Anette Schavan es la segunda ministra despojada de su
título
tras el de Defensa.
La
canciller Angela Merkel anunció ayer la dimisión de la ministra de Educación,
Annette Schavan, cuatro días después de que le fuera revocado su título de doctora por plagios en su
tesis. Schavan, democristiana como Merkel (CDU), compareció ante la
prensa junto a la canciller, que dijo haber aceptado su renuncia “con
pesadumbre”. La exministra volvió a rechazar las acusaciones de plagio, “un
duro golpe” para ella. No obstante su recurso legal contra la retirada de su
título por parte de la Universidad de Düsseldorf, Schavan dijo haber dimitido
“para no perjudicar la institución”. La sustituirá la también democristiana
Johanna Wanka, ministra de Ciencia en funciones de Baja Sajonia.
La comparecencia
de Merkel y Schavan fue aún más cordial de lo que se esperaba. La canciller y
la ministra han sido aliadas firmes en la Unión Demócrata Cristiana y en el
Ejecutivo de centroderecha que Merkel preside desde 2009. Dirigiéndose a ella
con un “querida Angela”, Schavan agradeció a la canciller su confianza durante
los siete años que ha llevado la cartera de Educación. Citó a su mentor
político Erwin Teufel: “Primero va el país, luego el partido y después yo
misma”. La pérdida de su tesis doctoral no tiene consecuencias penales y está
pendiente del recurso legal interpuesto por la exministra, pero Schavan
considera que el desprestigio es razón suficiente: “Que una ministra de
Educación mantenga un litigio con una universidad supone una carga inadmisible”.
El Ministerio, añadió Schavan, “no debe verse perjudicado”.
Es el
cuarto ministro obligado a dejar su cargo desde que Merkel formó su segundo
Gobierno en 2009. Hace dos años tuvo que dimitir el ministro de Defensa Karl-Theodor zu Guttenberg después de perder su título de doctor.
La tesis de Guttenberg era un fraude de principio a fin, con extensos párrafos
copiados de artículos periodísticos o de tesis ajenas. Tras enrocarse en el
sillón durante semanas con el apoyo del popular diario Bild,
la estrella conservadora de los socialcristianos bávaros (CSU) tuvo que irse en
medio de la mofa general. Schavan dijo entonces que se avergonzaba “más que en
secreto”. Los plagios que le han costado su propio título son menos descarados
y extensos que los de Guttenberg, pero estas palabras resonaban ayer en la
cancillería berlinesa.
Merkel se
juega la reelección en septiembre y ambas democristianas saben que el escándalo
sería una rémora para la campaña. Schavan, que tiene 57 años, defendió en 1980
su tesis doctoral en la Universidad de Düsseldorf para concluir sus estudios de
letras. No se había licenciado antes, de modo que la pérdida del título la
convirtió en una ministra federal de Educación sin más grado que el de
bachillerato. La Universidad reexaminó la tesis por una denuncia anónima
publicada en un blog. Ven probado que la joven estudiante se apropió “de forma
sistemática y premeditada” de contenidos y reflexiones ajenas, vulnerando las
reglas del trabajo científico.
Merkel
puso en escena una dimisión de terciopelo. La aceptó enfatizando su aprecio y
su agradecimiento, acordes con la amistad que se profesan desde hace años.
Schavan insistió en su inocencia pero justificó su salida por razones de Estado
y de lealtad. Fue un acto de emotividad contenida en el que Merkel se adornó
con las virtudes de madurez y coherencia que le suponen sus simpatizantes: a
años luz de aquella jefa gélida que destituyó de Medio Ambiente a su pupilo
político Norbert Röttgen por fracasar en las elecciones renanas, ayer
comparecieron ante la prensa dos amigas de mediana edad que se sacrifican por
el bien de Alemania. Está por ver si los votantes admiten semejante cambalache
de necesidad por virtud.
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