Parece ser que Cristina Kirchner le ordenó a Amado
Boudou que saliera al cruce del último reclamo de Daniel Scioli y que el
vicepresidente, disciplinado soldado del proyecto, un kirchnerista visceral de
incontinente gratitud, mandó un misil donde se esperaba que blandiera sebita.
"Es un error institucional y un acto de cobardía política", dijo
Boudou sobre la carta de la gobernación bonaerense a Julián Domínguez en la que
se pedía rediscutir la coparticipación federal. Además de tratar a Scioli de
cobarde lo retó por haberse equivocado de ventanilla. "¿Qué tiene que ver
el presidente de la Cámara de Diputados con un debate que se tiene que dar
entre los 23 gobernadores de la Argentina y la presidenta Cristina
Kirchner?", apostrofó (sin aclarar por qué le parecía que el jefe de
gobierno porteño debería quedarse afuera). "Para cambiar la ley de
coparticipación, que es una ley convenio, tienen que discutir los gobernadores
y la Presidenta, y después discutir cada una de las Legislaturas", explicó
el vicepresidente.
En realidad, la ley de coparticipación está
pendiente: no hay que cambiarla sino hacerla. Como la cláusula transitoria
sexta de la Constitución de 1994 que daba plazo hasta 1996 para dictar la ley
convenio nunca se cumplió, en su lugar rige un conjunto de normas y pactos a
los que cada tanto se les hace un service. El último, sin ir más lejos, la
semana pasada: un decreto autorizó al poder central a mandar fondos a los
intendentes puenteando a los gobernadores.
Pocos conocen tanto del tema como Cristina
Kirchner, aguerrida defensora de la idea de resolver el litigio ya en 1994,
cuando pidió fijar las reglas de juego "dando garantías mínimas para esa
discusión y ese debate, para que ninguna provincia pudiera ser luego reprimida
por asumir una postura crítica frente a determinadas cuestiones" (Diario
de Sesiones de la Convención Constituyente, página 3260). Lo dijo, es cierto,
en otro contexto. El vicepresidente admiraba a Alsogaray y ella, la actual
presidenta, seguía a Menem: "No podemos obviar -exponía la convencional
Fernández de Kirchner en Santa Fe- que cuando recibimos el gobierno en 1989
éramos un país fragmentado, al borde de la disolución social, sin moneda y con
un Estado sobredimensionado que como un dios griego se comía a sus propios
hijos; entonces hubo que abordar una tarea muy difícil: reformular el Estado,
reformarlo, reconstruir la economía, retornar a la credibilidad de los agentes
económicos en cuanto a que era posible una Argentina diferente. Se hizo con
mucho sacrificio [...]". Por fin advertía: "Si mañana salimos de esta
Convención Constituyente con una definición de federalismo light ,
de cubrir solamente las apariencias en el sentido de que hemos federalizado
muchas cosas, no le vamos a poder echar la culpa a nadie, ni a Menem ni a
Cavallo, porque no son convencionales constituyentes. Los que sí somos
convencionales constituyentes somos nosotros... (aplausos) ...y somos nosotros
los que de una buena vez por todas tenemos que fijar reglas de juego
diferentes. Nadie nos va a regalar lo que no seamos capaces de defender para
las provincias, y vamos a ser responsables ante la historia por haber estado en
un momento único para discutir y debatir madura y seriamente -sin consignas ni
panfletos, pero con medidas instrumentales- esta cuestión del
federalismo".
Eso es
valentía, sólo que añeja..
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