El escándalo de las escuchas / El poder
en las sombras
Las filtraciones revelaron el descomunal alcance de
una de las mayores organizaciones de inteligencia de la historia.
Foto: Ilustración Ippoliti
NUEVA YORK.-
Desde lejos, los cuarteles de la Agencia de Seguridad Nacional(NSA,
por sus siglas en inglés), en Fort Meade, Maryland, parecen un par de
gigantescas cajas de vidrio negras aisladas de todo.
Pero allí se
escucharon las conversaciones de Angela Merkel, se diseñó un ataque contra el
programa nuclear de Irán, se monitorearon los mails de Dilma Rousseff y de
Enrique Peña Nieto, se siguieron las llamadas de teléfono del Vaticano. Y se
vigilan, a diario, millones y millones de comunicaciones entre personas comunes
de cada rincón del mundo, en busca de cualquier dato que pueda servirle
a Estados Unidos para luchar contra el terrorismo, alimentar su
poder diplomático, obtener ventajas económicas o, simplemente, para tener
información por si alguna vez la necesita.
Hasta dónde llegan los ojos y los oídos del Gran
Hermano del siglo XXI, la agencia de espionaje que todo lo puede y que no tiene
comparaciones en la historia, es, todavía hoy, un misterio.
Pero las filtraciones del
ex agente Edward
Snowden, que amenazan con teñir todo el segundo mandato de Barack
Obama, dejaron algo en claro: la NSA no tiene muchos límites.
"Su dimensión y su agresividad quitan el
aliento", dijo ayer The New York Times en un largo informe sobre esta
agencia especializada en espionaje de comunicaciones.
Desde hace semanas, varias voces intentan matizar
el destape de la NSA con un argumento: todos vigilan a todos. Pero nadie,
excepto quizá Rusia o China, tiene la capacidad para espiar de Washington, como
reconoció el director nacional de Inteligencia, James R. Clapper.
Un ejército de ingenieros, matemáticos,
programadores y agentes de inteligencia lleva adelante la tarea orwelliana
encomendada por Washington. Todos, unos 35.000 empleados en total, trabajan
bajo el mando de un hombre, el general Keith Brian Alexander.
No hubo otro general en la historia de Estados
Unidos que haya construido tanto poder como él, o haya sido tan audaz para
usarlo, al punto de ganarse motes como "emperador", que algunos
discuten.
"No es un cowboy o un emperador. Es respetado,
y la mayor parte de su misión es vista como legítima. Pero existe un debate
real, en estos tiempos cambiantes, acerca de si la NSA necesita un mayor
control, y más diversificado", dijo a LA NACION Michael O'Hanlon, investigador
de la Brookings Institution.
Apadrinado por Donald Rumsfeld, uno de los halcones
del ex presidente George W. Bush, Alexander llegó a la NSA en 2005. Nadie
estuvo tanto tiempo al frente de la agencia más secreta de Estados Unidos.
Desde allí construyó su imperio: un ejército de espías y de
"cibersoldados" que se extienden por la NSA, el Servicio Central de
Seguridad y el Ciber Comando de Estados Unidos, que ayudó a crear en 2010.
Alexander tiene un papel único: puede obtener y
recopilar datos de inteligencia y actuar a través del Ciber Comando, un rol
dual que le da mucho poder. Esa agencia, con el apoyo de la CIA y de Israel,
fue señalada de haber diseñado y lanzado Stuxnet, un virus destinado a atacar
el programa nuclear iraní.
O'Hanlon puso de relieve un principio que se
encuentra en el centro de la discusión: muchos creen que para mantener a
Estados Unidos seguro en estos tiempos, para hacer bien la tarea de
ciberseguridad, se necesitan todos los activos de la NSA. Si no, el riesgo es
que haya una coordinación insuficiente, que se falle en "unir los
puntos", una de las razones que la comunidad de inteligencia ofrece para
explicar por qué no anticipó los ataques del 11-S.
Alexander se forjó en la prestigiosa Academia
Militar de West Point junto a dos generales que también tuvieron papeles
centrales en la era que se abrió luego de los ataques terroristas del 11 de
Septiembre: David Petraeus, ex director de la CIA, y Martin Dempsey, actual
jefe del Estado Mayor Conjunto.
Amante de la ciencia ficción, Alexander pidió que
la sala que usaba como comando central cuando estuvo a cargo de la inteligencia
del ejército, llamada Centro de Dominio de la Información, fuera un réplica de
la nave Enterprise de Star Trek con puertas automáticas que se abrían dejando
un zumbido, paneles de metal y una pantalla gigante frente a un sillón de cuero
similar al del capitán Kirk de la mítica nave espacial, según reveló la revista
Foreign Policy.
En Estados Unidos, la NSA recolectó registros
telefónicos y conversaciones en Internet a través de correos electrónicos,
chats, videos o archivos transferidos; demandó esa información a empresas como
Verizon, Google, Facebook o Microsoft.
Establecida en 1952, la NSA asiste no sólo al
gobierno federal, sino también a aliados selectos de Estados Unidos y a
contratistas del gobierno, según información oficial.
Su plantilla de personal y su presupuesto son
clasificados. Según las revelaciones de Snowden, las 16 agencias que componen
la comunidad de inteligencia de Estados Unidos cuentan con 107.035 empleados y
un presupuesto para el año fiscal 2013 de 52.600 millones de dólares. De ese
monto, la NSA manejaría 10.800 millones de dólares.
Algunos de los programas de vigilancia revelados,
como XKeyscore (utilizado en América latina) o Tempora, son aplicados con
asistencia de otros gobiernos, como Australia, Nueva Zelanda o Gran Bretaña.
Además, la agencia terceriza algunas tareas a
empresas privadas, como Booz Allen Hamilton, donde trabajaba Snowden.
Cada vez que pudo, Alexander insistió en que las
filtraciones de Snowden, ahora exiliado en Rusia, debilitaron a Estados Unidos,
beneficiaron a grupos terroristas y causaron un daño irreparable en los
servicios de inteligencia del país. Y recordó también la marca que dejaron los
ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
"Estamos sosteniendo este nido de avispas para
el bien de la nación. Nos encantaría soltarlo, dejarlo de lado, pero si lo
hacemos es nuestro temor que va a haber una brecha y el potencial para otro
11-S, y no habríamos cumplido con nuestro deber. Entonces nuestro deber sería
encontrar otra manera", dijo Alexander días atrás.
Alexander anunció que se retirará el año próximo,
pero su imperio, al que ya se le empezaron a imponer nuevos límites, perdurará.
Un puñado de proyectos de ley ya despuntaron en el
Congreso para elevar los controles sobre la NSA, y la Casa Blanca ordenó una
revisión de la recolección de datos.
Pero ninguna
de las reformas que se discuten prevé liquidar al Gran Hermano. Y cuánto se lo
limitará es una incógnita similar a cuán grande es su reino..
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