Majestuoso testimonio de un poder agostado

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sábado, 14 de julio de 2012

Polémica en México por la firma del tratado ACTA



Para que el acuerdo internacional entre en vigor en México debe ser ratificado por el Senado.

Se une a EE UU, Australia, Canadá, Japón, Marruecos, Nueva Zelanda, Singapur y Corea del Sur.


RAQUEL SECO México 

México quiere ser uno más en el acuerdo internacional contra la falsificación y la piratería (ACTA). El Gobierno del Partido Acción Nacional (PAN) todavía liderado por Felipe Calderón firmó el tratado el miércoles pasado en Japón, con lo que se une a Estados Unidos, Australia, Canadá, Japón, Marruecos, Nueva Zelanda, Singapur y Corea del Sur, que lo suscribieron en octubre de 2011. Con el gesto del Ejecutivo saliente ha estallado la polémica, sobre todo entre los internautas, que acusan al documento de suponer un peligro para las libertades individuales.
El Parlamento Europeo rechazó el pasado 4 de julio la adhesión por amplia mayoría después de escuchar las protestas de la sociedad civil. Ahora, México está pendiente de que el Senado apruebe o eche abajo ACTA. Precisamente esta instancia, junto a otras como la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), había recomendado a Calderón que no apoyase la iniciativa, que consideró que viola garantías individuales, derechos humanos, y vulnera el derecho de presunción de inocencia, según Animal Político, que difunde las conclusiones.
“El Senado hizo un profundo análisis durante meses, con mesas que representaban todas las voces, y llegó a la conclusión contundente de que el tratado es nocivo para México”, dice por teléfono Manuel Tamez, presidente de la Asociación Mexicana de Internet. “Esperamos que mantenga su posición, a pesar del cambio legislativo [el nuevo Senado toma el relevo el próximo 1 de septiembre].
Támez sí señala que “es necesario detener la piratería”, pero apunta a impulsar otros métodos, como modernizar los procesos comerciales, y matiza que la normativa, que implica, por ejemplo, que los proveedores de acceso a Internet puedan proporcionar las direcciones IP de los internautas, puede “violar derechos”. El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, reconoció después de que el tratado quedase descartado que éste “deja espacio para abusos e inquieta por su impacto en la privacidad de los consumidores, las libertades civiles, la innovación y la libre circulación de información”.
No cree lo mismo José Rodrigo Roque Díaz, director general del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI). “La firma del tratado es un mensaje contundente por parte del Gobierno mexicano para demostrar nuestro interés en la defensa de los derechos de los autores, de las marcas mexicanas y la innovación que se genera en México. Reconoce, “ha generado polémica”. Pero Roque matiza que el alcance de sus disposiciones dependerá de cómo se regulen a nivel interno. “Sin ACTA, hoy México podría a través de sus leyes locales generar un régimen de vigilancia o represión de los internautas y no lo ha hecho”, argumenta. La desconfianza que genera ACTA no le parece suficiente para rechazar “beneficios” la “certidumbre y legalidad” que proporciona. Y apuesta por el diálogo con “todas las partes” para que se combata la piratería sin violar derechos civiles.

Clinton tiende la mano a Morsi


 

 

Estados Unidos apuesta por el éxito del nuevo presidente islamista de Egipto.

La secretaria de Estado abre una nueva era diplomática en Oriente Próximo.


