El
presidente cumple su primer ciclo de Gobierno con la economía débil, con
protestas sociales y con puntos negros en la seguridad.
Manifestantes encapuchados y policías antidisturbios protagonizaron este domingo enfrentamientos en Ciudad de México. / JOSÉ MÉNDEZ (EFE)
PABLO DE LLANO México
El
presidente de México, Enrique Peña
Nieto, presentará este lunes su primer informe de Gobierno y lo hará en medio de una coyuntura
revuelta y con aspectos negativos. Si bien lleva solo nueve meses al mando,
Peña Nieto ha llegado al momento de hacer balance público de sus resultados y
se encuentra con debilidades: la economía no crecerá como se esperaba, su pacto
con partidos de la oposición se resquebraja, la crisis de los movimientos
populares de autodefensa se mantiene, los resultados en seguridad tienen fallas
preocupantes y las calles de la capital se han convertido en un constante manifestódromo
de sectores sociales contrarios a dos de sus reformas clave: la educativa
y la energética.
Peña
Nieto hará su informe público en Los Pinos, la residencia oficial del
presidente, ubicada en el DF. Lo previsto es que lo hiciese este domingo,
cuando de hecho el secretario de Gobernación ya ha entregado el informe al
Congreso de la Unión, pero decidió pasarlo al día siguiente en vista de la
tensión que hay en las calles de la capital por las
protestas, sobre todo las de los maestros.
El
ambiente en el DF es de crispación sostenida. Si este sábado fue Cuauhtémoc Cárdenas, histórico líder de la
izquierda mexicana, quien sacó a la calle a miles de personas para protestar
por el plan de reforma energética del Gobierno, que plantea una apertura de la
explotación del petróleo, de propiedad estatal, a la inversión privada, este
domingo han sido los maestros y los estudiantes los que han recorrido el DF con
sus proclamas antigubernamentales. Los maestros no quieren que se instaure
–como contempla la reforma educativa– un sistema que los evalúe, y los
estudiantes, entre los que destaca el movimiento Yo soy 132, llevan oponiéndose
en las calles a Peña Nieto y a su partido, el poderoso Partido
Revolucionario Institucional, desde que el presidente comenzó su
campaña electoral en 2012.
La marcha
se dirigió a la cámara de diputados, donde según los convocantes se reunieron
alrededor de 50.000 personas, protegida por un contundente dispositivo de
seguridad. Durante el paso de los manifestantes por las calles del DF hubo
altercados menores con la policía protagonizados por supuestos grupos de
anarquistas. Las previsiones de seguridad para este domingo contemplaban tal
necesidad de recursos en la capital que un partido de fútbol se cambió para el
lunes porque no habría suficientes policías para vigilar el estadio.
Más allá
de la agitación social, el primer informe de Peña Nieto se ve ensombrecido por otras
cuestiones espinosas. La economía, en primer lugar, no evoluciona como se
esperaba. Hacienda ha recortado del 3,1% al 1,8% su previsión de crecimiento
para 2013. La llegada del Gobierno de Peña, cargado de reformas, creó en sus
primeros momentos expectativas de una rápida mejora económica, pero los datos
actuales han desinflado de momento esa idea.
La
estrategia de seguridad de Peña Nieto, otro de los puntales de su programa de
gobierno, también presenta flancos problemáticos. El martes pasado el
presidente hizo balance en este tema y dijo que el número de homicidios dolosos
en su primer periodo al mando ha bajado ya un 20%. Sin embargo, al mismo
tiempo, han aumentado los secuestros y las extorsiones, dos de los fenómenos
que más golpean al conjunto de la sociedad mexicana y que por eso mismo habían
sido fijados públicamente por Peña Nieto como objetivos prioritarios de su
combate al crimen. Estos claroscuros estadísticos se ven acompañados también
por la persistencia de un problema de autoridad institucional sobre el terreno
en zonas campesinas del suroeste de México. En los estados de Guerrero y
Michoacán operan desde inicios de 2013 autodefensas civiles que se han armado y
se arrogan el derecho a defender sus pueblos ante la presencia del crimen
organizado y lo que denuncian como un abandono de las fuerzas públicas.
Y tampoco
en el campo de los acuerdos políticos le marchan bien las cosas al presidente.
Al principio de su mandato lució un lustroso Pacto por México que implicaba que
las dos fuerzas centrales de oposición, el conservador Partido de Acción
Nacional y el izquierdista Partido de la Revolución Democrática, lo apoyarían
en sus reformas estructurales, en las más apremiantes, en las que se
consideraba que México necesitaba de forma urgente y que ningún partido debería
obstaculizar por sus propios intereses de poder. Pero a la postre el acuerdo se
ha ido deshilvanando y PAN y PRD juegan con el Gobierno un tira y afloja en el
que amagan con dejarlo sin apoyo en sus planes de reforma.
Otro
factor reciente que ha dañado la imagen del Ejecutivo actual es la aprobación
este mismo mes de modificaciones de la Ley de Transparencia que obstaculizan el
acceso de la información, según han denunciado ONG y oposición. Los traspiés
del Gobierno y las trabas que se está encontrando están creando un clima de
opinión severo con su trabajo. “Lo evidente a la fecha es que la conducción
económica ha sido atroz (…). Los pocos avances que había en materia de
transparencia están desapareciendo y el retorno del PRI ha servido de excusa
para el resurgimiento de la corrupción en todos los rincones del país (…).
Estos meses han demostrado que se puede aprobar legislación de toda índole y,
sin embargo, no cambiar nada”, escribía este domingo en el diario mexicano Reforma el analista Luis Rubio.
De
acuerdo con los datos de
la consultora Mitofsky, Peña Nieto ha llegado a este punto de
gobierno con una aprobación popular del 56%. En su momento, a estas alturas de
la gestión, otros presidentes recientes tenían mejores resultados: Felipe
Calderón un 66% de aprobación, Vicente Fox un 62% y Carlos Salinas un 70%.
Ernesto Zedillo tuvo un 44%, peor resultado que Peña Nieto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario