Se le oponían varios socios de Gobierno, que han
amenazado con retirarle su apoyo.
Los presos fueron encarcelados antes de que se
firmaran los acuerdos de Oslo en 1993.
DAVID
ALANDETE Jerusalén
Benjamín Netanyahu se dirige a sus ministros en la reunión del domingo 28 de julio. / RONEN ZVULUN (AP)
Venciendo
una gran resistencia dentro de su Gobierno, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu,
aprobó este domingo la excarcelación de 104 prisioneros palestinos que fueron
encerrados antes de la firma en 1993 de los acuerdos de Oslo, los que crearon
el marco actual de negociaciones de paz. Es un gesto de buena voluntad para
reanudar el proceso, cuyas conversaciones se retomarán, tras tres años de
paréntesis, el lunes en Washington. A ellas llega Netanyahu sin haber ordenado
formalmente una moratoria en la expansión de asentamientos de colonos en zona
palestina, y con el único respaldo de los sectores moderados de su propia
coalición.
La
liberación de presos se efectuará a lo largo de nueve meses. Los primeros
palestinos abandonarán la cárcel tras la reunión del martes entre Tzipi Livni,
ministra de Justicia israelí, y Saeb Erekat, negociador jefe palestino. El
lunes por la noche comenzará formalmente la negociación. Hay, en total, 118
presos que fueron arrestados y juzgados antes de 1993. La mayoría fueron
condenados por ataques en los que hubo víctimas mortales. La pena mínima que
cumplen es de 20 años y la máxima, de 16 perpetuas. Entre ellos se hallan 19
árabes con ciudadanía israelí, que serán liberados al final de los nueve meses
de plazo que ha marcado Netanyahu, según fuentes gubernamentales.
Tras seis
viajes a la zona, y numerosas reuniones y conversaciones telefónicas con
líderes israelíes y palestinos, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry,
anunció el 19 de julio “un acuerdo que establece la base para reanudar las
negociaciones, en su estado final, entre palestinos e israelíes”. Fue un logro
que Kerry consiguiera que los palestinos acudan a la mesa de negociaciones sin
algunas de las principales condiciones en las que llevan insistiendo años, como
una moratoria en la construcción de los asentamientos en Cisjordania y
Jerusalén este o un mapa de cómo quedaría, según el Gobierno de Israel, un
futuro Estado palestino.
La última
ocasión en que israelíes y palestinos negociaron, en 2010, Netanyahu ordenó una
moratoria de 10 meses sobre la construcción de nuevos asentamientos en Cisjordania, que
expiró sin que ambas partes lograran un solo avance. En esta ocasión no sólo ha
prometido, sino que ha conseguido de su propio Gobierno, enormemente dividido
respecto al proceso de paz, un gesto de buena voluntad que cumple una de las
peticiones históricas de los palestinos, la liberación de presos. No le fue
fácil lograrlo.
Netanyahu
reunió este domingo a su Gobierno durante seis horas. “No es un momento fácil
para mí, para los ministros ni para las afligidas familias, a las que comprendo
muy bien”, dijo en la reunión, según fuentes oficiales. “Pero hay momentos en
los que deben tomarse decisiones difíciles por el bien del estado, y este es
uno de esos momentos”. Contaba ya con la negativa de una parte de los ministros
de su partido y los de Israel Nuestra Casa (Israel Beteinu), además de la firme
oposición en bloque de Casa Judía (Habayit Hayehudi), el partido que
representa los intereses de los colonos. La votación final fue un éxito para
Netanyahu: 13 a favor, siete en contra y dos abstenciones.
Ahora, un
comité ministerial presidido por el propio Netanyahu deberá decidir a cuáles de
los 118 presos palestinos que llevan en las cárceles de Israel más de 20 años
se liberará en los próximos nueve meses.
“A los
terroristas tendría que eliminárseles, no liberarlos”, dijo el ministro de
Economía y Asuntos Religiosos y líder de Casa Judía, Naftalí Bennett,
uniéndose brevemente a una manifestación de protesta contra la excarcelación de
presos palestinos. Bennett ha amenazado con retirarse del Gobierno -tres
ministros, 12 escaños- si Netanyahu acepta negociar con los palestinos la
creación de un Estado sobre la base de las fronteras previas a la guerra de
1967, en la que Israel se anexionó Cisjordania y Gaza. “Le estamos demostrando
al mundo que, para nosotros, cualquier cosa es negociable”, dijo a los medios
tras el consejo de ministros, con evidente enfado.
Para
aplacar a esa oposición interna, y evitar quedar en minoría, Netanyahu aprobó
también una propuesta de ley, que deberá votar el congreso en pleno el
miércoles, que condiciona a un referendo nacional cualquier acuerdo con los
palestinos que contemple una retirada de Jerusalén oriental o cualquier
intercambio de territorios respecto a las fronteras de 1967. Es una exigencia
del ala conservadora de su Gobierno, que en principio quería que en esa
votación se decidiera también una posible retirada militar de Cisjordania, algo
que finalmente no se incluyó en el texto de la norma.
Hay en
las cárceles israelíes 4.979 presos y detenidos palestinos, según un recuento
de junio de la organización Addameer. “Seguiremos luchando por la liberación de
todos nuestros prisioneros políticos”, dijo este domingo tras el anuncio del
Gobierno israelí Erekat, el
negociador palestino, quien pidió a Netanyahu que aproveche las negociaciones
para “acabar con décadas de ocupación y exilio”.
D. A.
“¡Tienen las manos manchadas de sangre!”. Mientras los ministros
deliberaban sobre la liberación de presos palestinos, cientos de ciudadanos
israelíes se manifestaban ante la sede del Gobierno en Jerusalén clamando con
lemas como ese y mostrando pancartas con las caras de víctimas de los ataques
por los que se condenó a los prisioneros en un primer momento. Un joven judío
se había cubierto la cabeza con la kufiya, o pañuelo palestino, y mostraba al
aire unas palmas teñidas de rojo. Para esos israelíes no vale la pena buscar la
paz a cualquier precio, más si ese precio es ver en libertad a aquellos que
fueron condenados por matar a familiares suyos.
Entre los congregados estaba Avi Bromberg, cuyo tío, Abraham,
murió en 1980 en un ataque a un convoy militar. Karim y Maher Younis,
palestinos con ciudadanía israelí, fueron arrestados y condenados a 40 años de
cárcel en 1983 por secuestro y homicidio. “Este es un día triste, muy duro para
mi familia”, dijo este domingo Bromberg. “Este gobierno y este primer ministro
han demostrado ser muy débiles frente a los líderes palestinos y frente a
Estados Unidos. Esos presos son asesinos. Son malvados. Han matado a jóvenes, a
niños, a mujeres, a soldados”.
Bromberg está afiliado a la asociación de víctimas y familiares
Almagor, que ha organizado las protestas y que recientemente encargó a la
consultora Smith Research una encuesta a 500 ciudadanos israelíes sobre la excarcelación
de presos. Su principal conclusión es que un 88% de los israelíes judíos se
opone a poner en libertad a presos palestinos “que hayan cometido crímenes de
sangre”. Otra encuesta, de New Wave Research para el diario Israel Hayom,
rebaja levemente esa cifra a un 84%.
“Este no es un precio que valga la pena pagar, ni si quiera por
este tipo de paz que quieren. Esos presos merecen estar en prisión para
siempre”, decía Meir Indor, director de Almagor. “Cuando los liberen, volverán
a participar en actos de terrorismo, y sus actos volverán a cobrarse las vidas
de civiles. Si EE UU no libera a los terroristas que tiene en sus prisiones,
¿por qué viene a exigírnoslo a nosotros?”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario