Majestuoso testimonio de un poder agostado

Majestuoso testimonio de un poder agostado

sábado, 27 de julio de 2013

Votar imágenes, no ideas



Por   | Para LA NACION

Con una sonrisa amable en un ambiente luminoso, el joven candidato dice que no logra hacer nada sin amor, sin el afecto de los demás. No puede hacer política, armar equipos de campaña. Tiene mentores que lo ayudan, forma parte de un gobierno que tomó opciones. Que eligió. Otro joven candidato camina por la calle besando niños, ancianos y enfermos mientras una pegadiza canción popular clama que el amor siempre vuelve. Es un canto al altruismo, erigido en seguro pagador: cuando das sin esperar recibís la recompensa. Si amás te aman, seguro.
Los dos candidatos, que optaron por el amor en la fase inicial de la campaña, buscan atraer el afecto y la simpatía popular. Ser amados y gustar, en primer lugar. Uno requiere hacerse más conocido; el otro lo es, pero le urge fijar su imagen, a medio camino entre los logros del Gobierno y la necesidad de introducir cambios. Ambos esconden la confrontación, evitan descalificarse, se escabullen de la pelea. No se diferencian. El público menos informado no termina de enterarse si pertenecen al mismo partido o son rivales. Una discreta ambigüedad los envuelve. Un lejano eco, entre romántico y evangélico, dibuja sus imágenes y resuena: sin amor nada somos.
Lejos de ese Edén, un conjunto de ciudadanos indignados, que representan distintas extracciones, ocupa el atril presidencial para gritar su enojo. Están hartos, recontra hartos. De las mentiras del Indec, de la inflación, la inseguridad, la prepotencia; de los avisos oficialistas, de la división del país, de que ahora se inventen un opositor que siempre estuvo con ellos. El candidato detrás de este mensaje debe, como dicen los expertos, "romper la polarización". El peronismo de Cristina y Massa amenaza dejarlo afuera. En rigor, son ellos o él. En lenguaje publicitario es "Ella o vos". El aspirante desplazado busca confrontar, convoca el conflicto, se pinta la cara, no le sirve el amor.
La leyenda o la realidad, quién sabe, de la división del país provee sustento a otros mensajes. El progresismo no peronista ha elegido este camino. Según su interpretación, ni el asado familiar se libró de la discordia política. Los amigos o los familiares, peleados, fueron desapareciendo del convite. Cada uno que se borró o ya no fue invitado es un chorizo menos en la parrilla. Hay que volver a convocarlos. En otra versión de la misma saga se muestran dos países enfrentados, con experiencias muy distintas: "Argen" y "Tina". Los aspirantes, como si dispusieran de la "gotita", prometen unirlos. Son avisos creativos, que acaso se complazcan con sus ocurrencias, dejando en segundo plano a los candidatos y las propuestas.
Éstos son algunos de los principales spots publicitarios de las fuerzas que compiten en la provincia de Buenos Aires, el distrito decisivo. Corresponden a la primera tanda. Instalan el tema que los publicitarios desplegarán a lo largo de la corta campaña. Una segunda entrega, en fase de producción, confirmará o corregirá el mensaje de acuerdo con lo que indiquen los sondeos. La publicidad política en televisión, ahora reforzada por las redes sociales, es la instancia decisiva en las campañas modernas. Una buena idea publicitaria, aun la más banal, puede doblegar a la épica más elaborada. Hace cuatro años "Alica alicate" prevaleció sobre el populismo agónico de Néstor Kirchner. Como ha escrito Hugo Haime, se votan imágenes, no ideas.

En ese contexto cultural, que determina la supremacía de lo visual y emocional sobre lo discursivo, los candidatos deberán resolver las disyuntivas que les plantea el último trecho de la campaña. Estarán atentos a los encuestadores y a los publicitarios, antes que a sus pulsiones y convicciones. Reprimirán lo que sienten y piensan si va en contra de lo que dictaminan los gurúes. Seguramente, la experiencia de Juan Manuel Casella, que en los 80 cautivó al público al reconocer su derrota sin los artificios del marketing, no será tomada en cuenta.
Massa padece el síntoma de la frazada corta. Si se diferencia de Cristina, pierde el voto de los que se sienten cerca de ella; si se mantiene ambiguo, no convence a los opositores al Gobierno. Insaurralde tiene que ser más conocido, procurando que la Presidenta lo ayude, no que lo aplaste. A De Narváez le resulta imperioso demostrar que Massa y Cristina son lo mismo, una estafa. Stolbizer y Alfonsín deberán decidir si sus votantes potenciales los elegirán a ellos o a sus publicitarios.
Todos estos dilemas tendrán que ser resueltos contra reloj. Complejas cuestiones deberán adecuarse a las imágenes y los minutos de publicidad. Los comités de campaña asistirán a debates febriles en los días que restan. El que mejor los resuelva tendrá las mayores chances de ganar o de hacer una buena elección.
Las grandes religiones de salvación, decía Max Weber, requieren el sacrificio de la inteligencia, para dar lugar a la fe. En la era de la imagen sucede lo mismo, con la diferencia de que ya no esperamos ninguna redención.
© LA NACION

Francisco: la visión política, más allá de la religión






Si se desmontaran los escenarios y se ignoraran atuendos, uniformes y protocolos, la gira del Papa en Brasil se asumiría como la de un líder político sugiriendo el rumbo de colisión con la estructura que hasta ahora su institución había mantenido incólume. Es cierto que la gente, sobre todo los dirigentes, son también sus símbolos y lo que con ellos representan, pero el ejercicio serviría para advertir que hay algo más que una emoción religiosa en lo que sucede en la Iglesia desde la entronización del Papa argentino.
El viaje en Brasil, que culmina mañana, exhibió con nitidez esa ruptura con el pensamiento previo que el antecesor inmediato de Jorge Bergoglio, Joseph Ratzinger, se encargó de remachar antes de su renuncia este año, al repudiar a quienes insisten con ver a la institución como una organización más allá de su basamento espiritual. Pero es precisamente lo que sucede.
Este no es un debate de sutilezas para entendidos sino de poder. Tampoco es una mera cuestión del cruce de personalidades diferentes que no lo son tanto. Como la mayoría de quienes lo precedieron, el nuevo Papa es un conservador profundo y no un revolucionario; por eso, quienes le demandan mayor esencia de cambio deberían no confundir sus gestos. En el mejor de los casos, lo que sucede con Bergoglio es la construcción de una visión más abarcadora y objetiva de la Iglesia frente a una realidad que se impone y amenaza vaciarla.
Es un paso necesario y seguramente inevitable.
Debería ser ya claro que los líderes no suelen ser causa sino la respuesta de la historia a sus contradicciones. La clave esta en las circunstancias que hacen posible que una visión y su emisario se imponga sobre la que antes dominaba. Con apenas mirar los diarios se encontraría la respuesta.
En uno de los discursos del jueves en Río de Janeiro, Francisco ligó la idea de paz con la de igualdad; la primera, sostuvo, no existiría en el tiempo sin la segunda. Esa reflexión a tono con las demandas de los indignados allí y en todo el mundo, encaja con el paradigma que constituyó hace medio siglo el Concilio Vaticano II, de donde se abonó el concepto de la justicia social de la Iglesia. Esos son los fundamentos que Ratzinger y, antes que él Juan Pablo II, demolieron hasta los escombros. Lo hicieron contrarios a una propuesta que asumía de un modo tan concreto a la realidad y porque ellos coincidían con el estilo y sentido de los cambios que acabaron con el campo comunista. Cuando Benedicto pronosticó que falta venir “un verdadero” Concilio “con fuerza espiritual” lo que hacía era proteger ese derrumbe.
La historia va mostrando que su renuncia fue menos eso que un relevo porque se han abierto nuevas grietas en el mundo que ahora urge remendar.
Lo que se discutió en aquel foro histórico, entre 1962 y 1965, fue una nueva visión de la Iglesia, menos monárquica y absolutista, para adaptarse a los cambios de la post guerra tardía, épocas aquellas, el sesentismo y el setentismo, de fuertes demandas transformadoras. Era el pleno y efímero iluminismo del siglo XX, como lo describía Eric Hobsbawm, un periodo que concluyó a comienzos de los ‘70 cuando Richard Nixon da el primer paso hacia el monetarismo, se alía con el futuro Nobel Milton Friedman y derrumba la convertibilidad del oro y el dólar hundiendo al mundo en la imprevisibilidad y la desregulación.
El concepto aquel de paz e igualdad estaba en la matriz del Concilio impulsado por Juan XXIII y profundizado por su sucesor Paulo VI, una copia de cuyo anillo usa Francisco. Además de hacer más cercana la liturgia para los creyentes, poner al sacerdote de frente, usar el idioma local o dejar entrar la música, concibieron el concepto de paz dentro del más amplio de justicia. Las banderas de una teología ligada a la liberación, que proliferaron en aquellas décadas, reflejaron el rechazo a percibir la paz en un sentido abstracto. En 1978, cuando llegó al trono el Papa polaco Juan Pablo II, tanto paz como justicia volvieron a ser valoraciones separadas.
Más de 500 teólogos ligados a aquella visión desafiante del Concilio fueron suspendidos, su voz censurada, muchos de ellos como Leonardo Boff por el propio Ratzinger.
Es probable que ahora esa masa de pensadores sea rehabilitada por este nuevo Papa como parte del gesto de adaptación a estos tiempos que impulsa en la antigua nave que comanda para retomar la iniciativa no sólo en la Iglesia.
Los desafíos de Bergoglio son múltiples. Su institución milenaria siempre ha intentado ser la válvula a las tensiones sociales para impedir que se desvíen hacia otras veredas fuera de su control. Pero ahora, la Iglesia no sólo ha venido perdiendo influencia a manos de otras religiones, lo que sería una cuestión menor, sino de un mesianismo que es quizá la peor forma de la teología y que llega, igual de dogmático, como una competencia inesperada desde la política y el poder económico.
En el mundo actual, como en los tiempos de Juan XXIII, se extiende una rebelión contra la forma en que suceden las cosas alimentada esencialmente por la distribución brutal del ingreso pero también, como una bomba de relojería, por la deformación hipócrita del populismo travestido de socialista que sigue creando pobreza y una extendida corrupción.
Esos conceptos alejados de los más abstractos que se esperarían de un jefe espiritual, se han multiplicado llanos y directos en este viaje de Francisco, en el cual llamó a combatir en el clericalismo las ataduras de la curia tradicional.
En esa línea alentó a los jóvenes a una mayor actitud militante y a los más ancianos a rebatir con su experiencia el concepto del discurso único. De ahí van a salir estímulos para multitud de organizaciones de base en las zonas más pobres y vulnerables que es donde anida el mayor peligro para la estabilidad del sistema.
Quizá no se conforme sólo con eso. Es una cuestión claramente política y no pastoral la vinculación que este Papa ha hecho casi a diario de la condena a la corrupción con la esperanza de un cambio posible en esos modos del poder. Un mensaje que no fue ambiguo en su destinatario, cuando lo formuló también frente a decenas de miles de argentinos, en una cita fuera de agenda y que organizó especialmente para estos compatriotas que están a punto de votar en dos elecciones claves.

