La sombra del burro
Trump, la era de la brutalidad
La secuela irresoluble de la imposición de aranceles es la consagración de la imprevisibilidad del antaño líder del mundo libre.
Actualizado Sábado,
5 abril 2025 - 22:51
El año que viene se celebrará el 250 aniversario de la Declaración de Independencia de Estados Unidos, primera piedra del constitucionalismo moderno y uno de los textos inspiradores de la cultura política basada en el reconocimiento de la dignidad humana.
Hay que preguntarse cuánto habrá avanzado la brutalidad
del trumpismo hasta esa fecha, 4 de julio de 2026, si en tan solo 10
semanas el proceso de demolición ideológica deliberada del modelo moral que se
fundó entonces ha avanzado tanto y a velocidad tan asombrosa, sin encontrar
apenas resistencia, como si la sociedad
civil que tantas veces a lo largo de la historia se levantó para defender esa
idea de la democracia y de los derechos se hubiese resignado a su declive o
hubiera naturalizado como propio el propósito de destruirla.
Lo mismo haciéndose un vídeo de Instagram en una cárcel de
El Salvador o expeliendo frívolamente el «odio» hacia los europeos en el chat
de Signal que decide un ataque inminente, esa brutalidad es el indicativo estético de que
esta vez no se cumplirán las expectativas de que la Administración Trump
reconducirá a la baja su proyecto ético en función de sus consecuencias
racionales. La grotesca comparecencia del
presidente norteamericano en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca para
anunciar la imposición generalizada de aranceles habría sido una más de sus
patéticas exhibiciones de arbitrariedad y autoritarismo si no fuese porque esta
vez la herida provocada es tan profunda que no tiene cura.
El efecto inmediato será el incremento de los precios y la
desaceleración de la economía, pero no es un error sino un delirio: el
secretario del Tesoro confirmó a Tucker Carlson que se trata de un experimento
populista para cortocircuitar los mercados financieros. La secuela irresoluble es la
ruptura de la credibilidad de EEUU como socio comercial, la consagración de la
imprevisibilidad del antaño líder del mundo libre, cuando desde Adam Smith sabemos que sin «sentimientos morales»
compartidos –confianza y Estado de derecho– no hay prosperidad.
La renuncia proteccionista de Washington como guardián de
los mercados abiertos es un mazazo contra la arquitectura de
alianzas y el espíritu de cooperación internacional que han sostenido la
estabilidad global desde la Segunda Guerra Mundial, y de los que precisamente nace la hegemonía económica de
EEUU y su extraordinaria penetración como poder blando de influencia
diplomática, social y cultural. Los aranceles de Trump no solo rompen esos
lazos de interdependencia, sino que lo hacen bajo una lógica extravagante de
confrontación y resentimiento. La historia lo ha demostrado: cuando las naciones
se aíslan y priorizan el nacionalismo económico, los resultados suelen ser
trágicos.
El apagón del faro de Occidente será una oportunidad para
el progresivo encendido de su alternativa en el Lejano Oriente: China
proyectará su propio modelo autoritario. La UE reforzará su relación con el gigante
asiático, pero no tiene por qué entregarse a una dependencia que entregue a la
dictadura de Xi Jinping las cadenas de valor. Si el mercado de exportación estadounidense ya no es accesible,
existen enormes oportunidades para nuevas alianzas de libre comercio, como ya
se hizo con Mercosur; y, sobre todo, para expandir el mercado interno europeo
siguiendo las recetas de integración de Mario Draghi. El Libro Blanco sobre la
Defensa europea advierte de forma inquietante de que China es un «Estado
autoritario» que «busca cada vez más afirmar su autoridad y control en nuestra
economía y sociedad».
Pedro Sánchez estará esta semana en Pekín, en el lugar y en
el momento indicado. El proteico instinto de supervivencia del
presidente español le ha dotado de un innegable sentido de la oportunidad y
también de una irrefrenable tendencia a convertirlo en oportunismo. Sánchez aspira a liderar una aproximación prudente de la UE a
China, pero si cae en la temeridad de exponer su debilidad política y personal
o intenta dividir la posición europea, Xi sacará ventaja de ello. El Gobierno
afronta otra contingencia calamitosa sin Presupuestos ni socios con los que
aprobarlos. La respuesta de Sánchez al anuncio de los aranceles fue la de
construir una apariencia de fortaleza y de liderazgo
social donde no los hay, ofrecer el dinero
que no es suyo y teatralizar a través de Carlos Cuerpo un acercamiento de
Estado con el PP en el que no cree.
La incertidumbre a la que ahora se enfrentan en España
industrias como la agroalimentaria pone en evidencia lacerante a Vox. Santiago Abascal ha
vendido su autonomía política al trumpismo y ni siquiera ante este ataque
unilateral e inopinado a los intereses españoles ha sido capaz de abrir la boca. Un partido nacionalista en manos de una autoridad extranjera.
La formación de extrema derecha todavía está a tiempo de equivocarse más: lo
hará si no aprueba los Presupuestos que está negociando en las comunidades que
gobierna el PP.