POR MARCELO CANTELMI
La crisis global
amenaza convertir en imprevistamente corto un ciclo que se anunciaba largo en
la economía a partir de la tremenda mutación del gigante asiático. Las ruedas
de esa enorme maquinaria comenzaron a trabarse. No significa que se han
detenido, sólo que su ritmo no coincide ya con el paradigma que hasta
ahora se creía intangible sobre el destino hegemónico de la potencia. Aquel
juego de comparaciones entre la China que llegaba arremetiendo y la China cuyo
futuro ahora preocupa es creación del Nobel de Economía Paul Krugman quien se
sumó a una oleada de especialistas que han comenzado a advertir al mundo que
una nueva y formidable grieta se ha abierto en este presente.
Krugman, crítico
tenaz de la estrategia de Beijing de pegar su moneda al dólar para preservar el
superávit comercial, sostiene, terminal, que estamos en el final del
milagro chino. “Las señales son inequívocas. No hablamos de una dificultad
menor en el camino sino de algo más fundamental -escribe en esa clave
definitiva-.
El sistema
económico que ha generado tres décadas de un increíble crecimiento, ha llegado
a sus límites. El modelo chino va camino a chocar contra la Gran Muralla, la única
duda es el tamaño que tendrá ese desastre”.
Cerca de él,
también en Nueva York, su colega Nouriel Roubini, célebre desde que anticipó en
soledad la crisis del 2008, coincide con que China, que venía de 30 años de un
crecimiento de 10% y que antes de 2020 debía ser la mayor economía mundial “está
en riesgo de un aterrizaje forzoso”. Una calamidad en la que emparenta hoy
a todas las economías emergentes, incluyendo en ese tobogán más o menos
inclinado, a Argentina, Turquía, Polonia, Hungría o el enorme Brasil.
El mismo pronóstico
se observa en una investigación de The Economist que anuncia
el final de la era de auge y crecimiento de la periferia mundial. La
constelación de los emergentes explicará este año nada menos que la mitad del
PBI mundial, un caso único que quizá no vuelva a suceder, dice el semanario
liberal. El trabajo se funda sobre la evolución de los Bric’s, el bloque que
une en una misma barca a Brasil, China, Rusia e India. El parate en el mundo traza
cifras muy elocuentes: en 2007 China se expandió 14,2%, India 10,1%, Rusia 8,5%
y Brasil 6,1%.
Este año, según el
FMI, el esfuerzo chino no logrará más que un 7,5%, y del resto, India aumentará
5,6% y Rusia y Brasil, apenas 2,5%.
El caso del gigante
de Asia, por su tamaño e influencia, es el más alarmante y complejo.
La reducción de la
velocidad de crecimiento que experimenta contraerá necesariamente la economía
mundial. Cifras moderadas sostienen que si China persiste en niveles de un
dígito, eso implicará un encogimiento global en perspectiva del orden de 3 %.
Pésima noticia en épocas de vacas flacas.
La consecuencia
adicional es el adelgazamiento del mercado chino como cliente de los
commodities globales. Un ejemplo es la caída actual del valor de los metales,
entre ellos el cobre y el oro.
También afectará a
los productores de materias primas alimentarias, especialmente los
sojeros de Sudamérica, Argentina y Brasil, entre los más privilegiados, que con
este viento de cola lograron la última década desarrollos tan espectaculares
como, en muchos casos, desperdiciados.
Ese espacio
comercial aunque acotado, sin embargo, no debería desaparecer. Los treinta años
de fuerte evolución de China, generaron un crecimiento de las capas medias que,
para finales de esta década podrían constituir cerca de la mitad de la
población, quizá hasta 700 millones y cuyas demandas se mantendrán y deberán
ser satisfechas. El gran desafio para la nomenclatura que encabeza el flamante
presidente Xi Jinping es evitar que estallen conflictos a partir de los
desequilibrios sociales y estructurales que comienzan a aparecery que
amenazan las expectativas de desarrollo de esa enorme masa poblacional. Si
Krugman acierta en su pronóstico, la perspectiva será muy complicada e
imprevisible.
La realidad parece
darle la razón. Días atrás, el premier chino, Li Kequiang, reconoció
que la expectativa de crecimiento que anotó el FMI puede ser ilusoria, y que
el verdadero número sera de sólo 7%. Recordemos que hace apenas dos años, el
Partido Comunista chino advertía que el límite vital era 8%, porque después de
esa frontera se disparaba el desempleo y el riesgo de furia social.
Revertir ese
escenario es muy complicado para Beijing porque sus mayores mercados de
exportación, EE.UU. y Europa, están en recesión. Y no pueden ser reemplazados
rápidamente por el mercado interno.
En China, sólo 35%
del PBI se explica por vía del consumo, la mitad que en Norteamérica.
El grueso llega
todo del exterior cuya demanda hoy es baja o nula. Los desajustes consecuentes
están en la base de un aumento geométrico de la deuda total en la economía
china que casi se duplicó entre 2000 y 2012.
Es un circulo
vicioso. Cuando la crisis de 2008 golpeó con su mayor ola causando un océano de
desocupados, Beijing inyectó un paquete de estímulo masivo de 650 mil millones
de dólares.
Pero como los
mercados internacionales estaban cerrados, el grueso de ese dinero fue a
alimentar una voraz burbuja inmobiliaria, y a los llamados “bancos en la
sombra”, que son entidades mucho menos reguladas y que manejan en préstamos y
colocaciones cerca de 70% del PBI chino, una montaña superior a los seis
billones de dólares (millones de millones).
Eso es alrededor de
doce veces el tamaño económico de Argentina y sólo en inversiones financieras
especulativas.
El premier
Kequiang, pragmático como su jefe, ha llegado a plantear, en estos primeros
días de gobierno, que dadas las circunstancias se debería ampliar la
apertura económica y romper el monopolio administrativo del Estado.
Así, se atraerían
inversiones privadas en sectores como finanzas, telecomunicaciones y salud: “Debemos
confiar en los mecanismos de mercado”, dijo como si no hubiera dudas y sólo se
trata de eso. Si ese discurso es lo que parece, estamos frente a otra
profunda mutación de China, como la anterior, obligada por la necesidad de
sobrevivir. Y de la cual puede esperarse cualquier derivación ... hasta las que
parecen hoy imposibles de imaginar.
Copyright Clarín,
2013.
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