Majestuoso testimonio de un poder agostado

Majestuoso testimonio de un poder agostado

sábado, 19 de octubre de 2013

Iberoamérica: agotamiento y cambio

 

 

La proliferación de cumbres aconseja acometer modificaciones para garantizar su continuidad y para que tales reuniones logren constituir un espacio válido de cooperación en tiempos de transformación.





EULOGIA MERLE

Las cumbres iberoamericanas, que vienen celebrándose anualmente desde 1992, se encuentran ante una nueva encrucijada. Anteriormente, conocieron momentos cruciales, y a veces habían perdido parte de su dinamismo, pero siempre se consiguió dar un salto hacia delante, como sucedió con la Secretaría de Cooperación Iberoamericana (Secib), en 1999, y, sobre todo, con la creación de la Secretaría General Iberoamericana (Segib) y el nombramiento de Enrique Iglesias como secretario general en 2005. Nos enfrentamos ahora a una nueva etapa en la que han cambiado el escenario latinoamericano que las vio nacer, el entorno mundial y el sentido y alcance de las propias cumbres; de ahí la necesidad de adaptarlas a las nuevas realidades. Como decía el presidente de México, Enrique Peña Nieto, en su informe de Gobierno, “en los próximos tiempos estaremos decidiendo qué historia queremos escribir en las próximas décadas”. Lo mismo cabe decir de la comunidad iberoamericana.
Son realidades íntimamente relacionadas, que van desde un escenario latinoamericano heterogéneo y fragmentado en lo político y económico hasta un menor interés de los países participantes, derivado de la inflación de cumbres, de la mayor autonomía y diversificación de las políticas exteriores latinoamericanas y del surgimiento de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), el ALBA, la Alianza del Pacífico y, especialmente, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Y en lo que hace a España y Portugal, derivado de la transformación de sus relaciones con América Latina, como consecuencia de la disminución del papel desempeñado por los Estados extrarregionales tradicionales —casos de Estados Unidos, la Unión Europea y España—, y de la crisis económica global, que afecta especialmente a estos países y ha traído consigo una mayor simetría en las relaciones entre ambos lados del Atlántico.
Como consecuencia de lo anterior, se produce un cierto agotamiento de la dinámica de las cumbres iberoamericanas, lo que explica que en la de Cádiz, en 2012, se constituyera una comisión, presidida por el expresidente de Chile Ricardo Lagos, para elaborar un informe sobre el futuro de las mismas, que entregó sus conclusiones en una reunión de cancilleres el pasado 2 de julio en Panamá y cuyas propuestas están siendo tratadas en la XXIII Cumbre Iberoamericana, reunida bajo el significativo lema de El papel político, económico, social y cultural de la Comunidad Iberoamericana en el nuevo contexto mundial.

Hay que agrupar la cooperación en grandes espacios como la cultura o la innovación

Parece oportuno, en línea con la Cumbre de Cádiz y con las propuestas del Informe Lagos, hacer algunas reflexiones sobre el futuro de las cumbres. Es indispensable que las reformas atiendan a tres retos clave: mayor visibilidad en las sociedades iberoamericanas; mayor operatividad desde la perspectiva de los intereses de todos los países implicados; y mayor equilibrio entre los países que participan, de forma que el proyecto no se perciba solo como español, o ibérico, sino que registre una genuina implicación latinoamericana.
Entendemos que las principales reformas a aplicar serían las siguientes:
—Bienalidad. Dada la proliferación de cumbres y foros actual, con los problemas de agenda y cansancio que ello supone para los mandatarios, es necesario el espaciamiento temporal de las iberoamericanas, de manera que se celebren en los años pares, mientras que las cumbres UE-América Latina y Caribe tengan lugar los impares. Dado que en 2014 se celebrará una Cumbre Iberoamericana en México, el sistema debería entrar en vigor a partir de 2015. En los años en que no se celebre la Cumbre Iberoamericana se realizaría una reunión de cancilleres y una gran reunión sobre la cooperación iberoamericana.
Renovación del diálogo político al máximo nivel, privilegiando el llamado “retiro” de los jefes de Estado y de Gobierno, entendido como un diálogo abierto e informal sobre temas de actualidad (crisis económica, nuevos movimientos sociales, la gobernanza internacional, los desafíos de la seguridad, el combate contra el crimen organizado), con la presencia adicional del secretario general iberoamericano.
Mayor convergencia de agendas con otras organizaciones internacionales y, de forma muy especial, con las cumbres UE-Celac. La convergencia entre lo euro-latinoamericano y lo iberoamericano se constata cuando se considera que tanto los temas (educación, infraestructuras, igualdad de género, salud, inversiones, medio ambiente), como los mecanismos de apoyo a las negociaciones político-diplomáticas (encuentros empresariales, sindicales, de la sociedad civil, académicos y de medios de comunicación) son similares en ambos casos.
Renovación de la cooperación para contribuir a la consecución de los objetivos sociales, culturales y económicos de los modelos de desarrollo de los países iberoamericanos, reforzar los vínculos entre dichos países y dar mayor visibilidad a la misma. Hay que avanzar agrupando la cooperación en grandes espacios (el espacio común del conocimiento, la economía y la innovación, el espacio cultural y el espacio de la cohesión social). Al tiempo, hay que buscar una financiación más equilibrada de la cooperación y continuar apostando por la cooperación Sur-Sur.
La cultura es el gran factor de cohesión del espacio iberoamericano, con unas lenguas y una cultura comunes, desde la extraordinaria diversidad que caracteriza a Iberoamérica. Ello comprende varias derivadas de importancia: desde las ideas al valor económico de las lenguas española y portuguesa, a la promoción de las industrias culturales y hasta su vinculación con los flujos y reencuentros migratorios. Es un sector de muchos acentos y actores que hay que potenciar.

El sistema de financiación de la Segib está hoy demasiado desequilibrado

Fortalecimiento de la Secretaría General Iberoamericana (Segib),mediante la agrupación de las actividades en grandes áreas de acción y la continuidad del trabajo de las oficinas de la Segib de América Latina. Y, a la vez, mayor coordinación y colaboración con las otras cuatro organizaciones iberoamericanas: la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura; la Organización Iberoamericana de Seguridad Social; la Organización Iberoamericana de la Juventud; y la Conferencia de Ministros de Justicia de los Países Iberoamericanos. Habría que integrar sus oficinas respectivas sobre el terreno con el nombre de Oficina Iberoamericana, o similar.
Mayor equilibrio en la financiación de la Segib si se quiere avanzar en el camino de la efectiva iberoamericanización de la Comunidad Iberoamericana. Aunque las cantidades se comparan muy favorablemente con otras organizaciones internacionales, pues el presupuesto anual es de solo siete millones de euros, los símbolos importan. Hasta ahora, España ha asumido el 60%, que con Andorra y Portugal alcanza el 70%, quedando el 30% restante para los países latinoamericanos. Habría que avanzar, cuando menos, en la línea propuesta por el Informe Lagos, modificando la distribución de la escala de cuotas, de forma que la proporción quedase en 60/40, en la que correspondería a España el 55%, el 5% a Portugal y Andorra y el 40% a los países de América Latina, con un horizonte que permitiese progresar ulteriormente en este ámbito.
Ampliación del número de países con el estatus de observador asociado (ahora son siete, más la muy próxima incorporación de Japón) y mayor implicación en las actividades y la cooperación iberoamericana de los que ya lo son.
Creciente participación de la sociedad civil y de la ciudadanía, con especial atención al fenómeno migratorio, y a las redes sociales, y la iniciativa privada en la financiación de las actividades de cooperación que aprueben los Estados.
Estas son algunas de las reformas que consideramos necesarias para la continuidad y afirmación de las cumbres y la comunidad iberoamericana en el complejo escenario en que se encuentran en estos momentos. Confiemos en que la cita junto al Canal no defraude en sus compromisos. No hay atajos ni fórmulas mágicas, y solo el consenso entre los países miembros podrá hacer de lo iberoamericano un espacio válido en tiempos de cambio.
Celestino del Arenal es catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense y Fernando García Casas, director del Gabinete del secretario general Iberoamericano. 

La Alianza del Pacífico defiende su pujanza en la Cumbre Iberoamericana

 

 

En dos años la integración de México, Chile, Colombia y Perú, se ha erigido en alternativa comercial y de inversión a Mercosur, Unasur y Brasil.



EVA SAIZ Ciudad de Panamá 

El presidente de México, Enrique Peña Nieto, saluda al de Panamá, Ricardo Martinelli. /ALEJANDRO ERNESTO (EFE)

La sólida y exitosa integración económica y comercial que ha fraguado la Alianza del Pacífico en sus poco más de dos años de vida, ha suscitado los elogios y la atención de la comunidad internacional. En este tiempo, sus cuatro países fundadores, Chile, Colombia, México y Perú, han sentando las bases de un potente bloque económico que se ha erigido en el motor del desarrollo de América Latina, eclipsando con su pujanza a otras iniciativas políticas y económicas, como Mercosur o Unasur.
En la Cumbre Iberoamericana de Panamá, ese músculo se ha hecho mucho más evidente, toda vez que los principales líderes de los otros grupos regionales que forman el complejo mosaico político y económico de América Latina –Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia o Venezuela, en el caso de Mercosur, o Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba, en el del ALBA- han decidido ausentarse en esta edición. Por el contrario, la mitad los integrantes de la Alianza, cuyos presidentes –salvo Sebastián Piñera, de Chile y Ollanta Humala, de Perú que canceló su visita el mismo viernes-, Enrique Peña Nieto, por México, y José Manuel Santos, por Colombia, sí han acudido al encuentro, dando mayor visibilidad al vigor de su iniciativa.

