituir a la República Bolivariana por remesas, turismo, comercio e inversiones que llegarán de los Estados Unidos de América, su gran enemigo desde hace años.
¿Y ahora qué?
Será muy difícil que el régimen de Castro consiga mantener un sistema político fuertemente controlado si permite más libertad de comunicaciones, viajes, comercio e inversión. Sin embargo, no es probable que se produzca ni siquiera una apertura política limitada, a no ser, por supuesto, que de repente el actual régimen implosione. Pero la dictadura cubana ha resultado ser muy resistente a las presiones políticas y reprime a los disidentes de manera sistemática, haciendo oídos sordos a las demandas de que ponga fin a las habituales violaciones de los derechos humanos. El Gobierno intentará mantener sin duda un control férreo sobre la población, y sus métodos brutales de represión no desaparecerán. Habrá momentos en que esa represión se haga incluso más dura, cuando el régimen necesite reafirmar su poder. Pero la coacción política resulta más fácil cuando el país está cerrado, aislado y hambriento que cuando está más abierto al mundo. A largo plazo, puede que el régimen sea vulnerable al impacto de una sociedad más abierta.


Castro y Chávez, durante un partido de béisbol en Venezuela en 2000. / REUTERS

Muy pronto el Gobierno cubano no podrá seguir culpando de la bancarrota de la isla a la política estadounidense. A lo largo y ancho de Latinoamérica, el embargo ha sido una reliquia de las torpes intervenciones de Estados Unidos en la región. Se convirtió en un poderoso símbolo que los críticos de Washington ya no van a poder usar tan fácilmente. Si una relación más cercana entre los dos países es buena para Cuba, ¿cómo no va a ser buena también para otros Estados, como el gigante Brasil o la pequeña Bolivia, dos naciones que mantienen relaciones tensas con Estados Unidos?
Las consecuencias imprevistas de los cambios políticos serán probablemente tan sorprendentes como variadas. Afectarán a la política de Venezuela y a las conversaciones de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, a la política interna de Estados Unidos y a la agenda de derechos humanos en la región. Tras el anuncio del restablecimiento de relaciones entre La Habana y Washington, la organización Human Rights Watch hizo público un comunicado celebrando “la decisión del presidente Obama de reformar la política de Estados Unidos ante Cuba y de pedir al Congreso que levante por fin el fracasado embargo. Es evidente que Estados Unidos y la comunidad internacional necesitan una actitud nueva que ayude a poner fin a décadas de abusos del Estado en la isla”.
El senador Marco Rubio (republicano por Florida) no está de acuerdo. Criticó tanto al presidente Obama por tomar esta iniciativa como al papa Francisco por el papel que ha tenido el Vaticano en el proceso para lograr un acuerdo. “Tengo el compromiso de hacer cuanto esté en mi mano para revertir esos cambios”, declaró.
Las decisiones anunciadas el pasado miércoles tal vez no sean el final de una era, pero sin duda abren la puerta a muchas transformaciones históricas.
Traducción: Eva Cruz 

La burbuja de Putin estalla



Parece que lo de ir de macho por el mundo tiene como resultado debilitar la economía.



PAUL KRUGMAN/EL PAÍS 

 Vladimir Putin, este viernes tras una conferencia de prensa. / GETTY IMAGES ( KONSTANTIN ZAVRAZHIN )

Si son ustedes de esas personas a las que les impresiona la pose de macho, Vladimir Putin es su tipo. Sin duda alguna, muchos estadounidenses conservadores parecen sentir un embarazoso enamoramiento por este arrogante déspota. "Eso es lo que se llama un líder", afirmaba entusiasmado Rudy Giuliani, el exalcalde de Nueva York, después de que Putin invadiese Ucrania sin debate ni deliberación previos. Pero Putin nunca ha tenido los recursos necesarios para respaldar su arrogancia. Rusia tiene una economía de, aproximadamente, el mismo tamaño que la de Brasil. Y como se está viendo, es muy vulnerable a la crisis financiera (una vulnerabilidad que tiene mucho que ver con la naturaleza del régimen de Putin).
Para quien no haya estado al tanto: el rublo ha estado devaluándose poco a poco desde agosto, cuando Putin envió tropas abiertamente al conflicto de Ucrania. Sin embargo, hace unas semanas, la devaluación gradual se convirtió en una caída en picado. Las medidas extremas, como una enorme subida de los tipos de interés y la presión sobre las empresas privadas para que dejen de acumular dólares, solo han conseguido estabilizar el rublo muy por debajo de su nivel anterior. Y todo apunta a que la economía rusa se encamina hacia una recesión que pinta muy mal.
La causa más inmediata de los problemas rusos es, por supuesto, la gran bajada de los precios del petróleo en todo el mundo, que, a su vez, es un reflejo de hechos —el aumento de la producción debida alfracking, la disminución de la demanda de China y otras economías— que no tienen nada que ver con Putin. Y esto tenía por fuerza que causar un grave perjuicio a una economía que, como ya he dicho, no tiene mucho más que el petróleo que el resto del mundo quiere; las sanciones impuestas a Rusia por el conflicto de Ucrania se han sumado a ese daño.
ADVERTISEMENT
Pero las dificultades de Rusia son desproporcionadas respecto a la magnitud del impacto. Aunque es cierto que el petróleo ha bajado mucho, el rublo ha caído todavía más, y los daños sufridos por la economía rusa van mucho más allá del sector del petróleo. ¿Por qué?

