Majestuoso testimonio de un poder agostado

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viernes, 3 de agosto de 2012

Fernández compara a Europa con la Argentina del ‘corralito’


 

 

La presidenta de Argentina celebra el pago de las deudas que originó la congelación de depósitos.

 

EL PAÍS/ ALEJANDRO REBOSSIO Buenos Aires 

La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, celebró la noche del jueves en la Bolsa de Buenos Aires el último pago de un bono, el Boden 2012, con el que se compensó a los ahorradores atrapados por el corralito de 2001. Y lo hizo comparando aquellos tiempos de su país con la Europa actual.
"Hay una formidable crisis especulativa como pocas veces se vio en el mundo a partir de una crisis que nosotros conocimos muy bien y que fue el estrangulamiento del sector externo", dijo Fernández. "¿A qué se parece? ¿A la Revolución Francesa?, ¿a la independencia (de Argentina) del 9 de julio (de 1816)? Se parece mucho a la Argentina de 2001, cuando con el blindaje (rescate de diciembre de 2000) y el megacanje (de deuda de julio de 2001) le hicieron creer a los argentinos que sus recursos en los bancos estaban seguros", afirmó Fernández.
"Tengo la sensación de que en Europa no entienden. ¿Cómo va a haber crecimiento si la gente pierde el empleo, le rematan la casa, si le quitan las prestaciones?", se preguntó la presidenta de Argentina ante un auditorio repleto de funcionarios y empresarios. El escenario de la Bolsa se escogió porque esa entidad celebraba su aniversario. "Leí que se suprimían empleos públicos en España, camas en hospitales públicos... Es imposible sostener una economía en estas condiciones", opinó Fernández, que de pasada se refirió al caso de los presos recién condenados que salen de la cárcel para participar de actividades culturales organizadas por un colectivo kirchnerista. “Quédense tranquilos que acá no hay ningún convicto. Por ahí hay algún procesado, pero no nos corresponde”, bromeó la jefa de Estado en alusión al alcalde de Buenos Aires, el conservador Mauricio Macri, imputado por presuntas escuchas ilegales.
Fernández aprovechó la ocasión para continuar con su reciente serie de críticas contra los bancos, un colectivo en el que BBVA y Santander están entre los principales de Argentina. Volvió a quejarse de que concedieran préstamos para el consumo con plazos de más de tres años, pero financien a las pymes a solo tres meses. También recordó que los 19.600 millones de dólares (16.101 millones de euros) que se pagaron a los tenedores del Boden 2012 desde 2005 hasta este viernes “es el dinero que deberían haber devuelto los bancos”. Este año, el Banco Central de Argentina ha prohibido a los bancos extranjeros el giro de beneficios al exterior para reforzar el capital de sus subsidiarias y les ha obligado a usar el 5% de los depósitos de clientes privados para financiar la inversión productiva.

 

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En realidad, no solo los ahorradores recibieron el Boden 2012 sino también los bancos, a los que el Gobierno de Eduardo Duhalde compensó por lapesificación de los créditos en dólares. Las entidades financieras se llevaron esos bonos por valor de 7.532 millones de dólares (6.188 millones de euros) y los ahorradores, 4.394 millones de dólares (3.610 millones de euros). Entre 2005 y 2006, el Gobierno de Néstor Kirchner emitió otros Boden 2012 para colocarlos en los mercados y en manos del Estado venezolano.
Por eso, el economista Eduardo Levy Yeyati opina que el pago del Boden 2012 de este viernes no es el que pone punto final al corralito. Recuerda que otros ahorradores recibieron el Boden 2013, un título del que se emitieron solo 1.941 millones de dólares (1.595 millones de euros) y que se terminarán de pagar en abril próximo. Levy también señala que la mayoría de los ahorradores rechazó los bonos, reclamó su dinero con demandas judiciales y consiguió así que los bancos se los devolvieran a lo largo de los años. Las entidades también fueron compensadas con títulos públicos por estos fondos que reintegraron a los usuarios. Fernández además admitió que muchos de los ahorradores que recibieron bonos los vendieron hace tiempo para hacerse de dinero y por eso cuatro de cada cinco Boden 2012 están en manos de inversores financieros del exterior.
Fernández aclaró que el pago de la deuda del Boden 2012 “no era algo para festejar” sino para “reflexionar”. Destacó que desde 2002 hasta ahora el pasivo de Argentina se redujo del 166% del PIB al 41%. Además la deuda neta (la total menos la parte que está en manos de organismos públicos, como la Seguridad Social y el Banco Central) es una de las seis más pequeñas de Latinoamérica en relación al PIB, menor a la de Brasil, México o Colombia. El último pago del Boden 2012 de este viernes se saldará con reservas del Banco Central, que las ha estado ahorrando en los últimos diez meses a fuerza de controlar las importaciones y la salida de capitales.

