Majestuoso testimonio de un poder agostado

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sábado, 7 de septiembre de 2013

Siria divide al mundo como nunca desde la Guerra Fría


Por Martín Rodríguez Yebra | LA NACION






Putin, Obama y Rousseff, en una inusual sonrisa compartida. Foto: AP 


SAN PETERSBURGO.- No hubo acuerdo posible. La cumbre de presidentes del G-20 terminó ayer con una drástica división entre las grandes potencias, propia de la Guerra Fría, respecto de cómo debe actuar el mundo ante los ataques con armas químicas denunciados en Siria .

Con visibles ojeras y voz cansina, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama , habló ante la prensa para ratificar su inamovible decisión de ordenar una acción militar contra el régimen de Bashar al-Assad, pese a la resistencia de Rusia, China, Alemania, la Unión Europea y los principales países emergentes.
Anunció que el martes próximo hablará al mundo desde la Casa Blanca, una vez que el Congreso norteamericano debata la autorización que solicitó la semana pasada para lanzar una ofensiva "contundente y limitada en el tiempo" contra Siria.
Un rato antes el anfitrión, Vladimir Putin, había sido terminante en su oposición al plan del presidente norteamericano: "¿Quiere saber si ayudaremos a Siria? Lo haremos, igual que lo hacemos actualmente", advirtió ante un enjambre de periodistas de todo el mundo.
Obama y Putin , en el momento de mayor tensión entre ellos, dialogaron en los márgenes de la cumbre, sin acercar posiciones.
"Él no está de acuerdo conmigo y yo no estoy de acuerdo con él, pero hay un diálogo y eso es importante", destacó el presidente ruso. El líder demócrata también intentó rescatar el valor del contacto con su principal antagonista en la cumbre. " No esperábamos coincidencias ", admitió.
La discusión sobre Siria acaparó la cumbre convocada en las costas del Báltico para analizar el estado de la economía internacional. Anteanoche, en la cena de los presidentes, se abrió un debate oficial fuera del programa original para conocer las posturas de los países que engloban el 90% del PBI mundial y dos terceras partes de su población. Más de 20 presidentes y jefes de gobierno discutieron sin testigos.
Rusia y China encabezaron el rechazo a una represalia decidida por Estados Unidos, sin el amparo de las Naciones Unidas. Se alistaron en ese grupo, con marcados matices, Alemania, la India, Indonesia, Sudáfrica, Brasil y la Argentina.
Obama celebró el respaldo de su principal aliado en el plan bélico contra Al-Assad, el presidente de Francia, François Hollande. El premier británico, David Cameron, también se expresó en favor del ataque, aunque está atado de pies y manos después de la derrota en el Parlamento la semana pasada. Los aliados norteamericanos de la región en conflicto, Turquía y Arabia Saudita, sostuvieron su postura en favor de la operación militar urgente.
En los espacios libres que dejó el debate económico, Obama buscó acercarse a jefes de gobierno a los que podía arrancar alguna clase de apoyo. Lo consiguió a medias con el español Mariano Rajoy y el italiano Enrico Letta. Aunque se opusieron desde un principio a un ataque sin el visto bueno de la ONU, ayer firmaron un comunicado en el que expresan su respaldo "a los esfuerzos llevados a cabo por Estados Unidos y otros países para reafirmar la prohibición del uso de armas químicas".
El comunicado, firmado por 11 países, llama a tomar una medida "contundente" en Siria, pero no habla específicamente de una intervención militar. Obama no consiguió que se sumara la canciller alemana, Angela Merkel, pese a haber conversado varias veces. Merkel, en cambio, influyó sobre la posición de la Comisión Europea contraria a un ataque.


Hollande y Merkel, los dos motores de la UE, están enfrentados por el plan de EE.UU. 
Obama y Merkel en la cumbre del G20. Foto: AFP 

Obama presentó ese texto como una evidencia de que la mayoría de las potencias cree en la versión de que se usaron armas químicas en Siria y que fue el régimen de Al-Assad el que ordenó la masacre.
"A mí me gustaría que actuara la ONU. Pero si la comunidad internacional está paralizada ante una violación tan flagrante de la prohibición a usar armas químicas, si se usa el Consejo de Seguridad como una barrera para impedir que se cumpla la legalidad internacional, hay que encontrar otra forma de actuar", afirmó.
Acusaba así a Rusia y a China, dos de los cinco países con poder de veto en el máximo órgano ejecutivo de la ONU, por su bloqueo a una represalia multilateral contra Al-Assad.
El líder chino, Xi Jinping, cristalizó su posición antes de abandonar Rusia, al declarar que "no existen evidencias" de que Al-Assad sea responsable de una matanza con armas químicas. "Una solución política es la única opción correcta para la crisis siria", enfatizó.
Obama reiteró una y otra vez que su gobierno "no fabricó" las pruebas contra Damasco y que "1400 personas fueron gaseadas, entre ellas más de 400 niños". Transmitió frustración por el camino en el que decidió embarcarse, pese a ser premio Nobel de la Paz y haberse destacado como un opositor a la guerra de Irak. "Sé que fui elegido para terminar la guerra. Pero hay momentos que no actuar es enviar un mensaje de que se puede cometer un crimen contra la humanidad sin recibir ningún castigo", se justificó.
La noche anterior, en el debate presidencial, todos ratificaron la idea con la que habían aterrizado en Rusia. Ante ellos, expuso primero el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que pidió tiempo para analizar los informes sobre los ataques con armas químicas que están elaborando expertos internacionales enviados a la zona de guerra. Obama aceptó la relevancia de esos datos, pero insistió en que sus pruebas son "contundentes e indubitables".
Las preguntas de los periodistas norteamericanos lo incomodaron. Se negó a responder qué hará si el Congreso rechaza su plan de ataque. Luego se tomó varios segundos antes de explicar qué garantía tiene de que Al-Assad no multiplicará el uso de armas químicas si resulta agredido. "Es posible, pero no sería inteligente de su parte", advirtió.. 

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