Majestuoso testimonio de un poder agostado

Majestuoso testimonio de un poder agostado

jueves, 30 de enero de 2014

Brasil y México se lanzan a tomar posiciones en Cuba



Las dos potencias regionales están decididas a jugar un papel en el futuro de la isla.


Enrique Peña Nieto y Dilma Rousseff en una reunión de trabajo en la Celac / GUSTAVOS CAMACHO (EFE)


BERNARDO MARÍN / LUIS PRADOS La Habana / São Paulo 

Al éxito diplomático obtenido por los hermanos Castro con la presencia de 31 mandatarios durante la celebración en La Habana de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac),terminada hoy, hay que sumar otra conclusión: dos potencias regionales, Brasil y México, están decididas a jugar un papel en el futuro de la isla en un momento en el que la comatosa economía de la Venezuela chavista ya no alcanza para seguir prestando respiración asistida al régimen cubano.
Tanto Enrique Peña Nieto como Dilma Rousseff llegaron a La Habana como dos nuevos Santa Claus. Previamente a su visita oficial, el presidente mexicano condonó a Cuba el 70% de su deuda por 340 millones de dólares. Y su homóloga brasileña inauguró las obras del puerto de Mariel, en cuya construcción Brasil ha invertido 1.092 l millones de dólares, y que supuestamente servirá para atraer empresas que exporten a América Central.
Ambos gestos así como las reuniones bilaterales con Raúl Castro y las declaraciones –“Brasil quiere ser un socio de primer orden en Cuba”, dijo Roussef; Peña Nieto destacó la privilegiada “relación de amistad” entre los dos países en un artículo en Gramma- dejan clara la voluntad de las dos economías más grandes de la región de ganar influencia y aprovechar las oportunidades de negocio que se presenten en la isla en un futuro próximo. Al fin y al cabo, a nadie se le pasó por alto cuando el presidente Obama estrechó la mano de Raúl Castro en el sepelio de Nelson Mandela el mes pasado.
Peña Nieto busca recomponer una relación histórica con Cuba, que se deterioró en las últimas presidencias. El PRI, hijo de la revolución mexicana, fue un buen aliado de la revolución cubana hasta los años 90, y el único país de América Latina que no rompió nunca relaciones diplomáticas con el régimen castrista. Ahora, fiel a esa tradición, quiere volver a ser su interlocutor privilegiado. Y situarse en primera línea de salida para aprovechar sus eventuales medidas de liberalización económica.
No fue así en los últimos tiempos. En los años 90, con la firma por parte de México del Tratado de Libre Comercio con EE UU y su adopción de un discurso crítico ante la falta de libertades en la isla, la relación se deterioró. Y se congeló definitivamente tras la cumbre Iberoamericana de 1999 cuando la entonces secretaria de Exteriores, Rosario Green, se reunió con grupos opositores en La Habana y el presidente Ernesto Zedillo dijo ante Fidel Castro que “no puede haber naciones soberanas sin hombres ni mujeres libres”.
Durante la presidencia de Vicente Fox (2000-2006) los desencuentros se agravaron y, aunque las tensiones se relajaron con Felipe Calderón (2006-2012), el deshielo no llegó hasta el pasado otoño. En septiembre, el canciller mexicano, José Antonio Meade, visitó La Habana, y en noviembre su homólogo cubano, Bruno Rodríguez, viajó el DF, donde agradeció el respaldo contra el embargo y aseguró que los cambios en la isla eran una oportunidad para sus empresarios.
El fin de fiesta esperado de la presencia de Peña Nieto en la Habana era un encuentro con Fidel Castro. La foto plasmaría el deshielo definitivo entre los herederos de la revolución mexicana y el padre de la revolución cubana.
Pese a carecer de esos precedentes históricos, Brasil también quiere sacar rentabilidad a un momento en el que La Habana busca diversificar sus relaciones ahora que su principal aliado, Venezuela, se ha debilitado. Además del puerto de Mariel, el gigante suramericano contempla otras inversiones en la modernización aeroportuaria de Cuba. De la novedad de la iniciativa da idea el hecho de que el total de exportaciones brasileñas a la isla en 2013 no pasó de los 530 millones de dólares. Brasil agradece también de esta forma el programa Mais Médicos, puesto en marcha el año pasado, gracias al cual miles de profesionales de la salud cubanos llegan al país para cubrir la carencia de doctores nacionales en la periferia.
En la un tanto errática y desordenada política exterior del Gobierno de Rousseff, el giro diplomático hacia Cuba ha suscitado críticas en Brasil por parte de empresarios y opositores, que ven en el acercamiento al régimen cubano un gesto de burdo pragmatismo político más que una iniciativa de interés comercial. 