Copyright Clarín, 2013.

viernes, 26 de julio de 2013

Devolverán Ganancias del medio aguinaldo y sube el sueldo mínimo



En plena campaña, la Presidenta anunció que el impuesto será devuelto a partir del mes próximo; el salario básico se elevó a $ 3600, un incremento acordado con el gremialismo aliado en un trámite exprés.

Por Nicolás Balinotti  | LA NACION





 Cristina Kirchner, al anunciar las medidas rodeada de empresarios y gremialistas aliados. Foto: DyN 

Cuando faltan 16 días para las elecciones primarias y al filo de que comience a regir la prohibición de publicitar actos de gobierno que promuevan la captación del voto, la presidenta Cristina Kirchner anunció anoche dos medidas de alto impacto para el bolsillo de los trabajadores. Eximió al medio aguinaldo del pago del impuesto a las ganancias y elevó en un 25,2 por ciento el salario mínimo vital y móvil, que subirá de 2875 a 3600 pesos.

La medida tributaria beneficiará a unos 2.196.364 asalariados, a quienes se les reintegrará, a partir del mes próximo, la suma de dinero que ya les absorbió la aplicación impositiva. Ante la presión de los sindicatos, la Presidenta había adoptado una determinación similar en diciembre del año pasado, con la segunda cuota del aguinaldo.

El anuncio vinculado con el impuesto a las ganancias se oficializará hoy con el decreto 1006, que se publicará en el Boletín Oficial. Representará para el Estado una erogación de 2657 millones de pesos, según precisó anoche la Presidenta desde el piso 18 del Ministerio de Trabajo, rodeada de funcionarios, gremialistas aliados y los miembros de las principales cámaras empresariales.
"De los 9.333.684 trabajadores, al 25% se le descuenta Ganancias. Esto [por el anuncio] nos permite aumentar la actividad económica, que subió un 7,8% en mayo, y en lo que va del año está creciendo un 4,9%", se entusiasmó Cristina.
El anuncio de la eximición del impuesto a las ganancias del medio aguinaldo no estaba contemplado en el marco del Consejo del Salario, donde participan representantes de los gremios, empresarios [ayer faltaron los miembros de las cámaras rurales] y funcionarios del Estado Nacional.
Con respecto a la suba del salario mínimo, el 25% acordado estuvo en línea con el porcentaje que se cerraron las paritarias y con lo que sugirió la Casa Rosada. El sueldo básico se acreditará en dos tramos: un 14% a partir del mes próximo y el 11% restante desde el 1° de enero de 2014. Así, desde 2003 a la actualidad, el salario mínimo creció más de un 1700%.
El porcentaje del alza del piso salarial distó bastante de las exigencias del sindicalismo opositor , que fue excluido del Consejo del Salario porque el Gobierno no los reconoce como sus interlocutores oficiales. La CGT de Hugo Moyano y el sector disidente de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) que lidera Pablo Micheli reclamaron en conjunto llevar el haber mínimo a 5180 pesos.

En un trámite exprés, en el que casi no hubo debate, los gremialistas aliados y las cámaras empresariales se pusieron rápidamente de acuerdo. Las charlas comenzaron por la mañana, con la CGT prácticamente ausente de la mesa de negociación. Los empresarios ofrecieron inicialmente un alza del 20%, pero luego accedieron sin objeciones a mejorar la propuesta y cerrar en un 25%.
Pero no hubo concesiones a otros pedidos gremiales, como extender el haber mínimo a los empleados provinciales y municipales; elevar el seguro de desempleo [no se actualiza desde 2006], y revisar las mediciones de la canasta básica de alimentos y de los informes sobre la inflación.
Durante la jornada, hubo un episodio que escenificó el disciplinamiento de la CGT que conduce Antonio Caló. La cúpula de la central estuvo en un acto de fuerte tono proselitista con los candidatos kirchneristas y el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, en el Smata. Es decir, la negociación había quedado a un lado para darle lugar a la campaña. Caló lo demostró con un gesto: en un rapto de euforia, llamó "a reventar las urnas" a favor del oficialismo.
"EL FIFTY-FIFTY"

Cristina Kirchner también se subió a la campaña. Minimizó las promesas electorales de sus rivales y desconfió cómo podrían materializarlas. Se volcó de lleno a su gestión: reivindicó la discusión de los convenios colectivos, la movilidad jubilatoria, los subsidios estatales, a los que definió como "salario indirecto", y destacó al sueldo básico como "más vital y cada vez más móvil".
Se ganó el aplauso fácil de los sindicalistas cuando dijo que alcanzaron "el fifty-fifty" que planteaba Perón. Y reconoció que el desafío será tratar de incluir al 32% de trabajadores que no está registrado y disminuir la desocupación, que es actualmente del 7,9%, según los índices oficiales. Cristina terminó el día rodeada de gremialistas y empresarios que se empujaban por una foto con ella. 



Sarlo, muy dura con Cristina y también con Massa

Sarlo, muy dura con Cristina y también con Massa

jueves, 25 de julio de 2013

La agresiva política comercial china



El gigante asiático está invirtiendo en África y América Latina a través de empresas que tienen el respaldo del Estado. El resto de los gobiernos deberían estar preocupados por el papel que Pekín jugará en el futuro.


