Putin define a los BRICS como “clave para formar un mundo multipolar”.
Los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica) no son un club para Moscú, sino un instrumento político y económico
para cambiar el orden mundial establecido, comenzando por las finanzas. Estos
objetivos se esbozan en un documento difundido por el Kremlin en vísperas de la
cumbre de los jefes de Estado del quinteto, que ha comenzado este martes en
Durban, Sudáfrica, y a la que asiste el presidente
ruso, Vladímir Putin.
Según la página oficial
del Kremlin, Putin ratificó la “concepción de la participación de la Federación
Rusa en la asociación
BRICS” el 21 de marzo, el mismo día en que trató a puerta cerrada sobre la
crisis de Chipre con el jefe de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso,
que estaba en Moscú para participar en la cumbre entre Rusia y la UE.
En la política exterior
de Putin, los BRICS tienen un lugar estratégico privilegiado. En el marco de
esta asociación, cuya primera cumbre se celebró en Yekaterinburg (en los
Urales) en 2009 cuando aún estaba gestándose, Moscú aspira a reformar sistema
financiero y de reservas internacional para crear otro “más representativo,
estable y previsible”. Rusia apoya además la fundación de una agencia de rating propia que dé “una valoración más
objetiva de la situación de los bancos y compañías nacionales”. El Kremlin
quiere también institucionalizar los BRICS con un “secretariado permanente” y
propone, de hecho, que se congele la admisión de nuevos miembros por tres o
cuatro años, durante los cuales los socios actuales profundizarían su
integración.
Putin ha calificado los
BRICS como “uno de los elementos clave de la formación de un mundo multipolar”
en declaraciones a la agencia oficial Itar-Tass. Esta asociación debe
convertirse en “un mecanismo pleno de cooperación estratégica” que permita
buscar conjuntamente la vía de solución de los problemas clave de la política
mundial, señaló el mandatario.
Según el líder ruso, los países BRICS rechazan las presiones acompañadas
del uso de la fuerza y “el menoscabo de la soberanía de otros países” y abogan
por reforzar el papel central de la ONU en la política internacional. El
documento validado por Putin considera necesario “evitar que se use la ONU, y
en primer lugar el Consejo de Seguridad, para encubrir la política de
derrocamiento de los regímenes incómodos y la imposición por la fuerza de
variantes unilaterales para resolver las situaciones de conflicto”. El
presidente ruso opina que los países BRICS tienen el mismo enfoque en problemas
como la guerra de Siria, la situación en Irán o en Oriente Medio.
Uno de los proyectos que
Rusia apoya es la creación de un banco de desarrollo con el fin de
“disolver” el monopolio del
Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, según dijo a Itar-Tass
Viacheslav Níkonov, uno de los autores del documento ruso. “Esto no es la Unión
Europea, en cuya sede central en Bruselas arrebatan una gran parte de su
soberanía a los países miembros”, afirmó Níkonov, y señaló que los BRICS no
planean “órganos supranacionales” con derechos delegados ni tampoco estructuras
jerárquicas.
Rusia está por el
posicionamiento de los BRICS “como un nuevo modelo de relaciones globales que
se construyen por encima de las viejas líneas divisorias Este-Oeste y
Norte-Sur”. Esta visión para superar las coordenadas de la Guerra Fría entre
sistemas antagónicos y las del “diálogo Norte-Sur” entre países ricos
industrializados y países en desarrollo, se ve lastrada por la inamovible geografía.
La economía rusa, basada en la exportación de hidrocarburos y materias primas,
está orientada sobre todo hacia Europa, adonde se dirige el grueso de su red de
gasoductos y oleoductos. Los planes de diversificación de los suministros hacia
China suponen grandes inversiones y largos plazos de realización, para
encontrarse en el extremo oriental de los futuros oleoductos y gasoductos con
unos durísimos negociadores que se han asegurado ya la diversidad de
proveedores de crudo en los países de Asia Central. A título comparativo, el
volumen comercial entre Rusia y la UE en 2012 fue de 410.000 millones de
dólares, mientras el volumen comercial ruso-chino, llegó a los 88.000 millones
de dólares.
Rusia tiene además cerca
del 41% de sus reservas de divisas en la moneda europea. De ahí que las
repercusiones sobre el euro de la crisis de Chipre la afecten de lleno. El
viceministro de Desarrollo Económico, Andréi Klepach, admitió ayer que la
situación de Chipre puede contribuir a que la fuga de capitales de Rusia en
2013 supere las estimaciones de 10.000 millones de dólares dadas por su
ministerio. El impacto de Chipre en Europa y en Rusia ha sido “negativo”, lo
que se ha reflejado en “las oscilaciones de los mercados” añadió el funcionario.
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