Chile, Colombia, México y Perú, han sentado las bases de un potente bloque económico que se ha erigido en el motor del desarrollo de América Latina

Estaba previsto que todos ellos intervinieran este viernes en un acto sobre el impacto de la Alianza del Pacífico en América Latina, pero, finalmente, sólo asistieron los presidentes de Costa Rica, Laura Chinchilla, -que se integrará en breve-, el de Panamá, Ricardo Martinelli –que aspira a hacerlo en el futuro-, y el de España, Mariano Rajoy. Por México intervino el ministro de Economía, Ildefonso Guajardo, y por Chile, Perú y Colombia, sus respectivos cancilleres.
La Alianza del Pacífico se ha erigido en una alternativa comercial y de inversión a Mercosur, Unasur e incluso Brasil, alentando una rivalidad que va más allá de la mera diputa por el dominio de los mercados para afianzarse en el terreno político económico de la región en el que se enfrentan dos modelos, el orientado al libre comercio, de la Alianza, y el más proteccionista e ideologizado, de Mercosur.
“Cualquiera que quiera ingresar en esta organización puede hacerlo, basta con que esté de acuerdo con lo que nosotros estamos de acuerdo y en esto sí que hay diferencias, porque hay países que, con todo derecho, piensan que el esquema de desarrollo debe distinto. Pero bueno, ya dirá el tiempo quién tiene razón”, señala a EL PAÍS, el ministro de Relaciones Exteriores chileno, Alfredo Moreno.

Para muchos, la Alianza es el instrumento con el que México, la segunda economía latinoamericana, pretende contrarrestar la influencia de Brasil

Los datos macroeconómicos parecen dar la razón al modelo por el que ha apostado la Alianza. De acuerdo con la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe (Cepal), los cuatro integrantes de la Alianza Pacífico crecieron en 2012 una media del 5%, mientras que Mercosur registró un aumento medio del PIB del 2,9%. El intercambio comercial dentro de la Alianza se incrementó en un 1,3%, mientras que en Mercosur cayó en un 9,4%.
La falta de avances de Mercosur y las diferencias en asuntos como la liberación de bienes y servicios ha estancado a este bloque regional, pese a que, a priori, las afinidades políticas entre sus integrantes, todos Gobiernos de izquierda o centro izquierda, son mayores que las de los países de la Alianza del Pacífico, que abarcan un heterogéneo espectro que va desde las posiciones conservadoras de los Ejecutivos de Piñera y Santos, hasta la más socialdemócrata del de Humala.
Aunque desde la Alianza se insiste a que este bloque no ha nacido como contrapeso de ningún otro, en la cumbre de Cali (Colombia) de mayo de este año, en la que anunció la eliminación del 90% de los aranceles entre sus países miembros, los organizadores compararon los datos de crecimiento y población de la Alianza con los de Brasil -210 millones de personas, 38% de la población de la región, frente a los 195 millones de brasileños, el 35%; el PIB de los cuatro países de la Alianza supone el 35% de América Latina y el de Brasil representa el 45%-. Para muchos, la Alianza es el instrumento con el que México, la segunda economía latinoamericana, pretende contrarrestar la influencia de Brasil.

Cualquiera que quiera ingresar en esta organización puede hacerlo, basta con que esté de acuerdo con lo que nosotros estamos de acuerdo y en esto sí que hay diferencias, porque hay países que, con todo derecho, piensan que el esquema de desarrollo debe distinto"
Alfredo Moreno

La presidenta Chinchilla también ahondó en las diferencias políticas que separan a la Alianza de otros grupos regionales. “La Alianza no abraza políticas proteccionistas, ni chivos expiatorios, sólo fomentar la competitividad de la economía”, señaló.
Estados Unidos no ha escondido su admiración por el éxito de la Alianza del Pacífico. El presidente Barack Obama ha elogiado su modelo de integración en los encuentros con el presidente de Perú y de Chile en el Despacho Oval y tampoco es casual que sus viajes a la región hayan tenido como punto de destino México y Costa Rica.
Este interés de EE UU, uno de los principales socios de los países de la Alianza con los que mantiene sendos tratados de libre comercio, ha suscitado los recelos de algunos mandatarios, en especial de los integrantes del ALBA, que han visto en esta nueva integración una amenaza económica e ideológica. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, señaló este verano que mientras él esté al frente de su país, “no entraría en ninguna de esas aventuras neoliberales”. La semana pasada, el presidente boliviano, Evo Morales, denunció que la Alianza era “parte de una conspiración gestada desde el norte para la división Unasur”.
“Tenemos la certeza de que la opinión de los cuatro países que integran la Alianza unidos va a ser una opinión que va a tener mucho más peso e influencia en el escenario económico internacional”, señaló en una entrevista a este diario el ministro de Economía colombiano, Mauricio Cárdenas. Los líderes de este nuevo bloque presentan con orgullo el éxito de su integración donde quiera que van, a finales de septiembre enun acto con más de 200 inversores estadounidenses en Nueva York,este fin de semana en la Cumbre Iberoamericana. La Alianza del Pacífico ha generado grandes expectativas en la región y parece claro que, con permiso de Brasil, está llamada a ser el motor del desarrollo de América Latina. El riesgo es que la desaceleración que prevé el FMI para la región no acabe frustrando esas ilusiones. 

Certezas y dudas en el final de la campaña



Por Eduardo Fidanza  | Para LA NACION


Los datos del sondeo electoral de Poliarquía que publica hoy LA NACION confirman, en términos generales, los resultados de las PASO y las encuestas posteriores a esa elección. Esta información permite concluir que el domingo 27 los argentinos sellarán el destino del gobierno de Cristina Kirchner de un modo equilibrado y democrático, sin dejarlo en una situación de extrema debilidad, pero sin permitirle proyectos de perpetuación que obliguen a modificar las reglas constitucionales vigentes. Por segunda década consecutiva el electorado argentino le avisará a un gobierno que es suficiente con dos períodos (o tres en este caso) y que debe darse lugar a la alternancia.
Para asimilar esta nueva realidad no se necesitarán los resultados de la noche del 27. Ellos operarán como una confirmación de lo que ya se sabe y se descuenta, al menos desde el 11 de agosto pasado. Por esa razón los análisis políticos se centran en el día después y en los dos años siguientes, al cabo de los cuales surgirá un nuevo gobierno. Poco a poco se impone cierta terminología; las palabras "fin de ciclo" y "transición", antes resistidas por el oficialismo, son ahora compartidas en forma explícita o implícita por todos los involucrados en la escena política.
En este marco de certidumbre existen, sin embargo, matices que pueden influir en la evolución política posterior. En primer lugar, es importante conocer cuál será, en definitiva, la diferencia de votos que separe a Massa de Insaurralde en la provincia de Buenos Aires. Como se sabe, allí Massa compite con Scioli, no con el intendente de Lomas de Zamora. Una ampliación considerable del margen que obtuvo en las PASO consolidaría su figura en detrimento del gobernador, mentor de la campaña del Frente para la Victoria. En caso de que esa diferencia sea similar o menor a la del 11 de agosto, Scioli saldría fortalecido y afianzaría su proyecto político. Según la encuesta de Poliarquía, Massa tiene mejores chances, pero es un punto difícil de determinar una semana antes de las elecciones.
El segundo interrogante no es en torno a figuras, sino a un capital simbólico en disputa. Se trata de la competencia entre Filmus y Solanas en la ciudad de Buenos Aires. Más allá de si Filmus estuvo con Grosso, o mostró un gráfico equivocado, y de si Solanas apoyó a Irán en el caso AMIA, ambos comparten la misma vocación y la misma actitud frente a la política: no se dedicaron a ella para enriquecerse y han defendido, con aciertos y errores, una visión justa de la sociedad. También le cabe eso a Juan Cabandié, más allá de sus exabruptos. Entre dirigentes de este perfil, se compite para dirimir una vieja cuestión, aún vigente: qué es ser progresista en la Argentina. Detrás de Filmus hay una intelligentzia peronista que no quiere dejar ese tema sólo en manos de radicales y socialistas. Claro que para todos ellos está pendiente la eficacia en la gestión, que hoy exhibe Pro y que le permitirá alzarse con dos senadores en la ciudad de Buenos Aires. El Metrobus, mal que les pese, ha sido una lección para los ideólogos.
Con estos condimentos, más una multiplicidad de situaciones provinciales y locales que no deben desatenderse, la política argentina se adentra en una nueva etapa, que coincidirá con la celebración de los 30 años de recuperación de la democracia. Tres décadas signadas por cambios de estilos y contenidos, conservando, sin embargo, una orientación general, que se deriva, con luces y sombras, de la tradición de los dos grandes partidos históricos de la Argentina, el radicalismo y el peronismo.
En qué medida la transición que se abre permitirá mejorar las condiciones generales del país y de la política es otro interrogante. Acechan nuevos y complejos problemas, con una elite del poder enfrentada por intereses materiales y simbólicos, que el estilo beligerante del Gobierno no ha hecho más que enardecer. Pareciera que hay más preocupación por cobrarse viejas facturas que por enfrentar una agenda extremadamente complicada, que incluye inseguridad, inflación, insuficiencia energética, falta de competitividad, corrupción, pobreza. La liviandad con que se han tratado estos temas en la campaña electoral es un síntoma preocupante para la Argentina que viene.
Por último, el reparto de fuerzas políticas, del que la encuesta de Poliarquía ofrece claros indicios, será otro factor clave en los meses siguientes. El peronismo, que acaparará la mayoría de los votos, llega al comicio en plena reorganización en torno a nuevos liderazgos. Massa y Scioli pisarán fuerte, pero la Presidenta será también una pieza fundamental. Ella conserva apoyo popular y de su actitud dependerá conservarlo y aun incrementarlo.
El resto de los actores buscarán revertir la hegemonía justicialista y colocar a sus candidatos en la competencia presidencial. Por el momento, no se advierte que estén en condiciones de lograrlo. Pero la transición será larga y, como el título del célebre libro de Umberto Eco, es una "obra abierta".
© LA NACION. 

Michetti se corta sola y la pelea entre "Pino" y Filmus se mantiene hasta el final



La candidata de Pro roza los 40 puntos en la carrera para el Senado, mientras hay un empate técnico entre UNEN y el FPV.


La certeza se afianza. La incógnita, también. Cuando falta poco más de una semana para las elecciones legislativas, la pelea por las bancas porteñas del Senado sigue combinando un resultado cantado con una duda que promete durar hasta bien avanzado el recuento de votos del próximo domingo.

Si las elecciones fueran hoy, la candidata de Pro Gabriela Michetti se alzaría con un triunfo contundente: la votaría el 39,8 por ciento de los votantes de la ciudad de Buenos Aires.

Segundo quedaría el postulante de UNEN, Fernando "Pino" Solanas, con el 24,8% de las adhesiones, a sólo 1,6% de Daniel Filmus, el candidato del Frente para la Victoria, que con el 23,2 por ciento de los votos quedaría fuera del próximo Senado.

Ésas son algunas de las principales conclusiones de la encuesta que Poliarquía Consultores hizo para la nacion entre el último lunes y ayer. El estudio está basado en 2000 consultas telefónicas y sus resultados incluyen proyección de indecisos.
La diferencia entre Solanas y Filmus, que se disputan la banca por la minoría, no sólo es mínima, sino que está además muy por debajo del margen de error del estudio, estimado en +/- 2,23%.
"Michetti se despega por dos cuestiones fundamentales: la primera es el alto nivel de aprobación de la gestión del gobierno de la ciudad y de la figura de [Mauricio] Macri. Sobre eso crece Michetti. El piso y el aporte más importante es la gestión", explicó a LA NACION el director de Poliarquía, Fabián Perechodnik. "Sobre esa base, la figura y la personalidad de Michetti aportaron mucho", agregó.
Perechodnik también se detuvo en la pelea voto a voto por el segundo puesto entre Solanas y Filmus. Desestimó que el escándalo por el video en el que el primer candidato a diputado del Frente para la Victoria, Juan Cabandié, aparece maltratando a una oficial de tránsito haya impactado en la intención de voto de Filmus que Poliarquía midió esta semana, en coincidencia con la difusión del episodio.
"El factor Cabandié puede haber contribuido, pero marginalmente. La situación sigue siendo de mucha paridad", apuntó el analista.
Los datos de la última encuesta cobran otra luz si se los compara con los resultados de las PASO del 11 de agosto y con los de la anterior medición de Poliarquía, que LA NACION publicó el 6 de este mes.

Ese continuo muestra, por ejemplo, que Michetti mantiene una intención de voto estable desde principios de mes: sumó 8,5 puntos respecto de las PASO (cuando quedó primera con el 31,3 por ciento de los votos), y apenas 2 décimas respecto de la encuesta de la primera semana de octubre, que le adjudicaba una intención de voto de 39,6%.
Solanas, por su parte, está hoy en 11,6 puntos por encima de su cosecha de agosto, cuando lo votó el 13,2 por ciento del electorado porteño. Claro que entonces competía no sólo contra Michetti y Filmus, sino también contra sus rivales en la interna de UNEN, Rodolfo Terragno y Alfonso Prat-Gay.
Respecto de la anterior encuesta de Poliarquía (que le adjudicaba 21,6% de los votos), Solanas sumó 3,2 puntos.
El candidato de UNEN se ubicaba entonces tercero por debajo de Filmus, que quedaba segundo y ganaba la banca por la minoría con el 22,5%, casi un punto por encima de Solanas.
Siempre según Poliarquía, Filmus, el único de los tres que en diciembre completa su primer mandato en el Senado y aspira a renovar su banca, sumaría 3,4 puntos a su performance de las primarias, cuando lo votó el 19,8% del electorado porteño.
Una mirada hacia dentro del universo de votantes de los protagonistas de la disputa porteña arroja varios datos interesantes.
A Michetti, por ejemplo, le va mejor con las mujeres, que son el 45,7 de sus votantes, que con los hombres, que son el 32,8%.
El caso de Solanas es inverso. Entre los que lo elegirían dentro de dos domingos son mayoría los hombres (27,2%), frente a un 22,8% de adhesiones femeninas.
El voto a Filmus registra un reparto más parejo: el 24,9% de quienes lo elegirían son varones, y el 21,7%, mujeres.
El perfil del votante "tipo" de cada candidato se completa con el lugar de residencia en la ciudad.
De la observación desde ese parámetro surge que, llamativamente, Michetti es más popular en los barrios del Sur (donde vive el 44,5 por ciento de quienes dijeron que la votarían) que en el Norte, donde reside el 42,9%. El centro sigue siendo la zona en la que registra la menor penetración (36,7%).
Para Solanas, la más difícil es la zona sur, donde reside sólo el 18,3% de sus votantes. El 24,9% vive en el centro, y la mayoría, el 30,1%, en el Norte.

Más parejo, Filmus tiene su principal bastión en el Sur (25,8%) y es menos popular en el Norte (19%). El 24% de sus votantes vive en el centro.

Con Massa o Scioli, los empresarios creen que lo que viene es peronismo

Con Massa o Scioli, los empresarios creen que lo que viene es peronismo

viernes, 18 de octubre de 2013

Desastres institucionales



Se mire donde se mire, a Europa o a EE UU, ese mecanismo representativo esencial de la vida democrática se nos antoja desbordado por la complejidad de la realidad.




Usted, yo, todos nosotros somos víctimas de algún diseño institucional defectuoso. En esto no hay diferencias entre lo global y lo local. Vean, por ejemplo, los 14 representantes públicos que se retrataron esta semana inaugurando una rotonda en Alhendín, un municipio de la provincia de Granada, en una fotografía que constituye en sí misma una guía para la reforma de las administraciones públicas en España. U observen el G20, una institución cuyos miembros acumulan el 86% de la riqueza mundial pero que carecen de un mecanismo de toma de decisiones que les permita abordar eficazmente problemas clave como el cambio climático o la regulación de los mercados financieros. Entre lo global y lo local pululan viejos Estados-nación, atrapados entre una descentralización territorial que impulsa la fragmentación, la integración supranacional, que presiona hacia la recentralización y el efecto centrifugador de la lógica de la globalización económica.
Las cosas no tienen mejor pinta en la esfera supranacional: a lo largo de esta crisis, la Unión Europea ha mostrado una y otra vez hasta qué punto su sistema de gobernanza sufre a la hora de adoptar decisiones que sean a la vez eficaces desde el punto de vista técnico y legítimas desde el punto de vista ciudadano. Pero sin duda que la palma de todos estos problemas se la ha llevado estos días el sistema político estadounidense. Quienes lamentan hasta qué punto el desgobierno europeo se ha convertido en un riesgo político para algunos países y, también, para la economía mundial, pueden fijarse en el sistema de división de poderes de EE UU, originalmente diseñado para evitar las tentaciones autoritarias y cesaristas en las que toda república presidencial ha caído desde la noche de los tiempos griegos y romanos, y convertido ahora en un riesgo global.
Resulta tentador, especialmente a la luz del contexto europeo, señalar la ironía que encierra el hecho de que un pretendido instrumento de estabilidad (el techo de deuda) se haya convertido en un arma de destrucción masiva, tanto por la inestabilidad financiera que genera como por la desestabilización política que ampara. Pero lo que quizá resulta más paradójico es que el asalto de los republicanos a la ley de sanidad de Obama, llevado a cabo mediante un chantaje constitucional basado en una ley como la del techo de la deuda (que, recuérdese, también tiene rango constitucional, y de Tratado internacional, en España), no habría sido posible si EE UU tuviera un sistema de partidos fuerte.
En el contexto español, que es también el típicamente europeo, muchos añoran un sistema electoral que rompiera la férrea disciplina de los partidos, liberando a los representantes electos del corsé impuesto por las cúpulas. Introducir más democracia dentro de los partidos, se dice, permitiría que los candidatos fueran elegidos en primarias abiertas a militantes o simpatizantes que previamente se hubieran registrado. Si, además, las listas electorales se abrieran y desbloquearan o, incluso, yendo más allá, pasáramos a un sistema basado en circunscripciones uninominales, los representantes deberían sus escaños a los ciudadanos, no a patronos políticos o barones territoriales. En lugar de fomentarse la servidumbre personal y la lealtad acrítica, tendríamos políticos independientes, innovadores y con capacidad de liderazgo.
El problema es que, como muestra el caso estadounidense, pero también las reformas introducidas en Italia en la década de los noventa, los diseños institucionales tienen consecuencias no intencionadas difíciles de prever cuando no, como en Italia, resultados exactamente contrarios a los previstos. En EE UU, la combinación de elecciones primarias y distritos uninominales ha debilitado a las cúpulas de los partidos hasta tal extremo que, como hemos visto en el caso de los republicanos, han quedado en manos de los extremistas del Tea Party. Si en el pasado, los candidatos necesitaban el apoyo del partido para recaudar fondos y grandes medios de comunicación para ser conocidos, hoy, los miembros del Tea Party financian sus campañas de forma autónoma y tienen a su alcance medios de comunicación digitales que les permiten llegar a sus electores a un coste muy bajo. En definitiva, no necesitan al partido para llegar a las listas, ser elegidos o aspirar a la reelección. Como lo único que cuenta es ganar en su distrito, si el distrito es de extrema derecha, los republicanos moderados que no se plieguen a ellos no ganarán las primarias o no serán reelegidos.
El problema es, por tanto, más amplio. Miremos donde miremos, ese mecanismo representativo esencial de la vida democrática, que se articula mediante la competición electoral de una serie de partidos políticos con vistas a ocupar el Parlamento y el Gobierno, se nos antoja desbordado por la complejidad de la realidad. A todos nos gustaría cambiar el sistema. Eso sí, como todas las alternativas son mucho peores, nos resignamos a mantenerlo en pie y, periódicamente, limpiar la grasa acumulada en las tuberías. Las instituciones son tanto la solución como el problema. 

