Kerry afirma que
“todas las pruebas” apuntan a la responsabilidad del régimen sirio.
Una amplia
coalición de países europeos y musulmanes legitima una intervención sin
respaldo de la ONU.
ANTONIO
CAÑO Washington
El secretario de Estado, John Kerry, durante su comparecencia para abordar la situación en Siria. / JEWEL SAMAD (AFP)
Estados Unidos parece al borde de una intervención militar en Siria con
el apoyo de sus principales aliados europeos, de Turquía y de algunos países
árabes como castigo por el uso de armas
químicas por parte del régimen de Bachar el Asad. Los responsables militares
norteamericanos han elaborado una lista de posibles objetivos de
un ataque que se concentraría en instalaciones del Ejército sirio,
infraestructura utilizada para la guerra y los medios necesarios para el uso de
gases venenosos.
Aunque oficialmente no se ha tomado aún una decisión y siguen existiendo
dudas sobre la eficacia y el alcance del ataque, parece haber prevalecido la
idea de que, pese a los riesgos que implica una acción militar, EE UU y el
mundo no pueden permanecer pasivos ante el uso de armas químicas, especialmente
en una región tan convulsa como Oriente Próximo.
Kerry ha manifestado que ese ataque fue “una
obscenidad moral” que “debe de sacudir la conciencia del mundo”
La Casa Blanca se muestra convencida
de que ese tipo de armamento fue utilizado en el ataque de la pasada semana contra
reductos rebeldes en las afueras de Damasco, en el que murieron al menos un
millar de personas, entre ellas muchos niños, y no concede gran relevancia a la
misión de los inspectores de la ONU que ayer investigaron sobre el terreno.
El secretario de Estado, John Kerry, en la más clara indicación hasta la
fecha de las intenciones de su Gobierno, ha manifestado este lunes que ese
ataque fue “una obscenidad moral” que “debe de sacudir la conciencia del mundo”,
y advirtió que el presidente Barack Obama está decidido a que el régimen de
Asad, a quien Washington considera culpable, “responda por esa atrocidad”.
Kerry ha afirmado que “todas las pruebas indican que se usaron armas químicas
la semana pasada”, ha recordado que el Gobierno sirio es el único que tiene en
su poder ese armamento y ha asegurado que, desde se produjo el ataque, sus
autores han tratado de ocultar las pruebas, entre otras formas, volviendo a
bombardear el lugar atacado previamente.
A partir de ese ataque, Obama, que se declaró personalmente
concernido, ha tratado de construir una coalición internacional lo
suficientemente amplia como para dar legitimidad a una acción que no contaría
con el respaldo de Naciones Unidas. Un día después de ese bombardeo, Rusia volvió a impedir en el
Consejo de Seguridad de la ONU, donde tiene derecho de veto, una
respuesta concertada de ese organismo.
Ante la experiencia de la guerra de Irak y otras
aventuras militares norteamericanas en Oriente Próximo, Obama ha intentado
desde el principio, no solo el apoyo firme e incondicional de Europa, sino de
otros países de la región
La ausencia de luz verde de la ONU no ha disuadido a Washington y sus
aliados de la voluntad de actuar. Este lunes, el ministro de Relaciones
Exteriores de Francia, Laurent Fabius, ha declarado que, aunque la falta de
respaldo del Consejo de Seguridad representa un problema, “en determinadas
circunstancias puede evitarse” la autoridad de esa institución.
El grado de violencia empleado por el régimen de Asad contra sus
enemigos ha despejado cualquier reserva que pudiera justificarse por la ley
internacional. El secretario de Foreign Office británico,
William Hague, ha afirmado también este lunes, contundentemente, que “nosotros,
Estados Unidos y muchos otros países, incluido Francia, tenemos claro que no se
puede permitir en el siglo XXI que se usen armas químicas impunemente”.
Obama, cuya Administración está en contacto permanente con
varios Gobiernos para preparar la intervención, habló el domingo por
teléfono con el presidente francés, Francois Hollande, con el objetivo de
confirmar la resolución de ese país para pasar a la acción. Al respecto, Fabius
ratificó que “lo único que se puede descartar en este momento en la posibilidad
de no hacer nada”.
Como cualquier acción bélica, este ataque contra
uno de los países más importante del mundo árabe abriría numerosas
incertidumbres militares y políticas
Ante la experiencia de la guerra de Irak y otras aventuras militares
norteamericanas en Oriente Próximo, Obama ha intentado desde el principio, no
solo el apoyo firme e incondicional de Europa, sino de otros países de la
región. El ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Ahmet Davutoglu,
aseguró el lunes que su Gobierno apoyará una coalición internacional contra
Siria, aunque no cuente con el visto bueno de la ONU, y mencionó que “otros 36
o 37 países están discutiendo actualmente esa posibilidad”.
Un fuerte respaldo internacional es imprescindible para una operación
que, aunque se pretende que sea limitada, conlleva enormes riesgos. La opción
más probable actualmente es la del lanzamiento de misiles de crucero desde los
barcos norteamericanos contra instalaciones militares y centros de decisión del
régimen. Pero no se descarta que, para hacer más eficaz ese trabajo, fuese
necesario el uso también de aviones de combate, lo que, a su vez, obligaría a
atacar radares y sistemas de misiles antiaéreos sirios.
No está clara la capacidad siria de responder a esos ataques. En el
pasado, Israel ha bombardeado varias veces desde el aire territorio sirio sin
haber sufrido nunca bajas. Pero eso no es una garantía de que, ante una acción
de mayor envergadura, y en condiciones desesperadas, el régimen no respondiera
ahora de forma más agresiva, con el peligro de una escalada difícil de
controlar.
Como cualquier acción bélica, este ataque contra uno de los países más
importante del mundo árabe abriría numerosas incertidumbres militares y
políticas. Pero Obama parece preferir ese riesgo a la opción de armar
decisivamente a los rebeldes, lo que no enviaría a Asad un mensaje tan rotundo
sobre la firmeza de la comunidad internacional y, al mismo tiempo, daría a la
oposición siria un poder que no se le quiere otorgar.
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