miércoles, 29 de enero de 2014

Con la pasión y la creatividad del poder civil


Por Luis Alberto Romero |  




En la Argentina existen hoy unas 100.000 asociaciones solidarias. En ellas, dos millones de voluntarios despliegan su acción solidaria en todo el país, paliando males, tapando agujeros y proponiéndonos, de manera práctica, caminos diferentes para la sociedad y la política. Alguna vez -quizá pronto- un gobierno encarará el problema de la pobreza, que desafía la razón y la moral. Será la madre de las batallas. Sólo se avanzará si un Estado reconstruido articula su acción con esa fuerza social tan poderosa como dispersa, usualmente conocida como el Tercer Sector. Pero al hacerlo, deberá cuidar de no afectar algunas de las características más importantes de estas organizaciones, como la espontaneidad, la flexibilidad y su intuitivo saber táctico. Algunas referencias históricas ilustran la importancia de esta concertación y los problemas que involucra.

Hacia 1870 la Inglaterra victoriana contaba con una densa red de asociaciones solidarias o filantrópicas, animadas por grupos de las clases medias con fuertes convicciones religiosas y morales. Diversas ligas o sociedades impulsaban el sufragio, la educación y la vivienda popular, y combatían el alcoholismo, la prostitución o la pena de muerte. Necesitaban hacerse oír en el Parlamento, que las ignoraba, e influir sobre el Estado, y decidieron ingresar en la política. Se incorporaron al partido Liberal, lo dotaron de una base de activistas y le imprimieron un fuerte tono moral y reformista,mientras aprendían a negociar y a acordar programas complejos. El partido Liberal inició entonces el reformismo social, profundizado durante la Primera Guerra Mundial por Lloyd George. En 1945 el partido Laborista, surgido del Liberal, giró hacia el Welfare State o Estado de Bienestar. Hoy hay opiniones diversas sobre este final.