Brasil compra a Rusia armamento por valor de mil millones de dólares



El gobierno de Roussef estrecha lazos con Rusia y se aleja de EE UU tras el escándalo del espionaje.



JUAN ARIAS Río de Janeiro



Los mininistros de defensa de Brasil y Rusia, el miércoles en Brasilia / AP

En un momento en el que las relaciones del Gobierno de Brasil con el de los Estados Unidos vive momentos de tensión por el supuesto espionaje americano, la presidenta Dilma Rousseff ha estrechado los lazos con Rusia al cerrar la compra de baterías antiaéreas rusas por valor de mil millones de dólares.
El ministro de Defensa, Celso Amorim, se ha encontrado en Brasilia con su colega ruso Sergei Shoigu. El ministro Amorim, después de sus conversaciones con su homólogo, ha hecho saber que nada impide hoy la participación brasileña en el proyecto del Sukhoi T-50, un caza que cuenta con cinco prototipos volando y que servirá como base a un modelo que será producido conjuntamente con la India.
El Sukhoi T-50, un caza de quinta generación ruso, puede ser comprado para la FAB (Fuerzas Aéreas de Brasil) y servirá de base para un modelo local. Por la oferta, Brasil recibiría el Sukhoi-35 para sustituir a los Mirages-2000 que serán jubilados este mismo año, hasta que el T-50 no alcance su estado operacional. Eso debería ocurrir en 2016. El nuevo caza solo será producido comercialmente al final de esta década.
El ministro ruso, en su encuentro con el colega brasileño, llegó a hablar de que podría alquilar equipamiento militar ruso, lo que fue visto como un paso intermedio antes de adquirir el El T-50, el proyecto de caza de quinta generación más avanzado del mundo. En  Estados Unidos tienen sólo un avión de este tipo, el F-22, considerado “invisible al radar”.
El ministro ratificó además que el disputado proceso de compra de cazabombarderos de generación actual, el F-X2, sigue en vías de definición entre tres competidores: el F/A-18 de Estados Unidos, el Rafale de Francia y el Gripen NG de Suecia.
Desde fines de 2012, según el medio brasileño, comenzó a circular el rumor de que la presidenta Dilma Rousseff podía inclinarse por los F18 estadounidenses, pero esa hipótesis se desvaneció luego del escándalo del espionaje de la agencia NSA y la suspensión del viaje a Washington previsto para este mes. Lo que no cabe duda es que Brasil ha abierto un nuevo canal de entendimiento con Rusia en materia militar. 

Destacan que la situación social es grave, sobre todo entre los jóvenes

Destacan que la situación social es grave, sobre todo entre los jóvenes

¡Chau Occidente!


Por Orlando J. Ferreres |  Para LA NACION


El consumo de la clase media de Asia Pacifico va a llegar al 70% del consumo de la clase media mundial en 2050 con un crecimiento espectacular porque que en 2000 la participación era sólo de 20%. En Occidente, en cambio, la suma de Europa y América del Norte que en ese año tenía el 70 % del total del consumo mundial de ese sector, va llegar en 2050 con sólo el 18%. Nos despedimos, con tristeza, del dominio de Occidente en materia económica y también de su liderazgo internacional que ya ha ido decayendo y continuará deteriorándose aún más.
El Consumo de la clase media por áreas geográficas


El consumo mundial ha estado liderado básicamente por el de las clases medias que han sido la clave para entender la fuerza de la demanda y del liderazgo planetario. En los últimos tres siglos, el consumo ha estado dominado por Europa y a partir de 1800, con el agregado de los Estados Unidos y otros países, se conformó lo que resumidamente llamamos Occidente. Esta región predominó en la generación del PIB mundial sobre todo después de la Revolución Industrial. Lo mismo podemos decir del liderazgo político y militar, que está muy relacionado con el poderío económico.
Occidente se anquilosó y perdió el dinamismo original por lo cual no puede seguir creciendo como antes. Para convencernos basta con ver las idas y venidas de los Estados Unidos en materia de techo de deuda y aprobación de un mayor gasto público que han tenido paralizada a una buena parte de la administración pública. La deuda de este país no es más AAA, sino que ha sido degradada por las agencias de calificación. La deuda bruta federal, que es la que hay que tomar para entender lo que pasa con el gasto y a la que debe sumarse la deuda de los Estados y los Municipios, ya supera significativamente al 100% del PIB -más de 60% se considera muy peligroso.

