CRISTINA
F. PEREDA Washington
Caroline Kennedy, durante su intervención en la Convención Nacional Demócrata de 2008. /PAUL J. RICHARDS (AFP)
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció este miércoles el
nombramiento de Caroline Kennedy como embajadora en Japón. La Casa Blanca ha
confirmado lo que ya adelantaron varios medios el pasado mes de abril: una
Kennedy se convertirá en la primera mujer en representar a Washington en el
país asiático.
La elección de Caroline supone la continuidad de la saga de una de las
familias más simbólicas de Estados Unidos. Su padre, John Fitzgerald Kennedy,
fue presidente desde 1961 hasta su muerte en Dallas dos años después, mientras
que su abuelo Joseph Kennedy también fue embajador en Reino Unido entre 1938 y
1940. En las últimas elecciones, su primo ‘Joe’ consolidó la permanencia de la
cuarta generación de esta dinastía en el Congreso, al convertirse en
representante por el Estado de Massachusetts.
Kennedy, de 55 años, escenificó junto a su tío Ted, histórico senador
demócrata fallecido en 2008, el apoyo de la familia al entonces candidato
Obama. Ocurrió a comienzos de la campaña electoral demócrata y Caroline pasaría
a ser asesora de la apuesta de Obama, puesto que repetiría en las
presidenciales de 2012. A pesar de que se había mantenido al margen de la
política hasta entonces, Caroline apostaría por el puesto de senadora -por el
Estado de Nueva York- que dejó libre Hillary Clinton al convertirse en
secretaria de Estado de la Administración Obama, pero abandonaría poco antes de
las primarias.
La próxima embajadora de EE UU en Japón no ha ocupado por tanto ningún
puesto político a lo largo de su carrera. Kennedy, madre de tres hijos y casada
con el diseñador Edwin Schlossberg, es abogada -titulada en la Universidad de
Harvard y en la Universidad de Columbia-, ha publicado varios libros y a lo
largo de su carrera ha dirigido y participado en la gestión de varias
fundaciones vinculadas con los derechos civiles en EE UU.
La confirmación de Kennedy para el cargo, a pesar de que había sido
adelantada hace varios meses, supone el reconocimiento de EE UU hacia Japón y
un gesto de lealtad hacia uno de sus grandes aliados, con el que además puede
reforzar sus diferentes apuestas en la región. El puesto ha sido ocupado
tradicionalmente por grandes figuras de la política estadounidense como los
senadores Mike Mansfield y Howard Baker, vicepresidentes o portavoces de la
Cámara de Representantes, como fue Tom Foley.
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