EDUARDO ESTRADA

¿Por qué una empresa china semidesconocida ha puesto en marcha un plan para construir un canal que atraviese Nicaragua? No se ha escogido aún ninguna ruta concreta y las dificultades medioambientales y de ingeniería a las que se enfrenta la obra son enormes, pero el Gobierno nicaragüense aprobó hace poco una concesión de 50 años a la empresa para la realización y explotación del proyecto. Se calcula que el plan tendrá un coste aproximado de 40.000 millones de dólares, una suma que es cuatro veces mayor que el PIB anual del país centroamericano. Sabemos por qué el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, está interesado en que se lleve adelante. La construcción del canal podría reducir drásticamente el número de desempleados en el país, y los ingresos obtenidos por los derechos de tránsito podrían contribuir a la lucha contra la pobreza.
Ahora bien, ¿qué motivo es el que impulsa a una empresa china a asumir los inmensos costes y riesgos asociados al proyecto? Según un portavoz de la compañía, el tráfico de buques petroleros crecerá a toda velocidad en paralelo al comercio mundial, en especial cuando la revolución energética en Estados Unidos impulse un aumento de las exportaciones de recursos energéticos a Asia desde los puertos situados en el golfo de México. Además, como ocurre con los proyectos de infraestructuras financiados por empresas chinas en África y otras partes del mundo en vías de desarrollo, las obras crearán puestos para trabajadores chinos, y el canal garantizará el paso del petróleo, el gas, los metales y los minerales que China necesita para alimentar su crecimiento.
Esta historia contiene importantes enseñanzas para los Gobiernos y las empresas que compiten con grupos chinos en todo el mundo. En primer lugar, las compañías chinas pueden permitirse correr unos riesgos que para otros son inasumibles. Las empresas de propiedad estatal cuentan con el respaldo político y económico de sus Gobiernos, y ese es un factor que les da una ventaja comercial fundamental. Pero incluso las firmas que no son propiedad directa del Estado pueden obtener condiciones de financiación muy favorables si Pekín considera que sus planes de inversión son creíbles y que redundan en beneficio de los objetivos del Gobierno. En algunos casos, incluso pueden permitirse el lujo de sufrir pérdidas cuantiosas.

Lo que tenemos ante nosotros es capitalismo de Estado que juega con ventajas competitivas

En segundo lugar, las empresas chinas pueden hacer negocios con socios que otros consideran que representan un riesgo excesivo. La mayoría de las empresas de todo el mundo se lo pensarían antes de invertir en un proyecto cuyo éxito depende de la fiabilidad de un Gobierno como el de Nicaragua, que es históricamente hostil a los intereses de Occidente, carece de calificación de solvencia para los inversores y podría nacionalizar el canal en el futuro. Sin embargo, Nicaragua no dispone de suficientes amigos internacionales como para atreverse a enemistarse con los ricos socios comerciales de Pekín. De hecho, las empresas chinas podrían utilizar su peso diplomático para obtener unas condiciones comerciales mucho más favorables que las que proporciona el canal de Panamá.
Lo que tenemos ante nuestros ojos es capitalismo de Estado, un sistema en el que los Gobiernos utilizan las empresas de propiedad estatal, otras empresas de propiedad privada pero políticamente leales, bancos y fondos soberanos para hacer realidad sus objetivos políticos. Se trata de un intento sistemático de usar los mercados para construir prosperidad y, al mismo tiempo, hacer todo lo posible para garantizar que sea el Estado el que decida quién resulta beneficiado. Y ningún Gobierno practica el capitalismo de Estado a mayor escala ni con tanto éxito como China.
Por supuesto, esta estrategia no se limita en absoluto a Nicaragua. China es el país cuyas inversiones más están creciendo en Latinoamérica y es ya también el mayor socio comercial de pesos pesados de la región como Brasil y Chile. Las exportaciones latinoamericanas a China aumentaron de 5.000 millones de dólares a 104.000 millones de dólares entre 2000 y 2012. La reciente visita de Estado de tres días del presidente Xi Jinping a México culminó con el anuncio de un partenariado estratégico y la expansión de los lazos comerciales, así como la garantía de que México reconoce oficialmente que Tíbet y Taiwán forman “parte inalienable del territorio chino”. Además, Canadá está desarrollando una intensa campaña para expandir su comercio con Asia en general y con China en particular.
En algunos círculos de Washington preocupa que las inversiones chinas en el hemisferio occidental sean un elemento más de la rivalidad geopolítica con Estados Unidos. Es indudable que, en Pekín, algunos piensan que el giro estadounidense hacia Asia, que incluye un mayor énfasis del Gobierno de Barack Obama en los vínculos comerciales y el traslado de recursos militares a la región, ha despertado la indignación de los dirigentes chinos, algunos de los cuales han llegado a decir que Estados Unidos quiere rodear China e impedir su crecimiento.

Pekín está asumiendo unos riesgos políticos de difícil gestión por su falta de experiencia

Pero China no está creando nuevos lazos comerciales en Centroamérica y América Latina como parte de una campaña de estilo soviético para establecer una cabeza de puente en el patio trasero de Washington. China y las empresas chinas están desarrollando también cada vez más actividad en África, Oriente Próximo, el sureste asiático y Europa, donde buscan obtener beneficios de sus inversiones, tener acceso a un número cada vez mayor de consumidores capaces de comprar las exportaciones chinas y asegurar a largo plazo el abastecimiento de los recursos que necesita el país para sostener el crecimiento, crear nuevos puestos de trabajo y reforzar la estabilidad interna. Eso sin contar con que, en Pekín, muchos funcionarios bien relacionados están ganando mucho dinero con estos acuerdos y contratos.
Sin embargo, el hecho de que la agresiva política comercial e inversora de China no sea un avance estratégico en el gran tablero de ajedrez no significa que las empresas y los Gobiernos extranjeros no deban estar preocupados por ella. Para empezar, en todos los países en vías de desarrollo, las empresas multinacionales de propiedad privada tienen que competir con las empresas estatales que cuentan con el respaldo del Estado chino y un considerable apoyo económico y político de sus respectivos Gobiernos, por lo que no compiten en condiciones de igualdad.
Y, si las empresas de otros países deben estar preocupadas por la fortaleza de China, por otra parte, a los Gobiernos deberían inquietarles todos los factores que hacen a China vulnerable. Al establecer todas esas nuevas relaciones en el mundo en vías de desarrollo, Pekín está asumiendo de forma precipitada unos riesgos políticos que no va a poder gestionar por falta de experiencia. En especial, a medida que el aumento de la producción nacional de energía en Estados Unidos le haga depender cada vez menos del crudo procedente de Oriente Próximo y África, China, con sus grandes necesidades energéticas, irá involucrándose cada vez más en los problemas de la región.
Y esa es una posibilidad que debe preocuparnos a todos, porque esta potencia, aún en pleno desarrollo y con un futuro que puede ser inseguro, pronto será la mayor economía del mundo, y eso hará aflorar unas debilidades que tendrán consecuencias para todos los que hacen negocios con China y para todos cuya vida depende de la estabilidad de la economía mundial.
Ian Bremmer es fundador y presidente de Eurasia Group, la principal firma mundial de consultaría e investigación sobre riesgos políticos. Su libro más reciente esEvery nation for itself: Winners and losers in a G-Zero World, details risks and opportunities in a world without global leadership.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.


