La falta de
iniciativa del Partido Republicano aleja a 11 millones de 'sin papeles' de la
regularización que esperaban.
CRISTINA
F. PEREDA Washington
El presidente Obama reunido con líderes religiosos en la Casa Blanca. / PETE SOUZA (THE WHITE HOUSE)
- Me llamo Carmen Lima y tengo 13 años. ¿Cómo se sentiría usted si le
tuviera que decir a sus hijos, cuando tenían diez años, que nunca volvería a
casa?
- Eso no estaría nada bien.
- Bueno, eso es exactamente lo que me pasó a mí. Pensé que nunca
volvería a ver a mi padre porque era un inmigrante indocumentado.
- Sigo intentando encontrar una manera de resolver este asunto, pero no
es fácil y, como dije desde el día de las últimas elecciones, este es el
momento de aprobar la reforma.
- ¿Entonces podemos contar con su voto?
- Bueno, todavía estoy intentando sacar esto adelante.
Esta es la conversación que mantuvieron esta mañana una joven
inmigrante, Carmen Lima, con el presidente de la Cámara de Representantes, John
Boehner. Lima y otra adolescente se acercaron al político republicano en una
cafetería de Washington para preguntarle por su trabajo para aprobar la reforma migratoria.
Sin embargo Boehner, que en ningún momento dejó de desmenuzar la tortita que
estaba a punto de desayunar, y que apenas levantó la mirada mientras escuchaba
a las jóvenes, anunciaría pocas horas después que no estudiará este año la ley
aprobada por el Senado el pasado verano.
“Sinceramente, voy a hablar muy claro,
no tenemos ninguna intención de negociar la ley aprobada por el Senado”,
declaró Boehner este miércoles en rueda de prensa. “Deben entender que queremos
resolver este asunto, pero quiero hacerlo con sentido común y paso a paso”.
La reforma del sistema de inmigración se ha quedado sin tiempo. 2013 no
verá el avance de una ley histórica que esperan desde hace tres décadas
millones de indocumentados. Quedan apenas 13 días de actividad política en el
Capitolio, un plazo imposible para lograr un acuerdo que demócratas y
republicanos no han podido alcanzar en los últimos seis meses.
El líder de la Cámara de Representantes ha renunciado a negociar la
legislación que respaldó el Senado el pasado mes de junio y que regularizaría a
11 millones de indocumentados, además de implementar otras medidas como el
aumento de la seguridad en la frontera, la creación de un sistema de
verificación de nuevos trabajadores o visados para profesionales extranjeros.
El apoyo de senadores demócratas y republicanos a esta legislación, un ejemplo
con pocos precedentes en materia de inmigración, se desvaneció al llegar a la
Cámara. Allí la mayoría republicana insiste en reformar el sistema a través de
varias leyes independientes para favorecer el apoyo de los conservadores que,
por ejemplo, están de acuerdo en reforzar la frontera pero no en la
regularización de ‘sin papeles’.
La falta de tiempo y la proximidad de un año electoral hacen temer que
solo aguardan obstáculos en el futuro de la reforma. La semana pasada, el
republicano Mario Díaz-Balart, uno de los negociadores de su partido, declaraba
a The Washington Post que la ventana de tiempo para aprobar la
legislación “se cerrará definitivamente”. Su compañero Kevin McCarthy,
congresista de California, aseguraba también en una reunión con activistas a
favor de la reforma que “es muy difícil hacer nada en 13 días”, el plazo antes
de que termine el año parlamentario.
El pesimismo en las filas republicanas, que nunca han llegado a impulsar
la reforma con la misma fuerza y compromiso que los demócratas, contrasta con el nivel de actividad de los
diferentes grupos de activistas y del presidente Obama, que hoy
recibía a líderes religiosos de todo el país, para seguir presionando a los
legisladores a favor de una nueva ley.
Según ha informado la Casa Blanca, el presidente Obama transmitió a las
organizaciones religiosas que “no hay razón” por la que los republicanos deban
seguir retrasando un asunto que cuenta con apoyo de los dos partidos y que su
colaboración “demostraría a los ciudadanos estadounidenses que Washington
todavía puede trabajar codo con codo para resolver los desafíos de nuestro
país”.
El vicepresidente Joe Biden, presente también en la reunión con los
líderes religiosos, ofrecerá mañana jueves un discurso para reiterar una vez
más los beneficios económicos de la reforma del sistema de inmigración. Según
ha revelado POLITICO, Biden pidió este miércoles a varias organizaciones que no
abandonen sus campañas de presión a los legisladores para que “la reforma no
muera como lo hizo la ley de control de armas”.
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