El caso argentino fue distinto. En 1852, después de Caseros, un Estado en construcción, apenas esquemático, delegó en distintos grupos de la sociedad civil la organización, la gestión y hasta el financiamiento de distintas áreas de su incumbencia. Un caso notable es el de la Sociedad de Beneficencia, recientemente reconstruido por Valeria Pita. Las damas de la Sociedad se hicieron cargo de la parte femenina del mundo de los necesitados y dirigieron el Hospicio de Mujeres, el Colegio de Huérfanas y otros institutos. Tres décadas después, al sancionarse la ley de Educación, entregaron al gobierno casi cien escuelas de niñas en perfecto funcionamiento; por entonces habían transformado el Hospicio -un depósito de mujeres marginales- en un moderno Hospital de Mujeres Dementes. Las damas demostraron una notable capacidad para organizar hospitales, escuelas y asilos, y para reunir fondos; recurrieron a los mejores especialistas y, sobre todo, desplegaron un inusual talento político para hacerse un lugar, casi inexpugnable, en un mundo masculino.
Paralelamente, con la inmigración masiva se fueron generando miles de asociaciones voluntarias, para ayudarse y ayudar a los otros. Con Hilda Sabato y Roberto Distefano bosquejamos esta historia notable. Florecieron mutuales, cooperativas, bibliotecas populares y sociedades de fomento que transformaron terrenos baldíos en fragmentos de ciudad. Entre los principales emprendedores de entonces se encontraban los socialistas y los curas párrocos, como Lorenzo Massa.
Sobre esta sociedad múltiple y plural fue avanzando, a lo largo del siglo XX, un Estado consolidado, preocupado por reglamentar y encuadrar. Muchas de aquellas instituciones fueron incluidas en su órbita, a veces de mala manera, como ocurrió en 1946 con la Sociedad de Beneficencia. En otros casos avanzó sobre la libre iniciativa, concediendo franquicias exclusivas: desde 1936 en Buenos Aires sólo se reconoció una sociedad de fomento por barrio, criterio que desde 1944 se aplicó a los sindicatos. Con la centralización se aspiraba a universalizar y democratizar los derechos y a fijar prioridades colectivas, de una manera parecida pero diferente de la del Welfare State. Por ejemplo, la ley de Obras Sociales de 1970 -nos dice Susana Belmartino- entregó una dádiva a los sindicatos y consagró un sistema de salud desigual.
Aquel Estado potente se desarmó desde mediados de 1970, mientras se constituía el actual mundo de la pobreza. Desde entonces el Estado es incapaz de gestionar y aún de imaginar políticas universales, y se limita a acudir allí donde estalla un incendio. Cuando tiene dinero, lo canaliza a través de organizaciones no gubernamentales que pueden gerenciar la ayuda, o de la red política, para facilitar la formación de clientelas electorales.
En este contexto de deserción del Estado ha vuelto a florecer el asociacionismo civil. En 2001 hubo una explosión. Hay uno más espontáneo, impulsado por las necesidades de supervivencia, similar al de 1920, y otro originado en la voluntad solidaria de modernos emprendedores sociales, con apoyo de instituciones religiosas, fundaciones o empresas. Los límites de estos dos ámbitos son imprecisos, como también los que separan a algunas de ellas de la política.
Las organizaciones voluntarias tienen tradiciones diversas y difieren en los fines mediatos e incluso en los medios. Pero si descartamos aquellas ligadas a la política o al lucro, todas comparten una idea generosa acerca del bien común o el interés general. Todas aportan capacidades singulares para actuar en un mundo con muchos pobres y poco Estado. Saben cómo movilizar y generar compromiso y son creativas para identificar los problemas concretos, elaborar estrategias y modos de acción y aprovechar recursos crónicamente escasos. Su debilidad reside en la sustentabilidad, pues muchas son tan efímeras como las revistas literarias. Ante un problema de magnitud, como la pobreza, su capacidad de acción está condicionada por su fragmentación.
Hoy muchas se reúnen alrededor del Foro del Sector Social y de Conciencia Ciudadana, mientras que una confederación aspira a dar una voz al conjunto heterogéneo. Por allí han de pasar sus objetivos inmediatos: instalar sus temas en la agenda de la sociedad y la política y vincularse con el Estado que, como se les ocurrió a sus similares ingleses, puede potenciar el alcance de sus acciones, aunque también puede ser un socio peligroso.
La reconstrucción del actual Estado es algo indispensable para encarar un programa de reintegración social factible. Pero aun con toda su burocracia y sus dependencias funcionando, el Estado no podría hacerlo solo. Necesita movilizar y orientar a este ejército de buenas voluntades de la sociedad civil, apelando a una dimensión estatal importante: lo que Durkheim llamó la capacidad para promover la reflexión de la sociedad sobre sí misma.
El vasto proceso de circulación de ideas e iniciativas que imaginó Durkheim transcurría entre el polo estatal y el conjunto de los actores de la sociedad civil, como estas asociaciones. Durkheim escribió esto a principios del siglo XX, cuando el Estado nación estaba en su apogeo. Hoy debemos imaginar una relación mucho más flexible y equilibrada, donde el Estado y los actores sociales compartan un rumbo general pero desarrollen estrategias diferenciadas y tácticas múltiples, difíciles de planificar a priori. Dicho en otras palabras, la enorme riqueza de la sociedad civil deberá ser encauzada y a la vez preservada por este Estado pensante. El nuestro, hoy, no puede hacerlo. Se parece mucho más al de 1850 que al de 1950, aunque los intereses establecidos en la sociedad son mucho mayores, y la fuerza que se necesita para reacomodarlos es mucho más grande. El Estado y su conducción política deben ser a la vez potentes, flexibles y regulados.
Al igual que las inglesas en 1870, el mundo de las asociaciones hoy debe entrar en la política y hacer una contribución, para movilizar a la opinión e interpelar a los políticos, que suelen ser un poco autistas. El premio de este esfuerzo será doble: iniciar el proceso de reconstrucción de la sociedad y, simultáneamente, encarnar en ella una manera participativa y democrática de resolver sus problemas.
© LA NACION. 

