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La compuPor Ariel Torres
Sábado 11 de junio de 2011 | Publicado en edición impresa
El miércoles último se celebró, a falta de una frase mejor, el IPv6 Day o, en buen criollo, el Día del Protocolo de Internet en su versión 6. Frase que, dígame si no, suena a que alguien se insoló antes de ponerse a inventar celebraciones. Pero no es así de ninguna manera y de allí el presente texto, que tiene el objetivo de cambiar un poco el nivel de inflamación que se le concedió al tema y echar luz sobre lo que pasó, su significado, sus consecuencias, resultados y proyecciones.
Para entender por qué el IPv6 Day no un fue festival de música electrónica sino una ardua prueba técnica hay que mirar primero cómo funciona Internet. Lo contaré exactamente como me lo transmitió en una entrevista, hace unos años, uno de los dos hombres que inventaron la Red, el matemático y doctor en ciencias de la computación Vinton Cerf.
Grosso modo, esto que llamamos Internet es una tecnología que permite comunicar redes entre sí. Mientras una red convencional conecta computadoras, Internet conecta redes de computadoras.
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Como el hardware y el software que hacen marchar dichas redes son de lo más heterogéneo, Cerf y su colega, el ingeniero electrónico Bob Kahn, debieron ingeniárselas para que los datos pasaran de una red a otra sin percance, de forma transparente, con el mínimo de errores, de manera inteligente, robusta y flexible. Se les ocurrió entonces un mecanismo muy sencillo que tiene sus raíces en el correo postal.
Imagínese que tuviera que enviar a un amigo un libro, digamos Rayuela, por correo. Usando sobres pequeños, como para una tarjeta personal, no encomienda ni sobres grandes. La única forma sería cortar cada página en fragmentos que cupiesen en esos sobrecitos, numerar cada uno y enviarlo al destinatario. Su amigo los recibiría y, con paciencia monacal y mucha cinta adhesiva, reconstruiría el libro.
Esto, que se llama conmutación de paquetes, había sido ideado por Leonard Kleinrock y puesto en marcha con la abuela de Internet, Arpanet. El desafío era ahora que funcionase entre redes de arquitectura, software y hardware diferentes.
Con documentos de papel o acetato la conmutación de paquetes sería impracticable o, por lo menos, muy desprolija, pero con datos digitales el resultado se llama Internet, donde la información viaja dividida en pequeños paquetes o datagramas (no son lo mismo, pero no entraremos en esas honduras aquí) que se mueven de forma independiente, encapsulan un fragmento de los datos, saben de dónde vienen, adónde van y su posición en la secuencia, entre otras muchas cosas.
Para que este sistema funcione cada dispositivo conectado debe tener su dirección, de la misma forma que cada casa tiene su dirección postal. En el caso de una ciudad la solución es bastante sencilla y no existe ninguna restricción para seguir asignando direcciones. En Internet el asunto es más complicado.
El protocolo que Cerf y Kahn empezaron a diseñar en 1977 y que se puso en marcha en 1981 tenía la misión de conectar redes entre sí, algo que en inglés se llama internetworking y de donde proviene la palabra Internet. Recibió, por lo tanto, el nombre de Internet Protocol o IP.
La versión que hemos usado desde entonces es la 4 o IPv4 o v4 a secas. En IPv4 la extensión de las direcciones es de 32 bits, lo que significa que es posible asignar algo más de 4200 millones de direcciones de red o direcciones IP (2 elevado a la 32).
Treinta y cuatro años atrás, cuando se empezó a diseñar esta tecnología, 4200 millones de direcciones era algo colosal que iba a servir para siempre. Nadie podía imaginar que hoy tendríamos 2000 millones de computadoras personales, 5000 millones de celulares, y unos 100 millones de sitios, y que todo esto no pararía de crecer.
Obviamente, el IPv4 está agotado. Lo que llevó a algunos a pronosticar el fin de Internet, lo que es bastante absurdo. A lo sumo dejaría de crecer, o para ser más exactos, su crecimiento se haría muy lento y trabajoso. Pero no colapsaría. No por esto, al menos.
Además, hay una solución que ya está en marcha: implementar una nueva versión del IP, en este caso la 6, IPv6 o v6 a secas.
Las direcciones de IPv6 tienen una extensión de 128 bits, así que el nuevo protocolo aumenta enormemente el espacio para las direcciones. También oí por allí, y no salía de mi asombro, que "el aumento no era tan grande si pasábamos de 32 a sólo 128 bits". Gente grande. Esto es algo del colegio secundario. Con un protocolo de 128 bits se podrían asignar tantas direcciones como para tener 1500 números IP por cada metro cuadrado de toda la superficie del planeta Tierra. Así que el salto es..., bueno, exponencial.
Además de un espacio de direcciones mucho más grande, IPv6 introducirá cosas que en 1977 tampoco se imaginaron que harían falta, como envío de paquetes a múltiples destinos en una misma operación, mejor integración del Protocolo IP Seguro (IPSec) y paquetes de mayor tamaño, llamados jumbogramas, de hasta 4,3 GB. No obstante, el avance fundamental tiene que ver con la ampliación en la extensión de las direcciones.
Que es, precisamente, lo que apremia y la razón por la que hay que desplegar IPv6 para que Internet pueda seguir creciendo a la velocidad que necesitamos. "No existe la posibilidad de un colapso, un doomsday de Internet", me dijo Sebastián Bellagamba, director de la oficina regional de la Internet Society (ISOC) para América latina y el Caribe, cuando hablamos por teléfono el mismo miércoles, en medio de las pruebas. Apuntaba, con esta frase, a desactivar otro de los mitos que dieron vuelta estos días.
