El uso de los drones para diezmar a Al Qaeda en Afganistán, Pakistán y
Yemen ha sido la base fundamental de la estrategia antiterrorista de Obama
desde que llegó a la Casa Blanca.
El uso masivo de drones (aviones
sin tripulación) y las ejecuciones selectivas de miembros de Al Qaeda empiezan
a convertirse en una crisis que le estalla en las manos a Barack Obama, con el
riesgo de poner en duda, en primer lugar su credibilidad, pero también el
grueso de su política antiterrorista y toda su agenda política. El asunto, que
es ya un tema de atención prioritaria, podría cobrar mayor intensidad hoy con
motivo de la comparecencia ante el Senado para su confirmación del próximo director de la CIA, John
Brennan.
El diario The New York Times publicaba este miércoles
en portada una información en la que destacaba que los ataques con drones son,
por primera vez, motivo de “escrutinio público”. En ese
mismo artículo se incluía la noticia de que Estados Unidos dispone de una base
para ese tipo de aparatos en Arabia Saudí.
EE UU ha
encontrado un método eficaz, discreto y seguro de hacerle daño a Al Qaeda
La revelación por la cadena NBC de los argumentos legales en los que se
sostiene el uso de los drones para matar a sospechosos,
de pertenecer a Al Qaeda, incluidos ciudadanos norteamericanos, ha puesto sobre
la mesa la legitimidad, moral y constitucional, de esa práctica. Un editorial
del citado diario afirmaba este miércoles que Obama debería de
someter las decisiones sobre las ejecuciones selectivas al juicio del Congreso
y de los tribunales.
La Casa Blanca tuvo el martes que responder, por primera vez, a
preguntas sobre el uso de los drones, un asunto del que nunca había
hablado el portavoz de la presidencia y que estaba protegido como secreto de
estado hasta que el propio Brennan lo desveló hace pocos meses.
Brennan, que ha sido hasta ahora, como responsable de la política
antiterrorista del presidente, el encargado de elaborar las listas de
ejecuciones selectivas –conocidas como “listas de la muerte”- que Obama,
posteriormente aprobaba, se verá obligado a dar más detalles sobre esa práctica
en su intervención ante el Senado.
El uso de los drones para
diezmar a Al Qaeda en Afganistán, Pakistán y Yemen ha sido la
base fundamental de la estrategia antiterrorista de Obama desde que llegó a la
Casa Blanca. Durante todo este tiempo,
aunque se han producido críticas aisladas de parte de grupos de derechos
humanos y juristas, no ha existido una verdadera presión sobre el presidente
para dar explicaciones al respecto.
El portavoz de la Casa Blanca ha sostenido que “el
presidente tiene mucho cuidado de que todas sus medidas antiterroristas sean
conformes con la Constitución y las leyes”
Esa aceptación pasiva de una política que desafía a la lógica del estado
de derecho ha empezado a desaparecer. Obama se enfrenta por primera vez
públicamente a la contradicción de que un presidente que prohibió la tortura,
las detenciones forzosas y las cárceles secretas y que criticó el uso de esos
métodos durante la anterior Administración, defienda ahora las muertes de
personas, incluidos norteamericanos, sin acusación ni juicio previo.
El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, ha sostenido, sin mayor
argumentación, que “el presidente tiene mucho cuidado de que todas sus medidas
antiterroristas sean conformes con la Constitución y las leyes”. Pero esa es
una explicación insuficiente a estas alturas del debate.
La razón más sencilla para el uso de los drones es de
carácter práctico. EE UU ha encontrado un método eficaz, discreto y seguro de
hacerle daño a Al Qaeda. Después de haber librado dos guerras que exigieron la
movilización de cientos de miles de soldados y el gasto de cientos de miles de
millones de dólares y que costaron un descrédito enorme de la imagen de este
país, Obama recurrió a los drones como la mejor alternativa.
Su uso creció exponencialmente a partir de 2009 y, aunque ha bajado en el
último año, es, en este momento, la principal herramienta de intervención
exterior de EE UU. Al ser utilizados por la CIA –aunque también por el
Pentágono-, su despliegue queda, además, protegido por el manto oficial que
cubre las actividades secretas.
Es difícil que esta situación pueda continuar sin cambio y es improbable
que Obama no se vea obligado a dar explicaciones públicas pronto. En las
pasadas semanas, anticipándose a lo que está ocurriendo, la Casa Blanca ordenó
una guía de actuación para los drones. Aún no se conoce cuáles son
los límites establecidos y las garantías que se tendrán en cuenta.
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