Hace relativamente
poco tiempo se llegó a pensar que los ciclos económicos eran pasado.
MIGUEL
FORCAT LUQUE/EL PAÍS
México, finales de los años 80. El país azteca, hasta entonces muy
proteccionista con su economía, decidió abrirla, lo que atrajo inversiones
extranjeras. El problema fue que a estas inversiones no siguieron, como se
esperaba, crecimientos económicos. Buscando ese desarrollo que no llegaba los
mexicanos decidieron devaluar su moneda. Pero, si algunos economistas aseguraban
que la devaluación que México necesitaba era del 30%, la realmente efectuada
fue apenas del 15%. Consecuencia: Los inversionistas extranjeros, temerosos de
una nueva devaluación, retiraron su dinero del país del Tequila. Para retener
esos capitales, el estado Mexicano subió los tipos de interés creando una serie
de bonos por los que tenía que pagar grandes cantidades de dinero. México se
vio ante un problema serio: No tenía dinero para pagar. México, simplemente, no
tenía dinero.
Hace algún tiempo conocí a un ciudadano de fuera de América. Cuando le
comenté que vivía en Nicaragua, él me contestó: “¡Qué casualidad: Mi primo vive
en Perú!”. Esta anécdota plasma una idea bastante generalizada (y falsa)
consistente en considerar a América Latina como un territorio único. Es así
como operan las inversiones extranjeras.
El problema serio que acabo de relatar sobre México tuvo consecuencias
en otros países latinoamericanos. Prestamistas extranjeros que hasta entonces
prestaban dinero a empresarios argentinos dejaron de hacerlo temerosos de algún
tipo de contagio. La consecuencia fue que el país del tango se vio escaso de
capitales: Argentina no tenía dinero.
La economía estadounidense estaba entonces muy expuesta a la economía de
su vecino del sur. Previniendo mayores males, los norteamericanos decidieron
ayudar a México: Estados Unidos inyectó a la economía mexicana la nada
desdeñable suma de 50.000 millones de dólares. El Banco Mundial, por su parte,
hizo lo propio con la economía argentina, e inyectó en las arcas del país de
Borges cerca de 15.000 millones de dólares.
La situación de crisis en la que se encontraban estos dos países
latinoamericanos se debía a una multitud de factores coyunturales. La falta de
dinero era solo uno de los problemas de esos países: Es falso pensar, como
muchos hicieron, que la escasez monetaria era el problema mayoritario de
Argentina y México. Pero entonces ocurrió algo sorprendente: Tras las
inyecciones monetarias en México y Argentina, las economías de los dos países
despegaron: La mejoría de sus datos económicos era clara y palpable. Parecía
que tanto Argentina como México habían superado sus crisis.
Este nuevo crecimiento económico se debió a una multitud de factores,
uno de ellos, sin duda, fueron las inyecciones monetarias. Pero es un error
creer que esa introducción de dinero fue la única razón (o incluso la razón
predominante) por la cual la crisis fue superada por esos países. Y sin
embargo, muchas grandes firmas de la macroeconomía internacional apoyaron esa
hipótesis.
La enciclopedia se creó cuando el ser humano creyó que algún día iba a
ser capaz de saberlo (absolutamente) todo… El conjunto de equivocaciones,
aciertos y golpes de suerte acontecidos en estos dos países latinoamericanos
contribuyó al asentamiento de la muy repartida creencia de que el ser humano
había encontrado por fin la capacidad para solucionar todos los problemas de
orden económico-financiero que pudieran surgir y que, por tanto, las crisis
económicas se habían acabado definitivamente.
Estas teorías simplistas e ingenuas quizás contribuyeron a que algunas
economías, sobre todo occidentales, se hicieran insaciables propiciando el
despilfarro hasta unos límites nunca vistos. Esto, a su vez, provocó la crisis
económica que ha azotado a algunos países desarrollados y que sigue siendo un
flagelo para economías emergentes como la de Argentina, que pasa hoy por una
nueva crisis.
Miguel Forcat Luque es economista y ejerce como agregado
para Asuntos de Cooperación de la Unión Europea. Las opiniones de este artículo
no reflejan el punto de vista de la institución.
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