EL PAÍS/ ANTONIO CAÑO Washington 

En un histórico giro de la política de Estados Unidos en Oriente Próximo, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, expresó ayer en El Cairo su apoyo y sus deseos de éxito a Mohamed Morsi, un líder de los Hermanos Musulmanes democráticamente elegido como presidente de Egipto. Clinton destacó que “los intereses compartidos” con este nuevo dirigente y con su país “superan ampliamente nuestras diferencias”.
Sin entrar con detalle en el difícil conflicto institucional que vive esta incipiente democracia, la secretaria de Estado destacó que la consolidación del hermoso proceso que desde sus primeros días en la plaza Tahrir cautivó la atención del mundo “exige ahora diálogo y compromiso, una verdadera demostración de política” hasta la consecución de “una completa transición a un régimen civil”.
“He venido a El Cairo”, declaró Clinton tras su encuentro con Morsi, “para reafirmar el rotundo apoyo de Estados Unidos al pueblo egipcio y a su transición democrática. Queremos ser buenos socios y queremos apoyar la democracia conseguida con el coraje y el sacrificio del pueblo egipcio”.
La presencia de Clinton en El Cairo constituye un hito de la política exterior norteamericana. Su conversación con Morsi, el líder de un partido con el que hasta hace muy poco los funcionarios norteamericanos tenían prohibidos todos los contactos por su presunta vinculación con el terrorismo, es una verdadera revolución en la forma en que Washington se ha relacionado hasta ahora con los países árabes.
Barack Obama pretendió hacer ese cambio desde los primeros días de su presidencia. En su visita a Turquía, en 2009, y en su posterior discurso en El Cairo ese mismo año ya prometió una nueva aproximación al Islam y al mundo árabe después de las divisiones ocurridas durante la anterior Administración. Pero solo ahora, con la llegada al poder de un islamista en el país más importante para la estrategia estadounidense en Oriente Próximo, se presenta claramente la posibilidad de cumplir esa promesa.
Quizá Clinton hubiera preferido ser recibida en El Cairo por un presidente secular más fácil de identificar con la noción de modernización y progreso. Pero el hecho de que no sea así, supone también una oportunidad y un gran reto para el futuro de la diplomacia norteamericana y, en ese sentido, Egipto se presenta como una prueba de fuego. Estados Unidos está obligado a hacer equilibrios entre el apoyo al proceso democrático, indiscutiblemente representado por el presidente Morsi, y sus intereses de seguridad en la región, garantizados durante varias décadas por los militares. Washington intenta no tener que tomar bruscamente partido, con la esperanza de que paulatinamente esas dos instituciones, que hoy parecen difíciles de conciliar, puedan acabar encontrando un terreno de colaboración. El control del Ejército por los civiles es la última prueba de una verdadera democracia, pero no necesariamente la primera. Egipto no sería el primer país del mundo en el que una democracia se asienta después de un periodo de tutela militar.
Para Estados Unidos, el mantenimiento de un Ejército egipcio poderoso, unido, razonablemente laico y prooccidental, es vital de cara a la estabilidad de la región. Sería un grave inconveniente para Washington que el avance de la revolución o la consolidación democrática se hicieran al precio del desmantelamiento o el debilitamiento de sus fuerzas armadas, cosa que tratará de evitar a toda costa. Clinton transmitirá personalmente hoy esas garantías a la máxima jerarquía castrense, Mohamed Husein Tantaui.
Al mismo tiempo, peor aún sería la supervivencia de ese Ejército tan querido en el Pentágono a costa de acallar por las armas el mayor símbolo de la primavera árabe o de derrocar al primer presidente democráticamente elegido en toda la historia de Egipto. El triunfo de Morsi puede ser, por tanto, en estas circunstancias, el paso que Washington necesita para estrenar una nueva era de relaciones con el mundo árabe, una en la que no se identifique a los amigos únicamente por su sumisión inequívoca a los intereses norteamericanos.
Eso no significa que Estados Unidos se tenga que resignar a perder obligatoriamente capacidad de influencia en Oriente Próximo. EE UU, que entrega anualmente cerca de 1.500 millones de dólares de ayuda, esencialmente militar a Egipto, además de otros créditos y un paquete de asistencia prometido por Obama hace un año, puede seguir siendo un interlocutor fundamental con las fuerzas armadas y añadir ahora, además, un estimable papel de árbitro con los civiles. A estos, por su parte, no solo les apremia la cooperación económica para que los sueños revolucionarios puedan materializarse en pan y bienestar, sino que requieren un fuerte aliado internacional que les dé legitimidad y respaldo.
La misión de Clinton en Oriente Próximo no concluye en Egipto. Continúa mañana en el vecino Israel, donde el Gobierno tiene más que reticencias sobre cuál será la actitud de las nuevas autoridades egipcias respecto a la paz que en su día firmó Anuar el Sadat y que después ratificó Hosni Mubarak. Israel y Egipto comparten frontera en el Sinaí, una zona conflictiva en la que ayer mismo fueron secuestrados dos turistas norteamericanos. Una de las labores de la Administración de Estados Unidos en esta nueva era será la de despejar esas sospechas y tratar de convencer a los israelíes de que sus intereses y su seguridad están mejor salvaguardados con un sistema democrático en El Cairo.
No es una labor fácil. Egipto siempre ha tenido una gran influencia entre los palestinos. Ahora puede tener un papel relevante en la reconciliación entre las facciones palestinas enfrentadas desde hace años. Pero el actual Gobierno de Israel teme que la presencia de Morsi incline la balanza a favor de Hamás, su enemigo, y en contra de los moderados de Al Fatah, con los que tampoco ha conseguido hasta ahora establecer un diálogo fructífero.
Conservando su capacidad de presión sobre todas las partes, EE UU puede romper el círculo vicioso en el que se encuentra esta región y dar lugar a un tiempo nuevo mucho más constructivo. Pero el riesgo de que eso no ocurra y de que los recelos actuales den paso a un periodo de tensión entre Israel y Egipto y a una agudización del conflicto palestino-israelí, también es considerable.

