Fueron casi cinco
horas de padecer un clima hostil, miserable, de una pobreza intelectual
absoluta.
El
memorándum de entendimiento firmado por los gobiernos de la Argentina e Irán va
camino a convertirse en la ley que declarará la impunidad y el punto final de
hecho para esclarecer, juzgar y castigar a los responsables de la masacre de la AMIA.
Anunciado como un "acuerdo histórico" y
un aporte a su esclarecimiento, la Presidenta salió a festejarlo y lo consideró
un aporte al derecho internacional, un impulso para "destrabar" el
proceso jurídico y facilitar las indagatorias a los inculpados en los términos
de la legislación argentina.
Irán ya adelantó que estas intenciones no cuentan
con su apoyo. En el mejor caso, son pura fantasía.
La Presidenta ordenó acelerar su aprobación
argumentando que el acuerdo terminará con la farsa (sic) de las políticas de
Estado después del fallo del juicio oral en la causa AMIA, sin hacerse cargo
que fue ella misma quien las impulsó durante los últimos 10 años.
En la reunión de comisiones en el
Congreso de la Nación, el canciller Héctor Timerman lanzó el
ultimátum de que es el memorándum o la nada, y los senadores prestaron
obediencia debida, y apuraron la aprobación del anteproyecto de ley. Fueron
casi cinco horas de padecer un clima hostil, miserable, de una pobreza
intelectual absoluta, plagado de chicanas, descalificaciones e insultos.
Después de que funcionarios y senadores del oficialismo
reconocieran "seis años de parálisis" de la causa AMIA, pretendieron
mostrar que, si la ley se sanciona, será un avance. Pero, ¿hay algo de cierto
en que esta ley pueda significar un 'avance´ o, al menos, 'destrabar´ algo
después de 19 años de encubrimiento? La respuesta es NO.
Es posible imaginar dos alternativas. La primera es
que la comisión de juristas considere que no hay pruebas suficientes y
desestime cualquier imputación a Irán y a los acusados por el fiscal Alberto
Nisman. Así fue que en 2003, un juez británico rechazó la extradición del ex
embajador de Irán Hadi Soleimanpour, dando por terminado el primer intento de
Néstor Kirchner de buscar una acusación internacional contra los iraníes. Por
este camino, el gobierno nacional podrá dar por superado un conflicto en el que
simula no saber cómo entró, mientras el proceso judicial entra en vía muerta.
Ni el juez ni el fiscal tienen un plan B y rechazan hasta la existencia misma
de una "conexión local" del atentado.
Irán ya adelantó que estas intenciones
no cuentan con su apoyo. En el mejor caso, son pura fantasía
La segunda posibilidad es que el juez
"interrogue" a los acusados en Irán. Aun así, si al volver al país
llegara a considerar imputados a aquellos ciudadanos iraníes que quieran
compartir con él un diálogo (no una indagatoria en términos de acusación jurídica),
no podrá avanzar ni simular un posible futuro juicio porque nuestra legislación
no reconoce los juicios en rebeldía.
Por un camino o por otro, convalidando o no las
supuestas pruebas ya muy cuestionadas y hasta hoy desconocidas por las partes,
esta ley no significa un avance ni destraba nada. Funciona en los hechos como
un punto final y consagrará la impunidad, buscando frustrar una vez más el
anhelo de verdad y justicia.
Estas maniobras no deben prosperar. No en nuestro
nombre.
Van a consagrar la impunidad y el Punto Final,
hablando de verdad y justicia...
Si se trata de saber la verdad, el memorándum y la
ley no sirven.
La futura "comisión de la verdad" va a
revisar en secreto supuestas pruebas.
Después de 19 años, es hora de hacerlas públicas y
permitir que sean evaluadas por personas representativas de las víctimas, junto
a personalidades y organizaciones de los ámbitos políticos, sociales y de
derechos humanos, con participación de parlamentarios y juristas nacionales y
extranjeros.
Señora Presidenta. En sus manos está facilitarnos
conocer toda la verdad que el Estado sigue ocultando en los sótanos del
Servicio de Inteligencia.
Estas maniobras no deben prosperar. No
en nuestro nombre
Sería su aporte realmente histórico, para terminar
con la impunidad reinante y creer en la promesa de un país diferente y un
futuro para todos.
Es mucho lo que podemos hacer y que está en
nuestras manos para revertir esta situación.
Apelamos una vez más al pueblo argentino, que nos
acompañó en 1994 en la "marcha de los paraguas" frente al Congreso,
en 1997 cuando dijimos "Yo acuso" en la calle Pasteur, que nos
acompañó en 2004 cuando denunciamos el fallo del juicio oral fraudulento que
dejó a la conexión local en libertad.
Junto con las organizaciones que integran el Encuentro
Memoria, Verdad y Justicia, convocamos a repudiar la sanción de esta ley de
punto final el día de su votación, muy probablemente el próximo 27 de febrero,
en las puertas del Congreso Nacional.
No al Punto Final. No a la impunidad.
La autora es
titular de Apemia (Agrupación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la
AMIA).
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