John Atta-Mills era presidente de Ghana por un voto nomás, se diría (50.23%–49.77% de diferencia con respecto a su rival, Nana Akufo-Addo), cuestión que fue investigada y probada, y que para él debió representar una verdadera cura de humildad. Consiguió el poder con mucho esfuerzo, se ve, en 2008, después de presentarse por tercera vez (fue vicepresidente entre 1997 y 2001) y sufrir derrota continuada y motivada por ese sistema absolutamente bipartidista que tiene Ghana. Quizá por eso, él era amable, diplomático, conciliador y siempre pacificador, poco dado al discurso despectivo del contrario al que estamos acostumbrados en estos fueros. Gustaba del juego límpio. Era gran aficionado al hockey.
Ayer murió repentinamente, al poco de celebrar su cumpleaños (21 de julio de 1944). Pero hacía mucho ya que estaba enfermo de cáncer de garganta y su voz se iba modificando con el tiempo. En los últimos meses apenas hablaba. Ahora ha callado para siempre. Alguna vez hasta se le dio por muerto. Y él se reía mucho con tal cosa. Su estado de salud fue siempre asunto nacional, pero nunca nadie confirmó su enfermedad; él mismo insistía en que se encontraba estupendo. En las fotografías, según su estado y la epoca, lucía mejor o peor aspecto (veánlo debajo). Iba y venía a EE UU para ser tratado. Su última visita médica había sido reciente.
Cuando visitamos Ghana hace dos meses para un reportaje en El País Semanal titulado Ghana; estado de buena esperanza precisamente por la situación en que se encuentra el país, Atta-Mills, abogado y profesor de derecho durante más de 20 años (por eso popularmente le llaman profesor) no se encontraba allí. Solicitamos entrevista con él y algunas de sus ministras, pero no pudo ser (sí hablamos, sin embargo, con la hija del padre de la revolución Nkrumah, Samia, que es líder y única parlamentaria del tercer partido en liza, CPP, más a la izquierda de Atta-Mills, con perspectiva ahora de crecer).
Atta-Mills se perdió esos días un acto de importancia organizado por la Alianza GAVI: la introducción de dos vacunas (neumonía y rotavirus) que iba a representar grandes avances de salud en un país muy afectado por ambos males, en el que sí estuvo presente su esposa Ernestina Mills, la ex consejera matrimonial con la que se casó (deja también hijo, Sam Kofi Atta-Mills), que dio discurso solidario y vacunó allí mismo a varios niños como símbolo y ejemplo a seguir. En el acto, muy protocolario pero distendido se bromeó con la capacidad del presidente para "saber guardar silencio y no estar". Estaban acostumbrados.
Esos días Atta-Mills era invitado por Obama a las reuniones del G8 (junto a Benín, Etiopía y Tanzania), así que la ausencia parecía justificada. Su integridad ha sido destacada por muchos en el momento de su desaparición. Hasta Obama ha hecho mención, además, claro de a las buenas relaciones que tenían. No en vano, Ghana fue el primer país que el mandatario estadounidense visitó en 2009 en su debú en África Occidental. Lo cierto es que Ghana es modelo de democracia en la zona, independientemente de sus cambiantes condiciones económicas (crecimiento en alza, petróleo recién descubierto...) y lo mucho que tiene de lastre y le queda por hacer, puesto que un 30% del país vive bajo el umbral de la pobreza (su posición en el Índice de Desarrollo Humano está en la zona adelantada, pero del pelotón de cola). Fue el primer Estado en independizarse del Gobierno británico (1957). Y tal cosa tiene allí su peso y su poso de orgullo nacional. Cuenta mucho en su haber. Ahora que se cumplen diez años de la Unión Africana, y bajo presidencia de una mujer, el vacío de Atta-Mills se dejará notar.
La repercusión de la muerte de Atta-Mills fue grande. El corresponsal de BBC en África occidental, Thomas Fessy,comentaba que es la primera vez que un presidente muere en el ejercicio de su cargo y que su desaparición no va a suponer una crisis política en el país en absoluto, pero sí pondrá a prueba la solidez de las instituciones, sin duda. Sobre todo, siendo goloso el país como es. Ya la cercanía de las elecciones (el 7 de diciembre) en sí misma era motivo de intranquilidad para algunos ciudadanos durante nuestra visita. "Esperamos que nada sucede, que no se torne en violencia", nos decían hasta los más jóvenes, los estudiantes de la Universidad de Ghana. El intento de convertirlas en asunto límpio y bajo estandar internacional hizo que el Gobierno pusiera en marcha un control del censo biométrico. En muchos lugares se tomaban huellas digitales y se controlaban a rajatabla los registros para evitar los fraudes. Los periódicos informaban de la picaresca al respecto. El país entero está repleto de carteles anunciando la obligatoriedad de tal censo para ejercer el derecho al voto, igual que abundaban ya las reclamaciones políticas en vallas por las carreteras (vean arriba).
La gran pregunta ahora en Ghana es quién se va a presentar para la Presidencia en las elecciones en diciembre por el partido gobernante (Congreso Democrático Nacional, NDC) frente al Nuevo Partido Patriótico (NPP), dado que Mills había sido nominado para tal cosa de nuevo por su grupo, eso sí, con la oposición y competencia de la esposa del ex presidente Rawlings, Nana Konadu, que le hacía la vida imposible.
Ayer tarde, el vicepresidente John Dramani Mahama, curiosamente el cuarto Juan en el cargo, asumía la presidencia interina y su perfil era colocado velozmente en la página oficial del Gobierno, en una afán por mostrar normalidad política. Mientras, todos los medios se hacían eco con tristeza de la desaparición de Atta-Mills; algunos, como ABC News mencionaban el peligro de golpe de Estado tras la muerte del líder al mando, tal cual ha sucedido en países cercanos. Otros se detenían en su condición de líder panafricanista y pragmático (JeuneAfrique), en su papel estabilizador (el NYT), o en el crecimiento bajo su mando, y hubo hasta quien sacó punta a lo misterioso de su muerte, una vez más, en muchos mensajes en las redes sociales.
El presidente Atta-Mills se describía a sí mismo como socialdemócrata y seguidor del líder independentista Kwame Nkrumah en asuntos de bienestar social, por ejemplo. Como aquel, de tirón y de base sólida como político de Estado. La llamada Agenda A Better Ghana era su objetivo: su primer discurso sobre el estado de la nación es muy significativo. Una vez en el poder inició un programa de austeridad y presidió el país prometiendo que - a diferencia de algunos países africanos - su Gobierno gastaría los ingresos de petróleo recién descubierto responsablemente. Pero hasta el momento no está demostrado que esto sea así. Muchos son los que temen, ahora mucho más, que no sea así.
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