La Asamblea de la ONU lamenta la "incapacidad" del Consejo de Seguridad


 

 

 

La resolución que se vota hoy deplora que el organismo no haya podido imponer sanciones.

Condena los bombardeos de los bastiones rebeldes y reclama una transición política.

 


AGENCIAS Nueva York 

La Asamblea General de Naciones Unidas debe votar hoy una resolución presentada por el grupo de países árabes que condena los bombardeos de los bastiones rebeldes por la aviación siria, lamenta la “incapacidad del Consejo de Seguridad” para que se apliquen sus decisiones y reclama una transición política en Siria.
Esta iniciativa reviste un carácter simbólico —sólo las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU son vinculantes—, aunque puede aumentar la presión sobre Damasco, si consigue que una amplia mayoría de los 193 países miembros aprueben el texto. Una anterior resolución de la Asamblea, presentada el pasado 16 de febrero, consiguió 137 votos a favor. Las resoluciones se adoptan con mayoría simple, sin derecho de veto.
Este voto se produce un día después de que el enviado especial de la ONU y de la Liga Árabe para Siria, Kofi Annan, anunciara su dimisión para finales de agosto, tras reconocer que el incremento de la violencia en el país árabe, la falta de una “presión internacional seria” y el bloqueo constante de Rusia y China en el Consejo de Seguridad impedían el cumplimiento de su plan de paz.
El texto presentado hoy señala la inquietud suscitada por las armas químicas sirias y exige al régimen de Bachar el Asad que renuncie a emplearlas y que las almacene en un lugar seguro. Reclama, asimismo, que las organizaciones humanitarias puedan acceder al territorio sirio para ayudar a la población civil.
Francia, que asume la presidencia rotatoria del Consejo de Seguridad en agosto, ha anunciado que “apoyará con firmeza” esta resolución, según su ministro de Exteriores, Laurent Fabius.
Según fuentes diplomáticas citadas por France Presse, la iniciativa refleja la frustración de muchos países por el veto ruso y chino a todos los intentos de detener en el Consejo de Seguridad un conflicto que ha provocado numerosas muertes y desplazamientos de civiles desde su inicio hace más de 16 meses.
“Este texto no tendrá la misma fuerza [que una resolución del Consejo], pero envía el mismo mensaje, esto es, que la comunidad internacional de verdad quiere actuar y que Rusia y China son minoría”, declaró este jueves el embajador francés ante la ONU, Gérard Araud.
La resolución pide, por último, que se instaure un “Gobierno provisional de consenso”, lo que supondría la marcha de Bachar el Asad.

Empresarios brasileños aseguran que Dilma se queja de Moreno

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miércoles, 1 de agosto de 2012

Serbia retrocede


 

 

Las credenciales del nuevo primer ministro son tan inquietantes como las del presidente del país.