Euforia por el papa Francisco en Copacabana: fue ovacionado por más de un millón de fieles

Euforia por el papa Francisco en Copacabana: fue ovacionado por más de un millón de fieles

Dame una señal - Virus



Obama se apoya en la economía para retomar la iniciativa política

 

 

El presidente defiende el impulso de la clase media en el primero de una serie de discursos diseñados para desviar la atención de otros escándalos de Washington.


EVA SAIZ Washington 

El presidente Obama durante su discurso desde Knox College este miércoles. / BRENDAN SMIALOWSKI (AFP)


Con el propósito de tomar las riendas de la escena política de Estados Unidos y redirigir el debate hacia los asuntos económicos, el presidente del país, Barack Obama ha defendido la importancia de atajar la desigualdad social y reforzar la clase media y arremetió contra los republicanos que obstaculizan en el Congreso la recuperación del país. El del miércoles en la universidad de Knox, en Galesburg (Illinois), es el primero de una serie de discursos que Obama ofrecerá en los próximos meses con los que la Casa Blanca pretende imponer el guión del presidente sobre otros escándalos y controversias que han polarizado en los últimos meses el panorama político de Washington y han obligado a la Administración a desviarse de su agenda.
Obama apenas anunció nuevas propuestas, consciente de que el tenaz bloqueo de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes ha hecho languidecer en el Congreso muchas de sus iniciativas en materia económica, sin embargo, sí defendió los logros alcanzados durante su primer mandato y apostó por continuar en esa senda. “El incremento de la desigualdad no solo es algo moralmente malo, es una mala economía”, sostuvo el mandatario. “Buenos empleos, mejores perspectivas para la clase trabajadora, una economía que impulse a la clase media. En eso voy a centrar mis energías no sólo en los próximos meses, sino durante el resto de mi mandato”, señaló el presidente.
Los escándalos que han rodeado al Gobierno estadounidense en los últimos meses han forzado al presidente a apartarse de la agenda prevista para su segundo mandato, obligando a la Casa Blanca a estar a la defensiva, siempre un paso por detrás de los acontecimientos. Una circunstancia que ha hecho mella en la popularidad del presidente en las encuestas, alcanzando los niveles de aprobación más bajos desde noviembre de 2011, de acuerdo con el último sondeo publicado ayer porThe Wall Street Journal. “Con un sinfín de distracciones, afectaciones políticas y escándalos prefabricados Washington ha dejado de centrarse en lo que es importante”, se defendió Obama. “Estos debates obsoletos y a corto plazo no son lo que este país necesita. Debemos centrarnos en los problemas económicos que son lo que realmente importa a la mayoría de los ciudadanos, a aquellos a los que representamos”, señaló el mandatario.
Con este discurso, Obama quiso retomar la iniciativa política en vísperas de dos de los pulsos políticos más importantes que se avecinan en los próximos meses: el debate sobre los presupuestos federales del nuevo año fiscal, que comienza en octubre, y el del incremento del techo de la deuda, cuya fecha límite expira en noviembre. El presidente no escondió su frustración ante la absoluta división entre republicanos y demócratas en el Congreso y la imposibilidad de llegar a acuerdos. “No voy a permitir que la inacción, el bloqueo o la indiferencia impidan hacer lo que es correcto. Si puedo ejecutar mi autoridad como presidente para ayudar a la clase media, lo haré y para lo que no pueda hacer solo, llamaré a todo el que quiera colaborar en nuestros esfuerzos”, aseguró Obama.
La Casa Blanca no espera que estos discursos vayan a cambiar las posición en la que se ha enrocado en Partido Republicano en las últimas negociaciones sobre el déficit y la deuda, que solo está dispuesto a hacer concesiones a cambio de un recorte en el gasto en programas sociales. El líder de los republicanos en la Cámara de Representantes, John Boehner, ni siquiera esperó a que Obama terminara su intervención para mostrar su rechazo. “No va a conseguir nada. Los americanos no se están preguntando dónde están los discursos, sino donde están los puestos de trabajo”, dijo en la cámara Baja.
La elección de la universidad de Knox para dar inicio a la nueva estrategia de la Casa Blanca está llena de simbolismo. En 2005, cuando apenas acababa de ser elegido senador por Illinois, Obama ofreció allí el primer discurso sobre su visión de la economía. Entonces, aseguró que la globalización había dañado los pilares en los que se asentaba la clase media y que el Gobierno debía encargarse de educar y ofrecer los medios necesarios a esa clase media para poder competir en un mundo tecnológico. Su discurso de entonces apenas difirió mucho del de ayer donde defendió la inversión en educación, en infraestructura y en energías renovable para crear puestos de trabajo de calidad. 