¿Qué fue el IPv6 Day? "Un vuelo de prueba", así lo definió la ISOC, fueron 24 horas durante las que los proveedores de conexión y contenidos (entre otros, Akamai, Google, Facebook, Limelight Networks y Yahoo!) ofrecerían sus servicios sobre IPv6, además de IPv4.
Según Bellagamba: "La prueba fue exitosa no sólo por los tests en sí, no sólo para ver dónde están las fallas, sino también por la concientización de los usuarios finales, los proveedores de acceso y los de contenido. Fue exitosa porque pudimos unir las dos puntas y ver dónde hay problemas, y lo que hemos visto es que los problemas no son tantos".
"El tráfico total agregado de IPv6 no debe haber llegado al 1% -consignó Bellagamba-, pero venimos de muy abajo. En ese sentido la experiencia también ha sido exitosa. Lo más importante es haber roto con el círculo vicioso, una cosa al estilo del huevo y la gallina. Es decir, el proveedor de contenidos y el proveedor de conexión no se comprometían porque el otro a su vez no lo hacía."
Hay dos problemas, básicamente, en el despliegue de IPv6. El primero, que no es compatible con IPv4, y pese a esto deben convivir. Hay una serie de técnicas (double stack, tunneling, IPv6 encapsulado en v4 tipo NAT, y otros) para esto, y gran parte de los problemas que se vieron el miércoles se debió a esta convivencia forzada.
También hablé del IPv6 Day con Jorge Amodio, que en 1990 puso en marcha la conexión argentina con Internet, que me dijo: "En principio, lo bueno es que Internet no se rompió durante el IPv6 Day, aunque todavía hace falta mucho trabajo para seguir desplegando el nuevo protocolo. En algunos casos la gente que participó se acordó de habilitar IPv6 en los servers pero se olvidaron de poner los registros en el DNS, y en otros casos viceversa. Hubo algunos proveedores de contenido que sólo tenían su página principal servida por IPv6, pero el resto del contenido redireccionaba a servidores con IPv4. Y a más de uno se le pincharon switches y routers por razones que todavía están terminando de digerir".
"En términos de conectividad y respuesta -me explicaba Amodio- mucho no se puede hablar porque todavía parte de la infraestructura no está nativa sobre IPv6, así que es una mezcla de túneles y puntos de interconexión que hacen que todo sea medio lento y con alto porcentaje de pérdida de paquetes."
Aquí, el sitio con el estado de varios servicios (Web, e-mail, DNS) de las empresas que participaron del IPv6 Day: www.mrp.net/IPv6Day.html
"Como podés ver -apuntó Jorge- al mail no le fue nada bien." En efecto, la mayoría de los sitios están en rojo en la tabla, con la etiqueta FAIL.
Tampoco es cierto que el IPv6 sólo se probó el miércoles pasado. Otro absurdo que no toma en cuenta la escala de este cambio de tecnología, posiblemente el de mayor alcance que haya enfrentado la civilización. Muchos proveedores ya estaban dando soporte a IPv6 desde hace rato. Google, por citar un caso bien documentado, está haciéndolo desde 2008, cuando pusieron en línea el sitio de búsquedas por IPv6 ( http://ipv6.google.com ). Pues bien, el miércoles, el buscador y muchas otras grandes empresas de Internet pasaron sus páginas de inicio al nuevo protocolo; o, para ser más exacto, ofrecieron sus sitios en las dos versiones (http://googleblog.blogspot.com/2011/01/world-ipv6-day-firing-up-engines-on-new.html ) "Fue un experimento, una prueba de los proveedores de contenido y algunos de transporte para ver qué partes de la infraestructura no está todavía lista para IPv6," resumió Amodio.
¿Qué cambia para el usuario final, es decir, el resto de nosotros? En principio, debería ser todo bastante transparente, pero por supuesto esto ni fue así el día del primer vuelo de prueba ni será así a medida que el nuevo protocolo siga ganando espacio. Nada grave, pero habrá que estar atento.
Por ejemplo, los usuarios de Windows podían encontrarse con problemas para entrar en sitios dual stacked (es decir, los que entregaban a la vez contenido en v6 y v4), y Microsoft publicó un parche que expiró ayer. Los usuarios de Mac OS X anteriores a la 10.6.5 (la Snow Leopard, en suma) podían encontrar problemas también, pero Apple no ofreció ningún parche para ellos. Los navegadores no del todo actualizados también podían encontrarse con dificultades. Linux está preparado y sin problemas para IPv6.
Sobre esto, buena info (en inglés) aquí: http://ipv6eyechart.ripe.net
Para chequear cuán preparada está su computadora para IPv6: http://test-ipv6.com
Otro de los problemas que aparecerán, tarde o temprano, es el módem ADSL o el cablemódem que, según Bellagamba, "en muchos casos no están preparados para IPv6". El proveedor de Internet tendrá que ir cambiándolos para asegurar la conectividad.
¿Hay tiempo de prepararse? Sí, claro. Según Amodio, todavía quedan 5 a 10 años antes de que v6 sea el protocolo principal. "Pero IPv4 nunca va a desaparecer", me aseguró, algo con lo que un par de días antes Bellagamba había coincidido.
Para mi asombro, debo confesar.