La
elección de Jorge Bergoglio como papa es un hecho revolucionario
para la Iglesia Católica y, por ende, por la cantidad numérica de sus fieles,
para el mundo. Bergoglio, ahora Francisco, es no solamente el primer papa argentino o latinoamericano, sino también el
primer papa del llamado "nuevo mundo." El peso simbólico es enorme.
No hace falta más que recordar que Juan Pablo II fue el primer papa no-italiano
desde el siglo XVI.
Para
mí, la pregunta interesante es: ¿por qué un papa argentino? No es, desde mi
punto de vista, una casualidad. La elección de un papa revela decisiones
estratégicas y geopolíticas que transcienden la personalidad de la persona
electa. Nuevamente, Juan Pablo II sirve como ejemplo; la elección de un papa
polaco en plena Guerra Fría no fue resultado del azar.
Es no solamente el primer papa argentino o
latinoamericano, sino también el primer papa del llamado nuevo mundo
Existen por lo menos cuatro razones. En primer
lugar, 42% de los católicos del mundo se encuentra en América latina y, de
ellos, un 24% en Sudamérica. La realidad es que el catolicismo es cada vez más
una religión del mundo en desarrollo con un centro de gravedad numérica que se
encuentra en Latinoamérica, Asia y África. La elección de un argentino responde
a esa realidad.
En
segundo lugar, esta elección surge también del reconocimiento de que la
Argentina tiene una gravitación especial en la región. A pesar de nuestros
descalabros recientes, somos un país con un importante caudal de poder blando
y, por eso, de influencia regional. En un continente plagado de corrupción y
pobreza, un papa argentino conocido por su lucha contra esos flagelos podría
tener gran impacto.
En
tercer lugar, la Argentina no es solamente un país predominantemente católico,
es también el país que disfruta del mayor número de judíos y musulmanes de
América latina. Ha sido, más que cualquier otro país de la región, un actor
equidistante en la búsqueda de la paz en un Medio Oriente plagado por conflictos
entre los tres grandes monoteísmos de raíz abrahámica. El nuevo papa
seguramente no podrá soslayar la búsqueda de soluciones a esos conflictos. Por
eso, no es un dato menor que provenga de un país donde religiones actualmente
en pugna sangrienta en otras partes conviven de manera pacífica y fructífera.
El Papa viene de un país que cuenta con
credibilidad moral en uno de los temas más candentes de la agenda global
En cuarto lugar, en un mundo donde los programas
nucleares de países como Irán y Corea del Norte son de creciente preocupación,
la Argentina fue el primer país de América latina en desarrollar esa tecnología
y también de autolimitarse a su uso exclusivamente pacífico. Por eso, ha sido
un jugador relevante en la temática del desarme y la no proliferación. El Papa
viene de un país que cuenta con credibilidad moral en uno de los temas más
candentes de la agenda global.
Finalmente, la Argentina
es un país puente en un mundo que empieza a organizarse alrededor de distintos
bloques económicos y políticos, un mundo en el que Occidente comienza a
compartir influencia con los nuevos países emergentes. La Argentina es del sur
por ubicación geográfica; latinoamericana por historia, idioma y cultura;
occidental por el apego a valores como los derechos humanos y la democracia que
tanto costaron conseguir. Así, la Argentina, como pocos países, combina muchas
de las cualidades particulares y universales que la Iglesia Católica, en
Francisco, necesita hoy encarnar.
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