Una visita sugerente de Raúl Castro al mausoleo de Lenin en el Kremlin

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Declararon en emergencia a medio EE.UU. por la sequía

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Los estatales españoles copan las calles para protestar por el recorte

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viernes, 13 de julio de 2012

China crece un 7,6% en el segundo trimestre, su peor tasa en tres años


 

 

La cifra es una desaceleración de cinco décimas con respecto a la tasa del primer trimestre


EL PAÍS/ JOSE REINOSO Pekín 

Ni demasiado rápido que provoque un sobrecalentamiento, ni demasiado lento que impida generar suficientes puestos de trabajo. Es el difícil equilibrio que mes tras mes tiene que lograr la economía china, que en el segundo trimestre del año ha crecido un 7,6% anual, el valor más bajo desde el 6,6% registrado en el primer trimestre de 2009, cuando la crisis financiera mundial estaba en pleno apogeo.
La ralentización “se ha debido principalmente al continuo deterioro del entorno internacional, que ha desanimado aún más la demanda extranjera”, ha asegurado este viernes Sheng Laiyun, portavoz de la Oficina Nacional de Estadísticas. Además, la demanda doméstica ha disminuido, debido a las medidas de control macroeconómico, en particular en el sector inmobiliario. En el primer trimestre, el PIB (producto interior bruto) subió un 8,1%.
Laiyun ha afirmado que el Gobierno ha “gestionado correctamente” los desafíos económicos a los que se ha enfrentado el país en el primer semestre, por lo que “la economía nacional en su conjunto ha tenido un desarrollo firme y ha crecido a un ritmo moderado”.
Las ventas minoristas, principal indicador del consumo doméstico, se han moderado. Han subido un 13,7% en junio respecto al mismo mes del año pasado, frente a un alza del 13,8% en mayo. La producción industrial también se ha ralentizado. Ha crecido un 9,5% anual, una décima menos que el mes anterior.
Sin embargo, en una señal de que algunas de las medidas adoptadas por el Gobierno para activar la economía están dando resultado, la inversión en activos fijos urbanos ha ascendido un 20,4% en el primer semestre.
Pekín recortó la semana pasada los tipos de interés por segunda vez en un mes. Desde diciembre, ha disminuido en tres ocasiones los requisitos de reservas que deben tener los bancos. No obstante, no ha lanzado un plan de estímulo similar al de cuatro billones de yuanes (513.400 millones de euros al cambio actual) que adoptó durante la crisis financiera global, en 2008. El primer ministro, Wen Jiabao, ha asegurado esta semana que estabilizar el crecimiento de la economía es “la prioridad número uno” del Gobierno.
La inflación se situó en el 2,2% en junio, el valor más bajo en 29 meses, según datos publicados el lunes. En el conjunto del semestre fue del 3,3%, bien por debajo del máximo del 4% para todo el año establecido por el Gobierno. La suavización de la presión inflacionista permitirá a las autoridades actuar más decididamente para acelerar la actividad en caso necesario. La inflación alcanzó un récord del 6,5% en julio del año pasado.
Laiyun ha advertido que no todo está ganado y que Pekín debe “hacer más esfuerzos para proseguir el crecimiento firme, reforzar y mejorar continuamente la regulación macroeconómica e intentar el máximo para alcanzar un crecimiento económico rápido y sano”. Pero se ha mostrado convencido de que China logrará el objetivo de crecimiento del 7,5% fijado para el conjunto de 2012, frente al 8% planificado hasta ahora cada año desde 2005. En el primer semestre, el PIB ha aumentado un 7,8%; mientras que en todo 2011 subió un 9,2% y en 2010, lo hizo un 10,4%.

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Promulgan en Chile una histórica ley contra la discriminación

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miércoles, 11 de julio de 2012

La pobreza y el escándalo Barclays






Esta entrada ha sido escrita desde Londres por ALEX PRATS 


Por:  | 11 de julio de 2012

Hay ocasiones en las que comprender por qué aumenta la desigualdad entre ricos y pobres se vuelve un juego de niños. El escándalo ‘Barclays’ destapado a inicios de mes en el Reino Unido nos muestra de forma tan clara como indignante la forma como un grupillo de banqueros puede controlar la economía a su antojo mientras se toman una pinta de cerveza en un pub de la City of London, una isla financiera de una milla cuadrada en la capital británica en la que están presentes muchas de las empresas más importantes del mundo.

A pesar de la gravedad del tema, que una veintena de bancos se salten las reglas del juego en beneficio propio no es más que un nuevo ejemplo que demuestra que en realidad el problema es de mucho mayor calado.
Veamos.

La City of London constituye un centro financiero global gobernado por su propio alcalde, el Lord Mayor, elegido no sólo por la ciudadanía, sino también por empresas que emiten su voto después de gastarse fortunas en apoyar las campañas del candidato que mejor representa su intereses particulares. Cuanto más grande es la empresa, más peso tiene el voto. En la City no hay partidos políticos, sólo candidatos asociados a determinados grupos de interés empresariales. Viva la democracia.

El principal objetivo del Lord Mayor de la City of London no es otro que el de representar los intereses de las empresas ante el gobierno británico, Unión Europea y quien se ponga por delante. Un reciente informe estima que el lobby financiero de la City se gasta 93 millones de libras esterlinas al año en presionar al gobierno británico. No es de extrañar por tanto que con el paso de los años se haya ido relajando en la City la regulación de la actividad empresarial. Y claro, luego pasa lo que pasa. Hoy día, la City of London es un paraíso fiscal en toda regla donde las empresas actúan con opacidad y aumentan sus beneficios gracias a importantes ventajas fiscales. La posición del Primer Ministro David Cameron en todo lo relacionado con la crisis europea no se puede entender si no se tiene en cuenta el enorme poder que acumulan y la presión que ejercen las empresas de la City.

Pero es que hay más. La City es sólo el centro de una telaraña financiera formada por un conjunto de paraísos fiscales (ver aquí el enlace a la Campaña de Inspiraction), muchos de ellos controlados de forma directa por el Reino Unido, que actúan como conductos financieros. En el anillo más cercano se encuentran las islas de Mann, Jersey y Guernesey; en un segundo anillo operan lugares como las Islas Bermudas, las British Virgin Islands o las Islas Caimán. Finalmente, lugares como Hong Kong o Singapur son igualmente fundamentales en la canalización de flujos financieros hacia la City londinense. De las 100 empresas más importantes registradas en la Bolsa de Londres, 98 tienen subsidiarias en paraísos fiscales. ¿Cuántas? Pues entre todas, nada más y nada menos que 8.492 subsidiarias. Según Action Aid (link 2), solo Barclays tiene 174 subsidiarias en las Islas Caimán. ¿Y cuál es tipo impositivo en las Islas Caimán? Pues se dice pronto: 0%. El mismo que en las Islas Bermuda.

Así pues, no es de extrañar que, según Christian Aid, los países en vías de desarrollo pierdan cada año 160.000 millones de Euros como consecuencia de la evasión y el fraude fiscal llevado a cabo por empresas multinacionales de Estados Unidos y la Unión Europea que utilizan diversas artimañas para trasladar sus beneficios allí donde no pagan impuestos. Tampoco puede sorprender que, de acuerdo con Global Financial Integrity, África sea acreedor neto del resto del mundo. La misma OCDE reconoce que por cada dólar que África recibe como ayuda al desarrollo, 3 dólares salen de África en forma de flujo ilegal de capitales. ¿Hacia dónde se va ese dinero? Pues hacia lugares como la Wall Street de Nueva York o la High Street de la City of London. Según el diputado británico Mark Field, sólo en el segundo trimestre del 2009, 332.000 millones de dólares llegaron a la City of London procedentes de los tres paraísos fiscales que forman el primer anillo.

Y mientras tanto, las personas que viven en pueblos y ciudades en los países en vías de desarrollo, muchas veces en calles que ni siquiera tienen nombre, siguen viviendo en la más absoluta pobreza. 

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