Obama nombra a Caroline Kennedy como embajadora en Japón



CRISTINA F. PEREDA Washington 

 Caroline Kennedy, durante su intervención en la Convención Nacional Demócrata de 2008. /PAUL J. RICHARDS (AFP)
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció este miércoles el nombramiento de Caroline Kennedy como embajadora en Japón. La Casa Blanca ha confirmado lo que ya adelantaron varios medios el pasado mes de abril: una Kennedy se convertirá en la primera mujer en representar a Washington en el país asiático.
La elección de Caroline supone la continuidad de la saga de una de las familias más simbólicas de Estados Unidos. Su padre, John Fitzgerald Kennedy, fue presidente desde 1961 hasta su muerte en Dallas dos años después, mientras que su abuelo Joseph Kennedy también fue embajador en Reino Unido entre 1938 y 1940. En las últimas elecciones, su primo ‘Joe’ consolidó la permanencia de la cuarta generación de esta dinastía en el Congreso, al convertirse en representante por el Estado de Massachusetts.
Kennedy, de 55 años, escenificó junto a su tío Ted, histórico senador demócrata fallecido en 2008, el apoyo de la familia al entonces candidato Obama. Ocurrió a comienzos de la campaña electoral demócrata y Caroline pasaría a ser asesora de la apuesta de Obama, puesto que repetiría en las presidenciales de 2012. A pesar de que se había mantenido al margen de la política hasta entonces, Caroline apostaría por el puesto de senadora -por el Estado de Nueva York- que dejó libre Hillary Clinton al convertirse en secretaria de Estado de la Administración Obama, pero abandonaría poco antes de las primarias.
La próxima embajadora de EE UU en Japón no ha ocupado por tanto ningún puesto político a lo largo de su carrera. Kennedy, madre de tres hijos y casada con el diseñador Edwin Schlossberg, es abogada -titulada en la Universidad de Harvard y en la Universidad de Columbia-, ha publicado varios libros y a lo largo de su carrera ha dirigido y participado en la gestión de varias fundaciones vinculadas con los derechos civiles en EE UU.
La confirmación de Kennedy para el cargo, a pesar de que había sido adelantada hace varios meses, supone el reconocimiento de EE UU hacia Japón y un gesto de lealtad hacia uno de sus grandes aliados, con el que además puede reforzar sus diferentes apuestas en la región. El puesto ha sido ocupado tradicionalmente por grandes figuras de la política estadounidense como los senadores Mike Mansfield y Howard Baker, vicepresidentes o portavoces de la Cámara de Representantes, como fue Tom Foley.


Todo lo que no se vio del debate Prat Gay-Terragno-Pino Solanas

Todo lo que no se vio del debate Prat Gay-Terragno-Pino Solanas

La favela Varguinha espera a Francisco entre la esperanza y la resignación

La favela Varguinha espera a Francisco entre la esperanza y la resignación

Hoy acordarían llevar el salario mínimo a $ 3.500

Hoy acordarían llevar el salario mínimo a $ 3.500

miércoles, 24 de julio de 2013

El expreso Rohaní



El nuevo presidente de Irán aportará un tono de moderación a la política exterior, tanto en la negociación del programa nuclear como en las relaciones con sus vecinos, empezando por Arabia Saudí.



EULOGIA MERLE


Contra todo pronóstico, los comicios presidenciales iraníes del pasado 14 de junio fueron pacíficos y sorprendentes. La elección de Hasán Rohaní, un clérigo de modales templados, para ser el undécimo presidente de la República Islámica de Irán ha suscitado grandes esperanzas en muchos iraníes y no iraníes, dentro y fuera del país. La falta de acuerdo en el sector intransigente facilitó mucho la victoria de Rohaní y el día de las elecciones el voto conservador se dividió entre los cuatro candidatos de la línea dura. Además, la retirada del candidato reformista Mohamed Reza Aref de la carrera electoral evitó la división del voto entre él y Rohaní. En consecuencia, este se convirtió en el único candidato no conservador que habló de la mejora de las condiciones de vida y de la defensa de las libertades.
De hecho, los comicios presidenciales iraníes del 14 de junio se convirtieron en una especie de movimiento no violento contra el conservadurismo político del país, pero también en un referéndum sobre cuestiones como la inflación, el desempleo, las relaciones con Occidente y, más en concreto, el programa nuclear iraní y las sanciones que ha conllevado. Es interesante señalar que, hace menos de dos semanas, los periodistas y políticos occidentales se preguntaban si las elecciones iraníes tendrían alguna influencia relevante en el programa nuclear de la república islámica. Ahora habría que decir simplemente que sí. En su condición de firme partidario del programa nuclear, pero también de profundo detractor de los errores cometidos por los sucesivos equipos negociadores iraníes, Hasán Rohaní es el mejor candidato para el puesto. Tiene un buen historial universitario y es autor de siete libros, entre los que habría que resaltar el último, publicado en 2011 y titulado Seguridad nacional y diplomacia nuclear. No deberíamos olvidar que, durante la presidencia de Mohamed Jatamí, en su etapa de jefe del equipo negociador del programa nuclear, Rohaní definió claramente la posición de Irán, después de consultarla con los principales actores del panorama político iraní.

