‘La línea roja’ permite
a los trabajadores surcoreanos cruzar la frontera para trabajar en Kaesong, un
complejo industrial.
JOSE REINOSO Pekín
Los ejercicios de retórica, las amenazas y las medidas de
represalia norcoreanas se suceden sin parar. Un día después de ordenar a su
artillería y unidades de misiles colocarse “en posición de combate” y estar
listas para atacar las bases de Estados Unidos en las islas de Hawái, Guam y el
continente, Pyongyang ha tensado un poco más la cuerda. El régimen de Kim
Jong-un ha asegurado este miércoles que ha cortado ‘la línea roja’ de
comunicación militar con Seúl, que permite a los trabajadores surcoreanos
cruzar la frontera para trabajar en Kaesong, un complejo industrial situado en
el Norte, que emplea en su mayoría a trabajadores de este país aunque es
operado con tecnología y dinero del Sur.
“En la situación actual, en que la guerra puede estallar en
cualquier momento, no hay necesidad de mantener las comunicaciones militares
norte-sur”, ha asegurado un portavoz militar, según la agencia oficial
norcoreana KCNA.
La medida amenaza la continuidad del último símbolo grande de
cooperación entre los dos países, en un momento en que la tensión en la
península coreana se encuentra en uno de los niveles más altos de los últimos
años. Pero Kaesong, donde 123 empresas surcoreanas emplean a más de 50.000
trabajadores del Norte, supone una importante fuente de ingreso de divisas, por
lo que Pyongyang tendrá cuidado de no tirar piedras contra su propio tejado.
En marzo de 2009, cortó también la línea de comunicación
militar y 80 surcoreanos se quedaron aislados en Kaesong durante un día. Los
movimientos transfronterizos fueron reanudados tras negociaciones entre ambas
partes, pero la ‘línea roja’ permaneció fuera de servicio durante una semana.
No fue reconectada hasta que finalizaron las maniobras militares conjuntas que
Corea del Sur y Estados Unidos llevan a cabo cada año. Más de 900 trabajadores
surcoreanos se encontraban hoy en Kaesong, según ha asegurado Seúl, informa
Associated Press.
Pyongyang interrumpió recientemente otras líneas de conexión
con el Sur y el centro de mando de Naciones Unidas -liderado por Estados
Unidos- en Corea del Sur, aunque aún mantiene activa la comunicación entre las
administraciones de aviación de las dos Coreas.
El Norte está furioso por las maniobras militares que Corea del
Sur y Estados Unidos llevan a cabo en este momento en la zona y las sanciones
de la ONU impuestas por el ensayo atómico que realizó el 12 de febrero pasado.
En respuesta, ha desatado un torrente de amenazas –incluida su intención de
llevar a cabo ataques nucleares preventivos contra Corea del Sur y Estados
Unidos- y ha declarado rotos el armisticio que puso fin a la guerra de Corea y
todos los demás pactos de no agresión con el Sur. El conflicto de Corea
(1950-1953) terminó con un alto el fuego que nunca se convirtió en tratado de
paz definitivo. Los expertos creen que Pyongyang está incrementando la tensión
para forzar una posición ventajosa en unas futuras negociaciones.
La agencia oficial norcoreana KCNA ha informado también de
que el Politburó del Comité Central del Partido de los Trabajadores celebrará
una reunión del plenario en los próximos días para “discutir y decidir un
asunto importante que hará avanzar de forma victoriosa la revolución coreana”.
Pyongyang ha atacado a la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, a la que ha
acusado de calumnia y provocación, después de que esta advirtiera al Norte en
un discurso de que si no abandona su programa de armas nucleares el régimen
acabará desmoronándose.
Una nueva muestra de la tensión entre los dos países es el
incidente que se ha producido esta madrugada en la zona noreste de la frontera
común. Un soldado surcoreano de guardia ha arrojado una granada contra un
objeto que se movía en la oscuridad, lo que ha disparado durante varias horas
la alarma. Una búsqueda realizada posteriormente ha revelado que no se había
producido ninguna infiltración desde el Norte, según ha informado el Gobierno
de Seúl. A pesar del incremento de las amenazas y la retórica, pocos creen que
Corea del Norte se arriesgue a un conflicto abierto porque sería un suicidio;
pero sí podría producirse algún incidente armado, con víctimas mortales, como
los ocurridos en los últimos años. Washington ha advertido a Pyongyang que el
Ejército estadounidense está preparado para responder a “cualquier
contingencia”, mientras Japón, que acoge varias bases americanas, ha dicho que
está “en alerta total”.
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