Majestuoso testimonio de un poder agostado

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sábado, 31 de mayo de 2014

Oriente Medio: Francisco y Obama, en delicada misión

Panorama internacional

La convocatoria del Papa a una cumbre israelí-palestina en el Vaticano tiene directa relación con el mensaje del presidente norteamericano en West Point: el vacío de liderazgo global. Por Marcelo Cantelmi.




Cuando el papa Francisco en su viaje por Oriente Medio dejó comitiva y protocolo y apoyó la mano para orar con la cabeza baja frente a un muro cubierto de leyendas pro-palestinas, el gesto fue interpretado como un arranque espontáneo de un líder sólo interesado en ayudar. La realidad puede revelar una trama mucho más sofisticada.
El gesto como tal, tanto el del muro como la invitación a los presidentes de Israel Shimon Peres y de los Territorios Palestinos Mahmud Abbas, para una cumbre en el Vaticano el 8 de junio, existió por supuesto. Pero difícilmente haya sido producto de un súbito momento de inspiración.
Particularmente esa cita que quedó formulada como un germen de mediación. Hay pistas de un armado más complejo destinado a garantizar resultados que no sólo aspira Francisco.
Cuando los dos papas anteriores llegaron a la región, Juan Pablo II y Benedicto XVI, –hubo una visita previa en 1964 de otro pontífice, Paulo VI, pero por entonces el Vaticano no reconocía al Estado de Israel-, lo hicieron también a los territorios palestinos ocupados. Pero se preocuparon por viajar primero a Israel, y recién desde allí siguieron a esas regiones en disputa.
Bergoglio alteró esa agenda. Llegó a Jordania y viajó directamente en helicóptero desde Amman hasta Belén, una de las ciudades palestinas más importantes en el corazón de Cisjordania y desplazó a Israel a la última escala de la gira. Si de símbolos se trata, además de ese cambio en los itinerarios, también sorprendió que en el anuncio oficial del Vaticano, la referencia hacia la máxima autoridad de los Territorios fue citada como “el presidente del Estado de Palestina”. Ese Estado no es reconocido ni por EE.UU. ni por Israel. Pero es su existencia la meta de los palestinos y de quienes alrededor del mundo, incluidos también israelíes de nota, se plantean de ese modo, con la instauración formal de esa entidad, la solución definitiva a este contencioso.
Es improbable que estos movimientos no hayan sido discutidos entre el Papa y Barack Obama cuando se encontraron en el Vaticano. De ahí que hay más que sensibilidad espiritual en lo que ha sucedido, sino la urgencia que impone una crisis que se ha abismado de modo tal que sólo parece encaminarse a la autodestrucción.
Washington, por diversos motivos, ha fracasado en modificar esa brújula.
Lo que grita este drama es la deuda que desde la mitad del siglo pasado mantiene la humanidad con el compromiso del nacimiento de dos estados y no uno, de la partición de la otrora provincia otomana bajo mandato británico. El derecho palestino a un lugar en el mundo acabó siendo negado y hasta desacreditado desconociéndose incluso la identidad histórica de ese pueblo. En esa línea, para Israel, Cisjordania y Gaza son simplemente territorios en disputa y no ocupados.
