WASHINGTON
A juzgar por lo que me dijo la directora del Fondo
Monetario Internacional, Christine Lagarde, durante una entrevista pocos días
atrás, el organismo está trabajando duro para dejar de ser el villano favorito
de América latina. Hay buenas razones para que lo haga: en 2015, el FMI tiene
previsto celebrar su primera reunión anual en la región -en Lima, Perú- desde
la realizada en 1967, y muchos esperan violentas protestas.
Si hay algo que une a la izquierda y la
centroizquierda de casi todos los países de América latina, e incluso a algunos
sectores de la derecha, es la convicción de que el FMI ha empobrecido a las
naciones exigiéndoles demasiadas medidas de austeridad a cambio de sus
préstamos.
Con sede en Washington, el FMI presta dinero a los
países endeudados cuando están en crisis financieras. A cambio, el organismo
muchas veces ha exigido duros recortes del gasto público, que enfurecen a los
países receptores. ¿Acaso no ha cometido un error el FMI exigiéndoles demasiada
austeridad a los países latinoamericanos?, le pregunté a Lagarde. "No
quiero reescribir la historia, pero sí le diré una cosa: creo que ahora
prestamos más atención a la población más expuesta -respondió-. En los
programas que diseñamos ahora tenemos más redes de seguridad social, nos
concentramos más en los que tienen menos y deben ser protegidos."
¿Eso significa que el FMI ya no exige tanto ajuste
de cinturón?, pregunté. Lagarde respondió que se trata de "un ajuste de
cinturón diferente; un ajuste de cinturón mejor calculado para proteger a los
más pobres".
Lagarde evitó usar la palabra "errores",
y dijo que hay un debate no resuelto sobre si los países en crisis financiera
deben tomar una medicina "fuerte y rápidamente", o si deben tomar
"una medicina más suave durante un período de tiempo más prolongado".
Recientemente, ha ganado terreno esta última opción, señaló.
Agregó que el FMI ha introducido, entre otras
cosas, "líneas de crédito flexibles" para ayudar a los países a
reforzar sus reservas y evitar crisis financieras, y programas de
condicionalidad más focalizados para proteger a los pobres. Además, la entidad
ha flexibilizado su anterior oposición a los controles de capitales
implementados por algunos países latinoamericanos, y "está haciendo
progresos" en las conversaciones destinadas a dar mayor representación a
los países emergentes en su junta directiva, dijo.
¿No tiene miedo de que los manifestantes le arrojen
huevos si el FMI se reúne en Lima, Perú, en 2015?, le pregunté. "Sea como
fuere, puedo asegurarle que espero con entusiasmo esa reunión en Lima",
respondió. Añadió que el FMI está trabajando "muy estrechamente" con
Perú, y que el país se beneficiará mucho gracias a los 15.000 visitantes
extranjeros que, según se calcula, asistirán a la reunión.
Cuando le pregunté sobre la economía mundial, dijo
que "2014 será un poco mejor que 2013", y que a los países ricos les
irá un poco mejor que a los países en desarrollo. El FMI proyecta que América
latina crecerá un 3.1% el año próximo, un aumento con respecto al 2,7 de este
año, dijo. En cuanto a cuáles economías latinoamericanas cree que tendrán mejor
desempeño en los próximos años, mencionó a México, Chile, Colombia y Perú.
Sobre la actual disputa entre el FMI y la Argentina
respecto de las dudosas estadísticas inflacionarias del país -el Gobierno alega
que hay una inflación de alrededor del 10%, pero casi todos los economistas
independientes coinciden en que la inflación está próxima al 25%-, Lagarde dijo
que el FMI está haciendo un "progreso positivo" en sus conversaciones
con la Argentina para que se implementen estadísticas confiables.
De Venezuela, Lagarde dijo que aunque el FMI no ha
podido trabajar allí desde 2003, a partir de toda la información disponible no
cree que la economía del país esté bien. "Es una economía que
verdaderamente deberá enfrentar serios problemas, probablemente a la
brevedad", dijo.
Mi opinión: me hubiera gustado que Lagarde hiciera
un mea culpa más explícito por los errores cometidos por el FMI en América
latina, aunque no estuvo muy lejos de hacerlo.
Aunque es cierto que los demagogos de la región
siempre han usado al FMI como chivo expiatorio de sus propias políticas
irresponsables, también es cierto que el FMI ha errado al usar las mismas
fórmulas de austeridad para todos los países, sin tomar en cuenta que muchos de
ellos no tienen redes de seguridad sociales para proteger a los pobres.
Lo más probable es que Lagarde esté dosificando su
mensaje y ofrezca una disculpa pública más explícita cuando se realice la
reunión del FMI en Lima en 2015. Ojalá haga ese mea culpa, que es una deuda del
FMI con la región, para que tanto el FMI como América latina puedan dejar atrás
el pasado y concentrarse en una cooperación más productiva en el futuro.
© LA NACION.
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