 


Antes de las elecciones presidenciales y parlamentarias de mayo se daba por hecho que Serbia seguiría en manos de los reformadores proeuropeístas de Boris Tadic. Menos de tres meses después de la derrota del presidente Tadic y los suyos, el país balcánico, candidato desde marzo a la integración en la Unión Europea, tiene un Gobierno encabezado por Ivica Dacic, jefe del Partido Socialista —tercero más votado, árbitro de la situación— y fervoroso portavoz del genocida Slobodan Milosevic en los siniestros años noventa, durante las guerras de descomposición de la antigua Yugoslavia. El presidente serbio es desde mayo Tomislav Nikolic, que fuera mano derecha de Vojislav Seselj, un facineroso procesado en La Haya por crímenes de guerra. El nuevo Gobierno es una alianza entre los socialistas y el Partido Progresista de Nikolic.
A Serbia, en crítica situación económica y con desempleo galopante, no le queda presumiblemente otro camino que perseguir la integración europea y continuar el diálogo con Kosovo —tema crucial y precondición impuesta por Bruselas—, su antigua provincia de mayoría albanesa, independiente desde 2008 y a la que no reconoce. Pero parece razonable dudar de que esos objetivos puedan ser perseguidos con la misma eficacia y ahínco por un presidente y un primer ministro con semejantes antecedentes. O por un Gobierno del que forma parte Aleksander Vucic, ministro de Información de Milosevic y más recordado por sus incendiarias declaraciones durante la guerra de Kosovo, que finalmente desencadenó el ataque de la OTAN contra Belgrado.
La inquietud europea y de EE UU por el compromiso de los nuevos gobernantes está plenamente justificada. La UE debe abrirse a la integración de los países balcánicos, pero también evitar la llegada de socios (hay ejemplos) incapaces de cumplir con irrenunciables estándares democráticos. Si la reconciliación regional es una asignatura pendiente, este regreso de Serbia al pasado no la favorece. Abrazar la democracia, sus hábitos y reglas, es más fácil desde la razón que desde posiciones como las sostenidas en su momento por el ahora primer ministro Dacic o por el presidente Nikolic, para quien la histórica masacre de Srebrenica (más de 7.000 musulmanes asesinados a sangre fría por las tropas serbobosnias) no se puede considerar un acto de genocidio.

Una cumbre clave entre Monti y Hollande para fortalecer el euro

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martes, 31 de julio de 2012

El batacazo del abejorro


 

 

Los fallos de la estructura del euro estaban ocultos por un periodo de auge económico en el sur.

 


La semana pasada, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, declaró que su institución “está preparada para hacer lo que haga falta a fin de proteger el euro”; y los mercados lo celebraron. En concreto, los tipos de interés de los bonos españoles cayeron en picado y las Bolsas de todo el mundo subieron como la espuma.
Pero, ¿se salvará realmente el euro? Eso sigue siendo muy cuestionable.
En primer lugar, la moneda única de Europa es una construcción con fallos muy graves. Y Draghi en realidad lo ha reconocido, algo que dice mucho en su favor. “El euro es como un abejorro”, ha declarado. “Este es un misterio de la naturaleza porque no debería volar, pero lo hace. Y el euro era un abejorro que ha volado muy bien durante varios años”. Pero ahora ha dejado de volar. ¿Qué se puede hacer? La respuesta, indicaba él, es “transformarlo en una abeja de verdad”.
Dejando a un lado el dudoso argumento biológico, entendemos lo que quiere decir. A largo plazo, el euro solo será viable si la Unión Europea se convierte en algo mucho más parecido a un país unificado.

El euro solo será viable si la Unión Europea se convierte en algo mucho más parecido a un país unificado

Fíjense, por ejemplo, en la comparación entre España y Florida. Ambos tuvieron enormes burbujas inmobiliarias que fueron seguidas de quiebras espectaculares. Pero España está en crisis de un modo en el que no lo está Florida. ¿Por qué? Porque cuando la crisis los golpeó, Florida pudo contar con Washington para seguir pagando la Seguridad Social y Medicare, para garantizar la solvencia de sus bancos, para ofrecer ayuda de emergencia a sus parados, etcétera. España no tenía una red de seguridad así y, a largo plazo, eso tiene que arreglarse.
Pero la creación de unos Estados Unidos de Europa no llegará pronto, si es que llega a ocurrir, mientras que la crisis del euro está teniendo lugar ahora. Por tanto, ¿cómo puede salvarse esta moneda?
Bueno, ¿por qué fue el abejorro capaz de volar durante un tiempo? ¿Por qué pareció funcionar el sistema del euro durante sus ocho primeros años, más o menos? Porque los fallos de la estructura estaban ocultos por un periodo de auge económico en el sur de Europa. La creación del euro convenció a los inversores de que era seguro prestar dinero a países como Grecia y España, que antes se consideraban un riesgo, por lo que el dinero fluyó hacia esos Estados (principalmente, por cierto, para financiar los préstamos privados más que los públicos, con la excepción de Grecia).
Y, durante algún tiempo, todo el mundo fue feliz. En el sur de Europa, las descomunales burbujas inmobiliarias hicieron crecer el empleo en la construcción, aun cuando el sector industrial se volvía cada vez menos competitivo. Mientras tanto, la economía alemana, que había estado languideciendo, se reanimó gracias al rápido aumento de las exportaciones a estos países del sur que contaban con burbujas especulativas. Parecía que el euro estaba funcionando.

