El inapelable
triunfo del gobernador de Nueva Jersey, contrasta con la derrota del candidato
del Tea Party en Virginia, que pasa a manos de un favorito de los Clinton.
EVA SAIZ Washington
Tal y como habían vaticinado las encuestas, el gobernador de Nueva
Jersey, el republicano Chris Christie, ha revalidado su candidatura en un
Estado eminentemente demócrata. Los resultados otorgan a Christie un apoyo del
60% de los votos, un bagaje que lo sitúa en una posición de privilegio de cara a la carrera
presidencial de 2016. Su mensaje de unidad ha conseguido atraer a
votantes progresistas y a las minorías hispanas y republicanas, un aviso para
el ala más radical de su partido y que puede sentar la estrategia del Partido
Republicano en el futuro. Todo el suspense que ha faltado a las elecciones en
Nueva Jersey es el que se ha cernido sobre las de Virginia, un Estado vital a
la hora de decidir los comicios a la Casa Blanca y que ha pasado a manos
demócratas por un estrecho margen, 47% frente al 45%.
Los dos candidatos que se han alzado con el poder en Nueva Jersey y
Virginia, Christie y Terry McAuliffe, han explotado un mensaje moderado,
tratando de atraer a los votantes del centro izquierda, el primero, y de centro
derecha, el segundo. Una estrategia que les ha dado resultados y que envía
poderos mensajes a sus respectivos partidos. En el caso del gobernador de Nueva
Jersey, su abrumadora victoria es un claro indicio de que su apuesta
integradora, en una época de desorientación política, es una garantía de éxito
frente a la radical del Tea Party, cuya derrota ha evidenciado el candidato
republicano al Gobierno de Virginia, Ken Cuccinelli. El triunfo de McAuliffe no
sólo implica el cambio de color de un Estado determinante para la política
nacional, sino que supone la victoria de los Clinton, amigos íntimos del nuevo
gobernador de Virginia y que se han implicado muy profundamente en su campaña,
y un atisbo de cómo podría ser el gobierno de Hillary, si finalmente se postula
como aspirante a la Casa Blanca.
Los primeros datos ofrecidos por las encuestas a pie de urna otorgaban a
Christie el 57% del apoyo de las mujeres, el 51% de los hispanos y el 21% de
los afroamericanos, una muestra de que el mensaje inclusivo que ha tratado de
explotar Christie durante la campaña para su reelección ha calado entre el
electorado de Nueva Jersey, que en 2012 apoyó a Barack Obama por 80 puntos de
diferencia respecto del aspirante republicano Mitt Romney. La personalidad del
gobernador, el apoyo velado del presidente Obama, que alabó su labor en
la resaca del huracán Sandy –y que no ha hecho campaña a favor de su
contrincante demócrata Barbara Buono- le ha granjeado un apoyo abrumador, la
mejor carta de presentación de cara a la carrera presidencial de 2016, que
Christie no ha despreciado.
La ventaja que Christie ha abierto entre las mujeres, los hispanos y los
afroamericanos es la que el candidato republicano al gobierno de Virginia,
Cuccinelli, ha sido incapaz de labrarse a lo largo de su campaña. Esa falta de
apoyo le ha costado las elecciones en un Estado vital de cara a las elecciones
presidenciales. El cambio demográfico en el Estado, con un incremento de la
población joven y urbana y de las minorías hispanas, sobre todo en los condados
más cercanos a la capital de EE UU, y el apoyo del voto femenino, que Obama
peleó en ese territorio durante la pasada campaña y que ganó por un margen del
9%, han decantado la balanza a favor del candidato demócrata, que ha basado
buena parte de su campaña en destacar las posiciones antiabortistas y
contrarias a los métodos anticonceptivos de su contrincante.
“Nuestro triunfo demuestra que los principios republicanos obtienen
resultados”, ha señalado Christie tras conocer los resultados. La suya es la
victoria del ala más moderada e inclusiva del Partido Republicano, frente a la
más radical representada por el Tea Party. La duda es si la estrategia
centrista del gobernador será suficiente para asegurarle el triunfo en una
potencial lucha por las primarias del Partido Republicano en 2016, donde
sus candidatos se ven forzados a abrazar posturas más extremas para granjearse
el apoyo del electorado más reaccionario.
Virginia, por su parte, ha dado la medida de la aceptación de la
política nacional. Cuccinelli ha centrado su candidatura en desprestigiar la
reforma sanitaria de Obama, y los ciudadanos descontentos con la marcha de la
ley son los que permitieron al republicano mantener vivas sus esperanzas
durante buena parte de la noche. McAuliffe ha vinculado directamente a su
adversario, favorito del Tea Party, con el cierre de la Administración de
principios de septiembre, motivado por los miembros de ese ala del Partido
Republicano y a quien Cuccinelli no se opuso explícitamente, pese a los efectos
negativos para el Estado, dado el número de agencias y funcionarios públicos
que trabajan en ese territorio.
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