martes, 28 de enero de 2014

Decisión salomónica de La Haya en el litigio marítimo entre Chile y Perú



Lima pedía una línea equidistante desde la costa y Chile defendía la paralela de los cincuenta.



Reacciones en Perú a la resolución de La Haya, de este lunes. / REUTERS-LIVE





ISABEL FERRER La Haya 

Perú ha logrado una victoria parcial en su empeño por trazar una nueva frontera marítima con Chile en el Océano Pacífico. En una decisión que evidencia la complejidad del asunto, el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU (TIJ) ha ampliado la soberanía de Perú, la demandante, pero sin arrebatarle a Chile todo su mar territorial. Así, los jueces han conservado la actual divisoria, paralela a la costa, solo hasta las 80 millas náuticas (punto A). A partir de ahí, la línea se convierte en perpendicular para llegar a un punto B, en el agua. El límite definitivo de las 200 millas lo marca, recto hacia el sur, un punto C. El fallo no ajusta las coordenadas precisas que redefine. “La Corte espera que sean determinadas (por las capitales en litigio) con espíritu y buena voluntad vecinal”, ha dicho Peter Tomka, su presidente.
El nuevo trazado sale de la frontera terrestre entre Lima y Santiago establecida por el Hito1, un mojón situado a 182,3 metros tierra adentro y reivindicado por Chile. Perú hubiera preferido que se contara desde el Punto Concordia, ya en la costa. Aunque el Gobierno peruano ha ganado un pedazo adicional de mar, los expertos pesqueros chilenos aseguran que las 80 millas náuticas que conservan son esenciales para la captura de anchoveta. Ambos países lideran la exportación de harina de esta especie, utilizada como fertilizante y pienso para animales en todo el mundo. Los pescadores de Arica (Chile) y Tacna (Perú), en la costa del Pacífico, aguardaron las palabras de los jueces con la expectación propia de quienes verían recortadas, o bien ampliadas rutas, esenciales para su subsistencia. De modo que las divisas multimillonarias generadas por la pesca subyacían en el diferendo. De haber logrado toda la frontera perpendicular a la costa que buscaba, Perú habría tomado posesión de unos 38.000 kilómetros cuadrados de aguas ricas en la preciada especie.