El euro no puede salvarse a menos que Alemania también esté dispuesta a aceptar una inflación considerablemente más alta durante los próximos años

Entonces, las burbujas estallaron. Los empleos de la construcción se esfumaron y el paro aumentó vertiginosamente en el sur; ahora está bastante por encima del 20% tanto en España como en Grecia. Al mismo tiempo, los ingresos se hundieron; en su mayoría, los grandes déficit presupuestarios son una consecuencia, no una causa, de la crisis. Sin embargo, los inversores se dieron a la fuga e hicieron subir los costes del préstamo. En un intento por calmar los mercados financieros, los países afectados impusieron duras medidas de austeridad que agravaron sus crisis. Y el euro en su conjunto parece peligrosamente débil.
¿Qué podría revertir esta delicada situación? La respuesta está bastante clara; los responsables políticos tendrían que: (a) hacer algo para reducir los costes del préstamo en Europa y (b) ofrecer a los deudores europeos el mismo tipo de oportunidad de escapar a sus problemas mediante la exportación que tuvo Alemania durante los años de la bonanza; es decir, generar un auge económico en Alemania que imite el del sur de Europa entre 1999 y 2007. (Y sí, eso conllevaría una subida temporal de la inflación alemana). El problema es que los responsables políticos europeos parecen reticentes a hacer (a) y absolutamente reacios a hacer (b).
En sus comentarios, Draghi —que sospecho que comprende todo esto— lanzó, en esencia, la idea de hacer que el banco central compre grandes cantidades de bonos del sur de Europa para reducir los costes que conlleva la adquisición de préstamos. Pero, al parecer, durante los dos días siguientes los funcionarios alemanes echaron un jarro de agua fría sobre esa idea. En principio, Draghi podría limitarse a rechazar las objeciones alemanas, pero, ¿estaría realmente dispuesto a hacerlo?
Y las compras de bonos son la parte fácil. El euro no puede salvarse a menos que Alemania también esté dispuesta a aceptar una inflación considerablemente más alta durante los próximos años (y, hasta la fecha, no he visto ningún indicio de que los mandatarios alemanes estén dispuestos siquiera a debatir este asunto, no digamos ya a aceptar lo que sea necesario). En lugar de eso, siguen insistiendo, a pesar de los sucesivos fracasos —¿Se acuerdan de cuando se suponía que Irlanda iba camino de una recuperación rápida?— en que todo irá bien si los deudores simplemente se atienen a sus programas de austeridad.
Así que, ¿podrían salvar el euro? Sí, probablemente. ¿Deberían salvarlo? Sí, aun cuando ahora su creación parezca un tremendo error. Porque un fracaso del euro no solo causaría problemas económicos; sería un golpe descomunal para el proyecto europeo en general, que ha traído la paz y la democracia a un continente con una historia trágica.
Pero, ¿lo salvarán realmente? A pesar de las muestras de determinación de Draghi, esto es, como he dicho, muy cuestionable.
Paul Krugman es profesor de Economía en Princeton y premio Nobel de 2008.
© 2012 New York Times News Service. Traducción de News Clips

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lunes, 30 de julio de 2012

El regreso de Bachelet mantiene en vilo a la política chilena


La ex Presidenta, radicada en Estados Unidos, mantiene altos niveles de apoyo y, aunque guarda silencio sobre sus intenciones, parece claro que se postulará a las elecciones de 2013.