Occidente se anquilosó y perdió el dinamismo original por lo cual no puede seguir creciendo como antes

Los problemas de Europa son otro ejemplo de las exageraciones del estatismo occidental y de su democracia burocratizada. El Estado Benefactor debe garantizar "la felicidad de todos" con "el trabajo de los otros".
Tampoco en América latina y Central estamos bien, pues la gestión gubernamental en casi todos los países es de baja calidad y además ninguna de ellas prioriza la inversión. Se insiste en el consumo inmediato para conquistar el voto de la gente y lograr meramente su simpatía política, pero eso en el mediano y largo plazo es contraproducente, como trataba de explicarlo, incluso a los niños, la fábula de la hormiga y la cigarra. Por lo tanto, el consumo de nuestras clases medias pasará del 6,15% del mundo en el año 2000 al 5,57% en 2050. O sea, favoreciendo el consumo sin mayor inversión, vamos a tener en definitiva menor consumo para las próximas generaciones.
En el Mercosur las cosas no están mejor: La tasa de inversión en Brasil está en el bajísimo 18% y en la Argentina alrededor de 21% cuando en China es de 47% del PIB. Con esas tasas de inversión pequeñas, no se puede crecer mucho en el largo plazo y las frustraciones nos alcanzan cada tanto, cíclicamente.
Occidente ha dado al mundo la confianza en la razón para entender el universo y la ha aplicado también en la innovación de la producción, lo que ha generado una enorme mejora económica y social en los últimos 200 años. La mortalidad infantil ha bajado del 30 % de los niños nacidos vivos, cerca de 1750, a menos del 1% en esta región y también esta relación ha bajado en el mundo entero. Las enfermedades se han controlado y como resultado la esperanza de vida al nacer, que estaba debajo de los 50 años antes de 1900, ahora se ubica cerca de los 80 años, señal de que la ventajas económicas se han distribuido en el conjunto de la población mundial y no solo beneficiaron a unos pocos ricos o poderosos.
Según Rodney Stark, en The Victory of Reason: How Christianity, Freedom, and Capitalism Led to Western Success (New York: Random House. 2005), el cristianismo, con su optimismo sobre el poder de la razón para entender a Dios y al mundo, triunfó sobre los desarrollos de otras regiones donde predominaron otras religiones para las cuales el mundo y Dios era algo dado, establecido e inmodificable donde las verdades estaban escritas en el Cielo y había que aceptarlas para ser un buen fiel.

Se insiste en el consumo inmediato para conquistar el voto de la gente y lograr meramente su simpatía política, pero eso en el mediano y largo plazo es contraproducente

El cristianismo fue el fundador de lugares para la discusión, es decir, las universidades (Paris, Oxford, Bologna, Toulouse y muchas otras) donde se podían debatir las ideas y se lograron avances en las ciencias especulativas y las aplicadas que fructificaron, finalmente, en la aplicación científica a la producción, la que pudo multiplicarse en forma exponencial. No es que no hubiera habido inventos a lo largo de la historia del hombre, pero esta vez fue muy diferente e integró a toda la población en forma progresiva en una evolución que mereció muchas críticas, pero cuyos resultados están a la vista de todos. Esta evolución es más compleja, a la que deben agregarse la mayor libertad de la población en esa región y un desarrollo de las fuerzas productivas más elevado, pero señalo sólo un rasgo por razones de espacio.
Hoy, a los dirigentes de la zona del Euro les cuesta reconocer sus orígenes, han perdido sus raíces y están debilitadas sus capacidades para generar un proyecto que entusiasme verdaderamente a sus pobladores. En los próximos 17 años, para el 2030, la clase media europea va a disminuir en unos 23 millones de personas, mientras que en Asia Pacifico la misma va aumentar en 1488 millones de personas. Es una mezcla de mayor crecimiento de la población y mayor progreso económico, que llevará a una clase media de 3228 millones en 2030, en Asia Pacifico, mientras que en Europa bajará a un total de 688 millones de personas para ese año.
La inversión mucho más alta en Asia-Pacifico que en Occidente y la adopción de la innovación y la calidad tomadas de Europa y los Estados Unidos son las claves fundamentales para entender estos cambios económicos, que también tendrán su influencia en las relaciones geopolíticas. Tendremos que comprenderlas para poder desarrollar una estrategia exitosa de largo plazo.
Nuestro país está diseñado para venderle a Occidente, todo va a parar a Buenos Aires, a los puertos que dan al Atlántico. Hasta la Capital responde a esta lógica. El futuro estará en el Pacifico, tendremos que dar vuelta el país como una media y reorientarnos en el nuevo mundo que viene. Insistir en lo que no crece es posible, pero puede brindar resultados poco alentadores aunque pongamos mucho esfuerzo de nuestra parte. Es un buen momento para pensar "a dónde ir y cómo llegar", es decir, tener una estrategia de largo plazo..