El compromiso judicial mantiene el espíritu ecuánime buscado por el TIJ desde su fundación, en 1945, en la resolución de conflictos territoriales. Sin embargo, en este caso resultaba muy difícil contentar a todos. Prueba de ello son las reacciones de las delegaciones destacadas en La Haya, sede del Tribunal. Para la peruana, aunque solo se reconoce un 60% de sus reivindicaciones, “la victoria es importante”. La evaluación completa de lo ocurrido quedó en manos del Gobierno del presidente Ollanta Humala. Los representantes chilenos estaban menos conformes. “Lamentamos profundamente una decisión que, para nosotros, carece de fundamento. Habrá que analizar su alcance”, dijo Alberto van Klaveren, representante diplomático chileno ante el Tribunal. Santiago temía la presencia de pesqueros peruanos en la zona disputada de haber ganado sus rivales el contencioso completo.
Con todo, el fallo puede marcar un punto de inflexión en las relaciones bilaterales entre ambos. En su demanda de 2008, Lima sostenía que la división marítima no estaba fijada. Para ella, los tratados firmados con su vecina en 1952 y 1954 (que Chile considera vinculantes) eran solo declaraciones políticas destinadas, además, a regular la pesca artesanal. Según los jueces, “la declaración de 1952 no hace referencia expresa a la delimitación, y falta la información necesaria para que pueda hablarse de un acuerdo que fije las fronteras marítimas. Pero en su apartado cuatro, sí hay elementos pertinentes para la delimitación del mar”, dijo el presidente Tomka, durante la lectura de la decisión, que se prolongó dos horas.
Dictada en pleno traspaso de poderes presidenciales en Chile, la decisión del TIJ supone un trago amargo para Michelle Bachelet, nueva jefa de Estado a partir de marzo. Su antecesor, Sebastián Piñera, ha protagonizado el periodo de incertidumbre del caso. A ella le corresponde gestionar “con sentido de Estado”, ha dicho ya, la aplicación de la decisión, de obligado cumplimiento. Las dos capitales han prometido respetar el proceso, si bien los plazos de aplicación varían. El Tribunal ha confiado en su buena voluntad, y aunque siempre se ha mantenido a distancia de las repercusiones políticas de su labor, la nueva frontera marítima podría facilitar una forma distinta de cooperación.
A ninguna de las partes se le escapa que la rivalidad chileno-peruana se remonta a la Guerra del Pacífico (1879-1883), perdida por Lima, y su aliada, Bolivia. La merma de territorio peruano posterior sigue doliendo en Lima, pero los gestos de acercamiento mutuos han ido en aumento en los últimos años. Aunque es una armonía nada fácil de conseguir, las poblaciones de ambos lados defienden o reclaman con ardor los mismos pedazos de tierra, y el fallo enfila un complicado recorrido de modificación de mapas náuticos y cambios legislativos, tal vez reafirme la labor de la Alianza del Pacífico. El acuerdo de 2011 que une a Perú, Chile, Colombia y México para “construir un área de integración profunda e impulsar el crecimiento, desarrollo y competitividad de las Partes”. Bolivia, que ha demandado a su vez a Chile para recuperar la salida al mar perdida en la guerra decimonónica, espera ahora su turno. 

Obama prescindirá del Congreso y aumentará el salario mínimo federal



El presidente de Estados Unidos usará el discurso del estado de la Unión de esta noche para anunciar que adoptará la medida con una orden ejecutiva.



El presidente Barack Obama revisa su discurso de esta noche. / PETE SOUZA.


EL PAÍS/YOLANDA MONGE Washington 

Si el Congreso no le acompaña en su marcha –y no le acompaña-, el presidente tiene otros aliados más efectivos y menos obstruccionistas con los que legislar. Poniendo en práctica la estrategia que ya anunció hace unos días, Barack Obama se dispone a ser “el presidente del bolígrafo y el teléfono”, firmando órdenes ejecutivas y realizando llamadas para movilizar a figuras claves de la empresa privada o lobbistas que ayuden a impulsar la agenda de la Casa Blanca.
Obama se dispone esta noche –nueve en Washington; tres de la madrugada en España- a anunciar en su quinto discurso del estado de la Unión –el de 2009 no cuenta- su decisión de firmar una orden ejecutiva que eleve el salario mínimo federal de 7.25 dólares a 10.10, según han avanzado diversos medios de comunicación. Tras un año en el que su agenda legislativa no ha avanzado ni un milímetro, el presidente parece decidido a progresar sin el respaldo del Capitolio.
Desde que el pasado mes de diciembre Obama citara la desigualdad económica como “el mayor desafío de nuestro tiempo” todo parecía indicar que el plan de elevar el salario mínimo ya había sido sembrado y solo se necesitaba el momento idóneo para anunciar su germinación. De momento, la iniciativa es limitada, ya que solo afectará a los contratos nuevos que se firmen y no a los existentes o los que se renueven, pero ya dejará de ser una mera propuesta o deseo fracasado, como lo fue en el discurso del año pasado y tras no lograr el apoyo de la Cámara para sacar adelante la medida –los contrarios al aumento argumentan que dañará a la creación de empleo y a los negocios-.
“Pueden estar seguros de que el presidente tiene toda la intención de utilizar su autoridad ejecutiva para usar poderes que le son únicos para progresar económicamente y en todas las áreas que considera importantes para un mayor crecimiento y creación de empleo”, aseguró el lunes el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney.  “La Casa Blanca se está reorganizando para poner en marcha una presidencia basada en órdenes ejecutivas e invitar al Gobierno a ayudar a sacar adelante los proyectos legislativos”, escribió el diario The Washingto Post el fin de semana.

