CARTA ABIERTA AL PUEBLO DE LA RIOJA
Estimados
conciudadanos y hermanos riojanos,
Hoy
se cumplen ciento noventa años que una partida de milicianos al comando de
Santo Pérez, siguiendo las oprobiosas órdenes de quienes se oponían a la organización
federal del país, regó con sangre los tupidos montes de Barranca Yaco pretendiendo
ahogar las voces de las provincias del interior de la Patria que reclamaban
libertad, autonomía y justicia.
Los
ecos de aquel atroz y vil crimen que se cobró la vida del gran caudillo
llanista Juan Facundo Quiroga resuenan aun en la conciencia profunda de los
pueblos irredentos, y se refleja en la mirada triste e inocente de los niños
que pasan hambre, en la actitud vacilante y evasiva de nuestros jóvenes que
buscan otros horizontes, en la bronca contenida y disimulada de los padres que
no pueden abastecer a sus familias, y en el andar cansino, resignado y
sufriente de nuestros mayores que no pudieron torcer el rumbo de los hechos consumados.
Mirando
en perspectiva histórica algún desprevenido podría pensar que los ferales
escarmientos acontecidos y la indomable sangre derramada lograron el efecto buscado
de silenciar la protesta y domesticar la resistencia; sin embargo, aquellas
voces oprimidas y suprimidas renacen en cada copla, se riegan en cada chaya, se
golpean en cada caja, se vierten en cada copa amanecida, y se multiplican por
doquier en cada posteo indignado.
Que
no nos confundan los gritos del tero, la verba inflamada de las ideologías, los
giros camaleónicos de los políticos, las formulaciones especulativas de los
tecnócratas, los agravios cínicos y rentados de los trolls, las
afirmaciones falaces y fatuas de los dirigentes —y sus acólitos— que no ven
otra cosa que el fulgor metálico de “la matemática de su egoísmo”.
¡BASTA!,
es el grito que nace de las entrañas de los riojanos de buena voluntad; basta de
impunidad, de despilfarro, de ostentación, de miseria, de desidia, de
difamación, de clientelismo, de estrechez de miras, de desmesurada ambición.
PUEBLO
RIOJANO, ya es hora de levantar la voz, de conjuntar nuestras ideas, de hacer
latir al unísono nuestros corazones, de estrechar nuestras manos, de reclamar
nuestros derechos, dejando de lado las nimiedades que nos separan y levantando
las banderas que nos abrazan desde los tiempos fundacionales.
EXIJAMOS
como ciudadanos libres y responsables sueldos dignos y respeto de la carrera
administrativa, provisión de agua y energía eléctrica con tarifas acordes a los
niveles de ingresos, oportunidades de trabajo genuino y entrenamiento en las
nuevas tecnologías digitales, servicios públicos de calidad en materia de
salud, educación, seguridad y promoción social, obras de infraestructura y
desarrollo productivo, transparencia y rendición de cuentas de los recursos
públicos, y un plan integral de lucha contra las adicciones para nuestros
jóvenes.
La
Historia que se construye de mitos y realidades, de pequeños y grandes hechos,
de memorias y olvidos, de luchas y abandonos, de presencias y ausencias, dirá a
las generaciones venideras que en tiempos difíciles e inciertos, cuando
amanecía la revolución digital y la era de las máquinas autónomas, hubieron
riojanos valientes y comprometidos dispuestos a salir de la comodidad de sus
vidas y de la complaciente atmósfera de la resignación para alumbrar y recorrer
el sendero desafiante pero promisorio de la libertad, la igualdad y la
prosperidad para todos los habitantes que pueblan esta bendita y gloriosa tierra.
Entre
la anarquía de la libertad sin freno y el autoritarismo del poder sin control
hay un camino intermedio —jalonado con nombres y actos ilustres, heroicos y
anónimos—, y un destino inexcusable amparado en una esperanza —la cual
parafraseando a la Cantata Riojana será de lucha, más también será de amor—, que
unidos podemos construir y bajo cuyo cielo reconocernos en la diversidad.
¡Los
abrazo con el corazón y la estima de siempre!
¡UNA RIOJA MEJOR ES POSIBLE!
¡VIVA LA RIOJA!
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