De haber existido perspectiva e inspiración en el momento de la Partición de 1947, ese doble parto nacional hubiera permitido neutralizar el conflicto hasta los niveles que terminó alcanzando. Lo que decantó fue un espejismo en un callejón. En este camino sin salida, nació el término “refugiados” por el aluvión de pobladores que debieron dejar las tierras donde vivieron y murieron generaciones de sus ancestros. Ese dolor fue parte de la furia en el mundo árabe, que se lanzó a un puñado de guerras que consolidaron a quien pretendían derrotar, agigantando la crisis. Israel desde entonces navega también en la brumosa lógica de negociaciones que eternizaron el conflicto edificando temores y sospechas de que se busca que aquella Partición jamás acabe de concretarse.
Quizá los ejemplos más recientes de ese sendero ayuden a comprender esta idea. Cuando en diciembre de 2013 la ONU por amplia mayoría elevó a la Entidad Palestina a Estado observador, Israel respondió con el anuncio de la construcción de tres millares más de viviendas en Cisjordania y en Jerusalén Oriental donde, respectivamente, los palestinos esperan establecer su lugar y su capital y donde viven ya más de 700.000 colonos judíos. El plan prometía obras en una zona especialmente sensitiva, la E-1 ubicada más allá de los suburbios de Jerusalén Oriental. La intención, luego frenada, pretendía reescribir el compromiso para evitar una explosiva contigüidad entre la capital israelí y las colonias judías.
La ONU y Washington históricamente exigieron que no se edifique en ese area porque las nuevas viviendas bloquearían el vínculo territorial entre el norte y el sur de Cisjordania. Se complicaría así demencialmente la gestión de un futuro Estado palestino y se volvería un embrollo el trazado de fronteras precisas y seguras. Últimamente el ministro de Economía israelí, el líder ultraderechista Nafatali Bennett añadió otro ladrillo al demandar la anexión directa de la zona C de Cisjordania.
Se trata de un área que equivale al 62% del territorio que debería ser el futuro mapa palestino.
Este cuadro ya profundamente negativo lo agrava aún más el vacío de liderazgo global.
No hay una potencia que pueda trazar un límite que cierre el conflicto. Es ahí donde aparece el respaldo de la figura de Bergoglio, cuya influencia pastoral ha crecido al revertir el camino que eligieron sus últimos predecesores, que generaron una iglesia más pequeña y menos popular.
Obama acaba de plantear en West Point un mensaje a favor de la contención que reconoce aquella impotencia. La idea de un liderazgo global con esa base no es negativa, pero es más consecuencia de lo que no hay que de la convicción. El planteo tiene rasgos de la presidencia de Woodrow Wilson (1913-20), quien pretendió inspirar su política exterior, al mando de un pacifista radical, en un internacionalismo democrático de “diplomacia misionera” que acabó siendo falso. Las semejanzas son sólo eso. Lo cierto es que Obama no logró construir un liderazgo vigoroso que, entre otras cosas, desarme la presión de los halcones israelíes y salve la gestión de su propio canciller.
Lo que el jefe de la Casa Blanca habló con el Papa, seguramente, fue sobre esas necesidades. Es difícil, sin embargo, esperar un avance crucial de la cita vaticana. Peres es un presidente saliente, y Abbas tiene vencido su mandato. Pero el aliento del pontífice puede darle un tamaño oceánico al vacío de las negociaciones. No podrá ser eludido. Y, quizá, tampoco trampeado. Es bastante más de lo que hay ahora.
Copyright Clarín, 2014. 

