El presidente venezolano comenzará este martes su
primera gira oficial de tres días por Uruguay, Argentina y Brasil, en busca de
apoyos para su Gobierno y en medio de la grave crisis política que atraviesa su
país.
MAYE
PRIMERA Miami
Maduro, en la cumbre Petrocaribe el 5 de mayo. / JUAN BARRETO (AFP)
El
presidente Nicolás Maduro y su Cancillería siguen acumulando millas y promesas
de negocios en la búsqueda de apoyos en América Latina y el Caribe para el
nuevo Gobierno de Venezuela. Cuando aterrice de regreso en Caracas, el próximo
jueves, Maduro ya habrá visitado cuatro países –Perú, Uruguay, Argentina y
Brasil- y habrá participado en dos cumbres –la de Unasur y la de Petrocaribe—
desde que fue proclamado ganador en las presidenciales del 14 de
abril. En el camino, se ha comprometido a mantener la cooperación
petrolera de Venezuela y a multiplicarla, aún a pesar de las horas bajas que
vive la economía del país. A cambio, el heredero de Chávez ha pedido a sus
socios que no presten oídos a las denuncias que la oposición venezolana ha llevado a algunos países de la
región y de Europa acerca de las irregularidades ocurridas en el proceso
electoral y sobre el cerco que ha tendido el chavismo alrededor de la
disidencia.
Maduro
anunció este domingo su primera gira oficial por tres de los países miembros
del Mercosur (el Mercado Común
del Sur) durante la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de
Petrocaribe que se llevaba a cabo en Caracas. “Una gira de Mercosur para
ratificar el camino de la integración profunda con Uruguay, Argentina y Brasil.
Para seguir completando la ecuación perfecta de integración energética,
financiera, económico-productiva, cultural y política”, dijo Maduro frente los
mandatarios de los 18 países caribeños que integran el bloque. El martes se
reunirá en Montevideo con el presidente José Mujica; el miércoles, estará en
Buenos Aires con Cristina Fernández; y el jueves en Brasilia, con Dilma
Rousseff.
Venezuela,
el último socio en integrarse al bloque, quedará encargada de la presidencia pro
tempore de Mercosur
el próximo 28 de junio. Más allá de gestionar su legitimidad política frente al
grupo, a Maduro le corresponderá mediar en los conflictos que a lo interno
dividen al bloque: las quejas de Uruguay respecto al incremento de los
controles impuestos por el Gobierno de Argentina al tipo de cambio y por ende,
a la comercialización de sus productos; la paralización de las
inversiones brasileñas en Argentina; y la caída del precio de
algunas de las materias primas más preciadas del grupo: la soja, la carne y,
desde que se incorporó Venezuela, el petróleo.
Minutos
antes de informar sobre su gira, el presidente venezolano se comprometió a
mantener los acuerdos de venta de petróleo a los países del bloque, bajo el
esquema de financiamiento ideado por el difunto Hugo Chávez: pago del 40% del
coste del crudo a 90 días, en efectivo o en especies –en frijoles, vacas o
azúcar--, y financiamiento del resto de la factura de 17 a 25 años, con dos de
gracia, y al 1% de interés, en caso de que el precio del barril supere los 40
dólares. Adicionalmente, propuso la creación de una “zona económica regional
integral”. Desde 2005 y hasta ahora, los países que integran Petrocaribe
acumulan una deuda con Caracas que supera los 20.000 millones de dólares, según
cifras del Banco Central de Venezuela; la deuda más grande es la de República
Dominicana, por 3.000 millones de dólares. En total, son 18 los países que
integran la alianza -Cuba, Nicaragua, Honduras, Guatemala, República
Dominicana, Honduras, Haití, entre otros—y con excepción de Cuba, cada uno de
ellos representa un voto en cualquier discusión que pueda darse en la
Organización de Estados Americanos (OEA) o en Naciones Unidas con respecto a la
crisis política que atraviesa Venezuela.
El
Gobierno venezolano ha calificado de “intervencionista” toda opinión extranjera
sobre el tenso clima político postelectoral que no le favorezca. El pasado
viernes, Nicolás Maduro llamó a consultas a su
embajador en Lima, luego de que el canciller peruano, Rafael
Roncagliolo, propusiera el día antes a los países de la Unasur (Unión de
Naciones Suramericanas) que le solicitasen a Maduro “tolerancia y diálogo” en
el manejo de la situación interna de Venezuela. La petición de Roncagliolo se
basa en una declaración previa, firmada por los presidentes de Unasur que se
reunieron en Lima el 18 de abril pasado, en la que, entre otros asuntos,
reconocían la victoria de Maduro en las elecciones, aplaudían la decisión del
Consejo Nacional Electoral venezolano de auditar el 100% de los votos e
invocaban “al diálogo y a contribuir a preservar un clima de tolerancia en
beneficio de todo el pueblo venezolano”.
Desde
entonces y hasta ahora, ha ocurrido lo siguiente: el recuento de los votos no
se ha llevado a cabo; algunos dirigentes de la oposición han sido encarcelados
o acusados de “traición a la patria”; y la bancada chavista en el Parlamento ha
impedido –incluso a los golpes—que
los diputados de la opositora Mesa de la Unidad Democrática participen de los
debates. Sin embargo, la propuesta de Roncagliolo no prosperó entre las
cancillerías de los países de Unasur: Bolivia, Ecuador, Chile, Argentina,
Uruguay, Brasil, Colombia, Guyana y Surinam; aunque sí ha encontrado eco en los
Parlamentos y entre la opinión pública de Perú y Uruguay.
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