Claves americanas
MIAMI.- Un nuevo estudio sobre la corrupción en
América latina contiene algunas cifras alarmantes: un promedio del 20 por
ciento de la gente de la región dice que un policía o algún otro funcionario
público le ha pedido un soborno en los últimos doce meses, comparado con un 5%
en Estados Unidos, y un 3% en Canadá.
La encuesta del Barómetro de las Américas,
realizada por la Universidad de Vanderbilt, cuyos resultados en detalle serán
revelados el jueves en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad
de Miami, muestran que en algunos países latinoamericanos, como Haití, Bolivia
y Ecuador, el número de personas que dicen haber recibido un pedido de soborno
en el último año ha superado el 40%.
Esos tres campeones regionales de la corrupción
están seguidos bastante de cerca por México, Perú y Honduras, donde el
porcentaje de personas que dicen que algún policía o empleado público les ha
pedido un soborno es de 31, 28 y 26%, respectivamente, según la encuesta
realizada a 40.000 personas en 26 países.
Esta encuesta es uno de los mejores indicadores de
la corrupción en los países porque, a diferencia de otras que miden la
percepción de corrupción -preguntando a la gente cuánta corrupción hay en su
país, algo que puede ser influenciado por los titulares del momento-, ésta mide
los incidentes concretos de extorsión que las personas han sufrido en carne
propia.
Entre los países que se encuentran en el medio de
la tabla de las víctimas de corrupción están la Argentina -donde alrededor del
20% de las personas dicen que les han pedido pagar soborno en los últimos 12
meses-, Colombia (con el 16%) y Venezuela (15%).
Sorprendentemente, entre los países que están por
debajo del promedio regional de corrupción se encuentra Brasil, donde la
presidenta Dilma Rousseff ha despedido a más de media docena de ministros por
sospechas de corrupción y donde un megaescándalo de corrupción gubernamental
-que terminó con una condena de diez años de prisión para el ex alto
funcionario del partido de gobierno Jose Dirceu- ha dominado los titulares de
los últimos dos años.
Un porcentaje relativamente bajo de brasileños, el
11%, dicen que les han pedido un soborno durante los últimos doce meses, revela
la encuesta. El país más honesto de América latina es Chile, donde sólo el 6%
de la gente dice que le han pedido un soborno, según datos de la encuesta.
Elizabeth J. Zechmaeister, una profesora de
Vanderbilt a cargo de la investigación que se realiza cada dos años, me dijo
que el porcentaje de víctimas de corrupción en la región subió en 2012, pero
que no es una tendencia uniforme en todos los países.
"Los países que hicieron subir el promedio
regional son Ecuador, Bolivia, Haití y Honduras", me dijo. "Pero en
Brasil, México y la Argentina vemos una disminución de las víctimas de
sobornos".
En Ecuador, las víctimas de sobornos se duplicaron
en los últimos dos años: pasaron de 21% en 2010 a 41% en 2012. Inversamente, en
Brasil la cifra cayó a la mitad: pasó de 24% en 2010 a 11% en 2012, revela la
encuesta.
¿Qué podemos aprender de estas cifras?, le pregunté
a Ariel Armony, director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la
Universidad de Miami y socio académico del estudio de Vanderbilt.
"Lo que muestran las cifras es que, cuando la
gente piensa que las instituciones son corruptas, es más proclive a pagar y
aceptar sobornos", dijo. "Por otra parte, cuando la gente ve que el
gobierno reprime la corrupción, como en Brasil, la gente se comporta de forma
más honesta."
Mi opinión: estoy de acuerdo. No es una
coincidencia que, en momentos en que el gobierno de Brasil está reprimiendo la
corrupción, el número de brasileños que fueron víctimas de sobornos se haya
reducido a la mitad. Y no es una casualidad que Chile, que tiene instituciones
fuertes, sea el país latinoamericano con el menor número de experiencias de
soborno.
Es cierto que hay muchas otras causas de
corrupción, incluyendo el exceso de regulaciones gubernamentales y grandes
burocracias. Cuantos más inspectores del gobierno hay, tantas más oportunidades
hay de pedir sobornos.
Pero, en general, la corrupción empieza desde
arriba y se puede frenar desde arriba. No es un mal cultural, o biológico, que
no se pueda curar.
La buena noticia es que Brasil, el país más grande
de la región, está dando un ejemplo al combatir la corrupción desde el
gobierno, haciendo que sus instituciones -y la división de poderes- funcionen.
¡Sería buenísimo que todos los vecinos de Brasil
siguieran sus pasos!
© LA NACION.
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