Majestuoso testimonio de un poder agostado

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sábado, 11 de mayo de 2013

Adolfo Pérez Esquivel: “Este es un Gobierno de confrontación”




El premio Nobel de la Paz argentino alerta del riesgo para la democracia que supone la reforma judicial de Cristina Fernández.


FRANCISCO PEREGIL Buenos Aires 



En el despacho porteño de su fundación Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) hay algunas fotos de obispos, pero ninguna del Papa Francisco. De momento sólo queda espacio en las paredes para sus “amigos de caminada”, los que lucharon junto a él contra la dictadura. “Apenas eran cinco obispos de un total de 83”. Sin embargo, a sus 81 años, la voz del premio Nobel de la Paz, el argentino Adolfo Pérez Esquivel, fue determinante para absolver a Jorge Mario Bergoglio ante la opinión pública del mundo. Se había escrito mucho sobre el silencio cómplice de la Iglesia Argentina. Pero bastó que él dijera: “Bergoglio no tenía nexos con la dictadura” para que la balanza se inclinara a favor del Papa.
Pérez Esquivel fue detenido en abril de 1977, poco después de imponerse la dictadura militar (1976-1983). Ya era candidato al Nobel de la Paz que la Academia Noruega terminaría otorgándole en 1980, época en la que no tenía ningún traje oscuro con que asistir a la ceremonia, ni dinero para comprarlo. La Academia señaló que era uno de los argentinos que habían “aportado un poco de luz a una noche profunda”.
Sostiene que sus principios y sus fines son los mismo que antes de que le dieran el premio, aunque ahora se le escucha más. En algunas cuestiones de derechos humanos coincide con el Gobierno de Cristina Fernández y en otras no. Se queja, por ejemplo, de la forma en que el Gobierno ha aprobado una reforma judicial que, a su modo de ver, atenta contra la democracia. Lamenta que el antiguo presidente Néstor Kirchner (2003-2007) jamás lo recibiera, a pesar de las cuatro peticiones por escrito que le formuló. Y lamenta también que la actual presidenta tampoco lo haya recibido a pesar de que ha perdido la cuenta de las veces en que le solicitó una audiencia personal.
La entrevista se celebró el miércoles, el mismo día en que visitaba el país el presidente venezolano, Nicolás Maduro, y la misma tarde en que el Senado de Argentina convirtió en ley el polémico proyecto por el que el órgano rector de los jueces, el Consejo de Magistratura, pasará a contar de 13 a 19 miembros, de los cuales 12 serán elegidos por sufragio universal, según el partido al que pertenezcan.
Pregunta. ¿Qué opina sobre la reforma judicial?
Respuesta. El país necesita una reforma. Hay que terminar con estas corporaciones jurídicas y con la continuidad de vicios dentro del poder judicial. El problema es el cómo. La elección de jueces no puede estar sujeta a la voluntad de los partidos políticos. El otro problema es que no se consultó a los sindicatos jurídicos, ni a la ciudadanía. Éste es un país sin diálogo. Existe la imposición. Y por eso se llega a tantas tensiones internas y no a lograr las cosas por consenso.
P. ¿Cuál cree que es la causa de que no haya diálogo?
R. Éste es un Gobierno de confrontación. No se convocan a los sectores sociales para dialogar. Aunque no se esté de acuerdo. Ahora con la reforma judicial tendrá que pronunciarse, seguramente, la Corte Suprema. Pero si hubiesen evitado muchas cosas si hay consenso y diálogo con ciertos sectores sociales… que no todos son opositores. Pero con ellos tampoco se dialoga.
P. ¿Qué opina sobre las últimas elecciones presidenciales de Venezuela?
R. Maduro ganó por un pelo. Pero ganó. Yo he apoyado mucho la política que llevó adelante Chávez. Conozco Venezuela desde hace casi 50 años. He estado en los cerros (barrios más pobres). Chávez cambió esto. Hoy cuando uno va a los cerros encuentra salud, educación, trabajo, vivienda digna, cooperativa... Además, Chávez abrió espacios con otros países de Latinoamérica. Fue un visionario. Me ha preocupado mucho la campaña en Europa y en España que ponen a Chávez como dictador. Cuando todas las elecciones las ganó honestamente. Y por amplia mayoría. Tuvo un golpe de Estado. Lógicamente, Estados Unidos no quería perder su dominio sobre Venezuela. Y esto le llevó a un enfrentamiento muy duro con Chávez.
P. Pero usted hablaba de diálogo y de la necesidad de preservar la independencia entre los tres poderes del Estado. Human Rights Watch ha denunciado la falta de independencia judicial en varios informes sobre Venezuela. El máximo tribunal del país nunca falló en contra del Gobierno. También se queja la oposición de la política de confrontación.
R. Sí. Con una diferencia: Venezuela tuvo mucho intento de golpe de Estado. Y eso no es fácil sobrellevarlo. En cuanto a la situación presente, ahora hay que ver si hay un control de los votos de unos y otros. Pero pienso que el país perdería muchísimo con Capriles, porque tiene una política muy proclive a Estados Unidos y a grupos económicos muy fuertes.
P. La oposición exige que se auditen los votos.
R. Lo tendrán que resolver. Si no es políticamente, a nivel jurídico. Pueden ir a la Corte. Todo país tiene los instrumentos adecuados para resolver un conflicto.
P. ¿Su intervención en defensa del Papa Francisco defraudó a mucha gente?
R. Hubo gente que no estaba de acuerdo. Pero hay algo que hay que entender: Bergoglio, en la época de la dictadura no era obispo. Era el superior de la orden de los jesuitas. Y era muy joven entonces. Tenía 36 años. Y yo me acuerdo de haber mantenido discusiones muy duras con el representante del Vaticano, el nuncio Pío Lahgi. Yo le decía: "Usted, como representante del Papa tiene que evitar que se siga matando a la gente". Y él me dijo: "¿Qué querés que haga? Yo no puedo hacer lo que los obispos argentinos no quieren hacer". Eran muy pocos los que nos acompañaron, sólo cinco obispos de 83. Pero eso no quiere decir que el resto fueran cómplices. Bergoglio no fue de los religiosos que iba al frente. Pero dentro de su comunidad hacía una política silenciosa. Hay unas cartas de dos jesuitas que le critican porque estuvieron cinco meses presos. Dicen que Bergoglio, como superior no hizo todo lo que podía haber hecho.
P. Y sostuvieron que, en cierta forma, Bergoglio los señaló ante los militares.
R. No fue así. Bergoglio les pidió que ellos no siguieran haciendo el trabajo en las villas [los barrios más marginales]. Hubo sacerdotes que fueron asesinados en las villas. Lo dijo por su seguridad. Ellos no quisieron retirarse. Ahora: estuvieron cinco meses y logró sacarlos de la cárcel. Yo estuve dos años y dos meses y por más que tuve apoyo de todo el mundo, de Gobiernos, de Iglesias, no sólo de la católica sino de Iglesias Evangélicas, de los Estados Unidos, la familia Kennedy pidió por mí… Y no me pudieron sacar de la prisión. Entonces, si los sacó en cinco meses fue poco tiempo. Hoy Bergoglio es el Papa. Y los gestos que tuvo han sido muy positivos. Y creo que en estos momentos tiene muchas dificultades dentro del Vaticano. Hay que ver cómo acompañarlo lo mejor posible para que pueda cumplir su misión.
P. ¿Cuál es su postura sobre la Ley de Medios en Argentina?
R. El Gobierno ha llegado a una confrontación muy dura con Clarín. Yo no estoy de acuerdo en cambiar un monopolio por otro monopolio. No puede ser un monopolio estatal. Y que esto únicamente se regule a través de la publicidad oficial. Hay que evitar eso de “si me apoyás tenés la publicad y si no me apoyás te la quito”. Eso es extorsión. Pero es importante promover a los medios alternativos. Yo escribo muchísimo y mis notas no salen en los grandes medios de Argentina, sólo en los alternativos.

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