La iniciativa es limitada, ya que solo afectará a los contratos nuevos que se firmen y no a los existentes o los que se renueven

El presidente de la Cámara de representantes, el republicano John Boehner, no ha esperado para atacar con dureza la iniciativa presidencial al decir que, a pesar de que el presidente tiene  el poder para hacerlo, la medida no tendrá apenas impacto ya que no afecta a contratos actuales. “La pregunta es, señor Presidente, ¿ayudará esta acción ejecutiva? Me temo que la respuesta es no”, preguntó y se contestó Boehner.
Obama ha estado trabajando en las últimas semanas en la redacción -junto a Cody Keenan y Laura Dean- de un discurso que hablará de la necesidad del impulso definitivo a la reforma de la inmigración y reflejará la preocupación del presidente sobre “la peligrosa y creciente desigualdad que ha puesto en peligro” el fundamento social de la clase media de que “si trabajas duro tienes la oportunidad de salir adelante”, como declaró el pasado diciembre.
El año pasado, Obama pronunciaba un discurso lleno de candor tras haber ganado las elecciones un par de meses antes. Casi nada de lo enunciado entonces se ha concretado. Su propuesta para el control de armas fue consumiéndose en el camino –con nuevos tiroteos y nuevas víctimas en el recorrido-. Su reforma migratoria está atascada en una Cámara de Representantes en manos de los republicanos y rehén del Tea Party. El Congreso no escuchó su petición de aumentar el salario mínimo federal… La educación gratuita para los niños de cuatro años está sin concretar. Y se suma y se sigue.
Sin duda, la estrategia presidencial del bolígrafo y el teléfono acarreará críticas de que Obama está usurpando poderes del Congreso –lo que podría estar teñido de inconstitucionalidad- y excediéndose en los límites de su poder como él mismo criticó en el pasado a George W. Bush.
Económicamente hablando, el estado de la Unión es el mejor de los últimos años, según los expertos. Y aún así, el presidente enfrenta sus peores datos de aprobación y la frustración de una población que no siente las mejoras de las que hablan los grandes titulares en sus vidas. El presidente está llamado esta noche a cambiar la percepción de los ciudadanos de que su gestión no es buena, sobre todo porque las elecciones al Congreso del próximo noviembre podrían arrebatar a los demócratas el Senado y dejar a Obama con un Congreso en manos republicanas hasta el final de su presidencia. 

El pleno de mandatarios en La Habana eclipsa a otros foros



La presencia de 31 jefes de Estado en la cumbre de la CELAC contrasta con el fiasco de la reciente Cumbre Iberoamericana.

El debate se centra en la lucha contra la pobreza y apenas se menciona la cuestión de los derechos humanos.



