MIAMI.- El duro discurso de Dilma
Rousseff ante la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, en
el que denunció el espionaje electrónico de Estados Unidos en su país fue
aplaudido por casi todos los asistentes, pero su propuesta de regular Internet
debería ponernos muy nerviosos a todos.
Rousseff se refirió a las recientes filtraciones
del ex contratista de las agencias de inteligencia estadounidenses Edward
Snowden según las cuales el gobierno de Estados Unidos había interceptado
comunicaciones electrónicas de altos funcionarios brasileños, incluyendo a ella
misma, y de la empresa petrolera estatal de Brasil, Petrobras.
"Las revelaciones de las actividades de una
red global de espionaje electrónico han causado la indignación y el repudio de
la opinión pública en todo el mundo -dijo Rousseff-. Es una violación de la ley
internacional y una afrenta a los principios que deben guiar las relaciones
entre países, especialmente entre naciones amigas."
Hasta ese momento del discurso, era difícil
disentir de Rousseff. Aunque los funcionarios de Estados Unidos digan en
privado que todos los países -y no sólo Estados Unidos - interceptan
comunicaciones, y que Washington tiene la obligación ante sus ciudadanos de
llevar a cabo actividades de inteligencia que los protejan de ataques
terroristas, esos argumentos no son sólidos en el caso de Brasil.
Aunque la política exterior brasileña suele estar
alineada con regímenes dictatoriales, en el ámbito interno Brasil es un país
democrático y está muy lejos de promover o albergar a terroristas
internacionales.
Pero, tras su denuncia del espionaje
estadounidense, Rousseff dijo que el mundo necesita "mecanismos
multilaterales" para regular Internet y que la ONU debería estar a la
cabeza de ese proyecto. Agregó que Brasil propondrá una "regulación responsable"
de Internet para impedir las malas prácticas en el ciberespacio.
El problema de esa propuesta es que Brasil, junto
con Rusia, Sudáfrica e India, ha hecho propuestas de regular la Web desde 2005
y, en general, han sido aterradoras, según los defensores de la libertad de
expresión que ven en esas propuestas un camino que conduce a la censura.
En diciembre pasado, en una importante Conferencia
Mundial de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) de la ONU,
celebrada en Dubai, los países que piden regulación de Internet -encabezados
por China y Rusia- propusieron una resolución destinada a regular el spam. Pero
Estados Unidos y varios países europeos objetaron esa propuesta con el
argumento de que la interpretación que hacen China y Rusia de spam podría llevar
a la censura de contenidos.
Varios expertos me dicen que las propuestas de
Brasil no son tan extremas, aunque podrían ser preocupantes. "Internet
funciona mejor bajo un sistema de gobierno descentralizado que incluya la
participación de expertos, defensores de los derechos humanos y miembros de la
comunidad técnica", dice Emma Llanso, del Centro para la Democracia y la
Tecnología.
Mi opinión: la propuesta de Rousseff de crear
"mecanismos multilaterales" destinados a regular Internet no debería
ser automáticamente desestimado, porque hay algunos aspectos de la Red -como el
espionaje electrónico, la pornografía infantil o el fraude financiero- que
necesitan alguna forma de supervisión internacional. Pero dejar la regulación
en manos de la ONU, donde China, Rusia y sus amigos autoritarios gozan de
enorme poder, es una pésima idea porque les permitiría hacer en el extranjero
lo que hacen en su ámbito nacional: censurar lo se puede leer o ver en
Internet.
La presidenta Rousseff tiene razón en estar enojada
por el espionaje electrónico y, posiblemente, también en que hay que establecer
algunos lineamientos internacionales para impedir estas prácticas. Pero dejar
que la ONU tome el liderazgo en esta materia daría demasiado poder a los
gobiernos y demasiado poco a las organizaciones de defensa de la libertad de
información y a la sociedad civil en general. Sería el principio del fin de la
libertad de expresión en el ciberespacio.
© LA NACION.
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