martes, 27 de mayo de 2014

Se avecinan tormentas en la educación en América Latina



Es esperable que en la próxima década veamos a un número creciente de países emprendiendo procesos de reforma.







Esta semana, a tan solo dos meses asumir su nuevo mandato, la presidenta Michelle Bachelet de Chile firmó un proyecto de ley que pone fin al lucro en la educación, termina "con la discriminación a través de la selección escolar" y establece la gratuidad escolar, poniendo fin al copago que las familias pagan en las escuelas privadas subsidiadas por el estado. Estos cambios son parte de una amplia y ambiciosa reforma educativa que incluirá también cambios en la educación superior. Junto a una reforma tributaria, la educativa constituye uno de los pilares de la nueva administración.
Se podrán debatir los méritos de los cambios que se buscan realizar, pero no cabe duda alguna que la administración Bachelet ve a la educación como prioridad estratégica y decidió invertir un enorme capital político para avanzar esos cambios. La centralidad política que adquiere la educación resulta un dato notable teniendo en cuenta que, tradicionalmente, la política educativa no recibe este nivel de atención.
También novedoso es el contexto en el que estas reformas ocurren. En gran medida, su origen debe encontrarse no en grandes diseños tecnocráticos sino en la movilización social: las protestas estudiantiles que acosaron a la administración Piñera pusieron el tema de la desigualdad educativa sobre la mesa e hicieron imprescindible algún tipo de acción en la materia.
Como en muchos otros temas, Chile puede marcar tendencias en América Latina: la baja calidad y las grandes desigualdades sociales que se reproducen al interior de los sistemas educativos han dejado de ser solo la preocupación de unos pocos expertos y son parte del debate social. Es esperable que en la próxima década veamos a un número creciente de países en la región emprendiendo procesos de reforma. Algunos lo harán a regañadientes, pero lo tendrán que hacer no solo por presiones domésticas (como en el caso de Chile) sino también externas producto de las crecientes brechas en rendimiento estudiantil que se observan con respecto a los países Asiáticos.
Con características diferentes a las de Chile, México también está avanzando por el sendero de reforma educativa. Partiendo de un sistema educativo mucho menos exitoso que el de Chile, el presidente Peña Nieto también impulso una reforma ambiciosa en educación al comienzo de su mandato, buscando instalar una política docente más racional y efectiva. Nuevamente, la reforma educativa aparece junto a la reforma fiscal (y la energética) como eje central de las políticas de un nuevo gobierno. Esta centralidad convierte a la educación en tema de conflicto –en el caso de México particularmente con los sindicatos docentes— y fuerza al gobierno a hacer una inversión significativa de capital político para avanzar en la implementación de la reforma.
De modo menos dramático, estamos observando indicios en otros países que el pobre desempeño educativo se ha convertido un tema de preocupación generalizada, lo cual fuerza a los dirigentes políticos a tomar nota. En Colombia, un grupo de jóvenes lanzó una propuesta de ‘pacto por la educación’ durante la campaña electoral presidencial y, en cosa de días, todos los candidatos creyeron necesario apoyar y firmar el pacto. En Uruguay, el encargado de educación secundaria en la administración pública debió abandonar su cargo una vez se conocieron los resultados de la prueba PISA que mostraban un empeoramiento en el rendimiento de los jóvenes de 15 años.
Existen varias fuerzas que contribuyen a explicar estas tendencias. En primer lugar, hay una creciente frustración con el bajo desempeño de los sistemas escolares en la región. La última década fue una en la cual los gobiernos de América Latina han invertido crecientes recursos financieros en sus escuelas. De acuerdo a UNESCO, el gasto público en educación representa hoy el 5,2% del producto en promedio, comparado con un 4,5% diez años atrás. Sin embargo, esto no se está traduciendo en mejores resultados, al menos no en términos de aprendizajes medidos en pruebas. La expansión de la cobertura escolar es un factor que ayuda a contrarrestar los altos niveles de desigualdad que imperan en la región. Sin embargo, las desigualdades en la distribución de ingresos terminan reflejándose en desigualdades en rendimientos educativos y las escuelas poco logran en términos de ecualizar resultados. La mayor disponibilidad de información hace todo esto más transparente. Al mismo tiempo, en un número creciente de países de América Latina existen hoy organizaciones de la sociedad civil altamente sofisticadas y profesionalizadas que operan en el ámbito de la política educativa que se han convertido en voces influyentes. Mexicanos Primero y Todos pela Educação en Brasil, constituyen dos ejemplos notables pero no son los únicos.
Estas tendencias sugieren que las presiones sociales irán en aumento y que la educación será moneda corriente en los debates políticos. Los próximos años verán más demandas por parte de la sociedad civil, los empresarios y la ciudadanía, y podemos esperar que un número creciente de gobiernos van a decidir avanzar con reformas educativas buscando respuestas a estos desafíos. No todas estas reformas estarán necesariamente bien fundadas y muchas de ellas fracasarán. Más aún, estos intentos muy probablemente generen conflictos y tensiones. Por mencionar solo algunos, veremos resistencia de parte de sindicatos docentes y burocracias públicas. Sectores de la educación privada (incluyendo las escuelas religiosas) resentirán los intentos de aumentar el grado de regulación estatal de sus servicios. Los votantes expresarán (en las urnas y quizás en las calles) sus frustraciones con lo que seguramente será, en el mejor de los casos, un lento proceso de mejora. Y los ministros de hacienda pública probablemente miren con envidia a sus antecesores que podían obviar en gran medida esta tan ingrata industria de servicios escolares.
Estas tensiones, sin embargo, son extremadamente positivas y reflejan que la sociedad latinoamericana reconoce la importancia de la educación. A todos los líderes a quienes que les toque sufrir las críticas y ataques de aquellos insatisfechos con el status quo, les vale la pena recordar el dicho popular "porque te quiero te aporreo".
*Ariel Fiszbein es director del Programa de Educación del Inter-American Dialogue en Washington DC 

El papa Francisco deja “la puerta abierta” a que los curas se puedan casar


“Al no ser un dogma de fe, siempre está la puerta abierta", dice el pontífice.