El presidente cubano, Raúl Castro, y el secretario de la ONU, Ban Ki Moon / EFE




EL PAÍS/BERNARDO MARÍN La Habana 

La alfombra roja en que se había convertido estos días La Habana para paseo y lucimiento de mandatarios de todo el continente se replegó este martes para dar inicio a la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la CELAC (Comunidad de Estados de Latinoamericanos y Caribeños). Vigorizada por la presencia de la práctica totalidad de los mandatarios de la región, la reunión arrancó con un llamamiento a combatir el hambre, la pobreza y la desigualdad -batalla que constituye el ‘leitmotiv’ de la cita- y sin apenas menciones a la situación política de la isla.
La multitudinaria presencia de jefes de Estado y de Gobierno en La Habana ha permitido sacar pecho al Gobierno de Raúl Castro. De 33 líderes posibles – todos los del continente salvo Canadá y Estados Unidos, que no participan en el organismo- finalmente han participado 31. Solo faltan Mauricio Funes, de El Salvador, cuyas elecciones se ventilan este domingo, y el panameño Ricardo Martinelli, que ha rechazado la invitación en protesta por la captura en julio cerca del Canal de un barco norcoreano con armas cubanas. El éxito diplomático se completa con la presencia de José Miguel Insulza, el primer secretario general de la OEA que pisa Cuba desde 1962, y del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, que por la mañana se reunió con Raúl Castro para hablar del embargo y de derechos humanos”, según Naciones Unidas.
La nutrida asistencia contrasta con el fiasco de recientes citas continentales, como la Cumbre Iberoamericana celebrada en octubre, y precisamente en Panamá, donde faltaron los representantes de 12 de los 22 países convocados. Una apatía que llevó a los mandatarios a ponerse de acuerdo al menos en una cosa: reunirse cada dos años en vez de anualmente.
Crecido por el espaldarazo que ha significado la cumbre, Raúl Castro, dedicó las palabras de apertura a “Nuestra América” (con mayúsculas en el discurso difundido por el ministerio de Relaciones Exteriores), en contraposición a la de los Estados Unidos, a los que apenas mencionó expresamente, pero contra la que dirigió mucho de los dardos de su discurso. Castro alertó de los peligros para la paz en la región (y repitió hasta ocho veces esa palabra, paz, en su discurso). Agradeció la solidaridad ante “el criminal bloqueo”; recordó el caso del espionaje global, destapado en 2013; y dejó un último mensaje a Washington: que la comunidad latinoamericana estará incompleta mientras persista la “situación colonial” de Puerto Rico.
A cuenta de la pobreza y la desigualdad, el presidente cubano llamó a los países de la región a ejercer la plena soberanía sobre sus recursos naturales y a replantearse su relación con las transnacionales. “Son innegables los beneficios de la inversión extranjera… pero olvidamos el crecimiento desmedido de las utilidades que obtienen”. Y, en una frase por la que Venezuela o México podrían sentirse aludidos, reconoció que uno de los problemas del continente ha sido no traducir “los períodos de altos precios de los recursos naturales en procesos de desarrollo económico de largo plazo”.
La miseria sigue siendo el principal problema de Latinoamérica, aunque es cierto que se ha reducido sensiblemente en los últimos años. Según datos de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), en el continente la pobreza ha caído 15,7 puntos porcentuales desde 2002 mientras la indigencia se ha reducido en ocho puntos. De hecho algunos países venden los resultados de esa lucha como su principal logro, como sucede con Brasil, cuyos gobiernos presumen de haber trasladado a la clase media a 28 millones de personas en los últimos diez años. La asignatura pendiente sigue siendo la desigualdad, pues la región presenta las mayores diferencias del planeta entre ricos y pobres, aunque también es la zona que más ha reducido esa brecha en los últimos años, según el índice de desarrollo humano de Naciones Unidas.
Mientras, la cumbre sigue pasando de puntillas por el tema de los derechos humanos. Hasta el mediodía de este martes, hora local, solo la delegación de Costa Rica, encabezada por el embajador y por la directora de Política Exterior de la cancillería, tenía prevista reunirse al día siguiente con Elizardo Sánchez, líder de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN). Este grupo opositor asegura haber enviado solicitudes a las delegaciones de otros países, como México, Panamá, Colombia, Chile o Uruguay sin obtener respuesta. La CCDHRN y Amnistía Internacional han denunciado una oleada de detenciones arbitrarias y arrestos domiciliarios para amordazar a los grupos opositores y evitar que este martes se celebrara una cumbre paralela durante la cita.