LIMA.- Una vez más, Felipe González, jefe del
gobierno socialista que introdujo a España en la Comunidad Europea después de
la muerte del generalísimo Franco y la instaló así en la modernidad, fue el
nervio de los debates anuales del Foro Iberoamérica. Allí se encontraron, como
todos los años, intelectuales, políticos, empresarios. Nadie salió al cruce de
González cuando afirmó que hay una crisis en el sistema de gobernanza de las
democracias.
Nadie tampoco sabe bien qué instituciones saldrán
de todo esto, pero existe confianza, como dijo el ex presidente de Brasil
Fernando Henrique Cardoso, en que la democracia se revitalice con la
participación de los medios de comunicación tradicionales, las redes sociales y
la protesta desinstitucionalizada (después habrá que institucionalizarla)
frente a las desigualdades que exasperan. Algunas nuevas experimentaciones, en
las bases mismas de la democracia -los ayuntamientos- llamaron la atención de
los panelistas.
Es el caso de la Confederación Europea de
Municipios, nacida cuatro años atrás, por el vacío de representación en que
éstos caían en el régimen directivo político e institucional de la Unión
Europea. Miles de ayuntamientos convergen de ese modo en un cuerpo no ideológico
y, por lo tanto, neutral, a fin de auspiciar legislaciones comunes en los
dominios cívicos respectivos. Desde la coordinación de juzgados de paz hasta
una visión compartida sobre el uso de los espacios públicos.
¿Y si una experiencia de tal naturaleza potenciara
en América latina, por la acción conjunta de municipios argentinos y de otros
países de la región, a las que antes se llamaba, con alguna pomposidad,
"cédulas básicas de la democracia"? Eso serviría para fortalecer las
comunidades locales en intereses específicos. Sería una manera de compensar el
despojo que sufren de continuo por los olvidos y privaciones que resienten el
principio de equidad, como consecuencia de la voraz tentación hegemónica de
gobiernos nacionales. Al menos se contaría con una nueva voz continental para
oponer al menoscabo del federalismo en sus diversos grados o a los excesos de
centralismo.
La crisis de gobernanza de las democracias
seguramente no encontrará salida por la puerta de las utopías regresivas, sobre
las que abundan los ejemplos en la literatura política y entre los que
descuella, según se ha hecho notar, el caudillismo rural militar, dotado de una
manguera de petróleo, del chavismo venezolano. Más consistente y perdurable que
las veleidades desmesuradas de los gobiernos excéntricos será siempre la gran
apuesta por la educación pública, a la que convocaba Sarmiento.
La inversión presupuestaria en educación es, sin
duda, un paso significativo hacia adelante, pero a condición de que se cumplan
otros requisitos. La Argentina invierte el nada despreciable 6% del presupuesto
nacional en Educación y no sabe dar explicaciones sobre el mediocre rendimiento
de los estudiantes de la temprana adolescencia en las pruebas comparativas
internacionales sobre matemática y lectura. Ésos son los resultados,
crecientemente deficitarios en los últimos años, en la más calificada de las
competencias, que se realizan en el ámbito de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Nuestros educadores y economistas
lo han denunciado hasta el cansancio.
Los déficits en materia educativa son un problema
bastante generalizado en América latina también respecto del porvenir, en una
globalización fundada en el conocimiento, la innovación y la creatividad, de
los estudiantes de edad mayor. Ninguna de las universidades de la región figura
en el Academic Ranking of World Universities en alguna de las 100 posiciones
más descollantes en el mundo. Sólo tres (la Universidad Nacional Autónoma de
México, la UBA y la Universidad de San Pablo) aparecen entre las primeras 200,
y diez lo hacen entre las primeras 500. Esta última lista registra, por
contraste, el nombre de 23 universidades de Canadá.
El ex presidente chileno Ricardo Lagos introdujo en
los debates este mismo tema a raíz de su importancia intrínseca y por las
derivaciones que pueden acreditársele en forma de flujos de divisas hacia una
sociedad con vanguardias para el futuro y no con vanguardias para el pasado.
Australia comprendió a tiempo los requerimientos que el desarrollo acelerado de
China, India y Corea podría exigirles y resolvió atenderlos como país del
sudeste asiático con tradiciones y lengua inglesas. Hoy, cuenta con decenas y
decenas de miles de estudiantes extranjeros: exporta educación y recibe, como
contrapartida, además de prestigio, unos 10.000 millones de dólares al año,
como quien tuviera millones de hectáreas de soja.
Lagos invitó a reflexionar sobre las posibilidades
de configurar un pool entre las mejores universidades
latinoamericanas y abrirlas, de manera específica, a estudiantes de otras
regiones. Sería una cuestión operativa, realizable, sobre la cual la Argentina
tiene antigua y provechosa experiencia. Los Estados Unidos, cuyos planes de
estudios básicos han ido perdiendo eficiencia por lo que se observa en las
pruebas comparativas internacionales en relación con sus estudiantes, no sólo
procuran retener los talentos extranjeros que identifican en sus universidades;
también funda centros de relieve académico en ciudades latinoamericanas, como
San Pablo. Otra manifestación de que los norteamericanos procuran, en el fondo,
reclutar lo mejor que hallen, no importa dónde, en recursos humanos.
Los sindicatos docentes están en el centro del
debate latinoamericano sobre los resultados de la educación. Aquí se levantaron
voces denunciando que los sindicatos bloquean las reformas educativas en
México. La gente reacciona con incredulidad cuando se le dice que en la ciudad
de Buenos Aires se movilizan más de 15 gremios docentes y que los días de
clases que se pierden allí y en las provincias colocan a los chicos argentinos,
al término del ciclo de estudios, en desventaja de años frente a sus pares de
los países con instituciones educativas y políticas más exigentes
Hay que vincular los salarios con la productividad
para competir en la economía mundial y ello se alcanza por la creatividad y el
conocimiento que encuentran su matriz apropiada en el perfeccionamiento de la
educación y en su extensión a todas las clases sociales. La ley de la igualdad
de oportunidades tiene allí el más eficaz amparo. Además, como se dijo en Lima,
si no queremos que la economía de mercado produzca fugas hacia el populismo
-que lo hay de izquierdas y de derechas-, el ingreso deberá ser distribuido de
otra manera. Una de las formas rotundas de avanzar en ese rumbo es por la
autopista de la educación pública.
Un foro como éste mal podría haberse detenido sólo
en las cuestiones que conciernen a América latina. Se escuchó así que había
llegado la hora de reinventar Europa después de las encrucijadas de estos
últimos años. ¿Se conformará Europa con ser un museo o aspirará, por añadidura,
a revivir como un laboratorio actualizado de iniciativas felices para las
sociedades que la integran?
Felipe González fue quien indagó en esa dirección.
Más aún: propuso cambios bajo las reglas de buen criterio que Don Quijote había
impartido por carta a Sancho, como se recordará, cuando éste ejercía, siguiendo
el mandato de los duques, el gobierno de la ínsula Barataria. "No hagas
muchas pragmáticas (decretos), y si las hicieres -aconsejó El Caballero de la
Triste Figura-, procura que sean buenas, y sobre todo que se guarden y cumplan,
que las pragmáticas que no se guardan lo mismo es que no lo fuesen, antes dan a
entender que el príncipe que tuvo discreción y autoridad para hacerlas no tuvo
valor para hacer que se guardasen; y las leyes que atemorizan y no se ejecutan,
vienen a ser como la viga, rey de las ranas, que al principio las espantó y con
el tiempo la menospreciaron y se subieron sobre ella."
© LA NACION.
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