PABLO ORDAZ A bordo del avión papal 





“Al no ser un dogma de fe, siempre está la puerta abierta…”. No hay reglas ni zonas rojas. Los periodistas preguntan lo que consideran oportuno y el papa Francisco responde. Ya lo hizo a su regreso de Río de Janeiro –“¿quién soy yo para juzgar a los gais?”—y lo vuelve a hacer ahora en el avión de El Al, la compañía aérea israelí, en el trayecto entre Tel Aviv y Roma. Una de las cuestiones planteadas es el del celibato obligatorio de los sacerdotes, un viejo asunto que vuelve a estar de actualidad después de que, hace solo unos días, un grupo de 26 mujeres enamoradas de sacerdotes remitiera una carta a Jorge Mario Bergoglio pidiéndole que deje de prohibir “un vínculo tan fuerte y hermoso”. El Papa no se esconde en la respuesta a la pregunta de si está dispuesto a plantear una discusión incómoda en el seno de la Iglesia: "La Iglesia católica tiene curas casados. Católicos griegos, católicos coptos, hay en el rito oriental. Porque no se debate sobre un dogma, sino sobre una regla de vida que yo aprecio mucho y que es un don para la Iglesia. Al no ser un dogma de fe, siempre está la puerta abierta". 
Una de las novedades de Francisco es precisamente esa, su disposición a discutir lo discutible, sin que por ello deje de expresar su opinión. De ese modo, la vieja aspiración de un sector de la Iglesia de que los curas puedan casarse y tener hijos sin verse obligados a abandonar el ministerio sacerdotal vuelve a tener esperanza. Como también la de integrar a los nuevos modelos de familia, como los separados vueltos a casar, un colectivo muy numeroso sobre el que el próximo sínodo de la familia tendrá que debatir y llegar a soluciones. De la misma forma que el Vaticano, aunque no con la celeridad que tal vez fuese necesaria después de décadas de parálisis, empieza a reaccionar contra los abusos sexuales a menores cometidos por sus miembros. Es otro de los asuntos sobre los que Bergoglio responde de forma clara:
— ¿Qué hará usted si hay un obispo que no ha observado estas normas, se le excluye, se le pide que dimita u otras sanciones? ¿Cómo se puede enfrentar en sentido práctico? 
"En la Argentina a los privilegiados les decimos 'este es un hijo de papá'. Pues bien, en este problema no habrá 'hijos de papá'. En este momento hay tres obispos que están bajo investigación: uno ya está condenado y se está estudiando la pena que hay que ponerle. No existen privilegios. El sacerdote que hace esto traiciona el cuerpo del Señor porque, en vez de llevarlos a la santidad, abusa. Y esto es gravísimo. Es como… Les haré una comparación: es como una misa negra, por ejemplo: tú tienes que llevarlo a la santidad y lo llevas a un problema que va a durar toda la vida".

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El Papa desvela que dentro de unos días se celebrará una misa en la residencia de Santa Marta en la que participara un pequeño grupo de víctimas de abusos: “Son seis u ocho personas, de Alemania, de Inglaterra o Irlanda. Y luego se reunirán con el cardenal [Sean Patrick] O’Malley, el presidente de la comisión contra los abusos. Pero sobre esto tenemos que seguir adelante, adelante. ¡Tolerancia cero!” 
No es el único frente que tiene abierto el Papa. Tampoco dejan de aparecer escándalos económicos en los que aparecen altos personajes de la Curia, como el anterior secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone. Bergoglio admite que siempre habrá escándalos, pero que su reforma de la Curia busca precisamente impedirlos. Los periodistas le preguntan sobre la lujosa fiesta en una azotea del Vaticano o la supuesta malversación de 15 millones de euros por parte de Bertone. El Papa no lo defiende. Solo dice que el asunto no está claro, que se está investigando y que su campaña para hacer del Banco del Vaticano –el IOR—una entidad decente ya ha provocado el cierre de 1.600 cuentas. El problema que subsiste, admite el papa argentino, es que hay todavía miembros de la Curia que se resisten, “que no lo ven claro”.
Como tampoco ven que el obispo de Roma se meta en asuntos tan delicados como arreglar el conflicto de Oriente Próximo u opinar del sistema económico mundial. Pero el Papa no se da por aludido y responde a preguntas: “Estamos en un sistema económico múltiple que coloca en el centro el dinero, no la persona humana. Un verdadero sistema económico debe tener en el centro al hombre y a la mujer. Este sistema económico que tenemos coloca en el centro al dinero y descarta a las personas. Ahora se están descartando a los jóvenes, y eso es gravísimo. En Italia, la desocupación juvenil está sobre el 40%. En España es el 50% y en Andalucía, en el sur de España, el 60%. Esto significa que hay una generación de ni-ni, que ni estudian ni trabajan, y esto es gravísimo. Este sistema económico es inhumano”.
Jorge Mario Bergoglio también tuvo unas palabras para Benedicto XVI. Si durante el vuelo de regreso de Río de Janeiro dijo que para él era un abuelo al que poder consultar, ahora se refiere a la puerta que abrió con su decisión de dimitir.
-¿Si en un día muy lejano se siente sin las fuerzas suficientes, renunciaría al pontificado?
 -Haré lo que el Señor me diga que debo hacer: rezar y buscar la voluntad de Dios. Creo que Benedicto XVI no es un caso único.  Creo que él ya es una institución. Hace 70 años no existían los obispos eméritos. Ahora hay muchos. ¿Qué pasará con los Papas eméritos? Benedicto XVI abrió una puerta, la de los Papas eméritos. Si habrá más, solo lo sabe Dios. Pero esa puerta está abierta. Creo que un obispo de Roma que sienta que bajan sus fuerzas debe hacerse las mismas preguntas que se hizo el papa Benedicto.