Kerry asegura en el
Senado que el objetivo de la intervención no es enviar un mensaje sino reducir
la capacidad militar de Asad.
ANTONIO
CAÑO Washington
Barack Obama ha obtenido el respaldo del presidente de la Cámara de
Representantes y principal líder de la oposición republicana en el Congreso,
John Boehner, para una intervención militar en Siria, lo que facilita el apoyo
parlamentario a esa operación, aunque no lo garantiza, puesto que los actos de
indisciplina en la votación son frecuentes en ambos partidos y sigue habiendo
numerosos congresistas que no comparten la necesidad de actuar.
“Voy a apoyar la petición del presidente para pasar a la acción, y creo
que mis colegas deberían de apoyarla también”, ha declarado Boehner tras un
encuentro con Obama en la Casa Blanca. La líder demócrata en la Cámara, Nancy
Pelosi, que también ha participado en esta reunión, ha respaldado, igualmente,
la petición del presidente, lo que no es ninguna sorpresa, pero sí puede servir
para que algunos miembros de la izquierda del Partido Demócrata despejen sus
dudas sobre la conveniencia del ataque.
Más importante es el apoyo del número dos republicano en la Cámara, Eric
Cantor, quien, de una manera algo más vaga, se comprometió también a votar a
favor. “Comprendiendo”, ha dicho por escrito, “que hay diferentes opiniones en
ambos lados, corresponde al presidente defender su caso ante el Congreso y el
pueblo norteamericano, y confío en que tenga éxito en esa misión”.
Con apoyo del
Congreso, el margen de maniobra militar de Obama crece considerablemente y, con
ello, la posibilidad de ser algo más audaces y ambiciosos de lo que se
confesaba hace pocos días
A diferencia de Boehner, más centrista y próximo al establishment de
Washington, Cantor es un representante de la línea dura del partido con quien
los sectores próximos al Tea Party se identifican mejor. Su posición no es un
anticipo de lo que votarán esos congresistas, pero sí reduce los peligros para
Obama y le permite ser optimista de cara al porvenir de su iniciativa en el
Congreso.
Todo eso, unido al apoyo expresado el lunes por el senador John McCain,
quien, aún con reservas sobre la estrategia de la Casa Blanca, cree que una
derrota del presidente sería catastrófica, conforma un panorama en el que el
ataque a Siria se hace más probable y, quizá, más contundente de lo
inicialmente esperado.
Con apoyo del Congreso, el margen de maniobra militar de Obama crece
considerablemente y, con ello, la posibilidad de ser algo más audaces y
ambiciosos de lo que se confesaba hace pocos días. En su reunión con los
congresistas, el presidente ha explicado que la operación militar que se
prepara tiene el objetivo de “degradar la capacidad del régimen de Bachar el
Asad ahora y en el futuro, y, al mismo tiempo, tenemos una estrategia para
incrementar la capacidad de la oposición para permitir que Siria se libere
finalmente de la terrible guerra civil y muerte que hemos estado viendo”.
Obama ha advertido a los congresistas que es
necesario decidir en el Capitolio “con urgencia” ya que el Gobierno sirio
está moviendo sus recursos militares para hacer más difícil e ineficaz el
bombardeo norteamericano
Esto representa una pequeña escalada sobre los objetivos señalados hasta
ahora, que eran simplemente los de castigar al régimen por el uso de armas
químicas y mandar una señal a Siria y a otros países que piensen en la
utilización de armas de destrucción masiva. La Casa Blanca había dicho
expresamente que el ataque no busca el cambio de régimen de Damasco, algo que
habían criticado McCain y otros congresistas republicanos. Ahora, quizá
buscando las simpatías y los votos de ese sector, se menciona el deseo de que
la caída de Asad sea la consecuencia última del ataque que se prepara.
Obama ha advertido a los congresistas que es necesario decidir en el
Capitolio “con urgencia”, en parte provocada por informes del espionaje que dan
cuenta de que el Gobierno sirio está moviendo sus recursos militares para hacer
más difícil e ineficaz el bombardeo norteamericano. Evidentemente, Asad tiene
ahora varios días por delante para tomar precauciones o preparar una respuesta.
El factor sorpresa, desde luego, ha desaparecido.
¿Cuántos días? Eso es aún difícil de calcular. El comité de Relaciones
Exteriores del Senado celebró hoy martes el primer debate sobre el asunto, con
la participación de los secretarios de Estado, John Kerry, y de Defensa, Chuck
Hagel, así como el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armas, Martin Dempsey.
Kerry explicó que el propósito de esta operación “no es enviar un mensaje” ni
destruir por completo el régimen de El Asad, sino reducir al máximo posible su
capacidad de usar armas químicas. Tampoco se trata de “llevar a Estados Unidos
a una guerra en Siria”, sino de hacer buena la palabra del Gobierno
norteamericano y hacer frente de forma limitada a la amenaza para la seguridad
nacional de EE UU que representa el hecho de que un país recurra impunemente al
arsenal de armas de destrucción masiva. El general Dempsey añadió que los
riesgos de la misión militar han sido cuidadosamente calculados, y que el
peligro de daños colaterales es muy reducido.
Tras el debate en el comité de Relaciones Exteriores, el voto de los
senadores podría llegar en pocos días. Pero la mayor parte de los miembros de
la Cámara de Representantes están todavía en sus distritos, hablando con sus
votantes, recabando, seguramente, datos de una opinión pública que, según todas
las encuestas, es claramente reacia a este conflicto. En algunos de esos
distritos, los más conservadores, votar a favor de Obama en cualquier cosa es
sinónimo de perder el escaño en las próximas elecciones, para las que faltan 14
meses. Y esos congresistas volverán a Washington la próxima semana, quizá con
un punto de vista distinto al de sus líderes.
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