Es un hombre templado, proclive a limar tensiones, que sabe
jugar sus cartas en situaciones difíciles

Dicho de otro modo: para muchos observadores, Rohaní es un hombre de consenso, no un actor pasivo que espera a que surja el diálogo. Es decir, al contrario que Said Yalilí, que durante los últimos seis años llevó los planes nucleares iraníes a un callejón sin salida, Rohaní siempre ha sido partidario de reducir las tensiones con los países occidentales y de evitar las sanciones contra su país. Por tanto, su elección augura una solución para las negociaciones nucleares de Irán y para la necesidad que tiene su pueblo de que suavicen las sanciones. Pero lo que hace todavía más sorprendente la elección de Rohaní es que, a diferencia de los demás candidatos autorizados, a él no se le considera cercano al líder supremo del país. Antes de su acceso a la presidencia, la impresión general era que el ayatolá Jameneí era partidario bien de Said Yalilí o de Mohamed Baker Kalibaf.
Ya fuera porque el líder supremo cambió de opinión o porque simplemente permitió que se impusiera la opinión del pueblo iraní, no cabe duda de que la elección de Hasán Rohaní podría facilitar sus pasos hacia el apaciguamiento de las tensiones en Irán, aliviando a su pueblo de las desilusiones y los desencantos políticos surgidos durante los últimos ocho años, sobre todo desde los amañados comicios presidenciales de 2009. Y, lo que es más importante, la elección de Rohaní devuelve la política exterior iraní a un espíritu de apertura, al tiempo que envía un mensaje positivo, de diálogo y amistad, a la comunidad internacional, y sobre todo a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania, que ayudará a reintegrar a Irán y a retirar algunas de las sanciones más severas que lastran su economía.
En consecuencia, se diría que la elección de Rohaní, en lugar de crear más desafíos internacionales, parece disminuir las tensiones entre Irán y el mundo exterior. Esto significa que Rohaní aportará seguramente un nuevo tono de moderación a la política exterior de su país y más concretamente a las tensiones existentes en Oriente Próximo, aunque la inclusión de su Gobierno en una solución consensuada para Siria depende de demasiados factores. Dos son los más importantes: en primer lugar, Rohaní tendrá que lidiar con Jameneí, con un Parlamento controlado por los conservadores y con el poderoso puño de la Guardia Revolucionaria. En segundo lugar, deberá mejorar las relaciones con Arabia Saudí y Catar, sin dejar de ayudar indirectamente a la Administración de Obama a esquivar a los halcones, los neoconservadores y al grupo de presión israelí en Washington.

Su elección puede ayudar al ayatolá Jameneí a frenar la decadencia legada por Ahmadineyad

Rohaní también podría ofrecer una oportunidad para aliviar las crecientes tensiones sectarias en el golfo Pérsico. Para ello tendría que mostrarse más activo en sus contactos con Arabia Saudí y Catar. El lunes 17 de junio, durante su primera conferencia de prensa como presidente electo, Rohaní señaló que en 1998 había firmado un acuerdo de seguridad con los saudíes y sugirió que para su Gobierno sería prioritario salvar las distancias con la casa de Saud. Según Rohaní, Irán pretende tener “relaciones amistosas y estrechas” con los Estados vecinos, sobre todo con Arabia Saudí. Respecto a los saudíes, uno de los principales aliados de las fuerzas de oposición que se enfrentan al régimen de Bachar el Asad, apoyado por Irán, Rohaní añadió: “No solo somos vecinos, sino hermanos”. No deberíamos olvidar que durante los 16 años (1989-2005) que Rohaní ocupó la secretaría del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán mejoraron las relaciones del país con Arabia Saudí, que habían conocido sus peores momentos durante la revolución de 1979 y la guerra irano-iraquí de 1980-1988. El futuro acercamiento de Irán a los saudíes y a Catar sería un gran soplo de optimismo, que no solo auguraría el regreso de Irán al concierto de las naciones, sino un estrechamiento de la sima que separa a suníes y chiíes, y la posible solución de la crisis en Siria. Rohaní sabe jugar bien sus cartas en situaciones difíciles, pero a pesar de todo necesitará colaborar más estrechamente con Jameneí.
Es cierto que Hasán Rohaní, desde que ocupa cargos en la república islámica, nunca ha cruzado ninguna de las líneas rojas del sistema iraní. Llegó incluso a condenar las manifestaciones posteriores a las elecciones de 2009, tachándolas de iniciativas de “personas engañadas”. Sin embargo, su intención de poner fin al aislamiento internacional de Irán podría servir de puente entre los partidarios del líder supremo y los reformistas iraníes. Entretanto, el apoyo absoluto e incondicional de dos ex presidentes, Akbar Hashemi Rafsanyaní y Mohamed Jatamí, será crucial a la hora de determinar el futuro reparto del poder político en la república islámica. De hecho, el principal desafío al que se enfrenta Rohaní radica en el mantenimiento del equilibro entre los diferentes grupos de presión y en la necesidad de evitar que alguno de ellos cobre fuerza suficiente para plantarle cara. En ese contexto, un resultado positivo de las conversaciones con estadounidenses y europeos podría ser realmente crucial. Pero Rohaní también necesitará mantener los ánimos de sus partidarios iraníes, entablando una batalla desigual contra la mala gestión, la corrupción y la violación de los derechos humanos que han contribuido al declive de la diplomacia iraní.
Es cierto que nadie espera un súbito cambio de dirección de la política interna de Irán ni de su posición respecto a Occidente, pero no hace falta decir que la elección de Rohaní puede proporcionar al ayatolá Jameneí, al Basij y a la Guardia Revolucionaria iraní la oportunidad de frenar la decadencia política y de escapar a la vergonzosa situación internacional que han legado los ocho años de destemplado Gobierno de Ahmadineyad.
Ramin Jahanbegloo, filósofo iraní, es catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Toronto.
Traducción de Jesús Cuéllar Menezo.


