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LEV GRINBERG AFIRMA QUE LOS
PASADOS COMICIOS REPRESENTAN EL EXITO, PERO TAMBIEN EL FRACASO DE LOS
INDIGNADOS.
El sociólogo Grinberg, autor de Política y violencia en
Israel/Palestina. Democracia versus régimen militar, señala que los partidos
políticos intentaron capitalizar el movimiento y que se perpetuó la falsa
dicotomía derecha-izquierda.
El veterano político ultranacionalista Benjamin Netanyahu está
queriendo formar gobierno en Israel después de que su partido, Likud, recibiera
un revés en los comicios que lo ha obligado a sellar nuevas alianzas. Es
probable que sume al novato y ex conductor de televisión Yair Lapid y su
partido de centro Yesh Atid (Hay Futuro) a su bloque de derecha. El sociólogo y
economista Lev Grinberg afirma que estas elecciones representan una paradoja:
“El éxito del movimiento de protesta de 2011, pero también su fracaso”. Como
una réplica de los indignados de España, centenares de miles de israelíes
salieron a las calles en septiembre de 2011 para condenar el elevado costo de
la vida en Tel Aviv, Haifa y otras ciudades. En diálogo con Página/12, el
fundador del departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Ben
Gurion señala los límites de este movimiento. “Es incapaz de combinar el
discurso de la igualdad y justicia social con la necesidad de tomar acciones a
favor de grupos oprimidos como los mizrahim en la periferia, los árabes, los
ultraortodoxos, los etíopes y, sobre todo, los palestinos en los territorios
ocupados.”
El profesor Grinberg nació en
Argentina y se fue a vivir a Israel en 1971, con 18 años. Tres años después fundó
el movimiento de estudiantes judeo-árabe Campus y en 1982 fue uno de los
fundadores del movimiento de soldados objetores de conciencia Yesh Gvul (Hay un
Límite). Estuvo en nuestro país presentando su último libro, Política y
violencia en Israel/Palestina. Democracia versus régimen militar (editorial
Prometeo), en el que afirma como idea medular que los partidos cierran el
espacio político cuando se ven amenazados, es decir, que no incorporan nuevas
agendas. Y que ésta sería la reacción de los partidos frente a la protesta
social, que no es más que la expresión del desencanto de lo político. “Quienes
integran el movimiento quieren cambiar el discurso y están demarcando las
fronteras de Israel: desean vivir bien dentro de Israel y no en los territorios
ocupados. Se quejan de que se recortó el Estado de Bienestar, pero se
mantuvieron los subsidios a los colonos.” Grinberg afirma que participan de la
protesta los grupos sociales que no tienen representación en la política y que
critican las decisiones económicas del premier Netanyahu. “Las políticas
neoliberales perjudican a las clases medias y bajas de Israel. Pero es sólo un
movimiento, no se tradujo en una formación política.”
Y que frente a este “que se vayan
todos”, como compara Grinberg el espíritu de la protesta con el 2001 argentino,
los partidos políticos manipularon a la opinión pública. “El candidato a la
reelección Netanyahu llevó adelante una campaña del miedo –miedo a Irán, a los
palestinos–para tapar el tema de la crisis y los efectos de sus políticas de
corte neoliberal.” Para el profesor, se mantuvo el discurso de la polarización
que silencia el debate de otros asuntos. “Desde 1977 que el Likud y el
Laborismo han impuesto la dicotomía derecha-izquierda a fin de preservar su
poder y evitar que otros rivales entren en la arena política.”
Ante la pregunta de qué
representa este nuevo rival en la arena política, que es Lapid –su partido
quedó como segunda fuerza en el Parlamento con 19 escaños–, Grinberg subraya
que el líder de Yesh Atid maneja un mensaje moderno y que ésa es su
“sofisticada manipulación”. “Lapid apareció con algo nuevo, que atraía a los
jóvenes y las clases medias que lo votaron, porque éstas quieren mantener su
situación económica, no les importa ningún otro tema. Lapid dio un mensaje
económico: dijo que Netanyahu bajó el nivel de vida y que el precio de la
vivienda aumentó un 40 por ciento.”
Lapid no deja de ser un
emergente, un nuevo fenómeno en la política israelí. Su partido consiguió
captar a la clase media secular que siente que no tiene representación. Entre
los grupos árabes (palestinos, 10 por ciento en el Parlamento) que están relegados
también hay clase media no representada. Pero Lapid no los tiene en cuenta.
Grinberg insiste en la idea de la manipulación. “Lapid manipuló que la protesta
estaba centrada en la clase media, porque él no representa a las clases bajas
(tradicionalmente éstas votan al Likud). El atrajo a gente de capas medias, que
antes votaban a la izquierda.”
Lapid tiene un problema con los
judíos ortodoxos, señala el profesor. “Cuando habló de igualdad de derechos
sumó la igualdad de obligaciones, es decir, que los judíos ortodoxos vayan
también al ejército. Este tema tapó los otros asuntos.”
El movimiento de indignados logró
movilizar a las clases medias y bajas. Los medios de comunicación decían que
eran las clases medias las que salieron a las calles, pero también se movilizaron
grupos periféricos. “La sensación que dejaron estos comicios es de que nadie
habló de lo que a la sociedad le interesa. La gente fue a votar –en Israel no
es obligatorio– como acto de protesta contra Netanyahu, todos los que estaban
en contra fueron y parte de los que lo apoyan se quedaron en su casa.” Eso
explica por qué el pasado 22 de enero la coalición Likud-Beitenu obtuviera 31
escaños (de un total de 120), once menos que las anteriores elecciones.
El experto explica por qué no se
debatió el conflicto con los palestinos. “No hubo propuestas que llevaran a la
gente a votar por la paz, no hubo discurso ni legitimidad para tratar el tema.
Meretz (pacifista de izquierda) y Hatnùa (partido que creó la ex canciller
Tzipi Livni) lo plantearon y cada uno recibió seis escaños. El movimiento, en
su afán de lograr que se movilicen las bases de la derecha, no dijo nada sobre
el conflicto y la ocupación.”
Pero asoma una luz al otro lado
del túnel. Grinberg piensa que pronto los indignados israelíes volverán a las
calles y que “podrán transformar la protesta en lenguaje político”. En ese caso
habrá que esperar a las nuevas elecciones.
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