 

ROCÍO MONTES Santiago de Chile 

No hay conversación política con integrantes del Gobierno de Sebastián Piñera, del Parlamento y de los partidos políticos chilenos de todas las tendencias que no confluya en una persona que hace casi dos años no vive en el país y ha guardado un irrestricto silencio sobre los vaivenes de la coyuntura local: la ex Presidente Michelle Bachelet, radicada en Nueva York, actual directora ejecutiva de ONU Mujeres.
A 16 meses de las elecciones presidenciales de noviembre de 2013, la médico socialista mantiene índices de apoyo popular que sobrepasan de lejos a cualquiera de los otros diez candidatos. De acuerdo con un reciente estudio del Centro de Encuestas del periódico La Tercera, 42% votaría por Bachelet para la presidencia de la República. La sigue con un 15% el ministro de Obras Públicas, Laurence Golborne, rostro del exitoso rescate de los 33 mineros en octubre de 2010, la figura mejor posicionada del oficialismo para suceder a Piñera. En tercer lugar, con un 10%, Franco Parisi: un economista sin partido que alcanzó popularidad en programas de televisión y que apela al voto de los que no se sienten representados ni por la Concertación de centroizquierda ni por la Alianza de derecha, las dos principales coaliciones de partidos.
Pero la exmandataria es la única que hasta ahora no ha despejado la duda de si estará disponible para la carrera presidencial. En diciembre pasado, en uno de sus escasos viajes públicos a Chile, al ser consultada sobre la materia señaló escuetamente: “No ando con el traje de candidata”. El silencio de Bachelet, sin embargo, con el correr de los meses se ha transformado paradójicamente en una señal nítida, y tanto partidarios como detractores consideran un hecho probado que regresará al país como la abanderada de la Concertación. A medida que se acortan los plazos y su respaldo ciudadano se mantiene insumergible, explica uno de sus colaboradores cercanos, las posibilidades de que se niegue a presentarse son hoy en día prácticamente nulas.
En Chile no se sabe prácticamente nada sobre su vida en Estados Unidos, pese al interés generalizado que despierta su figura