Francisco se opone a la legalización de las drogas y clama contra el narco



El Papa inicia su agenda oficial en Brasil con una misa en el santuario de Aparecida


PABLO ORDAZ Aparecida 



El papa Francisco besa una imagen de la virgen de Aparecida, en el santuario del mismo nombre. / A. LIMA (AFP)

En un hospital de Río de Janeiro (Brasil) dedicado al tratamiento de las drogodependencias, “un santuario particular del sufrimiento humano”, el papa Francisco reclamó un “acto de valor de la sociedad” contra “la plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte”. Jorge Mario Bergoglio se mostró contrario a la legalización: “No es la liberalización del consumo de drogas, como se está discutiendo en varias partes de América Latina, lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química. Es preciso afrontar los problemas que están en la base de su uso, promoviendo una mayor justicia, educando a los jóvenes en los valores que construyen la vida común, acompañando a los necesitados y dando esperanza en el futuro”.
Por la mañana, rezó a María. Por la tarde, se metió en los charcos. La personalidad de Jorge Mario Bergoglio salió a relucir al afrontar un tema especialmente controvertido, un debate encendido entre quienes —como el presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, o algunos ex mandatarios latinoamericanos— defienden que la legalización sería un medio eficaz para debilitar las mafias y quienes, por el contrario, se oponen de forma frontal. El Papa dijo: “Hay muchas situaciones en Brasil, en el mundo, que necesitan atención, cuidado, amor, como la lucha contra la dependencia química. Sin embargo, lo que prevalece con frecuencia en nuestra sociedad es el egoísmo. ¡Cuántos mercaderes de muerte que siguen la lógica del poder y el dinero a toda costa!”.

Según el papa argentino, hay que tender la mano a quien ha caído en “el abismo de la dependencia".

Delante de algunos muchachos afectados por la adicción a las drogas, Francisco dijo que quería abrazarlos a todos, pero que “abrazar no es suficiente”. Según el papa argentino, hay que tender la mano a quien ha caído en “el abismo de la dependencia, tal vez sin saber cómo, y decirle: puedes levantarte, puedes remontar, te costará, pero puedes conseguirlo si de verdad lo quieres”.
Una vez más, el papa Francisco no da puntada sin hilo. Su primera jornada oficial —el martes lo dedicó a reuniones de trabajo con los obispos a los que ha encargado la reforma del Vaticano— estuvo cargada de simbolismo. Antes de visitar el hospital San Francisco de Asís de Río de Janeiro, presidió la misa en el santuario de Aparecida, patrona de Brasil. Una jornada, por tanto, dividida entre la oración y el trabajo a favor de los desfavorecidos. Desde el centro de la devoción mariana —donde se venera una pequeña virgen negra que según la leyenda fue encontrada en el siglo XVIII por unos pescadores— a las periferias del mundo, llenas de sufrimiento.
Hace seis años, un cardenal argentino lideró en el santuario de la virgen de Aparecida la redacción de un documento que pretendía devolver la Iglesia a la senda de Cristo, despojándola de los oropeles del poder y acercándola a la gente. El llamado documento de Aparecida dice, entre otras cosas, que “la Iglesia debe liberarse de todas las estructuras caducas que no favorecen la transmisión de la fe” y anima a los obispos a ser servidores del pueblo y no al contrario. A través de aquellas ideas reformistas, aquel obispo argentino se convirtió, tras la renuncia de Benedicto XVI, en el papa Francisco y ahora ha querido que su primer acto religioso dentro de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) sea precisamente aquí. “El cristiano no puede ser pesimista”, advirtió Jorge Mario Bergoglio durante la homilía, “no puede tener aspecto de quien está de luto perpetuo”.
Durante la homilía, Jorge Mario Bergoglio desarrolló una de las bases del documento de Aparecida: la Iglesia debe afrontar los retos del mundo moderno de forma positiva, sin miedo, dejando atrás la amenaza constante del infierno y el fuego eterno. “Nunca perdamos la esperanza. Jamás la apaguemos en nuestro corazón. El dragón, el mal, existe en nuestra historia, pero no es el más fuerte. El más fuerte es Dios, y Dios es nuestra esperanza. Es cierto que hoy en día, todos un poco, y también nuestros jóvenes, sienten la sugestión de tantos ídolos que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar esperanza: el éxito, el dinero, el poder, el placer. Con frecuencia se abre camino en el corazón de muchos una sensación de soledad y vacío, y lleva a la búsqueda de compensaciones, de estos ídolos pasajeros. Seamos luces de esperanza. Tengamos una visión positiva de la realidad”.
Al principio de la homilía, que leyó en portugués, Francisco confió a los fieles una anécdota muy querida. En 2007, durante la redacción del documento de Aparecida, los obispos que participaban en la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe trabajaron en una sala situada bajo el santuario, oyendo los pasos y los rezos de los peregrinos. “Los obispos”, explicó, “se sintieron alentados, acompañados y en cierto sentido inspirados por los miles de peregrinos que acudían cada día a confiar su vida a la Virgen; aquella Conferencia fue un gran momento de la Iglesia”.
Se podría decir que aquel fue el momento en que Jorge Mario Bergoglio empezó a caminar hacia la silla de Pedro. Los obispos llegados de toda América vieron la forma de trabajar del entonces cardenal de Buenos Aires. El documento no se construía a partir de un texto base —confeccionado desde las alturas— sino de las propuestas de cada uno. La obsesión de Bergoglio era sacar a la Iglesia del ambiente viciado de las sacristías, de los lujos del Vaticano a las necesidades de la gente corriente. Aquel documento contiene frases que poseen una música y una letra muy parecida, por no decir idéntica, a los mensajes que Bergoglio lanza un día y otro también desde que fue elegido Papa y que se resumen en un par de frases pronunciadas en la homilía: “Los jóvenes no solo necesitan cosas. Necesitan sobre todo que les propongamos los valores inmateriales que son el corazón espiritual de un pueblo: espiritualidad, generosidad, solidaridad, perseverancia, fraternidad, alegría; son valores que encuentran sus raíces más profundas en la fe cristiana”.