MÁS INFORMACIÓN


La verdad es que no hay ningún misterio, y de hecho, esto es algo que los aficionados a las historias de crisis monetarias, como un servidor, ya hemos visto muchas veces: Argentina en 2002, Indonesia en 1998, México en 1995, Chile en 1982 y podríamos seguir con la lista. La clase de crisis a la que se enfrenta Rusia ahora es lo que sucede cuando le pasan cosas malas a una economía que se ha vuelto vulnerable por haber obtenido préstamos a gran escala en el extranjero (concretamente, préstamos a gran escala obtenidos por el sector privado, con la deuda denominada en moneda extranjera, no en la moneda del país deudor).
En esas circunstancias, una sacudida adversa como una disminución de las exportaciones puede conducir a una serie sucesiva de descensos vertiginosos. Cuando la moneda del país cae en picado, los balances generales de las empresas nacionales —que tienen activos en rublos (o pesos o rupias) pero deudas en dólares o en euros— se vienen abajo. Esto, a su vez, causa daños graves a la economía nacional, lo que socava la confianza y devalúa la moneda todavía más. Y Rusia tiene todas las papeletas. Salvo por una cosa. Normalmente, para que un país termine teniendo una gran deuda en moneda extranjera debe tener grandes déficits comerciales, al utilizar los fondos prestados para pagar las importaciones. Pero Rusia no tiene déficit comercial. Al contrario: siempre ha tenido un gran superávit comercial, gracias al elevado precio del petróleo. Entonces, ¿por qué ha tomado prestado tanto dinero, y adónde ha ido a parar?
Bueno, se puede responder a la segunda pregunta dándose una vuelta por el barrio de Mayfair en Londres o (en menor medida) por el Upper East Side de Manhattan, especialmente por la noche, y observando las largas filas de residencias de lujo con las luces apagadas (residencias que son propiedad, sucesivamente, de principitos chinos, jeques de Oriente Próximo y oligarcas rusos). En esencia, la élite de Rusia ha estado acumulando activos fuera del país —las propiedades inmobiliarias de lujo son solo el ejemplo más visible— y la otra cara de esa acumulación ha sido el aumento de la deuda del país.
¿De dónde saca la élite semejante cantidad de dinero? La respuesta, por supuesto, es que la Rusia de Putin es una versión extrema del capitalismo de amiguetes; de hecho, es una cleptocracia en la que los leales al régimen consiguen apropiarse de sumas inmensas para su uso personal. Todo parecía sostenible mientras el precio del petróleo era alto. Pero ahora la burbuja ha estallado y la misma corrupción que sostenía el régimen de Putin ha puesto a Rusia en apuros.
¿Cómo termina esto? La respuesta habitual para un país en la situación de Rusia es un programa del Fondo Monetario Internacional que incluya préstamos de emergencia y paciencia por parte de los acreedores a cambio de reformas. Es evidente que eso no es lo que va a pasar en este caso y que Rusia tratará de ir tirando por su cuenta recurriendo, entre otras cosas, a normas que impidan que el capital escape del país (un típico ejemplo de "a buenas horas mangas verdes" después de que el oligarca se haya ido).
Es una decepción en toda regla para Putin. Y sus arrogantes actos despóticos han contribuido a allanar el camino hacia el desastre. Un régimen más abierto y dispuesto a rendir cuentas —uno que no hubiese impresionado tanto a Giuliani— habría sido menos corrupto, probablemente se habría endeudado menos y habría estado en mejor posición para sobreponerse a la bajada del precio del petróleo. Parece que lo de ir de macho tiene como resultado debilitar la economía.

Paul Krugman es profesor de Economía de la Universidad de Princeton y Premio Nobel de Economía en 2008. Traducción de News Clips.