“He decidido que EE UU debe actuar
militarmente en Siria”, afirma el presidente.
El mandatario
apuntó el viernes la posibilidad de llevar a cabo una acción militar
"limitada".
ANTONIO
CAÑO Washington
Barack Obama ha anunciado este sábado que ha decidido tomar represalias militares contra el régimen de Siria,
pero, tratando de hacer más robusta su posición política y de ganar legitimidad
para su actuación militar, someterá su decisión a la votación del Congreso –de
vacaciones hasta el día 9-, lo que, como mínimo, retrasará varios días el
posible ataque, si es que no lo impide por completo, teniendo en cuenta que la
oposición republicana tiene el control de una de las cámaras, la Cámara de
Representantes.
Obama declaró, en
una comparecencia en el Rose Garden de la Casa Blanca al borde de las dos de la
tarde (hora local), que, como comandante en jefe, está capacitado para ordenar
el ataque en cualquier momento. Pero añadió que, “como presidente de la
democracia constitucional más vieja de la tierra, es preciso liderar, no solo
con la fuerza, sino también con el ejemplo”, por lo que, aunque no está
obligado legalmente a ello, va a implicar a los representantes de los ciudadanos
en esta grave decisión.
Se trata de una maniobra enormemente arriesgada, puesto que Obama está
lejos de tener asegurado un voto favorable, pero, al mismo tiempo,
increíblemente hábil, ya que, sin renunciar a una respuesta firme contra el régimen de Bachar el Asad,
le otorga a su decisión una legitimidad, al menos desde el punto de vista
nacional, que lo pone a salvo de futuros y previsibles riesgos una vez que la
operación militar haya comenzado.
Obama establece, además, un precedente muy relevante: todos los últimos
presidentes norteamericanos, de todos los signos políticos, desde Ronald Reagan hasta Bill Clinton, han procedido sin votación en el
Congreso a acciones militares de muchas más envergadura que la que se espera en
Siria, que Obama repitió que será “limitada” y no incluirá el despliegue de
tropas sobre el terreno. “Sé que puedo hacerlo sin la autorización del
Congreso, pero seremos más efectivos si buscamos su aprobación", declaró
el presidente.
MÁS INFORMACIÓN
Este paso abre, no obstante, un largo proceso de debate lleno de
incertidumbres. Obama dijo que ha comunicado su decisión al presidente de la
Cámara de Representantes, John Boehner, a la líder
demócrata en esa cámara, Nancy Pelosi, al líder
de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, y al líder republicano en el
Senado, Mitch McConnell, quienes
le comentaron que respaldaban esa medida. Falta ahora que esos líderes
convoquen a sesiones de urgencia a sus respectivas cámaras, que actualmente se
encuentra en receso.
Si no se produce una convocatoria urgente, el debate en el Congreso no
podría celebrarse hasta el próximo 9 de septiembre. Aún convocándose una sesión
de emergencia, el debate podría ser largo y accidentado, sobre todo en la
Cámara de Representantes, donde los líderes republicanos no tienen pleno
control sobre un extenso grupo de congresistas vinculados al Tea Party cuyo radicalismo, aventurerismo
y odio visceral a Obama es de sobra conocido.
Si la Casa Blanca no ha acudido antes al voto del Congreso es,
precisamente, porque teme meterse en una dificilísima negociación sobre lo que
los miembro del Tea Party pueden exigir a cambio de su voto a favor de la intervención en Siria. Conociendo los
antecedentes ocurridos, la verdad es que puede esperarse cualquier cosa. Basta
citar como ejemplo que EE UU se verá de nuevo a mediados de octubre ante la
amenaza de la suspensión de pagos porque la Cámara de Representantes se niega a
apoyar el presupuesto sin una serie de condiciones, por ejemplo, sobre la
reforma sanitaria.
Es decir, que Obama ha abierto la caja de Pandora y tiene que prepararse
para un camino lleno de obstáculos en el Congreso. Su ventaja es que el público
norteamericano no suele ver con buenos ojos una actitud obstruccionista de
parte de la clase política cuando el presidente y comandante en jefe está en
medio de una crisis militar. Pero tiene en contra que la opinión pública no
está aún convencida de la necesidad de actuar en Siria. Sólo un 20% de la
población comparte actualmente los argumentos del Gobierno.
En su intervención, Obama trató de agrandar ese porcentaje con nuevos
argumentos sobre la gravedad de lo ocurrido en Siria, que describió como “el
peor ataque químico del siglo XXI”, y la necesidad de darle respuesta. “¿Qué
mensajes estaremos mandando si un dictador puede gasear cientos de niños hasta
la muerte a la vista de todo el mundo sin pagar un precio?”, preguntó.
El momento del ataque queda ahora pendiente de esos dos factores: la
decision del Congreso y el estado de la opinion pública. ¿Cuando? Obama trató
de quitarse presión de encima sobre la fecha de la intervención. “Puede ser en
un día, en una semana, en un mes”, dijo. Las fuerzas militares están listas y
la decisión de la Casa Blanca plenamente tomada.
El resto de los elementos que se han manejado en los últimos días ya
apenas cuenta. El informe de los inspectores de
Naciones Unidas, que también puede tardar varios días, no es
considerado en Washington un asunto relevante. El apoyo de otros países,
tampoco mucho.
Obama aseguró que ha recibido en privado el respaldo de varios Gobierno
del mundo, a los que animó a que lo hagan público. Pero su actuación no va a
depender de eso. “Somos los Estados Unidos de América, No miramos a otra parte
respecto a lo que ha sucedido en Damasco", manifestó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario