Obama descarta el uso de tropas terrestres.
ANTONIO CAÑO San José (Costa Rica)
Mientras,
formalmente, se procede a la
comprobación de datos sobre el uso de armas químicas en Siria, la Administración norteamericana sopesa
una respuesta militar que, según ha anticipado el propio presidente Barack
Obama, no incluye la presencia de tropas sobre el terreno, pero que podría
traducirse en bombardeos selectivos para tratar de debilitar al Ejército de
Bachar el Asad.
La
declaración de Obama en San José de Costa Rica, en la que prácticamente
descarta el envío de tropas, es, al mismo tiempo, la confirmación de que se
están barajando otras opciones militares menos arriesgadas.
Sobre el
papel todas lo son, puesto que Siria, por su situación geográfica y por su
influencia en Oriente Próximo, es un escenario muy comprometido en el que
cualquier acción militar puede degenerar en un conflicto regional. Pero el
envío de tropas supondría la repetición del modelo aplicado en Irak y
Afganistán, criticado por Obama y donde la intervención norteamericana terminó
en sonoros fracasos.
“No puedo
imaginar un escenario en el que la presencia de tropas norteamericanas pudiera
ser provechosa ni para Siria ni para Estados Unidos”, declaró Obama en la noche
del viernes en San José duranteuna rueda de
prensa con la presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla.
Obama
dijo que, en su calidad de comandante en jefe de las fuerzas armadas de su
país, no puede permitirse descartar nunca ninguna opción, pero insistió en que
la posibilidad del uso de tropas es muy remota y que no es esa la solución que
busca para hacer frente a la amenaza por parte del régimen sirio de una
utilización masiva de su arsenal químico.
Además de
los bombardeos de radares y sistemas de artillería sirios, al estilo de Libia,
otra de las opciones reclamadas por algunos influyentes congresistas en
Washington y que la Administración está valorando es la de armar de forma
decisiva a los grupos rebeldes para que puedan ganar una guerra que se prolonga
ya por más de dos años y que parece encontrarse en una fase de estancamiento en
la que ninguno de los dos bandos cuenta con posibilidades reales de victoria.
Esa
opción presenta el riesgo de que Estados Unidos no tiene un control total de la
oposición siria, e incluso existen serias sospechas de que algunos de los
grupos que la componen están influidos por Al Qaeda o comparten una visión
radical del Islam.
El
presidente norteamericano sostiene desde hace días que, aunque los servicios de
inteligencia han confirmado el uso de armas químicas por parte del régimen, son
necesarias nuevas comprobaciones para certificar cuándo y cómo fueran
utilizadas. Entre
otras actuaciones en diferentes frentes diplomáticos, Obama ha asegurado que
intenta que la ONU pueda proceder a esa certificación.
Esa
cautela ha provocado algunas críticas de la oposición republicana contra la
Casa Blanca, a la que se acusa de falta de firmeza para actuar contra un
régimen, como el de Damasco, demostradamente tiránico. Obama respondió en la
rueda de prensa en San José que no está parado, quieto a la espera de esa
comprobación, sino dando los pasos que se requieren para poner fin al drama que
sufre Siria.
Uno de
esos pasos es el de crear una coalición internacional lo suficientemente amplia
como para darle a un ataque en Siria una relativa cobertura de legitimidad. Es
casi segura la oposición de Rusia, que cuenta en ese país con su única base en
el Mediterráneo. Tampoco es probable el apoyo de China, con lo que una aprobación
por el Consejo de Seguridad de la ONU se torna imposible.
Igualmente,
el respaldo por parte de sus aliados europeos en la OTAN no parece fácil.
Aunque Francia y el Reino Unido comparten los datos sobre el uso de armas
químicas, ven con preocupación los peligros de una actuación militar.
Washington está negociando también la participación en una eventual operación
militar de algunas naciones árabes.
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