Después de un Gobierno de cuatro años que no estuvo exento de graves conflictos, Bachelet dejó la presidencia en marzo de 2010 con un 84% de popularidad. Desde ese momento tomó la decisión de abstraerse de la coyuntura política local, aceptó el nombramiento en ONU Mujeres y se radicó sola en Nueva York, sin la compañía de su madre de 85 años ni de sus tres hijos. Fue el hito con que arrancó un periodo de silencio total: en Chile no se sabe prácticamente nada sobre su vida en Estados Unidos, pese al interés generalizado que despierta su figura, ni su diagnóstico político sobre la crisis de la Concertación tras la derrota presidencial, el estallido social de 2011 y los problemas políticos de la Administración de Piñera.
La consigna de Bachelet, la discreción absoluta, es respetada con fidelidad por el pequeño grupo de confianza que la ex Presidenta mantiene tanto en Norteamérica como en Chile y que defiende la idea de que se trabaja mejor si se guarda silencio. En Santiago se concentran en la fundación Dialoga, que la ex Jefa de Estado fundó tras salir de La Moneda para “apoyar el liderazgo progresista y, en particular, el de las mujeres y jóvenes”. Ni siquiera los dirigentes de centroizquierda, salvo un par de excepciones, puede acceder con facilidad a la directora de ONU Mujeres. En estos dos años, muchos políticos han intentado presumir de su cercanía tras lograr una audiencia privada, encontrársela en alguna recepción e intercambiar algún correo electrónico. El fenómeno ha sido bautizado por la prensa chilena como la procesión a Nueva York.
La gran pregunta respecto a Bachelet no es si se animará a presentarse, sino qué tipo de Gobierno llevaría adelante en el caso de ganar
El silencio de la ex Presidenta, que en parte se explica por su rango de funcionaria internacional, ha generado que en Chile se reciba con expectación cada dato suyo que trasciende a los medios de comunicación: su residencia en Queens, los viajes reservados que realiza a Chile durante las vacaciones, los personajes que supuestamente comienzan a formar parte de su círculo en vista de un eventual futuro Gobierno.
La reserva de la socialista, la primera mujer en llegar a La Moneda, irrita al oficialismo chileno. En diversas ocasiones, tanto parlamentarios de la derecha como miembros del Gobierno la han emplazado a que se pronuncie, por ejemplo, sobre el papel que cumplió la madrugada del 27 de febrero de 2010, cuando murieron 181 personas por la alerta fallida de maremoto. “Un presidente siempre debe asumir sus responsabilidades y nunca debe evadirlas”, dijo Piñera en mayo. Bachelet, en otra de sus escasas declaraciones, le recordó desde París que había entregado su testimonio a la Fiscalía e hizo un llamado a “no politizar” el caso y “dejar trabajar a la Justicia”.
El oficialismo advierte que la ex Presidenta es el gran impedimento para no gobernar durante un segundo período y su gran esperanza es lo que ocurra cuando regrese a Chile y deba entrar de lleno a la coyuntura. Pero el respaldo a Bachelet parece ser incombustible. El fenómeno se contrapone a la situación de Piñera, cuya popularidad sigue siendo baja, pese a que ha remontado desde las manifestaciones estudiantiles de 2011. De acuerdo con la última encuesta Adimark, obtuvo un 34% de apoyo en junio y un 58% de desaprobación. El jefe de Estado, que ya ha sobrepasado la mitad de su mandato, comienza además a sufrir el síndrome del pato cojo: tanto la derecha como la oposición están concentrados en las elecciones municipales de octubre próximo, que se convertirán en la primera gran prueba electoral del Gobierno.
Chile cambió abruptamente el año pasado cuando el descontento de la población tomó forma de protestas, huelgas y marchas ciudadanas. Las instituciones democráticas perdieron respaldo y tanto el Parlamento como los partidos encabezaron la lista del desprestigio. Apenas un 26% dice sentirse representado por la Alianza y un 19% por la Concertación, cuyo único pasaporte para regresar al poder es Bachelet, que es incólume al descrédito político general. Según un dirigente de la coalición, que gobernó por 20 años tras derrocar a Pinochet, los cuatro partidos habrían tomado caminos separados si no existiera la opción de regresar a La Moneda de la mano de la ex Presidente.
Actualmente, el conglomerado enfrenta una de sus peores crisis internas, ya que hay quienes propugnan la idea de fortalecer la izquierda por sobre el centro político, y juntar fuerzas para influir ante Bachelet. En su círculo, sin embargo, aclaran que independientemente de los vaivenes de los partidos, será la Concertación la que deberá adecuarse al modelo de la eventual candidata.
La gran pregunta respecto a Bachelet no es si se animará a presentarse, sino qué tipo de Gobierno llevaría adelante en el caso de ganar, tras medirse en una primaria con los precandidatos de la oposición. Es una de las cuestiones sobre las que ha reflexionado desde Nueva York. De acuerdo con quienes han conversado con la expresidenta, ha llegado al convencimiento de que tendrá que hacer una Administración diferente que responda a otro ciclo de la política chilena, cuyo eje será la superación de la desigualdad. Es la razón por la que debería llevar adelante el paquete de reformas profundas que la Concertación no realizó durante 20 años, como el cambio al sistema tributario y el modelo electoral binominal. En cualquier caso, explica un dirigente de su círculo, no haría un Gobierno de izquierda ni revolucionario, sino anclado en la centroizquierda.
Tampoco está claro si este nuevo discurso contará con el respaldo de los movimientos sociales emergentes, cuyo impacto electoral todavía es una incógnita. “Bachelet hoy representa un tapón de contención a la construcción de una alternativa de izquierda que deberemos superar”, escribió en Twitter hace unos días el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, Gabriel Boric. De cualquier forma, con la nueva ley de inscripción automática y voto voluntario, en las próximas elecciones se incorporarán casi cinco millones de electores. En este segmento, compuesto mayoritariamente por jóvenes, Bachelet también corre con una amplia ventaja.

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